La Apuesta

Nombre: La Apuesta
Autora: Camila
Artista ó personaje: Personajes originales
Adaptación: No
Género: No sé, tal vez un poco de romance...
Resumen: ¿?

Capítulo 1

Raquel estaba segura de que Víctor no lograría nada en contra del memorándum con el que la arquitecta María Elena Michel hacía del conocimiento del jefe de servicios de Apoyo Administrativo, para los fines a que hubiera lugar, que el arquitecto Víctor Reyes Estrada, durante la primera quincena de ese mes, no había justificado cinco retardos y una falta. Sin embargo, él le apostó que no sólo recuperaría el descuento de su salario quincenal, sino que además continuaría llegando tarde y abandonando la oficina a la hora que se le diera la gana.

Víctor se despidió de Raquel cuando vio que la arquitecta Michel entraba al privado del subdirector general. Sabía que ella solamente era recibida ahí para sufrir algún regaño o para que le encomendaran trabajos urgentes. En cualquiera de los dos casos, él la esperaría ya fuera para disfrutar de uno de sus fracasos o bien, para boicotear cualquier solicitud que ella le hiciera.

Raquel lo miró alejarse saludando conocidos por todos lados y pensó que cualquiera de sus compañeras no tardaría en preguntar por él. Sonrió al darse cuenta del pequeño poder que adquiría ante todas las demás secretarías por la confianza que compartía con Víctor; sin embargo, nunca estuvo segura de la verdadera razón de esa amistad.

Mientras Raquel mentía acerca de una cita con él a una de sus compañeras, Víctor llegó a su oficina y percibió sin mucho esfuerzo el ambiente de tensión que flotaba por todos lados. En el rostro de sus compañeros se notaba el fastidio de saber que les tocaría desvelarse esa noche.

Víctor, a diferencia de los demás, se sentó ante su escritorio con la mayor serenidad, abrió uno de sus cajones, sacó una revista y comenzó a leerla.

—¿Qué pasó? ¿Te reportó la arquitecta? —le preguntó Miguel.

—No importa.... ¿Hay trabajo de emergencia?

—Llamaron a María Elena de la subdirección general hace un rato. No nos vamos a escapar. Dicen que el director quiere el proyecto de las oficinas administrativas para mañana.

—Lo siento por ustedes.

—¿A poco no te vas a quedar?

—No sé. A lo mejor, si tienen suerte —concluyó Vítor y siguió leyendo su revista deportiva. Después abrió el otro cajón y sacó de él un refresco para esperar tranquilamente a la arquitecta Michel. Sabía que el momento de su venganza estaba cercano.

Cuando regresó, María Elena entró directamente a su privado y desde ahí llamó a los coordinadores de proyectos, entre ellos a Víctor. Les dio indicaciones a todos sobre lo que le habían dicho en la reunión con los subdirectores, pero habló preferentemente con él. Los dos conocían la extraña predilección del director general por el gusto refinado de los diseños del arquitecto Víctor Reyes Estrada.
María Elena le ordenó que esperara después de que todos sus otros asistentes salieran del privado. Le informó acerca de los comentarios sobre los detalles en los espacios que cada subdirector general requería.

Él la escuchó, primero con paciencia y después verdaderamente interesado. Sin quererlo, su imaginación comenzó a trabajar en la distribución de las áreas y en el diseño de cada detalle de las oficinas. María Elena se dio cuenta de la atención que había logrado en Víctor y lo animó con la propuesta de otros proyectos más ambiciosos en cuanto tuvieran resuelto el que les presentaba.

Víctor salió del privado media hora más tarde. Durante todo ese tiempo había olvidado la apuesta y sus planes de venganza, pero al llegar a su escritorio en lo primero que pensó fue en la cita que tenía para comer con Leticia Alcántara, así que tomó sus cosas y salió como si nada sucediera a su alrededor, mientras sus compañeros de trabajo preparaban los restiradores y todo lo necesario para el largo día que les esperaba.

Capítulo 2

La arquitecta María Elena Michel encontró una propuesta de proyecto inexistente cuando preguntó por Víctor para conocer los avances del trabajo. Conteniendo su enojo, le ordenó a Miguel la elaboración de esos diseños, haciendo hincapié en el gusto especial que tenía el director, de los detalles.

Más tarde, cuando Víctor regresó de la comida con la licenciada del departamento jurídico —que había conocido dos días antes—, encontró la oficina en total actividad.

Roberto daba indicaciones para las láminas de presentación a Marco Antonio y a Mario. Daniel organizaba a un grupo de arquitectos para que prepararan la elaboración de los planos necesarios y Miguel discutía con sus ayudantes la manera de resolver la utilización de ciertos espacios. María Elena estaba en otra reunión con el subdirector. Nadie en la oficina pareció darse cuenta del regreso de Víctor.

Él tampoco reparó en nadie y se dirigió a su escritorio para trabajar en el proyecto. Durante la comida había resuelto todos los problemas de espacio y además había encontrado la manera de adaptar ciertos detalles que impresionarían al director. Sin embargo, pensó en entregar su proyecto apenas con el tiempo suficiente para que lo dibujaran.

Cuando llegó la arquitecta Michel, desconcertado Víctor miró que ella le habló a Miguel para darle indicaciones sobre los diseños y luego la vio alejarse sin siquiera dirigirle la palabra a él.
No obstante, siguió con el proyecto hasta que Humberto le dijo que la arquitecta quería que fuera a comprar unas tortas para todo el personal que estaba trabajando. Víctor se negó rotundamente a obedecerla y dejó el proyecto a medias. Pensó en retirarse de inmediato a su departamento, pero supuso que eso le traería mayores problemas; además, molestaría más a su jefa estando ahí sin hacer nada.

Después de que terminó de leer la revista se acercó al grupo con el que Miguel discutía el proyecto. Nadie advirtió su presencia hasta que los interrumpió para darles la solución de uno de los espacios que creaban más conflictos.
Al principio dudaron en hacerle caso, pero rápidamente se dieron cuenta de que tenía razón. Desde ese momento trabajó con Miguel hasta que María Elena lo llamó para preguntarle por el avance de los trabajos; ella cambió las soluciones a los detalles cuando supo que eran de Víctor.

No le dio mucha importancia a la actitud de la arquitecta Michel y se fue a su cubículo; esperaría un poco antes de irse.
Miguel le preguntó discretamente por la solución de otros detalles. Él se los resolvió con la advertencia de que no le dijera a María Elena, para que no pasara lo mismo que antes.

Al otro día el director general vio con enojo el proyecto que le presentaron y casualmente aprobó sólo los detalles que Víctor había diseñado.

Capítulo 3

Nadie en la oficina supo que habían rechazado el proyecto por el que se desvelaron esa noche, hasta que un mes después solicitaron otro. Durante ese tiempo, María Elena no le asignó ningún trabajo a Víctor, quien estaba frustrado en su deseo de vengarse.

A la espera de ganarle la apuesta a Raquel, sólo tuvo dos retardos en esas dos quincenas. No quería sufrir otro descuento en su sueldo, ya que quería remodelar su departamento. Por lo mismo, aceptó elaborar el proyecto de la casa del señor Peralta.
Lo haría en la oficina, al mismo tiempo que esperaba una nueva oportunidad. Sabía que tarde o temprano María Elena tendría que solicitarle su ayuda.

Nunca imaginó que ese día, cuando iniciaría su venganza, a la arquitecta Michel le solicitarían un nuevo proyecto para las oficinas administrativas.

Él había llegado temprano a su trabajo y mataba el tiempo revisando unos programas arquitectónicos que le habían asignado hacía tiempo. Desde su lugar vio cuando llegó su jefa y se sorprendió de que lo llamara a su privado. Al principio temió que se desencadenara entre los dos una discusión, pero ella lo recibió sin ninguna agresividad. Cambió el tono cuando él le mintió sobre el avance de los programas que él revisaba unos minutos antes.

—Hace más de dos meses que te los pedí —le dijo ella molesta.

—Esos programas tienen ciertas dificultades; hay que estudiarlos con mucho cuidado. Por ejemplo, los espacios para sanitarios...

—¡Mientes! —gritó ella, poniéndose de pie.

Víctor vio en el rostro de María Elena que perdía la paciencia y sin meditarlo mucho, le propuso...

—La invito a comer.

Ella no contestó. En sus ojos Víctor notó una chispa de vanidad halagada.

—Me gustaría conocerla más... —se interrumpió al percibir cierto brillo retador en esa mirada que él creyó de consentimiento.

—¿Cuándo? ¿Hoy mismo? —preguntó ella para devolverle la seguridad.

—Mejor el sábado. Así podríamos comer con más tranquilidad...

—Está bien. Pero en la tarde quiero los programas terminados.

—Paso por usted como a las tres —le dijo él mientras salía del privado.

Capítulo 4

El sábado, Víctor abandonó su casa desde temprano. Raquel lo esperaba impaciente. Aunque no conocía el motivo de esa invitación inesperada, prefería estar con él que visitar a su madre.

Ella lo notó un poco molesto cuando llegó, pero al rato hacía gala de su buen humor. Fueron a un pequeño y acogedor bar en la Zona Rosa luego de comer en un restaurante de San Ángel.

Más tarde, llegaron al departamento de Víctor. Se instalaron en la sala, pusieron música y definieron la apuesta.

Bajo el efecto de los brindis, Víctor aseguró que la arquitecta María Elena Michel, titular de la Jefatura de Servicios de Diseños Arquitectónicos, a través de una relación personal extraoficina, lo nombraría su principal asistente. Y que... no le exigiría más de lo que él realizaba. El perdedor invitaría al otro a un festejo como el que estaban disfrutando.

Esa noche Raquel supo también que estaba sustituyendo a la arquitecta Michel, quien había cancelado una cita con Víctor esa misma mañana. Después de pensarlo un momento, Raquel comprendió que no existía la mínima oportunidad de tener una relación seria con él; sin embargo, le gustaba mucho. En adelante, se conformaría con disfrutar cada momento que pasaran juntos, sin ambicionar compromiso alguno.

El lunes siguiente, Víctor llegó tarde a la oficina. María Elena ya se encontraba en su privado y él pensó reclamarle el plantón, pero estaba convencido de que no valía la pena. Optó por refugiarse en su mesa de trabajo.

Capítulo 5


Pensaba solamente en comer algo que lo aliviara de ese malestar, cuando Miguel lo saludó con el rumor de que el director general se encontraba muy disgustado con el proyecto de las oficinas administrativas. Los dos salieron discretamente con rumbo a una de las cantinas cercanas.

Ahí comieron una sopa de carnero muy picante acompañada de una cerveza fría y ya no supieron que el subdirector general llamó a María Elena.

Víctor diseñaba el proyecto de la casa del señor Peralta y Miguel elaboraba las adaptaciones de las unidades médicas del instituto cuando ella regresó. Al primero no le interesó ver al otro entrar en el privado de María Elena. Su humor no le permitía enojarse porque lo desplazaron. Por el proyecto de la casa le darían lo suficiente para comenzar a renovar su departamento. Una voz femenina lo volvió a la realidad.

—Perdóname. Tuve mucho trabajo el fin de semana —le dijo María Elena.

La primera reacción de Víctor fue esconder los planos y los documentos de la casa de Peralta, pero era demasiado tarde. Sin embargo, ella aparentó no notarlos. Prefería observar la cara de asombro y miedo que se le dibujaba.

—¿Qué? —dijo Víctor por puro reflejo.

—Me avisaron el viernes en la noche. Por eso te llamé hasta el sábado.

—No importa. Ya será en otra ocasión.

—¿Qué tal si es hoy? Digo, si no tienes otro compromiso.

—No, perfecto. Hoy está bien.

Después de eso, Víctor la miró retirarse rumbo a su privado. Tardó en salir de su asombro; cuando lo hizo, llamó a Leticia Alcántara para cancelar la cita que tenía con ella al mediodía.

Víctor no pudo continuar con el proyecto de la casa luego de la aparición de María Elena. Temía que ella reaccionaría, porque era imposible que no se hubiera dado cuenta de que esos papeles no eran de su trabajo. Al menos, tenía la delicadeza de no utilizar los utensilios del instituto para sus trabajos particulares. Decidió pasar el rato desarrollando sus ideas sobre las oficinas del director general hasta la hora de la comida. Estaba seguro que ese trabajo recaería en Miguel, por lo que pensó en decir que adelantaba unos detalles que él le había pedido en caso de que María Elena regresara. Sin embargo, fue Miguel quien se le acercó.

—¿Te lo pidió la arquitecta? —le preguntó intrigado y molesto.

—No, pero como hace un rato me sorprendió con lo de Peralta, me puse a hacer esto por si regresa. Total, esto no tarda en pedírtelo.

—Lo que urge es el estudio de las unidades médicas.

—Nunca le atino.

—¿Te llamó la atención hace rato?

—No, vino a invitarme a comer —presumió Víctor.

—Creo que hasta el subdirector general va a ir.

—¿Qué?

—No sé que festejan, pero nos pidieron a todos que fuéramos a la comida.

Víctor no se interesó en las oficinas del director general ni en ningún otro proyecto luego de que Miguel regresó a su lugar. Decepcionado, se sentó enfrente de su mesa de trabajo, a mirar el infinito.

Capítulo 6

Pasadas las tres de la tarde, María Elena les avisó que los esperaban en el restaurante. Víctor había decidido no ir, pero Miguel lo esperaba, para llegar juntos.

Se sentaron en un lugar que estaba retirado de las mesas de honor. María Elena conversaba animadamente con el subdirector general. Víctor vio con enojo como se divertía. Luego disfrutó el momento en que le pareció que la regañaba. Miró divertido como ella se puso seria y volvió la vista para todos lados, buscando que alguien la auxiliara. Entonces Víctor se sintió de buen humor por primera vez en toda la tarde.

Víctor y Miguel ya habían bebido varias cervezas, cuando colocaron sobre las mesas botellas para el brindis. Los dos sabían que una copa más podía conducirlos a una nueva parranda. Miguel cautelosamente fingió brindar y dejó la copa a un lado, pero Víctor no pudo imitarlo, porque al volver la vista, sus ojos se encontraron ante una nueva aparición de la arquitecta Michel, quien sigilosamente había llegado hasta él.

Víctor no supo como actuar. Miguel se puso de pie, disculpándose para ir a los sanitarios, porque creyó que María Elena les llamaría la atención. Cuando regresó a la mesa, los dos hablaban como si fueran viejos amigos.

Víctor, desinhibido por haber cruzado la frontera entre la sobriedad y la embriaguez con ese último brindis, trataba de impresionarla con datos sobre la cinematografía y la literatura. Ella parecía verdaderamente interesada en el tema y Miguel no entendía nada.

Después de que ella sutilmente los obligó a beber un café, salieron del restaurante. La despedida fue cordial.

—Mañana quiero hablar con los dos temprano —les dijo María Elena antes de abordar su automóvil. Después la vieron perderse en la noche y decidieron, contra lo acostumbrado en esos casos, suspender una parranda que pudo haber terminado a la mañana siguiente en cualquier lugar de la ciudad.

Víctor llegó solo y temprano a su departamento esa noche. Puso en la televisión una de las películas que le había comentado a María Elena y la estudió hasta que se quedó dormido.

Capítulo 7

Al otro día, llegó más temprano que nadie a su trabajo. Reanudó el proyecto de la casa del señor Peralta para hacer tiempo en lo que llegaba María Elena. No tenía otra cosa en que entretenerse.
Por primera vez Víctor miró cómo poco a poco se habitaba la oficina.

—¿Te corrieron de tu casa? —le preguntó Miguel, sorprendido como los demás.

La arquitecta Michel llegó tarde y se encerró en su privado por un rato, así que pasó mucho tiempo antes de que llamara a Víctor. Primero entró Miguel. El le comentó que María Elena le había pedido de mal humor que se repitiera todo el proyecto de las oficinas administrativas. Víctor pensó que ya no lo llamaría, pero se equivocó.

Al contrario de los demás, él no entró con planos o documentos que avalaran su trabajo.

—¿Cómo estás? Siéntate —le dijo ella con esa amabilidad que lo desconcertaba— ¿Me hiciste la biografía que prometiste anoche?

—No... todavía, no. Estoy buscando en internet algunos datos, pero si quieres mañana podía tener algo.

—No te apures. Total, casi no he visto ninguna de esas películas...

—Casualmente el sábado pasan una de las mejores cintas de Coppola. No sé... ¿te gustaría verla?

—¿En dónde?

—En la Cineteca... podemos ir juntos.

—Me parece bien. Luego nos ponemos de acuerdo. Ahora te quiero pedir un favor.

Víctor escuchó con atención las indicaciones que le daban, sin darse cuenta de que le estaba levantando el castigo.
Tampoco percibió que durante dos días estuvo enfrascado en el trabajo, porque quería entregarlo en la fecha indicada, para quedar bien con María Elena.

Comprendió su comportamiento cuando Raquel le comentó que todos lo extrañaban en la subdirección general. Por primera vez el pretexto que siempre usaba fue verdadero... y no le creyeron.

—Tengo mucho trabajo.

—¿Salimos el sábado?

—No. La próxima vez que salgamos, será cuando te toque pagar.

—¿Por qué?

—Porque entonces me cobraré la apuesta.

Raquel lo miró con desconcierto. Sabía que detrás de sus palabras había lago.

—A ver, cuéntame qué ha pasado.

—El día que me invites a comer y a bailar te cuento todo lo que quieras —le dijo Víctor como despedida, porque en ese momento vio a María Elena y a Miguel entrar con planos a la sala de juntas de la subdirección general.

En la oficina nadie sabía por qué los habían llamado, pero lo que si le dijeron a Víctor fue que la arquitecta Michel lo había buscado antes de irse.

Esa tarde Víctor no salió a comer por esperar a María Elena y a Miguel. Tampoco pudo avanzar mucho en el proyecto del señor Peralta.

Regresaron después de las cuatro y ella se encerró en su privado. Antes de que Víctor se acercara a Miguel para interrogarlo, María Elena lo llamó desde la puerta de su privado.

—¿Dónde estabas? —le preguntó. Él pensó no inventar nada, para no complicar las cosas.

—¿Ya comiste? —dijo ella ante su silencio.

—No.

—Dile a Miguel que nos acompañe y vamos a algún lugar cercano.

Víctor salió del privado completamente confundido. Poor eso no entendió bien lo que Miguel le explicaba acerca de los comentarios del subdirector, mientras esperaban a María Elena.

Al contrario de lo que pensaba Miguel, durante la comida el tema de la conversación no fue el resultado de la junta para definir el tratamiento que se le daría al proyecto con el que antes había fracasado el departamento de María Elena.

Capítulo 8

Hablaron de cine y de literatura y Víctor fue el dueño absoluto de la charla. La comida resultó un descanso para Miguel, ya que en el silencio de su ignorancia, despejó las presiones de la reunión.

También María Elena se veía más tranquila cuando los tres regresaron a la oficina. Ahí Miguel miró sorprendido la calma que reinaba. Sus compañeros habían regresado de comer en su ausencia y en algunos ya se notaba la prisa por llegar a sus casas.

Después sintió cierto desamparo cuando vio que uno a uno se retiraban; pensó que la arquitecta Michel les iba a pedir que se quedaran a terminar el proyecto. Los últimos que salieron del lugar fueron sus asistentes.

Cuando Miguel quedó solo, se dio cuenta que durante todo el tiempo María Elena y Víctor habían estado en el privado. Temió que a los dos se les hubiera ido el tiempo hablando de las mismas tonterías que en la comida. Entró al privado para avisarle a María Elena que todos se habían marchado y vio sobre el escritorio los planos de las oficinas administrativas, con todo tipo de soluciones a los detalles de acuerdo al programa arquitectónico que Víctor había diseñado.

Ella parecía fingir entusiasmo mientras Víctor, incapaz de ver por una fiebre imaginativa, trataba de impresionarla. Miguel sabía que ese trabajo era el mismo que Víctor había hecho antes. Todos los detalles que ahora festejaba, la arquitecta Michel los había cambiado hacía un mes.

Víctor Reyes Estrada salió a las diez de la noche de su trabajo ese día. Estaba cansado, pero satisfecho. No le preocupó mucho haber dejado plantada a Leticia Alcántara porque sentía próximo su triunfo en la apuesta. María Elena le había prometido no cancelar la cita del sábado si lograba terminar antes el proyecto de las oficinas administrativas.

Capítulo 9

Víctor estudió todo lo relativo a Coppola durante la mañana del sábado. Después pasó por María Elena y se fueron directamente a la Cineteca. Tomaron un café antes de entrar en la sala de proyecciones.

Ya en el cine, Víctor no le puso mucha atención a lo que pasaba en la pantalla, porque, como en su adolescencia, su mente trabajaba para encontrar la manera de abordar a su compañera.

María Elena miraba concentradamente la película y él se dio cuenta que su propio nerviosismo era muy visible, por lo que decidió olvidar todo y dejar que la tarde fluyera con total normalidad. Después de la película la invitación a cenar y si no aceptaba, no sería la primera vez que regresaría solo a su departamento un sábado por la noche.

Cuando miró la pantalla se dio cuenta de que ya no entendía lo que ahí se proyectaba y pensó que tampoco serviría de nada lo que estudió por la mañana.

Comenzaba a aburrirse, cuando sorpresivamente sintió que la mano de María Elena recorría su antebrazo en busca de sus dedos. Todavía no se reponía cuando ella recargó la cabeza en su hombro, lo tomó por la barbilla y lo besó después de decirle unas palabras que se perdieron en su memoria por tanto repetirlas.

Si, fueron a cenar después de salir del cine, pero la reacción de María Elena había roto todos los esquemas que Víctor usaba para conquistar a las demás mujeres, así que él decidió dejarse guiar esa noche.

Con María Elena, Víctor recorrió geografías de placer que ya conocía; sin embargo, el viaje por el que ella lo llevó se quedó grabado en todos sus sentidos.

También el domingo estuvieron juntos y Víctor ni siquiera pensó en tomar la iniciativa en una relación que María Elena manejaba mágicamente.

—Esta semana sólo te vi el martes o el miércoles... el día que entraste a la subdirección general con la arquitecta Michel. Me dijo Miguel que trabajaron muy duro toda la semana y que los felicitó el director —le dijo Raquel una semana después.

Ese sábado quería sacarle plática porque durante durante la comida Víctor había estado muy serio.

—¿Ya remodelaste tu departamento? —lo interrogó de nuevo para sacarlo de su mutismo.

—No conseguí el dinero.

—¿A dónde vamos a ir después? —continuó Raquel, intentando ubicarlo en el pago de la apuesta.

—A donde quieras... Me canceló la cita de hoy —le contestó Víctor regresando al tema de María Elena—... pero el lunes voy a llegar temprano para sorprenderla con el proyecto de las unidades médicas.

—¿Para qué¡ —preguntó Raquel, pero supo que ya no iba a obtener respuesta y que su relación con Víctor nunca volvería a ser igual, cuando él le impidió pagar la cuenta.

—No, yo perdí —dijo Víctor... y sacó el dinero de su cartera.

FIN