Forgotten Words
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Tiempo para el amor [Nicky Byrne][16+][TERMINADA]

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Mensaje por mariposa Miér 09 Jul 2014, 5:44 pm

TIEMPO PARA EL AMOR


Nombre:Tiempo para el amor
Autor: Lorena
Artista ó personaje: Nicky Byrne
Género: Drama, Romance
Sinopsis:
Amy y Nicky formaban un matrimonio perfecto; siempre hacia arriba y siempre ocupados. Pero su relación amorosa no pudo soportar los constantes compromisos y las eternas noches de separación.
Nicky pronto aprendería que los negocios y el dinero no valían el precio
que estuvo a punto de pagar por ellos. Por eso, dejó su trabajo y compró una casa en el campo, la casa que quería compartir con la mujer a la que nunca dejó de amar. Pero Amy no sabía nada de esto y podía ser que ella no tuviera tiempo para el amor.


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Mensaje por mariposa Jue 10 Jul 2014, 11:15 am

*Prólogo*



Nicky Byrne siempre se enorgulleció de encontrar tiempo para las cosas importantes. Mantenerse en forma era una de ellas y por eso todos los días lograba sacar un mínimo de tiempo para hacer ejercicio.

-Vamos, amigo, termina conmigo - lo retó su compañero.

Nicky miró de reojo a Shane Filan, uno de sus mejores amigos, y su enemigo en la cancha de tenis. Aspiró hondo, y descubrió que le costaba forzar el aire en los pulmones. Gotas de sudor le caían por la frente. Se las secó con el dorso de la mano; el brazo le pesaba, notó una serie de calambres en los dedos.
Sacudió la cabeza. Por un momento lo vio todo borroso. Era como si su cerebro se hubiera desconectado.

-¿Nicky? - Preguntó Shane.

Nicky hizo una mueca y volvió a sacudir la cabeza. "¿Qué me pasa?" pensó, asqueado. "¿Vas a perder la partida, cerebro laser?"
¿Cerebro laser? El nombre lo paralizó. ¿De dónde demonios...?
Cerebro laser, claro. Hacía mucho tiempo que no pensaba en aquel apodo, y mucho más desde que alguien lo utilizó para referirse a él.

Fue Amy la primera en usarlo. La idea se la dio algo que había dicho él en la clase de ciencias en el instituto cuando eran unos adolescentes y tenían que enmascarar la atracción mutua que sentían y que les obligaba a abusar verbalmente uno del otro siempre que se presentaba la ocasión.
A Nicky el apodo le había halagado enormidades, aunque eso era algo que nunca reconoció delante de Amy.
No, en lugar de eso, como venganza, él la llamaba...

-¿Nicky?

-¿Si? . Nicky miró a Shane desde el otro lado de la cancha e hizo un esfuerzo por volver a la realidad.

-¿Te encuentras bien?

-Estoy bien - las palabras se le pegaban en la garganta. Tragó saliva y lo volvió a intentar. - Estoy bien, Shane - las palabras resonaron contra sus oídos. Tenían un eco muy extraño.

-No tienes muy buen aspecto...

-Estoy bien - insistió Nicky, cortante - Bien.

"Voy a ganar esta partida aunque me cueste la vida", pensó.
Claro que no era más que una metáfora, una frase que utilizaba a menudo para conseguir sus objetivos y quedar primero.
Pero no lo decía en serio...
De repente, fue como si unos brazos invisibles lo rodearan y empezaran a apretar, como si un gigantesco luchador de peso completo quisiera abrazarlo. Notó que le flaqueaban las rodillas. Dejó caer la raqueta y sintió el amargo sabor de bilis en la boca.

-Nicky... - Shane estaba asustado, tratando de sostenerlo, sujetándolo con firmeza. -Nicky, ¿Qué ocurre?

Momentos más tarde, oyó de nuevo la voz de Shane y esta vez estaba acompañado de dos personas más,no...de tres.

-Tranquilo, Nicky. Vamos a llevarte al hospital. Creo que es un ataque al corazón.

¿Un ataque al corazón?
Nicky rechazó la idea de inmediato.
¿Un ataque al corazón? Imposible. Era imposible.
Nicky Byrne no tenía corazón. Se lo había entregado muchos años atrás a la mujer que amó y perdió.
Se lo había dado a Amy. A su ex esposa Amy.


**************

¡Nicky!

Amy Hilliard despertó de subito, gritando con desesperación el nombre de su ex marido.
Oh Dios, algo le oprimía el pecho. El corazón le latía de manera salvaje y apenas podía respirar.
Estaba oscuro. No podía moverse. Se sentía atrapada. Tenía que...tenía que...
Hizo un gran esfuerzo para sentarse, apartando con las piernas las sábanas que lo apretaban. A tientas buscó el interruptor de la lámpara de noche.
Le temblaban las manos. Necesitaba ver. Necesitaba luz.
Suspiró aliviada cuando al fin encontró el interruptor y lo encendió, el repentino haz de luz lo hizo parpadear, y unos segundos después se dio cuenta de que tenía los ojos mojados, como si hubiera llorado.

Se llevó las manos al pecho y sintió los fuertes latidos que golpeaban incesantes contra el diafragma. Tenía la boca seca y con un desagradable sabor a miedo.
"Respira hondo", se dijo. "Relájate"
Se dio masaje en la mandíbula. No era difícil darse cuenta de que había vuelto a tensarla en sueños. Su dentista le advirtió que tuviera cuidado. Apenas le quedaba esmalte en los dientes.
También advirtió que tenía algunos mechones de pelo empapados de sudor, así como parte del camisón.
Pensó que no tenía que extrañarle demasiado. Llevaba un año obligándose a esforzarse hasta límites que antes no hubiera creído posibles para sacar su carrera adelante. Había llegado al punto de considerar que hacer solo tres cosas al mismo tiempo era simple vagancia, y llevaba meses sin dormir ocho horas seguidas y más aún, sin tener un fin de semana libre.

Y ahora estaba en Tokio, de negocios, a punto de cerrar el contrato más exitoso en toda su carrera. Cuando llegó procedente de Londres, estaba exhausta debido entre otras cosas al cambio de horario, pero en lugar de irse directo al la cama, tuvo que aceptar la invitación a cenar con varios colegas japoneses.
No era de extrañar pues que se hubiera despertado a mitad de la noche y aterrada, en medio de una pesadilla. Una pesadilla sobre Nicky, pensó.
Nicky que estaba en otra parte del mundo; en Dublín. Amy echó una ojeada al reloj y calculó la hora que debia ser en la ciudad, seguramente jugando tenis como hacía a diario.

De repente un escalofrío recorrió su cuerpo. Se mordió el labio inferior y luchó para combatir la extraña sensación de angustia que se apoderaba de él. ¿Por qué tenía la terrible impresión de que había ocurrido algo terrible?
Con un estremecimiento, Amy tomó su celular y marcó una serie de números.
Esperó impaciente hasta que alguien contestó al otro lado.

-O'Connell y asociados - dijo una voz femenina - Despacho del Señor Byrne.

-¿Margaret? - Preguntó Amy - Soy Amy Hilliard, ¿Está Nicky?

-Oh señora Hilliard - la fría voz de la mujer tomó un tono más afectuoso - No, lo siento. En este momento está fuera.

Amy suspiró aliviada. Si algo hubiera ocurrido a Nicky, Margaret había sido la primera en saberlo.

-¿Está en el club?

-Bueno, ha mencionado algo de ir a jugar tenis con el doctor Filan.. ¿Puedo hacer algo por usted?

-No, no - respondió Amy, tras un momento. Aunque en lo físico se encontraba mejor no se libraba de la sensación de asalto al despertar - Bueno, gracias, Margaret. Estaba un poco...oh no importa. No es nada importante. Si quiere decirle a Nicky que...

¿Decirle qué?, se preguntó Amy. ¿Que tenía pesadillas en Tokio? ¿Decirle que lo echaba de menos? ¿Decirle que...aun lo amaba?
Todos aquellos mensajes eran ciertos, si, aunque no los más apropiados para dejarlos con la eficiente secretaria británica de su ex marido, y Amy era muy consciente de ello.

-¿Señora Hilliard? - Dijo Margaret

Amy se apoyó la frente en la palma de la mano.

-Por favor, solo dígale que lo llamé...


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Mensaje por mariposa Jue 10 Jul 2014, 6:14 pm

Capitulo Uno


Rosas.
Rosas de color rosa y de tallo alto.
Una docena de rosas.
Era lo último que Amy hubiera esperado encontrar en la habitación del hotel de Dublin, recién llegada de Londres.
El exquisito ramo y la suave fragancia de las flores la dejaron sin habla.
No había tarjeta, pero eso no importaba. Sólo un hombre le enviaría rosas rosas.
Sólo un hombre.
Mucho tiempo había pasado desde la última vez. Y probablemente desde entonces, muchas cosas cambiaron.

"Estoy alucinando" Se dijo. Sin lugar a dudas alucinar le parecía mucho más aceptable que pensar que era su ex marido quién le mandó una docena de rosas.
"Hay gente que que oye voces. Yo veo y huelo rosas. Pero si cerrara los ojos y ..."

-Es un ramo precioso - Comentó el botones, dejando la maleta en el suelo.

Amy abrió los ojos.

-Oh, si, gracias. Lo es.

No estaba alucinando. Las rosas eran reales, y tan confusas como hermosas. Porque Amy Anne Hilliard no tenía la menor idea del motivo que llevó a Nicholas Bernard Adam James Byrne a enviarle una docena de sus flores preferidas.

Era un gesto impropio de él.
Bueno, quizás no tan impropio. Con un escalofrío recordó la época en que Nicky la cortejaba con flores y poesía, la época en que iba a rondarla en noches nevadas y le cantaba bajo la entana de su dormitorio...

-¿Señora?

La pregunta del botones la devolvió a la realidad. Amy sacudió la cabeza para apartar de su mente y resistir a la seductora atracción del pasado. Los tiempos habían cambiado.
Ella también. Y Nicky también.

-Lo siento - Dijo ella, y abrió su bolso.

-¿Puedo hacer algo por usted? - Preguntó el botones, solícito.

Amy volvió a negar con la cabeza y extrajo varios euros de la cartea.

-No - respondió, tendiéndole el dinero - Gracias.

-Gracias, señora. Si necesita algo, no tiene más que llamar a recepción.


*****************************


Rosas. Una docena de rosas exquisitas.
Nicky se movió inquieto en el sillón, imaginando las flores que con tanto cuidado seleccionó aquella tarde.

"Tenía que haber incluído una tarjeta", pensó, irritado. "Una tarjeta de la empresa, nada muy personal, con un mensaje breve".
"No", pensó frustrado. "Una tarjeta de la empresa no. Por el amor de Dios". Se dijo poniéndose en pie. "Amy no es un cliente. Tenía que haber incluído una tarjeta de la floristería. Si, firmarla conmi nombre y enviarla con las flores, para asegurarme".
Nicky se detuvo en seco.
¿Asegurarme de qué?, se preguntó. ¿Asegurarse de que Amy sabía quién le mandaba las rosas?.
Apretó los puños, con rabia. Amy sabía perfectamente de quién eran. Incluso sin tarjeta. Él era el único. ¿No le envió siempre....?
Nicky exhaló brusco, sintiéndose como si acabara de chocar con el muro de la verdad. La verdad era que no siempre le envió rosas rosas. Y era lo que resumía el porqué de su divorcio y la razón que los llevó a vivir en diferentes países.

"Oh, Amy", dijo para sus adentros, "¿Por qué no entendimos lo que pasaba mientras nos estaba ocurriendo?.
Empezamos muy unidos, pero terminamos a miles de kilómetros. Y ninguno de los dos se dio cuenta hasta que ya era demasiado tarde".
No, maldita sea, no podía ser demasiado tarde. Se dio la media vuelta y se dirigió a la mesa. Descolgó el teléfono y marcó.

-Buenas tardes, soy el señor Byrne otra vez. ¿Podría decirme si ya llegó la señora Hilliard, Amy Hilliard?...

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Mensaje por mariposa Vie 11 Jul 2014, 11:26 am

Capitulo dos

Las rosas estaban enloqueciendo a Amy.
Tras la sorpresa inicial del placer e incomprensión, decidió olvidarse del ramo. Cuando el botones salió de su dormitorio, Amy se quitó los zapatos, se quedó en ropa interior y se sentó en la cama con un montón de papeles. Tenía que trabajar y no podía dejar que nada interfiriera en su concentración.

Era un buen propósito, si, pero imposible de llevar a cabo. Tras un rato de simular estar concentrada en los papeles que tenía que leer, se quitó las gafas y, junto con los papeles, las dejó en una mesita. Despúes, casi en contra de su voluntad, volvió la cabeza y se quedó mirando el ramo que le envió Nicky.

¿Por qué se las mandó?, pensó, por enésima vez. ¿Por que?
Miró la agenda encuadernada en piel, como si pudiera encontrar en ella la respuesta, y decidió volver a repasar todas las posibilidades.
De que no era su cumpleaños no le cabía la menor duda. Había cumplido los 33, o como ella prefería decirlo, celebrando sus 29 cumpleaños por quinta vez tres meses antes.
¿El aniversario de algo? Era 16 de mayo.
Nicky y ella se casaron la segunda semana de julio, hacía 10 años, y se divorciaron, poniendo fin a una decada de matrimonio, en la tercera semana de octubre.
Dieciseís de mayo...dieciseís de mayo...
¿La primera vez que se vieron?
No, eso fue en septiembre.
¿Su primera cita? No, eso fue en marzo.
¿El primer beso? Imposible. La legendaria fiesta de Kian Egan tuvo lugar en enero.
¿La primera vez que hicieron el amor? No, eso fue en una noche estrellada de junio.
¿La última vez que hicieron el amor? No, con ytoda certeza no.

Amy cambió de postura, incómoda. El 16 de mayo tenía que tener un significao special para Nicky y ella. Un hombre no mandaba una decena de rosas a su ex mujer sin ningún motivo especial. Y mucho menos un hombre como Nicky Byrne. Desde que lo conocía, y su relación databa desde sus años de estudiante, siempre tenía una razón para todo lo que hacía.
Era precisamente esa determinación una de las cosas que lo hicieron tan atractivo a los ojos de Amy.
Una de las muchas, muchas cosas. ¿Porqué había hecho esta?

De una patada Amy tiró la agenda al suelo. No tenía la más remota idea.
Una parte de ella deseaba poder añadir que tampoco le importaba, pero no podía.
Le importaba. Le importaba con desesperación.
Al cerrar los ojos, echó la cabeza hacia atrás. Tenía los hombros y el cuello tensos y estaba agotada. Llevaba meses yendo de un sitio a otro, sin parar. Ahora, toda su energía se disipaba y empezaba a funcionar con el depósito vacío. Lo malo era que la gente también empezaba a darse cuenta.

"Intenta relajarte", le sigirió su médico un mes atrás.
"Tómate unas vacaciones", le ordenó Charles Rowand, su jefe.
¿Que intentara relajarse? ¿Qué se tomara unas vacaciones? Imposoble, tenía trabajo.
Trabajo.
Amy abrió los ojos y se quedó mirando las rosas de Nicly.

***********************************

Apenas había veinte manzanas desde la oficina al hotel donde se hospedaba Amy. Nicky decidió caminar. El ejercicio le sentaría bien.
También necesitaba tiempo para ensayar lo que iba a decir y cómo iba a hacerlo. Recorrió la distancia con paso firme y rápido, pero sabía que no fue eso la causa de las rápidas palpitaciones de su corazón cuando llegó a su destino.

Una vez en el vestíbulo del hotel, Nicky tomó su celular y marcó.

-Aquí la operadora, en que puedo ayudarle?

-Quisiera que me comunicara con la habitación de la señorita Hilliard.

-Un momento, señor.

Nicky se pasó aquel "un momento" conteniendo la respiración y debatiendose consigo mismo.

"Tenía que haberla llamado desde la oficina. No, la mejor forma de hacerlo es esta." " ¿ Y si ha salido?"

-Mmmm...¿Diga?

La voz que le respondió era como la seda: Suave, sensual y un tanto vaporosa. Amy estaba durmiendo. Nicky conocía a la perfección el tono de su voz cuando despertaba, y siempre le resultó excitante. Practicamnete irresistible. Y ahora no era la excepción.

-¿Amy? - Pregunó, tras un par de segundos.

-¿N-Nicky?

A Nicky le resultó imposible catalogar todas las emociones encerradas en aquella sílaba.

-¿Nicky? - Repitió ella.

La podía oir moviendose, sentándose en la cama. La imaginaba peinándose el cabello, a la vez que trataba de organizar sus pensamientos.

-Si, soy Nicky. Te he despertado ¿verdad?

Sabía que iba a mentirle. Siempre lo hacía.

-Oh...no. No, claro que no. Son...aún no son las nueve. Solo estaba---

Se hizo una pausa extraña. Tal vez Amy se estaba mordiendo el labio inferiro, acto que lo volvía loco desde después de darse el primer beso.
Antes ya había reparado en el getso, si, pero no le afectó de verdad hasta después de besarla.
Ocurrió a mitad de enero, una semana después de la famosa fiesta de Kian Egan, durante un exámen de matemáticas.
Una mirada a Amy y al verla mordiéndose el labio inferiro, sintió una súbita excitación hormonal que no logró reprimir durante todo el exámen y que lo puso en un estado físico que era tan insoportable, como embarazoso.

Nicky cambió el peso de pierna, consiente de que la línea entre la adolescencia y la madurez no estaba tan bien definida como muchos querían creer.

-Nicky - La voz de Amy era más suave que antes.

-Estoy aquí, Amy

-¿Aquí? ¿En donde?

-¿Qué?

-¿En dónde estás, Nicky?

-Abajo

-¿A-aquí? ¿En este hotel?

-Si

-Oh

Otra pausa. Nicky se secó la palma de la mano en los pantalones.
Aquella conversación resultaba más dificil de lo que imaginaba.

-He pensado que ´podríamos tomarnos una copa en el bar.

-¿Juntos? - No era una pregunta tímida. Estaba cargada de confusión y mucha cautela.

-Juntos estaría bien. A no ser que prefieras que nos sentáramos en mesas diferentes.

Nicky sintió la suave risa femenina en la oreja.

-Dame un minuto.

-Te espero.


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Mensaje por mariposa Sáb 12 Jul 2014, 5:16 pm

Capitulo Tres


Amy apretó nerviosa el botón del ascensor mientras golpeaba el suelo con el tacón del apato. Sabía que tenía un aspecto terrible. Lo sentía. Siempre le ocurría lo mismo después de pasarse horas metida en la cabina de un avión. Y ya sabía lo que Nicky iba apensar cuando la viera.
El ascensor llegó y apretó el botón del vestíbulo. Aprovechó el descanso para ajustarse el broche que llevba en la solapa de la chaqueta y el cuello de la blusa de seda, y al arreglarse la falda se dio cuenta de que el traje que tan perfectamente le quedaba en Tokio un mes y medio antes, ahora le quedaba grande.
Tokio.
Se estremeció al recordar el ataque de ansiedad que la despertó en mitad de la noche, y la llamada telefónica que hizo después. No porque el episodio tuviera algún significado real, sino porque lo había incluido con los otros indicadores de lo tensa que estaba aquellos dìas.

Nicky la llamó un par de dias después, aunque no habló con él directamente. Le dejó un mensaje con su secretaria y otro en su celular. Era lo mismo cuando ella quería llamarlo. Siempre hablaba con su secretaria o ocn su contestadora, pero nunca con él.
Al oir la voz de su ex marido por teléfono, lo primero que pensó fue que debía estar soñando. Dios sabía que llevaba soñando con Nicky con frecuencia desde su divorcio. Y aun después de aceptar el hecho de que la llamada era real, la situación parecía pate de una fantasía.
Amy sabía que en el último mensaje que le dejó en el contestador, mencionó el viaje a Dublín. Nicky y ella seguían siendo amigos y desde luego lo que no esperaba era...
¿O si?

Amy se tensó y cerró los dedos sobre el bolso de piel.
"Afronta la verdad antes de ponerte ente él" se ordenó con firmeza.
De acuerdo. No creía poder ver a Nicky en ese viaje, pero tenía esperanzas.
Muchas.
La última vez que estuvieron juntos fue cuatro meses antes, en Belfast por casualidad. Ambos estaban eb viaje por trabajo y se alojaban en el mismo hotel.
Tomaron una copa juntos.
Cenaron juntos.
Se acostaron juntos.

Al dia siguiente se despidieron con un beso y cada uno siguió su camino.
Amy se creía capaz de aceptar el...¿interludio?, ¿episodio de locura temporal?, con madurez y serenidad. Antes se deseaban y ambos quedaron totalmente satisfechos, pero sin problemas, sin súplicas, sin acciones románticas, como...como enviar una docena de rosas.
En el momento que se abrió la puerta del ascensor, se acordó de que ni siquiera le mencionó las rosas.

**************

Nicky miró el reloj. Habían pasado catorce minutos y veintitres segundos desde su conversación con Amy.
Se alisó el cabello con la mano. Se arregló la corbata. No bajó los ojos para comprobar el estado de su pantalón. Ya lo había hecho varias veces y temía haber llamado la atención de un hombre que tenía todo el aspecto de ser detective del hotel. No le hacía ninguna gracia verse en la coyuntura de tener que explicar que no era un pervertido sexual, sino sólo un hombre con terribles ganas de volver a ver a su ex mujer.

Echó otra ojeada al reloj. Catorce minutos y cincuenta y ocho segundos.
Se metió las manos en los bolsillos, haciendo un esfuerzo para no perder la paciencia.Le había dicho que la esperaría y así iba a hacerlo.
Esperaba a la derecha de los ascensores, y por motivos que no podía a acertar a definir, tenía la necesidad de ver a Amy antes que ella lo viera a él. Quizá tenía algo que ver con los cambios por los que había pasado en las últimas seis semanas. No estaba seguro, solo sabía que necesitaba unos momentos para poder observarla sin que ella reparara en su presencia.

De subito, Amy Anne Hilliard apreció ante él. No era la mujer más hermosa que hubiera conocido, pero, tenía un aura que a él lo dejaba sin aliento.
Esta vez también sucedió lo mismo. Sin embargo, algo había cambiado.
En ella había algo muy diferente. Muy diferente.
El pelo estaba menos brillante de lo que él recordaba. Tenía la cara pálida y ojerosa, y bajo las impecables capas de la ropa exquisita que llevaba, su atractico cuerpo estaba màs delgado que nunca.
Los signos de debilidad y estrés eran tan evidentes, que Nicky sintió una punzada de dolor al verla. También se molestó:

"Amy, Amy ¿Què te ha ocurrido?"

Él empezó a caminar hacia ella, una décima de segundo despúes, Amy volvió la cabeza y lo vio.
Nicholas Byrne no era el hombre más atractivo que hubiera conocido. Tenía un aura que a ella la dejaba sin aliento.
Esta vez sucedió lo mismo. Sin embargo, algo había cambiado. En él había algo diferente. Muy diferente.
Las líneas de su rostro estaban más marcadas que nunca, y parecía estar por lo menos cinco kilos más delagado bajo el traje hecho a la medida de color gris, inmaculado e impecable.

Nicky tenía un aspecto más envejecido que cuatro meses atras. Sin embago, había algo en su persona que irradiaba jovialidad y que hizo pensar a Amy en todo lo que tuvieron y perdieron.

"Nicky", pensó "¿Qué te ha pasado?"

Caminó hacia él.
Nicky quería decir muchas cosas, expresar todo lo que sentía en aquella primera frase de encuentro. Pero todo lo que le salió por su boca fue:

-Hola, Amy

Amy quería decir muchas cosas, expresar todo lo que sentía en aquella primera frase de encuentro. Pero todo lo que salió de su boca fue:

-Hola, Nicky

Una pausa. Amy miró a la derecha, al a izquierda, arriba, abajo, y por fin alzó los ojos verde hasta los ojos azules de Nicky.

-Tienes...muy buen aspecto - dijo, sorprendiéndo tanto a Nixky como a ella misma.

-Tu pareces...cansada - le indicó él, acariciando suavemente su mejilla con el pulgar.

-Oh, gracias - dijo ella, enmascarando la irritación que le producían sus palabras y el nerviosismo de la caricia.

-¿Qué esperabas de tu ex marido? - preguntó él con suavidad.

Por un momento, Amy iba a responder con sarcasmo, pero la expresión que vislumbró en lo más profundo de los ojos azuels de Nicky la calló:

-Desde luego...no esperaba un ramo de roasa - dijo ella, y se humedeció el labio inferior con la lengua.

-¿No?

--No- respondió y esperó a que él hablara.

Nicky permaneció en silencio, y Amy no sintió deseos de expresar los verdaderos sentimientos que afloraban en ella al ver el ramo.

-Están preciosas, Nicky - manifestó al fin - Gracias.

-De nada

-Hay...algo más

-¿Si?- preguntó él, con cautela.

-No tengo la menor idea del motivo que te ha llevado a enviarlas- admitió Amy - No sé, no es mi cumpleaños. Y no creo que sea uno de nuestros...aniversarios, ¿no?

-No, no lo es.

-Entonces, ¿por qué?

Nicky la estudió en silencio durante unos segundos, sin saber cómo explicar algo para lo que aun no tenía explicacion...algo que no estaba seguro de que ella estuviera preparada para oir.

-¿Nicky? - insistió Amy

Él sonrió, malicioso

-Digamos que me propongo recuperar el tiempo perdido y compensar errores del pasado...


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Mensaje por mariposa Dom 13 Jul 2014, 12:23 pm

Capitulo Cuatro


Amy era, por naruraleza, incapáz de "dejarlo así" y pasó los diez primeros minutos en el bar intentando descifrar el sinificado de la respuesta de Nicky sin conseguirlo.
El bar estaba situado en el vestíbulo, y había sido decorado siguiendo las normas del Art Decó.

-Unas copas -comentó Amy con sequedad, después de que el camarero les sirvió lo que pidieron -. Dos aguas minerales con limón.

-Nada parecido a los cocteles que solías pedir antes -dijo Nicky, tomando su vaso para darle un sorbo.

Aunque llevaba mes y medio sin probar el alcohol, no lo echaba de menos. Nunca había bebido mucho.

-No me lo recuerdes -dijo ella al sonreír y tomar una almendra -. No puedo creer que hubo una época en la que creí que el café pousse era indicio de la sofisticación extrema -se metió la almendra en la boca y señaló el plato con las frutas secas -.¿Quieres?

Nicky negó con la cabeza.

-¿Estás seguro? Hay muchas nueces de la india -señaló ella, dirigiéndole una tentadora mirada.

Su ex mujer conocía muy bien sus debilidades, pensó Nicky con sequedad. Por desgracia para él, las nueces saladas eran fruta prohibida. Y las hamburguesas con queso, las patatas asadas con mantequilla y la nata agria. Echaba de menos esos manjares, con mucho colesterol, más que el Cabernet y los cocteles.

-No, gracias -rechazó, con firmeza.

-Vaya disciplina -comentó ella, con un brillo divertido en los ojos -. Pero si insistes, me las comeré yo todas -tomó dos almendras y se las llevó a la boca-. Supongo que las calorías me vendrán bien.

Nicky estudió con ojo crítico y preocupado la parte de la figura femenina que podía ver, pero no respondió. Amy era muy susceptible respecto a su aspecto físico y nunca supo entender los cumplidos y bromas de Nicky. Fue él quien advirtió, con el paso del tiempo, que los tomaba en serio y le dolían.
Amy bebió un trago de agua mineral, muy consciente de la forma en que los ojos de Nicky se deslizaban por la mitad superior de su cuerpo. Cruzó las piernas.

-En una de una de las adquisiciones en las que trabajé el año pasado había una compañía con una empresa filial dedicada a ña destilación de licor, y todo el mundo se quejaba de que las nuevas generaciones estamos terminando con la industria de bebidas alcoholicas. Se acabaron las comidas con tres martinis secos, ¿eh?

Nicky torció el rictus. Qué propio de Amy refugiarse en un tema relacionado con el trabajo.

-¿Conoces a alguien que beba martinis?

-¿Además de James Bond y mi padre?

El rictus de los labios de Nicky se convirtió en una sonrisa.

-Si.

-No -dijo ella, con una suave sonrisa.

Nicky se apoyó en el respaldo, saboreando el sonido de la risa de la chica.

-¿Como está tu padre? -preguntó.

Amy era huerfana de madre desde los once años. Su madre fue una mujer callada, a la que Nicky no conoció mucho pero a quién apreciaba. Sus sentimientos hacia el padre de Amy eran más complicados. Aunque dedicó su vida a su hija, Nicky no podía evitar que Albert Hilliard era un hombre inflexible y distante.
Nicky suponía que la edad del hombre, unos quince años más que sus padres, tenía que ver con su carácter. Aunque también era cierto que los contemporáneos de Albert Hilliard no demostraban exceso afecto por él.
¿Respetarlo?. Por completo. ¿Disfrutar de su compañía? No muy a menudo.

-Como siempre -repuso Amy con un encogimiento de hombros -, se va a quedar en Derry hasta finales de junio. Creo que este año será el último que sube al norte a pasar el verano.

-Entonces, lo más probable es que venda la casa.

-Mmmm. Seguramente.

-Si lo hace ganará mucho dinero -dijo Nicky-. Todos nuestros terrenos están situados en una zona de desarrollo. Están construyendo un gran centro comercial, y un nuevo complejo de oficinas. Y va a haber una zona de viviendas en lo que era la granja Peterson. Los precios del terreno están subiendo por las nubes.

-Oh, no lo sabía -aunque Amy sabía que los padres y la hermana de Nicky seguían viviendo en el norte de Dublín, le sorprendió ver lo informado que él estaba sobre las noticias de su ciudad natal -. No me había dado cuenta.

-Yo tampoco me habría enterado si no hubiera ido recientemente -explicó él.

-¿Fuiste a ver a tus padres?

Nicky vaciló durante una décima de segundo.

-En parte -dijo, cauto.

-¿Ocurre algo? preguntó Amy, ansiosa, sintiendo que Nicky no le decía lo que pasaba por su mente .

Su preocupación era sincera. Apreciaba mucho a Yvonne y a Nikky Sr.

-No, nada en absoluto, Amy -le aseguró él. Bebió un trago de agua mineral-. Mis padres están perfectamente. La verdad es que fui a cerrar un contrato de compra. Para una casa. Decidí que necesitaba un sitio donde poder...alejarme de todo.

No era una mentira, aunque tampoco era toda la verdad. Pero se acercaba. De momento.

-¿Alejarte de todo? -repitió Amy incrédula- ¿Tú? ¿El hombre que tiene dos celulares en su cartera y un fax en su apartamento?

Las palabras de Amy no eran sarcásticas. Se limitaba a expresar lo que sabía que eran hechos reales. Nicky se daba cuenta de ello, pero las palabras le dolieron.
"Estña hablando del hombre que era antes", pensó, "No del que soy...del que quiero ser".
Amy vio como se endurecía la expresión de su ex marido. Estaba claro que lo que acababa de decir no le gustó.

-Nicky...

-¿Cómo has sabido lo del fax? -la interrumpió él.

Recordó que la máquina seguía encendida a su regreso del hospital, aunque ya se había quedado sin papel y no dejaba de emitir un pitido continuo que significaba una avalancha de información urgente.
¡Urgente, ja! Echó una rápida ojeada a los mensajes que se amontonaron durante su ausencia y después tiró todos los papeles, y el fax, a la basura.

-Me lo dijiste tú -respondió Amy-. La última vez que... -lo miró a los ojos un momento y después bajó la mirada hasta la mesa-. Me lo dijiste en Belfast.

-Ah, Belfast.

Sin ninguna advertencia previa, las compuertas de la memoria se abrieron en Nicky.
La flexible dulzura de la boca de Amy...el vago sabor salado del sudor en su piel. Aún podía saboreárlos. Los susurros de deseo. Las exclamaciones de placer. La expresión salvaje y maravillada en el rostro femenino al hacerla suya, al unir sus cuerpos en una intimidad total...

"¡Basta!" Se ordenó, aspirando hondo. El aire le quemaba los pulmones. Nicky asió el vaso y apuró el contenido. Lo refrescó un poco pero no lo suficiente. Se daba cuenta de que hubiera sido más efectivo tirarse el vaso sobre el pantalón.

-¿Nicky? -preguntó ella, observándolo con detenimiento.

Los ojos masculinos se habían oscurecido y la piel se tensaba sobre sus pómulos. Amy podía sentir la tensión de aquel cuerpo que, gracias a años de intima exploración, conocía tan bien como al propio.
Amy se movió en la silla, humedeciendose los labios secos con la lengua. La conciencia de su condición femenina se agitó en su interior, y envió mensajes a sus sistema nervioso.

-¿Nicky? -repitió.

Nicky volvió a aspirar hondo y dejó el vaso en la mesa.

-Lo siento, Amy -se disculpó

-¿Por qué? -preguntó ella.

-Por lo que sea -dijo él, haciendo un ademán en el aire, como si la razón estuviera allí-. Belfast, quizá.

-¿Te arrepientes de lo que pasó en Belfast? -preguntó ella,centrando la etención en las manos de Nicky.

Manos rápidas e inteligentes, con dedos largos y esbeltos. Recordó el tiempo en que uno de aquellos dedos llevaba un anillo de oro. Una alianza que ella le puso el día en que ambos prometieron amar, honrar y respetar al otro hasta que la muerte los separara.
También recordó aquellos dedos durante muchas noches después de aquel día. Tocándola...acariciándola...
¡Maldito Nicky! ¡No podía ser indiferente a su ex marido ni aunque lo quisiera! Y por mucho que intentara convencerse de que no quería, Amy sabía que en realidad no era así. Nicky era parte de ella, y siempre lo sería.

Nicky la miró por encima de la mesa, viendo el dolor y la rabia que nublaban los ojos de su ex mujer. El labio inferior le temblaba levemente, y Amy lo sujetó con los dientes.
¡Maldita Amy! Lo afectaba a todos los niveles, y más. Estaba grabada en todas las células de su cuerpo y de su cerebro. No había querido mencionar Belfast, al menos no aquella noche. Y sin embargo, a los pocos minutos de verla...
¿Se arrepentñia de lo sucedido en Belfast?
¡No!
¡Sí!
No lo sabía. Ya no sabía qué pensar. Lo que ocurrió en Belfast entre ellos, fue una de las mejores, y de las peores, experiencias de su vida. La recordó y odió, más veces de las que podía nombrar.

-¿Te arrepientes tú de lo que pasó en Belfast, Amy? -preguntó.

Amy palideció visiblemente.


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Mensaje por mariposa Dom 13 Jul 2014, 5:15 pm

Capitulo Cinco


-¡No! -negó con vehemencia.

Nicky permaneció en silencio, observándola con calma.
Amy sostuvo la mirada masculina durante unos segundos , y después bajó la vista.

-Si -se contradijo al fin. Volvió a mirarlo a los ojos- Quiero decir...

Fue incapáz de expresar en palabras lo que saentía. Abrió la boca varias veces y la volvió a cerrar, sin lograr emitir palabra. Con rabia, dio un golpe con el dedo a una alemdra que había caído sobre la mesa, y el fruto salió disparado hacia el otro extremo del salón.

-¿Amy?

Ella alzó la mirada.

-No sé si me arrepiento o no -le dijo por fin-. A veces si...pero otras -suspiró profundo y sacudió la cabeza- No sé, Estoy tan...tan..

¿Confusa? ¿Cansada? ¿Temerosa? Amy rechazó inconsientemente la lista de calificativos que fue enumerando en su mente. No porque no fueran exactos. Todo lo contrario. Pero expresar en voz alta cualquiera de esos adjetivos, la obligaría a ofrecer explicaciones, y todavía no estaba preparada para hacerlo. Al menos no en aquel momento. Ni a Nicky.

-No o sé -concluyó. Hizo una pausa y después continuó, con una sonrisa maliciosa-. Aungustia de mujer- comentó, con una risita, tratando a la vez de distanciarse de la admisión que acababa de hacer.

Por un momento Nicky sintió la tentación de seguir presionándola para que se explicara. Quería mostrarle sus propias palabras, como un espejo, y decirle: "¿No te das cuenta de lo que te estás haciendo?". Pero calló. Amy era una mujer fuerte: una de las personas más fuertes que hubiera conocido en su vida, y sin embargo, aquella tarde veía en ella una fragilidad que nunca le había mostrado. Lo inquietaba sobremanera. Y hasta que entendiera las razones de ello. sabía que tenía que andarse con suma cautela. Después de todo, aún estaba en el proceso de poner orden en su propia vida, y no estaba preparado para empezar a hacerlo en la vida de otra persona.

Pero la tentación era fuerte.

-A decir verdad, parece como si fueras tú la que necesita alejarse de todo durante algún tiempo -dijo él, por fin.

-¿Qué? -preguntó ella. La observación la tomó desprevenida, tardó en darse cuenta de que Nicky se refería a una parte de la conversación enterior-. Oh, si. Bueno, supongo que si.

-¿Significa ese "si" que deberías pensar en alejarte de todo, o "si" que estás pensando hacerlo?

Amy pasó la punta de la lengua por el borde el vaso, pensando en si Nicky se daría cuenta de que aquel tema de conversación la incomodaba casi tanto como el anterior. Seguramente si. Había ocasiones en que su ex marid parecía capaz de leer sus pensamientos más íntimos, como si los llevara escritos en la piel.

-Supongo que lo estoy pensando -dijo ella, con retinencia, apartándose un mechón de pelo de la cara.

-Si, en serio -repuso ella.

Nicky frunció el ceño, advirtiendo una vez más la palidez bajo el maquillaje y el ensombrecimiento de sus ojos. ¿Y si estuviera....?

-¿Te ocurre algo, Amy? -preguntó de pronto.

Amy se irguió en la silla, tiesa y tensa como un palo.

-¡No, calro que no! -el rechazo a la posibilidad fue tan rápido como categórico.

-Entonces...

-Te digo que estoy pensando en tomarme unas vacaciones y me preguntas si ocurre algo malo. ¿Por qué iba a pasar algo malo, Nicky? ¿No es normal que la gente tome vacaciones de vez en cuando? -Amy se dio cuenta de que empezaba a hablar como una histérica. Aspiró hondo-. ¿Qué crees que soy? -preguntó, en tono moderado.

Era una conversación muy tensa,pesnó Nicky. Que la situación entre ellos estaba madura y a punto de estallar, era obvio.
Nicky observaba el rostro femenino, tratando de calibrar sus pensamientos. La vio sonreír un poco un par de veces, con dulzura,pero de repente la luz se había desvanecido.

-¿Amy? -preguntó

Ella parpadeó, y después lo miró.

-Lo siento -dijo ella, sintiéndose vulnerable-. Estaba...

-Te entiendo -dijo él, con tono suave.

-¿Si? -preguntó ella.

-Si, lo entiendo.

Se hizo un silencio breve. Amy comió otras tres almendras y lamió la sal que le quedó en los dedos. Nicky sabía que era un gesto inconsiente pero le afectó tanto, como si hubiera sido un esfuerzo deliberado para seducirlo.

-Bueno, háblame de tus vacaiones -le invitó él tras la pausa.

-No hay mucho que contar -respodni´p ella-. Tengo que tomar tres semanas.

-¿Tienes?

-Tengo -confirmó ella-. Mi jefe, Chad, tiene una teoría muy particular sobre el exceso de trabajo y la falta de diversión, como él lo llama.

-¿Piensa que la gente rinde más?

-No exactamente -dijo ella, con una breve sonrisa.

-Mmm. ¿Cuándo empiezan tus vacaciones?

La semilla de una idea empezó a germinar en su mente.

-No estoy segura -no tenía ganas de hablar de sus vacaiones. Ni siquiera quería pensar en ellas. Tres semanas apartada de su tranajo. ¿Qué iba a hacer?

Volverse loca, sin duda.

-No estás segura -dijo él, sin arrogancia.

-Dos, tres semanas. En cuanto termine con la operación japonesa en la que estoy trabajando ahora. De momento parece estar bsatante resuelto, pero no podrá estar completamente segura hasta que se firmen los documentos.

-Y antes de que eso ocurra, un terremoto podría borra a Tokio de la faz de la tierra y tú te verías con las manos vacías, ¿no? -señaló él, en tono razonable-. Y eso te estropearía el calendario de vacaiones, ¿verdad?

Amy abrió los ojos de par enpar.

-¿Qué? -preguntó, sin saber si debía reír o sentirse ofendida por el panorama que Nicky acababa de dibujar.

-Tienes tendencia a esperar lopeor, Amy.

-Bueno, a veces las cosas no salen cmo queremos -respondió ella, tensa-, y me gusta estar preparada. Creo que planificar teniendo en cuenta todas las posibilidades, es importante.

-Oh, créeme, lo sé. Te conozco bien,Amy. Ya en el instituto te empeñabas en sacar las posibilidades más improbables para cada cosa que teníamos que hacer. Estabas preparada para todo.

-No -lo corrigió ella-. No es cierto. No estaba preparada para una inundación.

-Una inundación -empezó Nicky, pero al recordar esbozó una sonrisa-. Aún te acuerdad de mis bromitas, ¿eh?

-¿Bromitas? -repitió ella, con dureza-. El día del baile de graduación entramos en el salón de baile y lo primero que me dijiste es: "¿En dónde están los chalecos salvavidas?"

-Lo primero que dije -la corrigió él-, fue "Este salón está casi tan precioso como tú". Te sonrojaste. Y después te pregunté por los chalecos slavavidas.

Amy se sintió ruborizar. La memoria de Nicky no fallaba. El cumplido, tan directo, la tomó totalmente por sorpresa, y la mirada que le dirigió. La de un joven a una joven, no la de un muchacho a una muchacha. Y antes que ella tuviera tiempo de recuperarse de la confusión en que se hallaba sumida, él hizo la ridícula observación sobre los chalecos salvavidas.

-Y después tú dijiste...-continuó él.

-¿Qué chalecos?

-Y yo dije...

-¿Y si hubiera una inundación? ¿No deberíamos tener chalecos salvavidas?

Lo dijeron simultáneamente, y después se echaron a reir a la vez.

-Me hubiera gustado asesinarte -dijo ella tras unos segundos.

-Deseaste asesinarme cuando te diste cuenta de que estaba tomando el pelo. Pero no me digas que no pasate al menos diez segundos pensando seriamente dónde podrías conseguir los chalecos salvavidas.

Nicky tenía razón, claro.

-Aunque también estoy seguro de que si los hubiéramos necesitado, tú los habrías conseguido -añadió inocente.

Amy se sintió conmovida por la admiración que creyó oír en sus palabras.

-Gracias -respondió, inclinando la cabeza.

-De nada.

Continuaron charlando amistosos durante una hora. Al meditar osbre la conversación, Amy pensó que era como si ambos, por medio de un acuerdo tàcito, hubieran decidido limitarse a hablar de temas más o menos imporsonales. No hubo silencios ni palabras bruscas; su conversación fue superficial y agradable, hasta después de las egunda ronda de aguas minerales, cuando Amy empezó a bostezar.

-Ahmmm -intentó reprimir el sonido cubriéndose la boca con la mano, pero fue en vano-. Lo siento -dijo, y echó una rápida ojeada al reloj. Parpadeó, sin poder creer la hora que estaba viendo. No, era imposble.

Pero lo era. Era muy tarde.

-Nicky...-empezó.

-Lo sé -dijo él, interrumpiéndola-. Es tarde. Lo siento. Te había invitado a una copa ràpida.

-No, no... -un bostezo interrumpió sus palabras-. Es que estoy un poco cansada. Ya sabes lo que ocurre después de un viaje largo y con el cambio de horario.

-Y seguramente tienes una reunión por la mañana, ¿no?

Amy sonrió.

-Con el desayuno -dijo.

-La verdad es que yo también me tengo que levantar temprano -dijo Nicky, sacando la cartera del bolsillo. Hizo una señal al camarero.
De camino hacia la salida del bar, Nicky tomó a Amy por el brazo. Aunque el contacto era mínimo, Amy era muy consiente de cada dedo. El calor penetraba a través de la chaqueta y la blusa.

-Bueno -dijo él, cuando llegaron al los ascensores del vestíbulo. La soltó del brazo y llamó al ascensor.

-Bueno -repitió ella, mirándolo.

Estaban tab cerca que podía aspirar su olor, una mezcla natural de su olor masculino con la fraganca de la loción de afeitar.

La mirada de Nicky bajó por el rostro femenino para detenerse en los labios entreabiertos, y después la deslizó levemente por la garganta , antes de subir de nuevo. No podia creer el aspecto frágil que presentaba su ex mujer. La notaba cansada y deprimida.

-¿Estás ocupada mañana por la noche?

Amy titubeó unos segundos.

-Bueno, pensaba tomar un avión a Londres.

-¿Por qué no piensas en cenar conmigo?

Amy contuvo la respiración. Su mente viajó rápido hacia el pasado.
Belfast.
Tomaron una copa juntos. Cenaron juntos. Y después se acostaron juntos.

-Sòlo cenar -prometió Nicky con suavidad.

A Amy le llevó una dolorosa décima de segundo darse cuenta de que el énfasis de Nicky iba dirigido a tranquilizarla, no a rechazarla. Y ello le dijo algo más: independientemente de que Nicky se arrepintiera o no de lo sucedido en Belfast, lo recordaba con tanta claridad como ella.

Suspiró despacio.
Tenía muchas razones para rechazar la invitación de Nicky. Buenasrazones. Razones sensatas y firmes.
Al final, solo importaba una razón. Quería aceptar.
Y lo hizo.

-¿Donde quieres que nos encontremos? -preguntó.

Nicky sacudió la cabeza.

-Pasaré a recogerte aquí, digamos a...¿las ocho?

-De acuerdo -aceptó ella, tras un segundo-. Se...seguramnete tendremos que reservar mesa.

-Yo me encargaré de todo, Amy.

-¿Has pensado en algún sitio en particular? -preguntó ella, al ver a su ex esposo tomar las riendas de la situación.

-Mmmm -fue toda la respuesta de Nicky.

-¡tengo que adivinarlo? -preguntó ella.

Los labios de Nicky se curvaron para formar una sonrisa maliciosa. Alzó una mano y acarició la mejilla de la chica. Vio cómo los labios de Amy se entreabrían y sintió la respuesta en su cuerpo.

-No, Amy -le dijo-. No, tienes que sorprenderte.


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Mensaje por mariposa Lun 14 Jul 2014, 11:49 am

Capitulo Seis


La sorprendió

-Casi no puedo creer que Rosellini's siga aún abierto -dijo Amy al día siguiente,poco después de la nueve y media de la noche-. La última vez que vivnimos aquí fue...¿cuando? ¿Hace seis años ?

Mientras hablaba, miraba a su alrededor, recorriendo con los ojos el conocido y alegre decorado que, obviamnete no debía nada a los servicios de un decorador profesional.

"Nada ha cambiado", pensó. La clientela era variada, desde el hombre solitario fumando sin cesar, a los matrimonios de edad madura, arreglados con esmero para la noche. Hasta el público del local seguía siendo el mismo.
De repente, vio el reflejo de Nicky y el suyo en uno de los espejos dorados que decoraban las paredes de ladrillo rojo. Ella con un traje de seda de color gris y él con un traje a rayas azul. En aquel momento se dio cuenta de que las cosas noeran lomismo. Al menos dos de los presentes eran totalmente diferentes a las personas que estaban allí la última vez.

-Para ser exactos, hace casi siete años -dijo Nicky, observando la variedad de emociones reflejadas en el rostrod e su ex mujer.

Como a ella, el hecho de que el lugar continuara abierto lo sorprendió.

-¿Casi siete? -preguntó ella, dirigiéndole una mirada excéptica.

-Fue cuando conseguiste el primer ascenso importante.

Nicky tenía razón, pensó Amy al recapacitar, y así lo dijo.

-Estábamos viviendo en el West End -recordó, riendo-. En el edificio con la madame.

-Creo que Cybille prefería el término "mujer de negocios independiente".

Amy rió ligeramente y sacudió la cabeza, balanceando los pendientes de plata que llevaba.

-¡Casi siete años! -exclamó ella-. Y el signore Rosellini aún se acordaba de nosotros cuando hemos entrado.

Sonrió al recordar la calurosa bienvenida con que el dueño del local los recibió.

-Si, antes veníamos mucho -observó él. Según sus cuentas, comían al menso una vez al mes en Rosellini's durante los primeros años de su matrimonio-. El precio estaba bien...

-Y la pasta también -dijo ella, pinchando una gamba del plato dde aperitivo que les sirvieron después de que el señor Rosellini les asegurara que su esposa iba a prepararles un plato especial-. Es agradable que te recuerden.

-A tí desde luego que te recuerdan mucho mejor que a mí -dijo él, partiendo un trozo de pan crujiente.

-¿Si?

-Las gambas al posillipo* eran tu plato favorito, no el mío.

-Ya -dijo ella-. Si mal no recuerdo, tú te las comías con gran esfuerzo para no herir la sensibilidad culinaria de la señora Rosellini -añadió, sonriendo burlona.

-Me conoces muy bien.

-Que galante. ¿O debería decir "glotón"?

-Un poco de ambas cosas, supongo. Y hablando de glotonería, aquí viene el segundo -dijo él, mirando por encima del hombro de la chica al fondo del restaurante.

El segundo plato resultó ser pollo en trozos con pimientos y cebollas, aliñado con tanto ajo que garantizaba la protección contra Drácula durante un año.

-Mmm, está delicioso -dijo Amy, tras un par de bocados.

-Exquisito -concirrió él, separando un trozo de carne del hueso.

Por segunda vez en dos días, Amy se encontró onbservando las manos de su ex marido. La fuerza y la seguridad de sus movimientos desencadenaron una serie de recuerdos en su mente, de imágenes en las que no hbía pensado durante años.

-Ya veo que te sigue gustando cortar cosas por la mitad -observó.

-¿Perdona? -preguntó él, deteniéndose en el acto de llevarse el tenedor a la boca.

Amy bebió un trago de vino tinto y se secó los labios con la servilleta.

-Clase de biología en el instituto.

A Nicky le llevó un momento enterarse de qué hablaba, y cuando lo hizo se echó a reír.

-Ah, si. Culhane, el asesino de ranas -recordó-. Te conseguí una nota sobresaliente en biología.

-Yo no diría tanto -protestó ella.

-¿Ah no? -Nicky arqueó una ceja-. ¿Quién disecó a la rana?A pesar de que teníamos que hacer la mitad cada uno. Culhane nos hubiera reprobado de saber lo que hacíamos.

-Bueno...

-Debí darme cuenta de que te estabas ablandando cuando te empeñaste en bautizar a la rana.

-Kermit murió en nombre de la ciencia, claro -dijo ella-. Pensé que el pobre se merecía un poco de respeto.

-Kermit era hembra, Amy.

-Pero no lo supimos hasta que la disectamos.

-Hasta que la disecté -corrigió él.

-Está bien, está bien -admitió ella de mala gana- Tú fuiste quién la abrió.

-Gracias.

-De nada. Pero no lo olvides, fui yo quien hizo todos los diagramas. No quiero ni pensar en lo que habría dicho el señor Culhane si hubiera visto los tuyos.

-Los míos no estaban tan mal, Amy -Protestó él.

-Parecían arte abstracto, Nicky.

-Bueno, a Picasso no le fue tan mal...

-Arte abstracto malo, Nicky -corrigió ella de inmediato-. Hecho a oscuras durante un terremoto.

-Está bien -se rindió él, alzando lsa manos-. Si insistes admitiré que no fui el único responsable de la nota sobresaliente que te dieron.

-La nota sobresaliente que nos dieon -lo corrigió ella-. Formábamos un equipo, ¿recuerdas?

Todo a su alrededor pareció detenerse de súbito.
"Oh Dios mío, ¿porqué he tenido que decir eso?", se reprendió Amy para sus adentros.
Nicky buscó la copa de vino y bebió lentamente. Vio la tristeza en los ojos de color verde grisáseo de su ex esposa y deseó borrarla. Pero sabía que no había medicina para su dolor.
Ni para el propio.

-Si, Amy, me acuerdo.

-Nicky...

Nicky la hizo callar con un rápido movimiento de cabeza.

-No pasa nada. Éramos un equipo.

-Y ahora ya no lo somos.

-Somos amigos.

-¿Amigos?

-Eso espero.

Amy miró a Nicky durante unos largos segundos, Era el hombre que mejor conocia, y sin embargo, algo en él le resultaba...extremadamente diferente. Se preguntó, con un íntimo estremecimiento de pánico y dolor, si se debería a otra mujer.

-¿Amy?

Amy se movió inquieta en la silla. "Me lo hubiera dicho", pensó, con fiera conviccioón. "Si se encontrara a otra mujer, me lo diría".

-Yo también espero que seamos amigos, Nicky.


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Mensaje por mariposa Lun 14 Jul 2014, 4:57 pm

Capitulo Siete


Durante el resto de la cena conversaron sobre sus respectivos trabajos. Cuando disfrutaban del café y la copa de anissette que el señor Rossellini insistió que tomaran. Nicky abordó el tema en el que pensaba las últimas veinticuatro horas.

-He estado pensando en las vacaciones que te vas a tomar -empezó.

-¿Si? -Amy estaba realmente sorprendida-. ¿Por qué?

-Porque me voy a tomar un par de semanas más o menos durante el mismo tiempo.

Amy se apartó el pelo de la cara.

-¿De...verdad? -dijo apenas sin voz.

-Si, de verdad -Nicky se quedó mirando al interior de la taza de café como un vidente consultando el futuro de los posos negros-. Estoy pensando en ir al norte.

Amy no sabía a ciencia cierta qué esperaba oìr de boca de Nicky, pero desde luego lo que sí sabía era que no eran aquellas palabras.

-¿Vas a...vas a ir a casa? -preguntó como si hablara de Marte en lugar de un pueblo que no quedaba muy lejos de Baldoyle, en la parte noroeste de Dublín.

-Por llamarlo de alguna manera -dijo él, curvando los labios en un rictus que no era exactamente una sonrisa-. Creo que tú también deberías venir.

-¿Q-qué? -balbuceó ella, atónita,

Nicky repitió lo que acababa de decir.

-Pero...

Lo que sugería era una locura. Amy no había estado en su pueblo natal hacía al menos...cuatro años.

-Escucha -dijo Nicky, inclinándose hacia delante-. Tú misma has dicho que no te queda otro remedio que tomarte unas vacaiones. Tú sabes lo precioso que está el paisaje en esta época del año. Paz y tranquilidad. Silencio. Y ya que tú padre sigue de fuera, tienes la casa ideal donde quedarte. Puedes hacer lo que quieras, cuando quieras.

Amy desvió la mirada y se mordió el labio inferior. DEspués preguntó:

-¿Y tú?

-La casa que compré, ya te la mencioné ayer, necesita algunas reparaciones, pero está habitable. Yo estaré allí.

-Ya -dijo Amy, aunque no estaba segura de entender nada en absoluto.

-¿Qué ocurre? -preguntó él, en tono despreocupado-. ¿No crees que el pueblo sea lo bastante grande para los dos?

Amy le dirigió una mirada penetrante. Acto seguido, incapaz de reprimirse, se echó a reír.

-No, claro que no.

-¿Y bien?

Amy se movió incómoda en la silla.

-Esto es muy repentino, Nicky -observó, nerviosa.

-¿Tienes...? -Nicky se calló, consiente del nudo que se le había formado en el estómago-. ¿Tienes...algún compromiso?

Nicky estaba seguro de que, cuatro meses atrás, Amy no mantenía relaciones con ningún hombre. De ser así, no se habría acostado con él. Pero el hecho de que no estuviera comprometida entonces, no significaba que no lo estuviera ahora.
Amy entendió lo que su ex marido le estaba preguntando, y no le molestó. Esperó unos momentos y después negó con la cabeza.
"No", pensó. "Ni compromisos, ni romances, ni filtreos...ni deseos de tenerlos".
Claro que tampoco tenía tiempo. Aunque eso era otro problema.
Nicky se dio cuenta de que contenía la respiración. Exhaló despacio.

-¿Y? -insistió.

-Y....-Amy hizo un gesto de incertidumbre.

Nicky le asió la mano por encima de la mesa. Era la priemra vez que la tocaba desde que entraron en el restaurante, pero no la primera que deseó hacerlo.

-Sin ataduras, Amy.

La joven tuvo que hacer un esfuerzo para que no le temblaran las manos, pero no pudo hacer nada para controlar la repentina aceleración del pulso.

-¿Y cabos sueltos? -preguntó ella, después de un silencio.

-De esos aún tenemos unos pocos -dijo él, reconociendo los lazos que los unieron durante la mayor parte de sus vidas.

-Mas que unos pocos, Nicky.

-Puede...- Nicky acarició la muñeca de Amy con el pulgar-. Quizá deberíamos pasar un tiempo atándolos.

Durante treinta segundos ninguno de los dos dijo nada. Finalmente, ella hizo un movimiento para retirar la mano.

-¿Sin ataduras? -preguntó.

-Sin ataduras -confirmó él, soltándola-. Solo aire puro. Quizá unas risas. Y...amistad.

Amy tragó saliva.

-Suena a los viejos tiempos.

-Algo así.

-No podemos dar marcha atrás al reloj, Nicky.

-Lo sé, Amy.

A pesar de las rosas que le envió al hotel y la elección del restaurante, Nicky no quería recuperar el pasado. Su meta era recuperar el futuro, un futuro que la mujer que amaba y él echaron a perder sin darse cuenta siquiera de que lo hacían.
Hubo otra pausa. Más breve que la anterior. Terminó cuando Amytomó una decisión. Nicky percibió el momento exacto, y también supo cuál era la respuesta antes que Amy se expresara en voz alta.

-¿Vendrás? -preguntó.

-Iré -repuso ella, y tras unos segundos, le ofreció una dulce sonrisa. Más tarde, Nicky se dijo que aquel era el momento en que tenía que haberle dicho la verdad a Amy. Pero algo en su interior le impidió hablar y decir lo que debía.
El momento pasó y se perdió de manera irrevocable. Nicky intentó tranquilizar su alma pensando que la sonrisa con que respondió a la sonrisa de su ex esposa fue sincera, auqnue no pudiera decir lo mismo del silencio que guardó.


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Mensaje por mariposa Mar 15 Jul 2014, 11:34 am

Capitulo 8


Amy y Nicky se detuvieron en la puerta de la habitación del hotel de ella unos cuarenta y cinco minutos después.

-Bueno, aquí es -dijo ella, nerviosa.

-1066 -observó él, leyendo el número de la puerta- Un buen año para los normandos.

-¿Qué? Oh, Guillermo el Conquistador y la Batalla de Hastings.

-Historia Mundial. La clase donde perfeccioné el arte de dormir con los ojos abiertos.

-Si no recuerdo mal, sacaste diez al final del curso.

-Y tú también -dijo él-. Aunque tú sacaste las máximas calificaciones en todo en la Univerisidad de Dublin.

Amy no hizo ningún comentario. Cuando fue a la universidad sabía qué se esperaba de ella, y no defraudó a nadie. Bueno, quizá a alguien sí. Alguien para quien no era lo bastante buena.

-¿Amy?

La caricia de los dedos de Nicky acompañó al sonido de la voz. Amy se estremeció.

-¿S-sí? -preguntó, con la voz entrecortada.

-¿Te encuentras bien? -Nicky volvió a acariciarle la mejilla, más suavemente incluso que la primera vez.

Los ojos femeninos, más grises que verdes, reflejaban la intensidad de las emociones que embargaban a Amy.

-Sí, estoy bien -se apresuró a asentir ella, reprimiendo el súbito deseo de girar la cara y apoyarla en la curva de la palma masculina-. Es sólo que tengo muchas cosas en la cabeza.

Nicky apartó la mano.

-Ya entiendo -dijo, apretando los puños-. ¿Te estás arrepintiendo de haberme dicho que si antes?

Amy parpadeó.

-¿Qué?

-Te estoy hablando de haber aceptado mi idea para las vacaciones -explicó él-. ¿Te arrepientes?

Amy se lo quedó mirando, perpleja, y después negó con la cabeza.

-No -dijo, sorprendiéndose un poco. Quizá lo haría a la mañana siguiente, o a los dos días. Pero nunca mientras estuviera con él-. No, no me arrepiento.

-¿Segura? Escucha, Amy, si te he manipulado para que aceptaras -empezó él, con una punzada de remordimiento. Pero se detuvo. Sí la había manipulado para convencerla...bueno,esa era precisamente su intención desde el primer momento y era muy consiente de ello-. Lo que quiero decir es....

Amy lo silenció pasando suavemente una mano por su chaqueta. Oyó a Nicky contener el aliento, y le produjo una íntima satisfacción saber que todavía el menor contacto físico podía afectarlo tan profundamente.
Alzó la barbilla y miró a su ex marido a los ojos.

-Soy una mujer de 32 años, Nicky -le dijo-. Nadie me manipula. Ni siquiera tú.

-Amy...

-Claro que -continuó ella, adoptando un tono más seco de voz-, dado que tú eres más alto y fuerte que yo, con seguridad podrías un poco conmigo.

-¿Un poco? -repitió él, alzando las cejas con incredulidad-. Cariño, mido quince centímetros más que tú y te llevo al menos veinticinco kilos de peso, pero ni siquiera lo intentaría.

Y entonces Nicky hizo algo que sabía que no debía. Algo que se prometió, y en cierto modo a ella también, no hacer. Algo que, si era sincero, tenía que admitir que estuvo deseando desde que la vio salir del ascensor del hotel el dia anterior.
Lentamente inclinó la cabeza y la besó en plena boca.
Amy habia abierto los labios al oír el término cariñoso en boca de Nicky, y los abrió aún más cuando él los cubrió con los suyos. Cerró los pàrpados y echó la cabeza hacia atrás, tan moldeable como si fuera de cera.
Sintió el brazo de Nicky redeàndole la cintura, paretándola contra su cuerpo. Se puso de puntillas y se arqueó contra él, busacndo inconsientemente la compenetración física que siempre existió entre ellos, incluso en los comienzos de su relación, siendo adoescentes.
Alzó un brazo hasta rodear su cuello y hundir los dedos entre los cabellos rubios que tan bien conocía. Gimió suavemente. Las caricias de la lengua de Nicky evocaban el ritmo de una unión más íntima.
Nicky la apretó con más fuerza y Amy lo sintió temblar y se agitó contra él, que enredó los dedos entre sus cabellos y aspiró la fragancia.
La deseaba. Oh, Dios, cómo la deseaba.
El deseo latía con la misma fuerza que su corazón. Un latido intenso.
Como su corazón. Un martilleo, como su corazón.
No. Otra vez no. Ni en aquel momento.
Amy nunca supo muy bien qué ocurrió en ese momento. Sólo supo que de repente se vio fuera de su abrazo.

-¿N-Nicky?

Apoyó unamano en la pared para mantener el equilibrio.

-Amy -dijo él, haciendo un claro esfuerzo para hablar-. Tenemos que parar esto.

-¿Parar?

A Amy le temblaban las piernas, como si fueran un flan, mientras intentaba entender el sentido de las palabras de Nicky, mientras intentaba entender su expresión. Una vena le palpitaba en la sien.

-Nicky.

-Estamos en medio del pasillo de un hotel, Amy -dijo él, con la voz enroquecida.

Bruscamente, Amy vio con nitidez lo que ocurría, y lo que estaban haciendo...

-Oh, Dios mío, Nicky...no...no estaba pensando...-se interrumpió.

Nicky volvió a mirrala.

-Yo tampoco.

Amy e acomodó la falda del traje e intentó arreglarse un poco. Se humedeció los labios y por fin, muy consiente de las implicaciones de lo que iba a hacer, dirigió los ojos hacia la puerta de la habitación.
Tras un momento, Nicky negó con la cabeza.
Amy se sintió enrojecer.

-¿No quieres...?

Nicky se metió las manos en los bolsillos. Amy adivinó a través de la tela cómo abría y cerraba los puños, y se dio cuenta, con un sobresalto, que Nicky hacìa un esfuerzo por no volver a tocarla.

-Lo deseo tanto como tú -le informó él, tenso.

-Entonces, ¿por qué...? -se interrumpió de repente, comprendiéndolo todo.

La única explicación se resumía a una sola palabra: Belfast.

-Dentro de menos de nueve horas vas a estar en el avión de vuelta a Londres, cariño -dijo él, confirmando lo que ella había entendido- No puedo acistarme contigo ahora sabiendo que te tengo que te tengo que decir adios por la mañana. Lo hice una vez y no quiero volver a hacerlo -esperó un momento y después añadió-: Y no creo que tú lo quiera tampoco.

*************

Tres minutos mas tarde, Amy estaba sola en la habitacion del hotel. Aún sentía en los labios el ligero beso de Nicky al despedirse.
Se pasó la mitad de la noche preguntándose qué habría hecho Nicky de haber sabido que estaba dispuesta a romper el boleto de vuelta a Londres si él se lo hubiera pedido.
Y la otra mitad preguntándose por qué esperaba que él se lo pidiera, cuando ella hubiera podido ofrecérselo.


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Mensaje por mariposa Mar 15 Jul 2014, 5:04 pm

Capitulo 9


En otras palabras –resumió Shane Filan-, no pasó nada.

Garabateó algo en el expediente que sostenía.

-Yo no diría exactamente eso –respondió Nicky, irritado-. ¿Puedo vestirme ya?

-Oh, claro. Ya terminé. Estás bien. –Filan anotó algo más y miró a Nicky-. Entonces, ¿hasta dónde llegaron las cosas entre Amy y tú?

Nicky se levantó de la camilla y se puso la camisa.

-No tan lejos como en Belfast –respondió, con los dientes apretados. Aunque Nicky nunca explicó ningún detalle acerca de lo que había ocurrido en Belfast, sabía que su amigo era lo bastante perceptivo como para imaginarlo-. ¿Satisfecho?

-Por lo que veo, más que tú.

Nicky se detuvo y dirigió a su médico, y amigo, una penetrante mirada.

-¿Es una observación profesional?

A Filan no pareció molestarle la actitud pendenciera de Nicky.

-Es normal sentir ansiedad tras un ataque al corazón –comentó tras un momento.

-¿Qué?

-Estar preocupado por problemas de…impotencia.

Nicky dejó escapar un bufido. Si hubiera sido más “potente” la noche anterior, habría desgarrado la cremallera de los pantalones.

-No te he pedido que me hagas un examen porque esté preocupado por esa parte de mi anatomía, Shane –le respondió-. Amy y yo…nos dejamos llevar un poco por…lo que fuera al final de la cena. Pero a medio camino mi corazón empezó a…no se, lo que quiero decir es que…

-Tuviste miedo de sufrir otro ataque –terminó el médico, con brusquedad.

-Exactamente –admitió-. Muy crudamente expresado pero si, así fue –añadió, abrochándose la camisa.

-Ese tipo de aprensión tampoco es infrecuente, Nicky –dijo Filan-. No voy a recomendarte que empieces a practicar todas las posturas del Kamasutra, pero no hay nada en tu condición física que esté en contraindicación con unas relaciones sexuales normales –hizo una pausa y se rascó la frente, sopesando con cuidado las palabras que iba a decir-. Por lo que dices, tengo que suponer que aún no has dicho nada a Amy sobre tu infarto.

Nicky se metió la camisa por los pantalones y negó con la cabeza.
El médico suspiró.

-Debería haberla llamado personalmente. Si no hubieras insistido tanto…

-Cuando ocurrió Amy estaba en el otro extremo del mundo –lo interrumpió Nicky.

-¿Y después? ¿Cuándo te estabas recuperando?

-Oh, maldita sea, Shane. Ya sabes por lo que pasé, y desde luego cuando estás medio moribundo en una sala de urgencias de un hospital no es precisamente cuando estás en mejores condiciones para cambiar la forma de entender la vida. Incluso después de recuperarme en lo físico, psíquicamente seguía bastante afectado. No…no podía permitir que Amy me viera de aquella manera.

-¿Cuestión de orgullo?

Nicky se pasó los dedos por los cabellos.

-¿Te refieres al orgullo masculino? Probablemente en parte.

-¿Y ahora? Dices que quieres volver con Amy.

-Oh, Dios mío, si.

-Entonces vas a tener que decirle la verdad, Nicky. Toda la verdad. Por el amor de Dios, vas a vivir al norte del estado. Estás dando un giro de trescientos sesenta grados a tu existencia y quieres que ella haga lo mismo.

-¡Maldita sea! –explotó Nicky-. No quiero que Amy cambie su vida por mi infarto –hizo una pausa, tratando de calmar sus emociones. Después prosiguió-. Cierto, espero que el tiempo que
vamos a pasar juntos le haga ver que la vida es mucho más que ocupar el mejor puesto en la mejor compañía. Peor al final tiene que ser ella la que tome la decisión.

-Lo entiendo.

-Escucha, Shane –continuó Nicky, con intensidad-. Sé todo lo que le tengo que decir a Amy. Sé que si vamos a volver juntos, se lo tendré que contar todo. Estuve apunto –alzó una mano y mantuvo el pulgar y el índice a una distancia de un centímetro-, a punto de decírselo ayer después de que accediera a venir conmigo a casa. Pero no pude. No pude. No en aquel momento.

Se hizo un silencio tenso. Por fin, Shane Filan habló

-Tampoco le pudiste decir que no querías que se fuera a Londres hace unos años, ¿verdad? –le recordó.

Nicky se tensó.

-Yo sabía el significado del puesto que le ofrecieron –respondió-. Trabajaba mucho, y se lo merecía. Eso y más. Yo no podía interponerme en su camino. Además, pensé que podríamos llegar a una solución. Claro que sabía que sería difícil, viviendo cada uno en países diferentes. Ambos lo sabíamos. Pero aun con todo…

Calló, luchando contra un sinfín de probabilidades e interrogantes.

-¿Aun con todo qué? –insistió su amigo tras unos segundos.

-¿Qué quieres que te diga? ¿Qué temía lo que podía pasar si le pedía a Amy que eligiera entre ir a trabajar a Londres o quedarse en Dublín conmigo? Está bien, lo diré. En el fondo tenía miedo. Esa ha sido una de las cosas que he tenido que aceptar en las últimas seis semanas. Y ahora sigo teniendo miedo. Miedo de que sea demasiado tarde para nosotros.


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Mensaje por mariposa Mar 15 Jul 2014, 10:24 pm

Capitulo 10

La mujer de pelo castaño que se sentaba frente a Amy detuvo el tenedor a medio camino entre el plato y la boca.

-¿Qué quieres decir, que si eso es lo que quiere Nicky podía haberlo tenido hace tres semanas? -preguntó unos segundos después de oír a su amiga, dejando el tenedor en el plato.

Amy suprimió un gruñido. No quería haber sido tan franca, pero desgraciadamente la mujer que estaba con ella era una experta en conseguir que la gente le contara más cosas de las que quería. Hcerse de secretos era el trabajo de Naomi Protikin. Era periodista.

-Me dijiste que te envió rosas y te llevó a cenar a un restaurante que solían frecuentar antes -continuó Naomi, en tono acusador-. Pero esta es la primera vez que mencionas algo relacionado con el sexo.

-Espera un momento. Tú eres la que lo ha mencionado...

-¿Qué pasó?

-Naomi...

-Vamos, Amy. ¿Qué pasó?

-No pasó nada.

-¿Nada? Intentsate seducir a tu ex marido y él te rechazó. ¿Llamas a eso nada? -Naomi se inclinó hacia adelante.

-No ocurrió así -protestó Amy, indignada.

-¿No? -la periodista aonrió con dulzura y después se apoyó en el respaldo de la silla- Entonces, ¿cómo ocurrió?

Amy suspiró, sacudiendo la cabeza con resignación. Sabía que era inútil intentar evitar el interrogatorio de Naomi.

-Después de cenar Nicky me acompañó hasta la puerta de mi habitación -dijo-. Hablamos un rato y... me besó.

-Y tú respodiste al beso.

Era una afirmación, no una pregunta.

-Y yo respondí.

-¿Y después? -Naomi hizo un además con la mano,para animarla a seguir hablando.

-Después...nada.

Naomi frunció el ceño.

-¿Por qué estaban en medio del pasillo del hotel?

-Eso fue lo que dijo él -aceptó Amy, retorciendo la servilleta.

-¿No lo invitaste a entrar?

-No...exactamente.

-Pero tú querías que...

-¿Otra ronda, señoritas? -interrumpió una voz masculina.

-¿Qué? -preguntó Amy, sin entender.

Giró la cabeza y se encontró ante sí el rostro del camarero, un hombre alto y bronceado y no demasiado inteligente, que se había presentado como Cameron unos minutos antes.

-¿Otra ronda señoritas? -repitió.

-Para mí no -respondió Naomi, crispada. Y señaló a su amiga con el dedo-. Para ella un Blody Mary doble.

-No gracias -dijo Amy al camarero, dirigiendo una fulminante mirada a su amiga.

-Pero.... -el camarero frunció el ceño.

-No, gracias -repitió Amy con firmeza-. No quiero nada, gracias.

Cameron parpadeó un par de veces, perplejo.

-Bueno -sonrió Naomi-. Era una...broma, ¿verdad?

-Verdad -confirmó Amy.

Cameron se alejó con aspecto más aliviado y Amy clavó los ojos en su amiga.

-¿Intentas emborracharme?

Naomi se llevó la servilleta a los labios

-Ya que sobria pareces no aclararte mucho con lo que me estás diciendo, he pensado que podría intentarlo con un par de copas -respondió la periodista en tono cándido-. Ahora, volviendo a...

-Naomi, la verdad es que no quiero hablar de ello.

Naomi frunció el ceño y tamborileó con los dedos sobre la mesa. Después, encogió los hombros, con resignación.

-Está bien -dijo, dejando a Amy perpleja.

Se hizo una breve pausa. Amy tomó una fresa de la macedonia de frutas que pidió y la mordisqueó lentamente. Naomi se concentró en su comida.

-Supongo que he dado la impresión de estar un poco confusa -dijo Amy unos segundos después, refiriendose al comentario anterior de su amiga.

-No te preocupes. Tú siempre estás bastante confusa cuando hablas de sexo.

-Lo siento -dijo Amy, sintiendo que le daba un vuelco el corazón.

-No te disculpes. Has escuchado mis incoherencias respecto al sexo opuesto en infinidad de ocasiones. Además, el tuyo es un caso muy intrigante.

-¿Intrigante?

-Intrigante, si. No conozco a Nicky, ya lo sabes, pero dadas las cosas que me has dicho, y las que no me has dicho, creo que sé exactamente por qué se casaron. De lo que no tengo la menor idea, es del motivo que los llevó al divorcio. Normalmente suele ser al revés.

Amy trazó un círculo sobre el mantel con le dedo.

-Los papeles del divorcio decían diferencias irreconciliables.

Naomi alzó los ojos hacia el cielo.

-Lo que quiere decir cualquier cosa, desde enfadarse porque el otro se olvida de tapar el tubo de pasta de dientes, a encontrar al marido en la cama con tu mejor amiga y tu vecina.

Amy tuvo que sonreír.

-¿Se peleaban?

-¿Pelearnos?

-Pelearse, si...Gritarse. Tirarse cosas. ¿Se comportaban como los matrimonios normales?

-Bueno...

-No, ¿verdad?

-Bueno, a veces...discutíamos -dijo Amy despacio.

-Pero nunca nada serio.

Amy sabía a dónde quería ir a para su amiga. Suspiró.

-No. Nunca nada serio -admitió-. No hay ningún momento en que pueda decir que fue entonces cuando empezaron a ir mal las cosas. Me gustaría que lo hubiera. Ya sé que entender los errores que has cometido no cambia el hecho de que los hayas cometido, pero al menos tienes algo para saber qué es lo que tienes que arreglar.

-¿Crees que cometiste errores?

-¿No es evidente?

-¿Sólo tú? ¿Estás cargando con toda la responsabilidad por haber arruinado las cosas?

-No es...Oh, Naomi, no lo sé. Le he dado mil vueltas, una y otra vez, intentando descubrir qué faltó en nuestra relación.

-¿Y?

-Y lo que recuerdo es lo ocupados que estábamos. Noe stoy diciendo que no fuera emocionante. LO era. Nicky y yo sabíamos lo que queríamos y trabajamos por conseguirlo. Juntos también nos iba bien bien las cosas, con la pequeña diferencia de que no estábamos nunca juntos. Ya sabes lo que quiero decir.

Naomi recapacitó sobre las palabras de su amiga.

-¿Viniste a Londres porque tu matrimonio se estaba desmoronando? -preguntó por fin.

-No -se apresuró a decir Amy-. ¡No! Vine porque el trabajo me ofrecía una posibilidades enormes. Nicky estaba orgulloso de mí. Y mi padre. Dios mío, por primera vez en mi vida había... -se interrumpió de pronto.

-¿Habías que?

-Nada -respondió Naomi, con sequedad-. No importa.

-Amy...

Amy sacudió la cabeza, testaruda, consiente de que su amiga podía ser la mujer más tenaz del mundo con un tema que le interesaba. Normalmente, esa faceta de la personalidad de Naomi le resultaba divertida, pero no en aquel momento. No estaba dispuesta a hablar con nadie acerca de su relación con su padre.

Tras un momento de tenso silencio, Naomi suspiró y se apoyó en el respaldo de la silla.

-Está bien, está bien -dijo-. Entiendo la indirecta -chasqueó la lengua y ladeó la cabeza-. Está bien. Así que Nicky te animó a que aceptaras el trabajo en Londres, ¿no?.

-Si -confirmó Amy, sin demasiada convicción.

-¿Crees que él pensó que las cosas se estaban desmoronando?

La negación de Amy fue más evidente que la anterior.

-Las cosas no se estaban desmoronando, Naomi -insitió-. Respecto a que Nicky me animara a aceptar el trabajo, a ninguno de los dos nos hacía mucha gracia de vivir uno en un país diferente. Pero lo hablamos y llegamos a la conclusión de que podríamos sobrellevarlo.

-¿Nicky nunca sugirió que rechazaras la oferta?

-Claro que no. No me haría una cosa así. El sabía lo importante que era para mí.

-¿Más importante que él?

Amy se sintió palidecer. Por un momento temió estra físicamente enferma.

-No, Naomi, claro que no.

-¿Y tú? ¿Plantesate alguna vez la posibilidad de rechazar el trabajo y quedarte en Dublín?

Amy estaba todavía bajo el fuerte efecto de las implicaciones de la pregunta anterior y no fue capza de ocultar la verdad.

-No...podía hacerlo.

-¿Por qué no?

-Porque no podía. ¿No lo entiendes?

Amy trató de buscar una explicación sensata y racional para lo que había hecho, pero lo único que evocó fue una situación en la que se vio abrumada por los acontecimientos, llevada por una fuerza que ella misma ayudó a cerar pero que se escapaba de su control. Sintió que se le tensaba el pecho y que el corazón le latía con fuerza.

-¿Amy? -preguntó Naomi, realmente alarmada.

Amy aspiro hondo, luchando por librarse del pánico que amenazaba con devorarla. Centró la mirada en le rostro de su amiga.

-¿Te encuentras bien? -preguntó Naomi.

Amy estuvo a punto de de soltar una carcajada ale scuchar lo absurdo de la pregunta.

-No -respondió tras un momento o dos-. No, no estoy bien -se mordió el labio inferior-. Lo intentamos, si -continuó, lentamente con dolor-. Intentamos que funcionara. Nicky venía un fin de semana a Londres y al siguiente yo iba a Dublín. Nos llamábamos por teléfono todas las noches. Pero era dificil, muy dificil. Los dos estábamos cansados, y nunca teníamos bastante tiempo -sacudió la cabeza-. Después de nueve meses terminamos por...oh, no sé.

-Después de nueve meses Nicky y tú se dieron cuenta de que lo único que mantenía su matrimonio eran conferencias telefónicas y reuniones en lugares a medio camino entre Londres y Dublín -sugirió Naomi, con suavidad.

Amy deseó no recordar con tanta claridad.

-Así parece -admitió.

-¿Quién de los dos sugirió que se separaran oficilamente?

Amy se frotó la sien.

-No...no tiene importancia. Los dos lo sabíamos. Los dos estábamos de acuerdo.

-Así que aceptaron llevar a cabo el divorcio más civilizado de la historia.

Amy no estaba en condiciones de advertir el tono irónico en las palabras de su amiga.

-Nicky y yo éramos amigos, aún lo somos -dijo, a la defensiva.

-Ya. Y ahora tu "amigo", te ha pedido que te vayas de vacaciones con él.

-No me voy de vacaciones con Nicky, Naomi -protestó Amy-. Ya te lo he explicado antes.

-Por el amor de Dios, olvídate de una vez de las diferencias semánticas -la interrumpió Naomi-. Tu ex marido y tú van a estar en el mismo sitio a la vez y no van a evitar verse -hizo una pausa y la expresión de su rostro se suavizó-. ¿Qué es lo que quieres, Amy?

-Buena pregunta -repuso Amy, hundiéndose en la silla.

-Entonces dame una buena respuesta.

-No lo sé.

-Yo creo que sí lo sabes.

-No, no lo sé, Naomi. Ya no lo sé -repitió, sacudiendo la cabeza.

-¿Quires volver a estar con Nicky?

Amy desvió la mirada.

-No podemos hacer retroceder el reloj -dijo, recordando las palabras que pronunció en Rossellini's.

-¿Si fuera posible, querrías?

-Yo... -la voz le falló durante unos segundos-. Sólo si logro saber qué hice mal y puedo arreglarlo.

Durante el silencio que siguió, Amy se preguntó si había alguna posibilidad de que Nicky pensara lo mismo.


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Mensaje por mariposa Miér 16 Jul 2014, 11:48 am

Capitulo 11
Dos semanas y un día después, Amy descendió de la avioneta bimotor en el pequelño aeropuerto municipal al norte del estado de Dublín. Experimentó un repentino deseo de besar el suelo que pisaba, pero cuadró los hombros y frenó el impulso. Entrecerró los ojos para protegerse de la luz del sol al atardecer y buscó sus pertenencias.
Por tercera vez en menos de diez segundos, Amy se preguntó si se daba cuenta de lo que hacía. La respuesta a la pregunta seguía siendo negativa.
El vuelo desde el aeropuerto de Dublín fue laúltima parte de un viaje que comenzó setenta y dos horas antes en Tokio, pero las turbulencias del espacio aéreo durante elúltimo trayecto palideciían en comparación con el tumulto emocional que sintió cuando sus ojos se detuvieron en el hombre delgado y rubio que salía del edificio señalado con el letrero de "Terminal".

Nicky.
Formó el nombre con los labios.
Amy no sabía qué estaba haciendo, pero si era de verdad sincera consigo misma, lo podía resumir en una sola palabra.
Lentamente echó a andar hacia adelante. El corzaón palpitabacon cada paso que daba, impidiéndole andar con naturalidad. Se apartó algunos mechones de pelo que el aire había soltado del chongo que llevaba sobre la nuca.

Nicky avanzaba hacia ella con las poderosas zancadas propias del excelente corredor que era en el colegio. Llevaba un par de tenis viejos, unos vaqueros desgastados, una camiseta ceñida al torso y un rompevientos azul. Hacía tantos años que Amy no lo veía vestido de una forma tan deportiva, se había acostumbrado a verlo siempre impecablemente vestido conlo que él llamaba su "armadura de ejecutivo", que olvidó lo bien que en él encajaba la informalidad.
Se detuvieron a medio metro de dsistancia. Aunque Nicky llevaba gafas de sol, Amy sintió los ojos masculinos recorriendo su cuerpo de la cabeza a los pies. Sin inmutarse, ladeó la cabeza y lo miró con desafío.

Nicky torció el rictus. Habían tenido una larga discusión telefónica unos días antes en la que Amy le aseguró estar capacitada de llegar hasta su casa sola. El le dijo que estaba de acuerdo en que Amy era muy capaz de hacer todo lo que se proponía, pero acto seguido le anunció que a pesar de ello pensaba ir a recogerla al aeropuerto.
En el vuelo de Amy viajaban nueve pasajeros. Nicky lo sabía porque no apartó lo ojos de la puerta del avión hasta que vio aparecer a su ex mujer, la última; y entonces tuvo que admitir para sus adentros lo nervioso que estaba ante la posibilidad de que Amy no se presentara.
Incluso desde lejos, Nicky advirtió la incertidumbre y el cansancio de Amy, a pesar de que ésta se apresuró a superar la ansiedad que la embargaba en cuanto puso los pies en el suelo. Nicky fue testigo de la transformación y no pudo evitar sentir la punzada de ansiedad mezclada con admiración.

Amy rompió el silencio al fin.

-No tenías que venir -declaró sin preámbulos-. Ya te dije que podía arreglármelas sola.

Para ella era muy importante que afirmara su independencia y competencia desde el primer momento.

Nicky se dio cuenta de que sus expectativas respecto al estado de ánimo de su ex mujer se decantaron en exceso hacia el optimismo.

-Me alegro de volver a verte, Amy -respondió él.

-En serio, Nicky.

-Oh, si -se apresuró a asegurarle él-

Nicky observó el cansancio reflejado en las facciones de la chica. El hecho de que su ex mujer no fuera capaz de ocultar la confusión que la embargaba ante la indiferencia en su actitud era prueba evidente de lo cansada que estaba. Estar confusa significaba no dominarse por completo, y Nicky sabía que era una situación que a ella le costaba tolerar. También sabía que solía hacer grandes esfuerzos para ocultar sus momentos de vulnerabilidad.

-¿Qué? - preguntó ella.

-Me alegro de volver a verte -repitió él, poniéndose las gafas sobre la cabeza-. En serio.

Amy se tensó y por un momento Nicky creyó que iba a perder los estribos. La actitud de Amy cambió por completo. Tras unos segundos la tensión que se había apoderado de su cuerpo se evaporó, sacudiendo la cabeza y una incipiente sonrisa empezó a dibujarse en la comisura de sus labios.

-Vas a ser amable conmigo, haga lo que haga, ¿no? - le preguntó, con cierta aspereza en el tono de voz.

Una oleada de alivio recorrió el cuerpo de Nicky. Extendió las manos con las palmas hacia arriba.

-No quiero discutir, Amy -respondió, onbservandola con detenimiento.

-Yo tampoco -confesó, mirando al suelo.

Estaba diciendo la verdad.

-¿Amy?

Lentamente Amy alzó la mirada hacia el rostro atractivo e inteligente de Nicky.

-¿Podemos volver a empezar la conversación? -preguntó Amy

-¿Quieres volver a subir al avión y bajar otra vez? -sugirió.

Amy soltó una risita.

-Esperaba volver al momento en que yo tenía que haber dicho hola.

-De acuerdo -asintió él-. Considérate recogida.

Hubo una breve pausa. Amy sabía que le tocaba jugar a ella.
Se alisó la falda y dijo:

- Hola Nicky -dijo.

-Hola, Amy -respondió él.

-Me alegro de volver a verte -dijo ella. Se humedeció los labios con la punta de la lengua-. En serio.

Nicky arqueó la ceja derecha y Amy vio un destello divertido en lo más profundo de sus ojos.

-Yo también me alegro de verte -respondió.

Impulsivamente, Amy dio un paso hacia delante y poniéndose de puntillas rozó levemente con los labios la mejilla de Nicky. La piel era suave. Probablemente se había afeitado hacía poco. Olía alimpio y a hombre. Tal vez se había duchado hacía poco.

-Gracias por venir a recogerme -murmuró

El beso tomó a Nicky desprevenido. Y las palabra también.

-¿A pesar de que hubieras podido arreglártelas sola? -preguntó, en un tono entre duro y aterciopleado.

-Especialmente porque hubiera podido arreglármelas sola -dijo ella.


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Mensaje por mariposa Miér 16 Jul 2014, 6:02 pm

Capitulo 12

Qué es lo que llevas aquí dentro? -preguntó Nicky diez minutos más tarde, camino al estacionamiento del aeropuerto, llevando en la mano la maleta blanca de Amy. -¿Ladrillos de plomo?

-Ya te he dicho que pesaba -le recordó ella, sujetando con fuerza la bolsa de viaje que llevaba colgada del hombro.

-Cierto -dijo él-. Está bien. Olvidemos los ladrillos de plomo. Deja que lo adivine. Carpetas de trabajo ¿eh?.

Amy le dirigió una rápida mirada de reojo, sin estar muy segura de que la irritación que creyó oír en el tono de voz fuera fruto de su imaginación.

-Supongo que vas a decirme que tú has venido con las manos vacías, ¿eh? -contraatacó ella.

Nicky gruñó al sentir el golpe de la maleta contra la pantorrilla.

-Lo cierto es que podría decírtelo.

-¿En serio?

-En serio, podría decírtelo, pero mentiría. La verdad es que me traje una tonelada de documentos -añadió, dejando la pesada maleta en el suelo-. Ya hemos llegado -dijo, señalando con el dedo pulgar.

Amy miró hacia la dirección indicada. Estaban junto a un descapotable rojo que tenía todo el aspecto de haber salido de la cadena de montaje de una fábrica por lo menos un par de décadas atrás.

-¿Qué...qué es esto? -preguntó atónita. La bolsa que llevaba colgada al hombro cayó al suelo con un golpe seco.

Nicky sonrió y acarició la superficie del automóvil.

-Un clásico. Me lo prestó Adam.

-¿Adam? ¿Tu hermanito Adam?

La última vez que Amy lo vió era un adolescente delgaducho y desgarbado. Era imposible que tuviera edad para ser propietario de un coche.

-Adam cumplió veintiuno el mes pasado -dijo Nicky, adivinando el rumbo que habían tomado sus pensamientos-. Lo copró en un lote de autos viejos cuando sacó su credencial de conductor y se ha pasado la mayor parte de los últimos dos años restaurándolo.

-¿Ya tiene...veintiún años? -Amy se mordió el labio inferior-. Resulta difícil de creer.

-Es cierto -respondió Nicky con una mueca-. A mí me cuesta aceptar la idea de que mi hermano menor al que solía molestar mide algunos centímetros más que yo -sacudió la cabeza-. Ya conoces el dicho: El tiempo vuela cuando eres feliz.

Por un momento Amy creyó que las palabras de Nicky encerraban cierta crítica contra ella, pero al ver la expresión de sus ojos se dio cuenta de que si había algún tipo de reproche en sus palabras, iba dirigido contra él.

-Si, eso dicen -dijo ella suevemente.

Y en un punto tenía razón: el tiempo volaba. Y en su caso en particular estaba haciéndolo a una velocidad vertiginosa, le gustara o no.


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Mensaje por mariposa Jue 17 Jul 2014, 10:38 am

Capitulo 13

Hacía años que Amy no viajaba en un convertible con el capó bajado. Se había olvidado de lo sensual que podía ser.
Los primeros minutos del trayecto los hicieron en silencio. Amy recorría con los ojos el paisaje que pasaba ante ellos, sin decir una palabra. Poco a poco, el calor del solo y el suave sonido de la brisa empezaron a ejercer su magia especial, aliviando el peso de las preocupaciones y de las ansiedades, y Amy, más relajada, se quitó los zapatos y estiró las piernas. Unos minutos después, se quitó las horquillas que le sujetaban el cabello, y sacudió la cabeza. Suspiró con satisfacción y se desperezó de nuevo.
Con el movimiento, la falda se le subió unos centímetros, pero no se molestó en bajársela. Cruzó las piernas altas y esbeltas y unos segundos después volvió la cabeza hacia Nicky.

-¿Quieres que ponga música? -preguntó él, de repente.

Aunque aún parecía concentrado en la carretera que se abría ante ellos, había algo en la expresión de sus labios que daba a entender que no era ajeno a lo que sucedía en el asiento de al lado. Amy pensó que parecía mucho más relajado que antes.

-¿Música? -Amy hundió los pies en espeso alfombrado del vehículo-. Mmmm, sí,por favor.

-Mira en la guantera, Adam me dijo que tiene allí unos cd's, y que seguramente hay alguna que nos gustará.

Amy se inclinó hacia delante.

-¿Que nos gustará?

-No quería prestarme su precioso coche hasta que le dije que era para venir a recogerte a tí.

-Oh.

Amy abrió la guantera y más de una docena de cd's cayeron estrepitosamente al suelo. Echó un vistazo a los nombres d elos grupos y cantantes.
Las primeras diez resultaron vagamente conocidos. El número once, sin embargo, era otra historia. Soltó una carcajada.

-¿Qué? -preguntó Nicky.

-"Éxitos de los cincuenta" -le informó ella.


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Mensaje por mariposa Vie 18 Jul 2014, 11:16 am

Capitulo 14

Estaba atardeciendo cuando llegaron a su destino.

-Espero que los Gardiner hayan podido ocuparse de todo -murmuró Amy, abriendo la puerta de la casa de su infancia.

Billy y Nancy Gardiner eran el matrimonio que se encargaba de la casa mientras su padre estaba de viaje.

-No te preocupes -dijo Nicky, quitándose las gafas de sol y metiéndlas en el bolsillo de su chaqueta-. La electricidad y el agua están conectadas, así como el teléfono. Hasta tienes la nevera llena. Lo he mirado antes.

Amy se apartó un mechón de la cara y miró a Nicky con perplejidad.

-¿Qué?

-La semana pasada, cuando hablamos por teléfono -dijo él sonriendo-, me dijiste que ibas a llamar a los Gardiner para que se encargaran de que todo estuviera a punto cuando tú llegaras. Esta mañana he pasado a echar un vistazo.

Amy empujó la puerta para entrar.

-Pero...

-He usado la llave que guardan en el garaje -dijo él, anticipándose a la pregunta.

-Oh, bueno, gracias.

-No hay de qué.

Una vez que metieron las maletas de Amy, ésta encendió la luz y tomó unos momentos para orientarse. La casa olía a cerrado y, a excepción del papel estampado que cubría ahora las firmes paredes del vestíbulo, todo estaba tal como ella lo recordaba.

Por el rabillo del ojo vio a Nicky tomar su maleta.

-Oh, no hace falta que te molestes -se apresuró a decirle.

Nicky la miró con una pícara sonrisa en los labios.

-Sé que no hace falta, Amy. Quiero hacerlo -le dijo.

Amy miró al fondo del vestíbulo.

-¿Quieres arrastrar una maleta con ladrillos hasta el piso de arriba?

-No es que tenga muchas ganas -dijo él-, pero me parece que es la única manera de poder ver tu dormitorio.

Amy parpadeó.

-¿Qué?

-Tu dormitorio. No lo he visto nunca.

-Claro que lo has visto.

Nicky negó con la cabeza.

-No.

-Nicky, nos conocemos desde que estábamos en cuarto grado.

-Recuerda, Amy -le interrumpió él-. Norma de los Hilliard. Yo no podía poner un pie en tu dormitorio. Incluso cuando vinimos a recoger tus cosas después de casarnos, tu padre lo tenía todo embalado en le vestíbulo.

Amy frunció el ceño. Era cierto que su padre tenía un sentido muy estricto de la decencia. Con ella siempre fue muy estricto, pero a pesar de todo, tenía que haber habido, por lo menos una ocasión, en la que Nicky....

-Créeme, si hubiera visto tu dormitorio, no habría pasado tanto tiempo soñando con él.

-¿Tú soñabas con mi dormitorio? -Amy sospechaba que Nicky le tomaba el pelo, pero no estaba completamente segura.

-Entre otras cosas.

Se hizo una breve pausa.

-Por favor -dijo él.

-Puede que te lleves una desilusión -dijo ella.

Nicky la miró con una amplia sonrisa.

-Me arriesgaré.

Se dirigieron a la habitación.

-Un momento.

-Amy.

-No, no. Espera un momento.

Estaban de pie ante lapuerta blanca de madera del dormitorio de Amy. Había algo en aquella situación que producía en ella una sensación deque algo no encajaba, y por fin se dio cuenta de lo que era.

-Has dicho que viniste esta mañana a ver si todo estaba en orden -recordó a su ex marido con un tono de reproche-. ¿Por qué no has echado un vistazo entonces a mi dormitorio?

Nicky dejó la maleta en el suelo y contempló a Amy en silencio durante unos segundos.

-No creas que no se me ocurrió -admitió él, por fin-. Pero no he podido hacerlo. Sé cómo eres respecto a tu intimidad, Amy. Además, me hubiera sentido como un fisgón.

-Entiendo -murmuró ella.

Los escrúpulos del hombre no la sorprendieron. Nicky siempre tuvo un alto sentido del honor.

-Y si yo te la enseño -preguntó ella-, no sentirías remordimientos, ¿verdad?

-No -respondió él con una sonrisa-. Me sentiría como un turista.

-Quizá deba cobrarte la entrada.

-Te daré veinticinco centavos si creo que la habitación los merece.

-¿Veinticinco centavos?

-Quizá un poco más. Déjame entrar, Amy.

-De acuerdo. Si insistes.

Y con estas palabras, Amy abrió la puerta del dormitorio e invitó a su ex marido a pasar. Era una habitación amplia y luminosa, decorada en tonos crema y azul. Su padre le había permitido vovler a decorarla como regalo de cumpleaños cuando llegó a los dieciséis.


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Mensaje por mariposa Vie 18 Jul 2014, 4:49 pm

Capitulo 15

Era una habitación muy femenina, con almohadones decorados con encajes,pero sin caer en la cursilería, ni el exceso. Los gustos de Amy siempre se inclinaron hacia la sencillez. Nunca fue coleccionista ni tampoco guardaba objetos por su valor sentimental. Desde pequeña se le educó en la importancia de la limpieza y la organización.

Amy fue hasta una de las camas gemelas,la que quedaba a la derecha de la puerta, y se sentó en ella. Miró a Nicky, que estaba en el centro de la habitación, y lo observó mientras él recorría con los ojos lo quel o rodeaba.

Transcurrió un par de minutos.

-¿Y bien? -preguntó ella, por fin, retirándose el pelo de la cara.

Girando sobre los talones, Nicky se volvió hacia ella. La miró de arriba a abajo, como intentando reconciliar a la mujer que tenía ante sus ojos con la niña que vivió en aquella habitación.

-Es muy... -hizo una breve pausa, curvando la boca-. Muy virginal.

Amy sintió una oleada de calor en la cara, pero lo miró a los ojos sin parpadear.

-Era... -se acalró la garganta-. Yo era muy virginal, durante la mayor parte del tiempo que viví aquí.

Nicky sacudió casi imperceptiblemente la cabeza y miró una vez más a su alrededor,para por fin volver los ojos de nuevo hacia ella.

-De hecho... -otra pausa. Otro movimiento de los labios. Amy podía sentir que se estaba preparando para decir alguna extravagancia-. Me recuerda las bragas estampadas azules que tenías en séptimo.

Las mejillas de Amy se encendieron como por arte de magia. Y todo su cuerpo.

-A-azules. No...No... -balbuceó, poniéndose de pie-. No puedes saber de qué color era mi ropa interior entonces porque no la viste, Nicholas Bernard James Adam Byrne.

No iba a ponerse a discutir en qué año le vio la ropa interior.

-¿No te acuerdas de aquel hermoso día de primavera en que Trisha Powell y tú estaban sentadas en la fila más apartada del campo de futbol y de repente se dieron cuenta de que Bryan McFadden y yo estábamos sentados justo abajo?

Una imagen del pasado se presentó con toda claridad ante los ojos de Amy, y ésta miró incrédula a Nicky.

-Estabas mirándome las bragas por debajo del vestido -exclamó ella, casi sin voz.

Nicky metió los dedos por los agujeros del cinturón y afirmó con la cabeza, sin mostrar el menor indicio de arrepentimiento.

-¿También Ken y Bryan?

-Bryan estaba más interesado en lo que había debajo del vestido de Trisha -le informó él, con el tono más natural del mundo-. Y Ken había perdido las gafas, así que no veía tres en un burro. Lo cual lo salvó de que lo echáramos de allí sin contemplaciones, todo hay que decirlo.

-¿Qué?

-Tengo que confesar -dijo él, a modo de explicación-, que ya en el séptimo curso sentía un interés, digamos decente, por tu ropa interior.

Amy se le quedó mirando en silencio. Nicky estaba diciendo la verdad, sin duda. Lentamente volvió a sentarse en la cama.

-No te ofende, ¿verdad? -preguntó Nicky.

-¿Ofenderme? ¿Por qué iba a hacerlo? ¿Porque has admitido que ya entonces eras un pervertido?

Un destello malicioso brilló en lo más profundo de los azules ojos de Nicky.

-Seguro que ya tenías una ligera idea, ¿no?

Amy se movió intranquila en la cama. La conversación empezaba a adquirir un tono demasiado provocativo para su gusto.

-Nicky...

-Lo he dicho como un cumplido -la interrumpió él.

Amy parpadeó, intentando entender lo que parecía un salto de canguro en la conversación.

-¿Qué? -preguntó

-Lo que dije en tu habitación. Era un cumplido.

-Oh -Amy dejó que pasaran unos segundos-. Esta es una conversación muy rara -se quejó.

Nicky se le quedó mirando un momento.

-Esta es una situación muy rara -repitió él.

A Amy le dio un súbito vuelco en el corazón al oír el tono de voz de Nicky. Abrió la boca para decir que la situación fue creada por una sugerencia hecha por él. Pero antes que pudiera hablar, Nicky prosiguió.

-Tu habitación también me recuerda otra cosa -observó en tono reflexivo-. Las noches que solías pasar aquí con Trisha y Katie Lynde.

Aamy sintió una punzada de nostalgia.

-Fiestas en pijama -recordó ella, con una breve risa. Después dirigió una fulminante mirada a su ex marido-. No irás a decirme que Ken, Bryan y tú nos espiaban.

-Se nos ocurrió, sí -admitió Nicky con una risita-, pero bryan le daban miedo las alturas, a mí me daba miedo tu padre y Ken era un gallina en todo -hizo una breve pausa, mirando a Amy con ojos especulativos-. ¿Qué pasaba exactamente en aquellas fiestas en pijama? Quiero decir,¿de qué hablaban?

Amy alzó la cabeza con dignidad.

-Nunca lo diré.

-Vamos -insistió él.

Amy negó con la cabeza.

-¿Por favor?

-Esas conversaciones son secreto de estado.

-Dame una pista.

-No.

-Amy...

-Tú nunca me has contado de qué hablaban ustedes cuand se iban de acampada.

-Eso es diferente.

-¿De verdad?

-Por el amor de Dios.¿De qué querías que habláramos? Eran cosas de chicos, Amy.

-Bien. Las conversaciones de Trisha, Katie y yo eran cosas de chicas -repuso ella.

-¿Hacemos un intercambio? -sugirió él, cruzando los brazos-. Tú me lo cuentas. Yo te lo cuento.

-Pero tú primero.

-Lo pones difícil, ¿eh? -dijo él.

-Recuerda que tengo una maestría en Economía.

-¿De verdad quieres saberlo?

-Por supuesto.

-Está bien, estábien. Solíamos hablar de deportes. Mucho, de todos los deportes. Del instituto, a veces. No mucho. Y por supuesto de sexo -sonrió con malicia-. Creo recordar que pasábamos horas hablando del tamaño de las... de Daphne Trott.

-¡Nicky! -Amy tomó una de las almohadas de la cama y se la tiró a la cabeza con todas sus fuerzas.

-¡Eh! -protestó él, atrapando la almohada con las manos-. Tú has preguntado y yo he respondido. Te toca a tí.

Amy frunció el ceño.

-Vamos, Amy. Hemos hecho un contrato de palabra.

-Está bien -dijo ella, sentándose con la espalda erguida-. Hablábamos mucho de ropa, de maquillaje, del instituto y de...chicos -hizo una pausa. Nicky asintió con la cabeza para que continuara-. Incluso es posible que alguna vez tocáramos el tema de Daphne Trott. No era todo suyo.

Al menos no en los últimos años en el instituto.

-Sí,lo sé -fue la respuesta de Nicky.

-¿Lo sabes?

-Unicamente de oídas -se apresuró a responder él.

Amy estudió el rostro de Nicky durante cinco segundos y después apartó la mirada y quedó en silencio. No tenía derecho, ni motivo para sentir... celos.Pero los tenía, y no sólo de Daphne Trott.
Nicky se acercó a ella de tres zancadas y tras una breve vacilación se sentó junto a Amy.

-Eh -dijo-. Te aseguro que no sé lo que Daphne Trott tenía o no tenía dentro del sujetador. Y francamente, nunca me preocupó averiguarlo.

La proximidad física la inquietaba. Amy era consciente del calor que emanaba del cuerpo masculino, la fragancia de su piel. Tragó saliva, tratando de suavisar el nudo que se le formó en la garaganta.

-¿Amy?

Lentamente, Amy volvió la cara hacia él.

-Para ser alguien a quie no le importa, pasabas mucho tiempo mirando -observó ella, consiguiendo casi el tono burlón que quería dar a sus palabras.

Nicky la estudió en silencio, con el ceño fruncido y los labios apretados.
De súbito, por sorpresa, sonrió.

-Bueno, era difícil no verlo -respondió-, sobre todo teniendo en cuenta que en aquellos tiempos mi naríz quedaba a la misma altura que el... er, pecho de Daphne.

-Te entiendo -dijo ella, con una breve risita.

-Normalmente lo haces.

Se hizo un silencio. Un silencio expectante, teñido de ansiedad e incertidumbre. Amy jugueteó con su pelo y se movió levemente. Al hacerlo, su rodilla rozó el muslo masculino, y Nicky se tensó.

Los ojos grises se encontraron con los azules. Amy se mordió el labio inferior y cerró los puños, sientiendo un repentino dolor en los senos.Notó el endurecimiento de los pezones y por un momento temió que los latidos de su corazón resonaran por toda la habitación.

-Amy.

Nicky alzó ambas manos y le acarició la nuca. Después sujetó el rostro de Amy con las dos palmas y le acarició la mandíbula con los dedos. Amy tembló.
No supo muy bien de dónde sacó fuerzas para hacer lo que hizo a continuación.
Mover negativamente la cabeza. Y lo decía en serio.


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Mensaje por mariposa Sáb 19 Jul 2014, 11:14 am

Capitulo 16

Bueno, no estuvo tan mal -observó Nicky al día siguiente poco después del medio dia-. ¿Verdad, Amy?

-No esperaba que fuera malo, Nicky -le respondió ella.

-Pero tampoco estabas muy entusiasmada.

-Cierto.

-Temías que fuera un poco raro.

-Bueno, ponte en mi lugar. ¿No te habrías sentido igual?

-Ya te he dicho que nuestro divorcio no es problema.

-Me lo has dicho, pero no te creo. Además, es más que eso.

-¿Qué más?

-Ya lo sabes.

-No, no...Oh Dios mío -Nicky soltó una carcajada-. ¿No me digas que aún te acuerdas de eso después de tantos años?

-No tiene gracia, Nicky.

-Claro que la tiene. Te lo digo por enésima vez: mi madre te considera una "buena" chica -tras una breve pausa, añadió-: A pesar de que sabe que utilizaste tus encantos femeninos para seducir a su pequeño e inocente muchacho.

-Eh, ¿quién?... -Amy sintió el impulso de asestar una patada a su ex marido, pero se reprimió porque Nicky iba conduciendo y no quería provocar un accidente.

Nicky tuvo que devolver el convertible a su hermano Adam y ahora estaba al volante de su BMW nuevo,en el que condujo desde Dublín.

-No puedo creer que sigas molesta por la vez que mi madre me llamó a mi habitación de la universidad y tú contestaste el teléfono.

-Fue terrible -se defendió Amy-. Eran las siete de la mañana de un sábado, y aunque yo estaba medio dormida, me reconoció la voz al instante.

-¿No irás a creer que se tragó eso de que estábamos estudiando para los exámenes finales?

El recuerdo de uno de los peores momentos de la vida de Amy la hizo enrojecer. A pesar de que no se avergonzó nunca de haber mantenido relaciones sexuales con Nicky antes de contraer matrimonio, nunca le proporcionó demasiada ilusión saber que la madre de su ex marido estaba al corriente de la situación.

Cierto era que tuvo mayores problemas con su padre cuando éste se enteró, pero su padre estaba a miles de kilómetros. No tenía que pasar treinta minutos charlando con él, como acababa de hacer con Yvonne Byrne.

-¿Amy?

-Bien, lo admito, fue una pobre excusa.

-¿Pobre? Era la primera semana de octubre -dijo Nicky, deteniendo el coche en una intersección.

Miró a Amy, quién estaba con el ceño fruncido y las mejillas sonrosadas. Nicky estiró una mano y le acarició la mejilla.

-No pasa nada, Amy. Después de todo, mi madre no era totalmente ajena a cómo estaban las cosas entre tú y yo, incluso antes de aquella llamada telefónica.

-¿Oh? -Amy se retiró el pelo de la cara. Aunque el contacto fue breve, aún sentía los dedos de Nicky en la cara.

-¿Te acuerdas de la bolsa de ropa sucia que llevé a casa el primer año en la universidad?

Amy asintió.

-No toda la ropa era mía.

Amy gruñó, expresando lo bien que entendía sus palabras.

-Claro que a mi madre se le hubiera podido ocurrir la teoría de que durante mi primer semestre en la facultad me dio por coleccionar ropa femenina. Pero dado que las dos prendas tenían bordadas las iniciales A.H... -el semáforo se puso verde y Nicky partió.

-¿Te...te dijo algo?

Nicky negó con la cabeza, clavando los ojos de nuevo en la carretera que se abría ante ellos.

-Un par de días después de Navidad, mi padre se sentó conmigo para una conversación de hombre a hombre. Era una especie de versión adulta del sermón que me dio a los trece años. Si quieres que te diga la verdad, no me enteré de nada de lo que me decía hasta que me dio una bolsa de papel marrón con tu ropa interior limpia dentro. Me quedé tan atónito, que no pude responder. Lo cual fue mucho mejor, probablemente. Sólo Dios sabe lo que me hubiera ocurrido.

Amy no pudo reprimir una carcajada.

-¿Algo tan malo como lo mío de los exámenes finales?

-Peor -le aseguró él-. Mucho peor.

Continuaron el viaje en silencio durante un par de minutos.

-Es la primera vez que he visto a tu madre desde que nos divorciamos -comentó Amy al fin, mirándose las manos.

-Lo sé.

-Supongo que no esperaba que me recibiera tan bien -confesó Amy.

Durante la media hora que había estado con ellos, Yvonne Byrne tuvo más cuidado que antaño en elegir sus palabras. Y su comportamiento fue amable en todo momento.

-No te echa la culpa por el divorcio, Amy -dijo Nicky-. Cierto que no le gustó que decidiéramos separarnos. Como tampoco se dieron cuenta de que las cosas cambian. Y de que la gente cambia.


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Mensaje por mariposa Dom 20 Jul 2014, 11:50 am

CAPITULO 17

Los padres de Nicky estaban al corriente del infarto que sufrió su hijo y del impacto que tuvo en su vida. También sabían que aún no hablaba con Amy de su enfermedad, ni de su decisión de dejar su trabajo y unirse al bufete de su padre, y tampoco de las verdaderas razones que lo llevaron a sugerir que pasara las vacaciones en su ciudad natal.

Su madre dejó en claro que apoyaba con entusiasmo las intenciones de su hijo, sobre todo si ello significaba una reconciliación con Amy, pero también aclaró que no aprobaba sus tácticas. De todos modos, accedió a guardar silencio y, fiel a su palabra, no hizo ninguna insinuación sobre el tema, ni dejó escapar ninguna indiscreción.

Amy entrelazó los dedos y suspiró.

-¿Qué ocurre? -preguntó Nicky.

-Nada.

-Ese suspiro significa algo más que nada. Vamos, Amy.

Amy titubeó unos segundos y por fin expresó en voz alta la razón que la hizo sentirse incómoda con Yvonne Byrne.

-A tus padres les ha tenido que extrañar...que viniera aquí a pasar las vacaciones.

-Quizá un poco, sí -admitió él-, pero ya saben cómo están las cosas entre nosotros.

Amy dejó escapar una risa seca. Se alegraba de oír que alguien lo sabía, sobre todo dados los acontecimientos de las últimas veinticuatro horas.

-¿Y cómo están?

Nicky le dirigió una rápida mirada.

-Aún somos amigos, ¿no?

Se hizo una pausa. Amy se movió inquieta en el asiento y se quitó una mota minúscula de los pantalones caqui que llevaba.

-Respecto a lo que pasó ayer...

-Respecto a lo que pasó ayer...

Nicky y ella hablaron en el mismo instante. Y también callaron simultáneamente.

-Perdona, no quería...

-Perdona,no quería...

Una vez más, empezaron y callaron al unísono.

-En estéreo -bromeó Nicky-. Las damas primero.

-No, no, empiza tú.

-¿Segura?

-Sí.

Nicky se tomó unos momentos para recapacitar sobre sus ideas. Apretó los dedos en el volante.

-No debí haberme portado como lo hice -declaró él-. No era nada que hubiera planeado, apesar de las bromas sobre fantasías y ropa interior estampada. No subí a tu cuarto con la intención de insinuarme. Por favor, Amy, créeme.

-Te creo, Nicky -respondió ella,con serenidad,recordando la escena ocurrida en el pasillo del hotel dublinense.

-Gracias.

-De nada.

-Supongo...Supongo que subir por fin al santuario de los santuarios después de tantos años se me subió a la cabeza.

Había sido más que eso, mucho más, reconoció Nicky en silencio. Fue la fragancia de su perfme,el desorden de sus cabellos, y los destellos de sus ojos, desencadenando recuerdos de innumerables ocasoiones en el pasado.

Cuando se sentó en la cama apenas los separaban unos centímetros. Tan cerca. Y más cerca todavía al moverse.

Amy tenía un aspecto tan... vulnerable. Y eso fue otro de los factores que le llevaron a tocarla. "Tú me necesitas", quiso decirle: "Me necesitas tanto como yo te necesito a tí".

El sonido de la voz de Amy devolvió a Nicky a la realidad. Se puso alerta al instante, las imágenes del día anterior casi le habían hecho olvidarse de que estaba conduciendo. Por suerte, apenas había tránsito.

-¿Nicky?

-Oh, lo siento, Amy -se apresuró a disculparse-. Estaba... pensando.

Amy quedó realmente sorprendida. No era propio de Nicky ensimismarse, o por lo menos no del Nicky que ella conocía, y pensó en los cambios que notó en él tras tres semanas antes en Dublín.

-¿Te encuentras bien? -preguntó ella, estudiando el fuerte perfil masculino.

-Sí -dijo él,consciente de que tenía las palmas de las manos húmedas de sudor-. Sí, bien.

-¿No estás enfadado?, ¿verdad?

-¿Contigo? -preguntóél, mirándola un momento.

-Por decir no -respondió ella, tras afirmar con la cabeza.

-Claro que no -Nicky volvió a concentrar su atención en la carretera-. Escucha, no voy a decirte que me alegré en el momento en que lo hiciste, pero era lo más adecuado. Cuando te sugerí que vinieras aquí a pasar las vacaciones, te prometí que no habría ninguna clase de ataduras, ni compromisos. Lo dije en serio.

Sí, se lo prometió. Y seguramente en el momento de hacerlo, lo hizo en serio. Pero en lo más profundo de su alma, Nicky sabía que le mintió.
Había mucha ataduras, muchos cabos que él pensaba utilizar para volver a unir sus vidas. Confiaba con todo su ser en que aquellas cuerdas no acabaran por asfixiarla.
Amy no dijo nada, intentando canalizar las turbulencias emocionales que se alzaban desde su interior. A ella tampoco le gustó haber detenido a Nicky el día enterior. Lo necesitaba. Necesitaba que la abrazara, que la acariciara y que la hiciera sentir completa.

Y sin embargo, la idea de depender tan desesperadamente de alguien , aunque ese alguien fuera Nicky, la asustaba. Se había ganado su amor siendo una mujer fuerte y segura, y no podía arriesgarse a poner fin a los sentimientos de Nicky hacia ella reconociendo sus anhelos y sus debilidades.

-No sé muy bie qué estoy haciendo aquí -confesó ella por fin, con una risa un tanto rara.

-Date un poco de tiempo, cariño -respondió Nicky-. Ya lo averiguarás.


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Mensaje por mariposa Dom 20 Jul 2014, 4:48 pm

Capitulo 18


Y bien? -preguntó Nicky en tono expectante cuarenta minutos después.

Amy y él estaban en la cocina de su nueva casa. Acababa de enseñarle toda la propiedad.

-Mmm, yo... -Amy balbuceó, sin saber qué decir, mirando al techo de la cocina, a través del que llegaba el repiquetear de un martillo del piso superior. Por suerte, el techo parecía estar en perfectas condiciones.

-Supongo que ha vuelto el fontanero -dijo Nicky, metiéndose las manos en los bolsillos y estudiando el rostro femenino.

-Lo de la gotera es una pena.

-Sí. Ha estropeado el papel del pasillo de arriba.

-¿Te...gustaba...ese papel?

Amy no podía imaginar a quién se le pudo ocurrir elegir un papel magenta, malva y verde para el pasillo del piso de arriba. La simple falta de buen gusto no era suficiente explicación.

-Los he visto peores -dijo Nicky, encogiéndose de hombros-. Vamos, ya te he enseñado la casa y el jardín. ¿Qué te parece?

-Bueno...

-Intenta imaginártela sin esa parte de abetos. Voy a quitarla.

-Ah, bien.

-¿Y?

-Bueno... -Amy hizo un gesto ambiguo con la mano-. No es exactamente lo que me esperaba.

-¿Y eso significa...?

-Bueno,para empezar es muy grande.

Para ser sincera, la casa tenía unas seis habitaciones y dos porches más de lo que imaginaba.

-Tú me la describiste como una casa de vacaciones -continuó ella-. Y tu madre la ha llamado "casita".

-Digamos casita victoriana.

-Eso es otra cosa, Nicky. ¿Victoriana? Yo te creía un firme partidario de la escuela Bauhaus de Arquitectura. Ya sabes, menos es más.

-Estoy aprendiendo a ser flexible -respondió él. Cruzó los brazos ante el pecho y se apoyó en la encimera.

-Flexible -repitió Amy, no muy segura de su significado.

Miró a su alrededor. Todo necesitaba una buena mano de pintura. Y una de las paredes tenía el aspecto de haber contraído una seria soriasis. Sin emnbargo, había algo...

Su impresión inicial de la casa fue negativa. Pero gradualmente, empezó a verle posibilidades. Había que aprovechar la vida que aún quedaba en elviejo edificio. Sí, aquella casa tenía algo...

-¿No te gusta? -preguntó Nicky.

Amy se sobresaltó.

-Yo no dije eso -le respondió ella, recogiéndose el pelo detrás de las orejas.

-La verdad es que apenas has dicho palabra -observó él, arqueando las cejas.

-Por el amor del cielo, dame un poco de tiempo.

En realidad, Amy se preguntaba a qué se debía el gran interés de Nicky por conocer su opinión acerca de la nueva casa de verano. Estaba a punto de pedirle una explicación, cuando él habló.

-Crees que está hecha un desastre, ¿verdad?

-Bueno, yo no iría tan lejos, Nicky. Pero..

-Está muy descuidada. Y es una ruina.

-Bueno...

-A decir verdad, yo pensé lo mismo la primera vez que la vi.

Amy apenas podía creer la directa admisión.

-¿De verdad?

-Sí -afirmó él-, pero después me di cuenta de que la casa no tiene nada de malo. Es decir, los cimientos son sólidos,la estructura es firme. Cierto que necesita mucho trabajo, pero merecía la pena, Amy. Lo sé.Con tiempo y cariño...

Nicky la miraba directo a los ojos, con un brillo de determinaciónen ellos. Esa dterminación, y la poderosa convicciónde su voz, hizo que a Amy le flaquearan las rodillas. Tragó saliva y se apoyó en la encimera.

-Con tiempo y cariño, ¿qué? -preguntó, con voz ronca.

Vio parpadear a Nicky. El fuego de sus ojos desapareció en una milésima de segundo, y cuando respondió,lo hizo como si estuviera bromenado.

-Con tiempo y cariño, se puede salvar prácticamente todo -le dijo. Después sonrió y preguntó-. ¿Quieres ayudarme?


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Mensaje por mariposa Mar 22 Jul 2014, 6:14 pm

Capitulo 19


Ohhhhh! -gritó Amy, tirando el martillo al suelo y sujetándose la mano contra el pecho. Se sentó sobre los talones, maldiciendo en voz baja.

Nicky se presentó en la puerta momentos después.

-¿Qué ocurre? -preguntó.

Llevaba un par de vaqueros viejos y una camisa azul descolorida, sin abrochar.

-¿Qué te imaginas? -preguntó ella-. Me he dado en el dedo con el maldito martillo mientras intentaba meter la cabeza de un maldito clavo en este maldito suelo de madera para que así esté listo para cuando llegue la maldita máquina de lijar que has alquilado.

-Oh, es una maldita pena -dijo él,con el rostro impasible-. Déjame ver -dijo, arrodillándose a su lado.

Tras un momento de resistencia, Amy alargó la mano y Nicky examinó el dedo gordo durante unos segundos, tras lo que empezó a sobarlo con gran delicadeza.
Amy se mordió el labio inferiror. Las sensaciones que la recorrían eran una mezcla de dolor y placer producidas por los cuidados de Nicky, que despertaban unos sentimientos que ella prefería que continuaran alertagados.
Aquella era la semana más extraña, y dulce, de su vida.Pasó la mayor parte del tiempo en compañía de su ex marido, trabajando con él en la restauración de su "nueva" casa.
Cierto que el trabajo en ella era agotador y que no había tenido problemas de insomnio en las últimas seis noches, pero no podía negar que el trabajo era emocionante. Aunque aún faltaba mucho para concluír el proyecto de restauración, empezaba a ver pruebas tangibles de la afirmación de Nicky sobre los efectos positivos de dar tiempo y afecto a la vieja mansión.
En cuanto a la relación con él...bueno, Amy aún no estaba segura de lo que ocurría. A pesar de las horas del día que pasaban trabajando en equipo, por las noches se separaban. Ella regresaba a la casa de su padre para repasar los documentos que llevó de Londres, y él permanecía en la suya tra una montaña de expedientes legales. Aunque se gastaban bromas y se permitían un cierto coqueteo verbal, la escena del primer día en el dormitorio de Amy no volvió a repetirse.
Amy sabía con toda certeza que Nicky deseaba hacer el amor con ella.
Lo sentía en la miradas que le dirigía cuando creía que no se daba cuenta.
Lo sentía en la forma en que los dedos masculinos la rozaban durante el transcurso de alguna tarea compartida. Y sin embargo,día tras día, su ex marido llegaba hasta allí... y no más.
También sabía con certeza que ella deseaba hacer el amor con él. Había momentos irracionales,provocados por cosas tan insignificantes como la forma en que se rizaba el pelo rubio en la nuca de Nicky, cuando el deseo por él se encendía tan ardiente que Amy no se atevía a hablar por miedo a que la traicionara la voz. Y sin embargo, día tras día, ella llegaba hasta allí... y no más.
Lo que no sabía era quién fijaba los límites, si él, ella,o los dos. En parte le molestaba lo que estaba, o no estaba, ocurriendo. Por otro lado suspiraba aliviada ante la situación.
Amy no se consideraba una persona que se dejara llevar por la corriente, pero eso era exactamente lo que hacía durante los últimos días. Se daba cuenta de que aquella pasividad, tan impropia de ella, era un intento de protegerse. Las defensas que levantó durante tantos años y con tanto esfuerzo, fueron minadas por fuerzas contra las que no sabía cómo luchar. En su fuero interno, temía que supersona, o lo que fuera, estuviera en peligro, por lo que se limitaba a dejar que la situación siguiera su curso.
En ocasiones sentía una gran necesidad de confiar en Nicky, pero, ¿qué le podía decir? ¿Que su trabajo en Londres le resultaba tan enervante como vacío? ¿Que no podía evitar preguntarse, al examinar lo que tanto esfuerzo le había costado lograr, si significaba algo?
¿Cómo podía decirle que era consiente de haber dejado que su vida tomara un rumbo equivocado, pero que no sabía cuándo, dónde, por qué, o cómo vovler a la dirección adecuada?

-¿Amy?

El sonido de la voz de Nicky la sacó de sus reflexiones.

-¿Q-qué? -preguntó, mirandolo por un momento a los ojos antes de dirigir la mirada hacia el dedo herido-. ¿Me has...? No he oído la pregunta.

-Te pregunté si te duele cuando te doblo el dedo -dijo él, moviendolo

-N-no -respondió ella, con una mueca de dolor.

-Ya -respuso él, escéptico.

Chasqueó la lengua, reconsiderando el diagnóstico.

-Si dices algo de sierra o amputaciones, te arrepentirás -le informó ella.

-No creo que las cosas estén tan mal -respondió él con una sonrisa, y antes que Amy pudiera reaccionar, se llevó el dedo a los labios y lo besó.

-N-Nicky.

-Podría chupártelo, si quisieras -ofreció él,con una mirada burlona.

-Nicky -exclamó ella, retirando la mano, sobresaltada, y asestando una palmada contra el bíceps masculino -¡Oh! -gritó de dolor.

Aunque el golpe de Amy no tuvo efecto físico en Nicky, éste estalló en carcajadas, perdió el equilibrio y cayó de espaldas al suelo. A pesar de la herida en el dedo y su dignidad, Amy empezó a reír.

-Ya...Ya basta -le exigió, tratando de contener inútilmente la risa-. No es...No es gracioso.

-Sí que lo es.

-Oh, no.

-Entonces... -Nicky hizo una pausa para respirar-. ¿por qué te ríes?

-P-porque... -Amy ya no podía evitar las carcajadas-. Porque m-me hace olvidar el dolor del d-dedo.

Amy no tenía ni idea del rato que estuvieron tirados en el suelo, riendo a carcajada limpia. Tampoco le importaba. El desahogo le sentó de maravilla.
Poco a poco las risas se fueron apagando, Amy s esentó y se secó las l{agrimas de los ojos. Nicky también se sentó.

-¿Q-qué llevas debajo de la camisa? ¿Una armadura? -preguntó Amy.

Nicky torció el rictus divertido,complacido por el cumplido.

-Es mi cuerpo. ¿Quieres verlo? -preguntóél, haciendo ademásn de quitársela.

-No -se apresuró a negar Amy con una grito controlado.

-No hace falta que grites -dijo él, con una mirada de reproche-. Y tampoco tenías que pegarme.

-Lo que has dicho d emi dedo es asqueroso.

-¿Asqueroso? -Nicky alzó las cejas-. Me he ofrecido a chuparte el dedo para que te duela menos. Es una oferta bastante generosa, teniendo en cuenta que no sé dónde ha estado.

-Nicky.

-Bueno, no lo sé -insistió él, y frunció el ceño-. A propósito, ¿qué es la mancha verde malva que tienes en las uñas?

Amy se miró las manos e hizo una mueca.

-Residuos del papel delpasillo de arriba.

-Terminamos de quitarlo hace dos días.

-Pues me temo que la mancha debe ser permanente.

-Bueno, te debo una visita a la manicurista.

-Me debes mucho más uqe eso, Nicky. ¿No concoerás a un buen abogado? -preguntó, frotándose el dedo magullado-. Estoy pensando en presentar una demanda.

-¿Un abogado? -repitió él-. ¿Y qué hay de malo conmigo?

-La denuncia la voy a presentar contra ti -afirmó ella.

-¿Qué es lo que he hecho? Eh, en este país no es delito ofrecerse a chupar el dedo de una mujer.

-Olvídate del dedo. Me trajiste aquí bajo falsas pretensiones.

Nicky se tensó, y se quedó muy quieto.

-Yo... -se pasó los dedos por el pelo rubio-.¿Qué te hace pensar eso?

Amy también se calló unos segundos, intentando descifrar el significado de la expresión de su rostro. Tenía algo de extraño. De ansioso. Era como si Nicky temiera su respuesta. ¿Era eso? ¿Miedo? Pero, ¿por qué?.

-¿Amy?

Amy parpadeó. De repente, la expresión desapareció del rostro de Nicky.

Quizá fueron imaginaciones suyas, pensó ella. Quizá proyectó en él sus turbulentas emociones.

-¿Amy? -repitió Nicky.

Ella sacudió la cabeza, tratando de aclararse las ideas.

-Cuando sugeriste que viniera aquí a pasar las vacaciones mencionaste aire fresco, amistad y diversión. No dijiste ni una palabra d etrabajo físico.

-Ah -el sonido era un suspiro de alivio. Nicky sonrió y se inclinó hacia atrás, apoyándose en las manos-. Eso estaba en letra pequeña, preciosa.


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Mensaje por mariposa Vie 01 Ago 2014, 5:36 pm

Capitulo 20


Eh -Exclamó Nicky al día siguiente por la tarde,en la ferretería donde Amyy él compraban pintura para la casa.

-¿Eh, qué? -Amy giró sobre sus talones y miró la muestra de pintura que Nicky le enseñaba. Era un tono fuerte de púrpura-. Oh,Nicky, es horrible.

-¿No tenías un labial de ese color?

-Por supuesto que no -negó ella, con vehemencia, aunque de súbito dejó de estar tan segura.

-Te acuerdas,¿verdad? Era uno de esos de sabores.Sabía a... -Nicky se pasó la lengua por los labios.

-Er... -Amy no sabía cómo protestar.

-A sucedáneo de mosto barato.

-¡Nicky!

-Empezaste a usarlo más o menos cuando te compraste el primer par de medias de red.

-Como abogado -le dijo ella, mirándolo muy seria-, supongo que serás consciente de que recordar a una mujer su guardarropa de adolescente, se considera como justificación por homicidio.

-Las medias eran...monas.

-Oh, si, tan monas como tu cazadora Nehru -le contestó ella.

Nicky se llevó las manos al corazón.

-Cruel, Amy. Muy cruel.

-De hecho, creo que hay una foto tuya con esa cazadora en uno de los álbumes de fotos que hayen el ático de mi padre -prosiguió ella-. Y es probable que haya otra llevando los pantalones de MC Hammer, ¿te acuerdas?

-Se te ocurre decírselo a alguien y te denunciaré por difamación -la amenazó Nicky-. Mejor aún, encontraré una foto tuya llevando las botas blancas de plástico que tenías y la mandaré a tu trabajo.

Amy sedio cuenta de que había sido vencida y se volvió hacia el muestrario de colores. Escogiendo un dulzón tono rosa, se lo enseñó a Nicky.

-También tenía un labial de este color -adimitó.

Nicky sonrió.

-Lo recuerdo. Sabía a chicle de fresa.

Se hizo una breve pausa y después, con lentitud, Nicky levantó la mano derecha y perfiló los labios de la chica con el pulgar. Los labios estaban humedecidos con un lápiz de labios brillante, casi transparente, y al sentir el contacto empezaron a temblar.
Amy suspiró su nombre.

-Sabes,es extraño -musitó él-. Pero cuanto más viejo me hago, más aprecio el sabor natural de las cosas.


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Mensaje por mariposa Sáb 02 Ago 2014, 12:06 pm

Capitulo 21


Durante diez mañanas consecutivas, Nicky se había levantado de la cama jurándose que aquel día sería cuando contara la verdad a Amy. Toda la verdad.
Durante nueve noches consecutivas volvió a meterse en la cama sabiendo que no cumplió su palabra.
"No se lo puedo soltar de repente", se dijo, frotando una obstinada mancha del suelo de la cocina. Amy estaba a poca distancia, subida en una escalera, limpiando los armarios. "No puedo. Aún no. Tengo que elegir el momento adecuado. Y el lugar".
Nicky sabía que tenía que hacerlo, pero tenía miedo. Miedo de lo que ocurriría si seguía guardando silencio. Miedo de lo que ocurriría si hablaba.
¿Sentía Amy el tumulto en su interior? Nicky no estaba seguro. A veces la sorprendía mirándolo ensimismada, pensativa, con interrogantes en los ojos, y casi la veía temblar en los momentos que estaba a punto de soltarlo todo.
Pero Amy no había preguntado, ni lo presionaba, como la tarde que se vieron en el hotel en Dublín, Amy hubiera dado cualquier cosa por saber qué razones lo llevaron a enviarle una docena de rosas rosas, y en parte Nicky se sintió decepcionado al ver que su ex mujer decidió poner punto final al sutil interrogatorio.
Nicky creyó entender el motivo. En una ocasión, cuando él observó que ella siempre salía victoriosa en todo cuanto se proponía, Amy lo miró con una mezcla de fiereza y miedo en los ojos y le dijo que si siempre lograba lo que quería, se debía a que nunca deseaba algo en lo que pensara que pudiera fracasar.
Al principio Nicky, amante de los riesgos, creyó que bromeaba, pero con el tiempo se dio cuenta de que, efectivamente, Amy Anne Hilliard no se arriesgaba innecesariamente.
Quizá fuera esa la razón que le impedía decirle la verdad. Nicky sabía que llegaría el momento en que tendría que plantear a su ex mujer la elección entre alternativas radicales, y decidirse por lo que podría parecer un riesgo aterrador. El mismo era consciente de que si alguien le hubiera dicho antes de su ataque al corazón que debía hacer lo que decidió después del infarto, lo habría creído fuera de sus cabales.
Fue necesario verse a las puertas de la muerte para abrir los ojos y ver lo que se estaba haciendo a sí mismo. Nicky no deseaba que Amy pasara por lo mismo, y confiaba en que "el aire puro, la amistad y la diversión", le hicieran ver que su vida tenía otros caminos, no sólo el de vivir siempre al límite.
Amy no era felíz. Nicky lo intuía con todas las fibras de su ser. No era tan arrogante como para creer que era la sola cura, pero lo que sí sabía era que siempre fue y sería parte vital de su vida, del mismo modo que ella siempre fue y sería parte vital de la suya.
En numerosas ocasiones estuvo a punto de derrumbar las barreras que ella había interpuesto entre ambos, pero siempre se echó atrás. Lo que quería de la mujer que amaba no tendría valor si no era entregado voluntariamente.
Nicky se desperezó y se sentó en los talones. Giró el cuello un par de veces y movió las piernas adormecidas. Impulsivo se quitó la camiseta, la tiró a un lado y miró a Amy.
De puntillas en la escalera, la mujer frotaba meticulosamente la parte superior de uno de los armarios. Estaba de perfil,por lo que Nicky podía ver los pechos pequeños y firmes bajo la blusa de algodón que llevaba.
Claro que aunque los movimientos le producían un gran placer, ése no se podía comparar con la imagen del trasero femenino, enfundado en unos pantalones cortos rosas que le ceñían como un guante.
Lentamente, Nicky se puso de pie. Sin hacer ruido, cruzó hasta donde ella estaba.

-Me gustan tus pantalones -anunció.

Amy se sobresaltó y dejó caer la esponja que tenía en la mano, y que cayó al suelo.

-¡N-Nicly! -exclamó, tratando de darse la vuelta.

Nicky sujetó la escalera con firmeza, y para cuando Amy terminó de hacer la maniobra, una cantidad significativa de su sangre se agolpaba entre sus piernas.

-¿Que...qué haces? -preguntó ella, mirándolo desde su altura.

-Admirando tus pantalones cortos.

-¿Este trapo viejo?

Nicky sacudió la cabeza.

-¿Por qué será que las mujeres son incapaces de aceptar un piropo?

-Soy muy capaz de aceptar un cumplido, Nicky, pero estos pantalones tienen... -hizo una pausa mientras hacía el cálculo-. dieciocho años. Los compré cuando estaba en el instituto.

-Ah. Bien... -Nicky le puso las manos en las caderas-. Permíteme que sea el primero en decirte que te siguen sentando de maravilla.

Amy rió nerviosa y bajó un escalón, quedando cara a cara con Nicky.
Se mordió el labio inferior un momento y después trazó la línea del cuello masculino con la mano.

-¿Te acuerdas de cuando éramos de la misma estatura?

Nicky carraspeó.

-Cuando yo era el enano de la clase -dijo él, recordando la humillación de ser uno de los chicos más bajos de su grupo.

¡Cómo había luchado por mantenerse al mismo nivel, no, mejor dicho, para superar a los otros. Tras el ataque al corazón, se dio cuenta de que siguió luchando de manera subconsciente para superar a los "mayores", incluso después de alcanzar su casi metro ochenta de estatura.

-Tuviste un desarrollo tardío -dijo Amy,para consolarlo. Le acarició el hombro desnudo con la palma de la mano, y lo sintió temblar bajo sus dedos-. No todo el mundo crece a la misma edad. Todo depende de los genes y las hormonas.

A Nicky los genes no le preocupaban en absoluto,pero a las hormonas no las podía ignorar.

-Tengo una idea. Por hoy hemos terminado. Me gustaría llevarte a cenar.


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Mensaje por mariposa Dom 03 Ago 2014, 11:57 am

Capitulo 22



Fue una idea maravillosa -dijo Amy, recostándose contra el respaldo de la silla con un suspiro de satisfacción.

-He pensado que te gustaría -replicó Nicky, dirigiéndole una mirada muy masculina.

Amy estudió a su ex marido en silencio con los ojos entornados. Tenía un specto en extremo distinguido, con chaqueta azul marino de corte clásico, camisa blanca, corbata de seda color vino y pantalones grises de franela.
A pesar de que la transformación resultaba tremendamente poderosa, fue el recuerdo del hombre en vaqueros con el pecho desnudo que la invitó a cenar, lo que provocó un estremecimiento de placer en su cuerpo.
El contacto de las palmas presionándola posesivas cuando la sujetó en la escalera...
Ver los ojos azules oscurecidos por la pasión cuando ella se rindió a la tentación de acariciarle los hombros suaves...
El sonido de su voz invocando su nombre al acariciarle la boca con la suya...
Amy interrumpió el curso que tomaban sus pensamientos y empezó a mirar a su alrededor. Estaban en una mesa en el comedor más grande de los dos con que contaba el restaurante, decorado en marfil verde musgo y algunos toques de azul, y cerca de la terraza abierta en la que podían bailar los comensales al son de conocidas melodías.

-Es sorprendente que hayamos podido conseguir una mesa sin tener reservación -observó Amy-. Creía que había que llamar con dos semanas de antelación para poder cenar aquí.

-Hay maneras, fraülein -respondió Nicky, adoptando un cómico acento alemán.

-¿Sí? ¿Asesinato, chantaje o soborno? -preguntó ella, con un tono de sorna que no lograba disimular por completo lo mucho que la cercanía de Nicky la afectaba.

Nicky alzó las cejas, ofendido.

-Soy un acérrimo defensor de la ley, Amy -dijo él, cambiando el tono de su voz-. Sabes que los abogados nunca hacen nada ilegal.

-Por supuesto que no -concedió ella, con gravedad, y bebió un trago de vino blanco que acompañaba la cena-. Tampoco existe esa cosa que llaman "tráfico de información" en Wall Street. Vamos -insistió-, dime cómo has conseguido que te dieran una mesa.

-¿Me creerías si te dijera que he utilizado todos mis encantos para seducir a la persona encargada de las reservaciones?

-Quizá, si no hubiera advertido que se llama Hugo y que tiene aspecto d ehaber jugado con un equipo de Rugby. Vamos, confiesa -volvió a insistir Amy, con una sonrisa ante la expresión sorprendida de Nicky.

-Está bien, está bien. Dios, odio estos interrogatorios. Si quieres la verdad, he utilizado viejos contactos familiares.

-¿Contactos familiares?

-El propietario de uno de los clientes de mi padre -Nicky no añadió que el propietario estaba a punto de convertirse también en su cliente-. Llamé esta tarde y he dejado caer el nombre de mi padre.

-Oh, ya entiendo.

El camarero llegó en aquel momento.

-Consomé de setas silvestres para la señora -aunció-, y la sopa de verduras para usted, señor -con personalidad rellenó las copas d evino y supervisó la mesa. Aparentemente satisfecho con lo que vio, asintió con la cabeza-. Que les aproveche -dijo cortés y se alejó.

-Dios mío, cómo han cambiado tus gustos -observó ella, en broma, mirando la sopa de Nicky-. Recuerdo que antes apenas probabas las verduras.

-Eso fue a causa de un trauma de la infancia que me ha costado muchos años superar -explicó él.

-¿Un trauma de la infancia?

-La cocción de habas que mi madre solía preparar cuando era niño. Creo que fue prohibida hace unos años por la Convención de Ginebra.

-Eso no es una observación muy agradable -dijo ella, y se llevó a la boca, pero cuando está en la cocina, representa una seria amenaza para la humanidad. Has comido en mi casa bastantes veces como para saberlo, Amy.

Amy no podía discutírselo. Yvonne Byrne podía hacer muchas cosas, pero cocinar no estaba entre ellas. A pesar de todo, quiso hacer alguna observación positiva.

-A mí me gustaban los pudines de gelatina preparada.

-¿Te refieres a aquellos oldes de verduras con cerezas y pasas? Estoy seguro de que nunca los viste después de llevar tres semanass en la nevera -bromeó él-. Pero tienes razòn. De todos sus platos, era sin duda el más comestible de su repertorio culinario. En aquellos tiempos -continuó, tras llevarse un bocado d everduras a la boca-, estaba convencido de que era muy bajito porque estaba mal alimentado.

-Aún me acuerdo de la clase de hsitoria de la señora Petty en la que nos habló de las enfermedaes que solían padecer los marineros en los largos viajes transoceánicos.

-Ecorbuto y raquitismo. Yo estaba seguro de que tenía las dos. Si no,la única explicación que se me ocurrió fue que hubiera un enano o dos en el árbol genealógico de la familia. Claro que el hecho de que mis hermanos fueran de estatura normal quitaba credibilidad a esa posibilidad -Nicky sacudió la cabeza-. Dios,cómo odiaba tener que ser el bajo de la clase, por eso aprendí a correr más de prisa.

-Y de paso ganaste unos treinta trofeos de carreras tanto de pista como a campo traviesa.

-Treinta y dos -corrigió él, y sonrió- ¿Qué más da el número?

-¿Aun los conservas?

-¿Los trofeos? Sí. Están metidos en cajas en el sótano de mis padres. Mi madre me ha dicho que me los va a pasar, ahora que tengo casa propia.

-Desde luego, tienes mucho sitio donde ponerlos.

-¿Es una forma sutil de recordarme que mi situación en lo que a muebles se refiere es aún un poco espartana?

-Bueno, una cosa es reducirlo tod a su mínima expresión y otra al vacío -repuso ella.

Amy se preguntó si Nicky estaría dispuesto a aceptar alguna sugerencia para la decoración de la casa. Aunque ahora él parecía receptivo en todo momento, no quería exagerar. Por otro lado, tampoco quería que su participación en el proyecto aumentara. Era consciente de que empezaba a sentir demasiado apego por una casa a la que tendría que decir adios en cuestión de semanas.
Nicky bebió un poco de vino y observó a Amy por encima del borde de la copa. El rostro de la joven estaba cubierto de un velo de tristeza, y aunque él no sabía la razón, quería haecrlo desparecer. No quería que se sintiera triste aquella noche.

-¿Y qué hay de todos tus premios? -preguntó él con curiosidad-. Tienes que tener una habitación hasta arriba de palcas, certificados y todo tipo de trofeos académicos.

-No guardo ninguno -repuso ella, encogiéndose de hombros.

-¿No? -a Nicky le extrañó-. ¿Por qué?

Nicky no sabía lo mucho que Amy trabajó en el instituto y en la facultad.
Más de lo necesario, según su opinión, teniendo en cuenta que Amy era una mujer muy inteligente y brillante.

-Bueno, no parecían tan importantes. Sí, era agradable recibirlos, pero...

Amy se concentró en el consomé. Era un tema del que no le gustaba hablar. Su amiga,Naomi,la acusó en una ocasión de tener una actitud tipo "Groucho Marx" sobre sus logros. Cuando Amy le preguntó qué quería decir,Naomi le recordó la cita del famoso cómico en la que aseguraba que nunca se haría socio de un club que lo aceptara como miembro.

"Te juro que esa es tu filosofía de vida, Amy", declaró Naomi con su característica franqueza. "Si otra persona consiguiera las mismas cosas que tú, pensarías que son fenomenales. Pero comolo haces tú, piensas que no es para tanto".

-Apuesto a que tu padre guarda algunos premios -sugirió Nicky tras unos momentos.

-Lo dudo -dijo Amy, dejando la cuchara en el plato-. Mi padre es de los que creen que la gente que hace lo que debe, no tiene por qué recibir ningún premio.

En aquel momento, antes que Nicky pudiera responder, sucedieron dos cosas. Una, la llegada del camarero, que recogió los platos, y la otra, la entrada en el restaurante de tres parejas de adolescentes elegantemente vestidos.

-Diso mío... -murmuró Nicky, sintiéndose como catapultado a otra noche de junio,casi veinte años antes-. Mira eso.

Amy volvió la cabeza, siguiendo la dirección de la fascinada mirada de Nicky. El presente se disolvió en el pasado,como una cucharada de azucar en un vaso de agua.

-Baile de graduación -susurró ella.

-Por fuerza -dijo Nicky, y se metió una mano por dentro del cuello de la camisa para aflojárselo un poco.

Recordó con toda claridad aquella noche lejana. Entre corbatas de moño, los gemelos y la faja, se sentía metido en un armazón, pero la sensación de incomodidad no podía compararse al dolor físico que lo sacudió al ver bajar a Amy por las escaleras de su casa con un vestido de graduación.
Entonces llevaba el pelo más largo, y le caía ondulado sobre los hombros. El traje, la cintura alta y color crema, se movía sobre su esbelta figura como un velo, y como adorno llevaba unos pendientes y un collar de perlas.
El cuerpo masculino se endureció al recordar la imagen que permanecía grabada en su memoria desde entonces. Por suerte, su sastre actual había tomado las medidas de sus pantalones con más holgadura que el hombre que le alquiló su primer esmoquin.

-¿Lo sabías? -preguntó ella.

-No -respondió Nicky, volviendo a la realidad-. Adam mencionó algo sobre una cita muy importante la última vez que lo ví, pero no pensé que fuera esto.

-Verlos despierta muchos recuerdos, ¿verdad? -comentó ella, que tampoco había olvidado aquella noche de junio.

-Desde luego que si.

Sin dejar de mirarla a los ojos, Nicky buscó su copa y la alzó hacia Amy.

-Por las noches de graduación... pasadas y presentes.

-Por las noches de graduación... pasadas y presentes -repitió ella, al tomar su copa, sintiendo que se ponía la piel de gallina ya que aquello era mucho más que un brindis.


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Mensaje por mariposa Lun 04 Ago 2014, 11:13 am

Capitulo 23


Se me ha olvidado algo -comentó Nicky cuando terminaron de tomar el postre.

-¿Ah, sí?

-Hmm -los ojos masculinos acariciaron el rostro de Amy-. No te he dicho lo hermosa que estás.

En un gesto inconsiente Amy se llevó la mano a la garganta y acarició con los dedos el collar que llevaba.

-Gracias.

-Y tampoco te he dicho las ganas que tengo de tenerte abrazada.

Amy entreabrió los labios para respirar. Necesitaba aire.
Nicky sonrió y ladeó la cabeza hacia la terraza.

-¿Quieres bailar?

Hacía mucho tiempo que no bailaban juntos, pero desde el momento en que Nicky la rodeó con los brazos, ambos tuvieron la sensación de que no habían pasado más que unas horas desde la última vez que sus cuerpos siguieron una melodía al unísono.
Amy suspiró y apoyó la cabeza en el hombro de Nicky durante unos segundos. Sintió su mano en la cintura y oyó su nombre susurrado casi con adoración.
Nicky acarició con los dedos la espalda de Amy, provocando un escalofrío que recorrió todo su cuerpo y que no pasó inadvertido.
El cuarteto pasó a una melodía un poco más rápida y Nicky y Amy se separaron un poco, sin dejar de bailar con perfecta sincronización. Tras un minuto, Amy alzó la cabeza para mirarlo. Le brillaban los ojos y tenía las mejillas sonrosadas.

-Me gusta tu perfume -dijo él.

-Por eso lo llevo -dijo ella, con una sonrisa que debía de parecerse mucho a la ofrecida por Eva a Adán el momento que le ofreció la manzana.

-¿Llevas algo más que vaya a gustarme? -preguntó él, sonriendo.

-Aquí dentro nunca lo averiguarás -respondió ella, con una risa aún más malévola que la expresión de sus ojos.


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