Forgotten Words
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Amarte Es Imposible [+18][R]

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Mensaje por nina093 Jue 02 Oct 2014, 5:15 pm

Nombre: Amarte es imposible
Autor: Charlotte Lamb
Artista ó personaje: Nicky Byrne
Adaptación: Si
Género:Romance
Advertencias: Ninguna
Resumen:
Judith no perdería la cabeza por un hombre, y menos por el que estaba comprometido con una vieja amiga.
Pero Nicky Byrne era irresistible, un genio de las finanzas que no temía trabajar con una mujer que lo igualaba en talento, como Judith. Sin embargo, no pudo evitar enamorarse de él, ni tampoco cambiar las circunstancias que le negaban la oportunidad de amar.

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Mensaje por nina093 Jue 02 Oct 2014, 5:17 pm

Amarte es imposible


Capitulo 1

De regreso a su oficina, Judith caminó por Central Park. Cuando llegó a su oficina miró su reloj: se había retrasado media hora. Se dirigio al ascensor. Llegó a cuerto piso, sólo dio unos pasos hacia su oficina cuando se detuvo incrédula. ¿Qué estaba pasando en la sala de juntas? Alguien gritaba.
Se detuvo frente ala puerta de la sala. Escuchó una mano que golpeaba la mesa.
-Consíganlo y háganlo bien. ¡Si no lo logran, borraré la sonrisa de sus rostros!.
La puerta se abrió y Judith apenas tuvo tiempo de apartarse. Un hombre salió tan aprisa que casi la derriba; la miró con ojos fríos y furiosos.
-Hasta con los muebles de oficina se tropieza uno aquí.
Luego continuó su marcha, seguido por un grupo de hombres que corrían tra él.
¡Mueble de oficina! ¡Qué encantador! ¿Quién diablos era? Miró entro de la sala y vio a los ejecutivos en completo silencio sentados alrededor de la mesa.
-Judith. ¿Dónde has estado?
-Lo siento, tardaron mucho en servirme el almuerzo -le sonrió a su jefe- John, ¿quién gritaba en la sala de conferencias?
-Nicholas Byrne. Teníamos una propuesta para una de sus compañías y no la aprobó. Es tonto enojarse tanto, hemos tenido éxito en otros negocios y él debería aceptar esto como un caballero.
-No parecía un caballero, estaba muy enojado.
Entraron en la oficina de ella.
-Nicholas Byrne... Debe ser de la empresa Byrne-Klein...
-Byrne-Klein International -corrigió John- Su padre era el cerebro de la compañía y, cuando murió, él se hizo cargo de todo.
-Recuerdo su cotización de esta mañana; al parecer les va muy bien.
-Así es; Nicholas Byrne es un tipo muy inteligete.
-Esa fue mi impresión. Ojalá no nos equivoquemos con su negocio.

Al día siguiente, John reunió a los miembros de la directiva para tratar de encontrar el error. Pero Nicholas Byrne, una vez más desechó su propuesta y retomó con firmeza el control total de su compañía.

Unos días después, Judith y John esperaban a un cliente de Hong Kong en uno de los mejores restaurantes de Nueva York, cuando Judith vio de pronto algo que la puso en alerta.
Nicholas Byrne se acercaba a ellos, lo acompañaba una mujer pelirroja muy bella. Cuando se detuvo frente a ellos, John casi derrama su bebida en pantalón por su prisa en ponerse de pie.
-No se levante no quiero molestarlo -dijo Nicky; pero era demasiado tarde, John ya estaba de pie y parecía perturbado, forzando una sonrisa- ¿Cómo están mis amigos de Schewitz & Quayle? -preguntó casi con burla.
-Bien, señor. Gracias.
John parecía incómodo por la pregunta.
-Que bueno, yo siempre me acuerdo de mis amigos -contestó con ironía.
Dejó de mirar a John para observar a Judith más que con interés con curiosidad de saber el gusto de John en cuanto a mujeres. No podía competir con su compañera. Cuando Nicky terminó su inspección y la miró a la cara; ella le sostuvo la mirada; entonces John trató de presentarlos.
-Señor Byrne, ella es...
John no pudo terminar la frase. Nicholas Byrne hizo una pequeña inclinación de cabeza y se marchó antes de escuchar el nombre. John dio unos sorbos a su bebida.
-¡Qué terrible! No sabía qué contestar. Es un hombre que destroza los nervios.
-Ojalá su comida esté quemada -dijo Judith.
-¿De qué hablas?
-Sonríe, allí viene el cliente.
Comieron, había poca gente en el lugar y Judith pudo escuchar la risa de la compañera de Nicholas Byrne, John habló la mayor parte del tiempo con el cliente, ella sólo lo hacía cuando se tocaba un tema donde tenía experiencia. Por momentos, ponía atención en Nicholas Byrne y su amiga; se preguntaba de qué hablarían. Seguro que no de finanzas internacionales. Nicholas brindaba con la chica, quién sacó una rosa del florero de la mesa y la besó para después acariciarle los labios con ella. Qué bonito, pensó Judith. Si esto lo hacían para el almuerzo, qué no harían para la cena.
Cuando salieron, escuchó a unas mujeres hablar en el recibidor.
-¿Viste quién estaba dentro? Era Nicholas Byrne. Es encantador -comentó una de ellas.
-Tan guapo -contestó la otra.
No creía que fuera encantador; les volvió la espalda y se marchó cuando John los presentaba. Era un hombre demasiado rico y, sin duda, nada educado, especialmente cuando ella no era bonita o elegante. Era muy atractivo, pero a ella no le agradaba.
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Mensaje por nina093 Vie 31 Oct 2014, 5:42 pm

Capitulo 2

Dos meses después...

La nieve caía en las aceras de Nueva York, cuando recibió una llamda de Inglaterra.
Su abuelo había muerto en Londres.

Mientras volaba hacia Irlanda, se dio cuenta de que no podría vivir más tiempo en Nueva York mientras su abuela estuviera sola.
Después del funeral, regresó; sólo para arreglar sus asuntos personales y renunciar a su trabajo.

-Debes estar bromeando; estás tirando tu carrera por la borda -protestó John cuando le anunció su partida a Dubín.

Ella sabía que tenía razón, pero habia cosas más importantes que una carrera.
La primavera había llegado cuando estuvo de regreso en Dublín. Judith estuvo con su abuela mientras se instalaba por su cuenta. La señora Murry había cambiado muy poco enlos últimos años. Se nagaba a comportarse comouna anciana y trató de persuadir a Judith para que regresara a Nueva York.

-No estoy inutil, no te preocupes por mí. ¡Dios Mío! Cualquiera pensaría que soy una niña -protestaba, pero Judith no se daba por vencida.

-No regresaré a Nueva York, a menos que vayas conmigo. Y como sé que no dejarás esta casa... Así que no vamos a seguir discutiendo lo mismo, ¿verdad? Tengo un poco de prisa, almorzaré con Ruth.

La discusión había durado semanas. Desde el funeral, la señora Murry, que era pequeña y muy frágil, pero podia ser muy terca, insistía que se fuera, pero el poseer la misma sangre Judith, la hacía ser igualmente obstinada, hizo queno se rindiera.

-Saluda a Ruth y a los niños de mi parte.

Era un bello día de abril, con un aire dulce y fresco en la bella ciudad de Dublín.
Judith miraba y disfrutaba,pero tenía la mente ocupada en otros asuntos: pronto iba a necesitar dinero y tendría que conseguir otro trabajo.
Estaba arrepentida de haber interrumpido su carrera en Nueva York, tenía un trabajo con muchas responsabilidades y un buen salario. Le agaradaba la gente con quien trabajaba y adoraba la ciudad. Si no hubiera sido por la inesperada muerte de su abuelo, no se le habría ocurrido regresar a Dublín.
Sabía que su abuela se sentía mejor con ella allí, pero no quería admitirlo, no quería presionar a Judith a una estancia involuntaria. Su abuela era independiente, pero Judith deseaba estar cerca de ella cuando la necesitara.
De pronto se dio cuenta  de que había llegado a su destino y bajó corriendo del autobús. La única amiga que tenía desde los pasados días de escuela era Ruth a la que seguía viendo o escribiendo desde entonces.
Ruth se casó a los veintiún años y Judith fue su dama, como también su hermana menor Bárbara. Ellas eran ut direfentes entre sí.
Ruth era robusta, con el cabello ondulado y una sonrisa muy amable y cálida.
Pero Bárbara era otra cosa. Era muy hermosa, tenía una cabellera rubia ondulada, los ojos azules grandes; su figura eran solo cuervas; sus senos altos y llenosm su cintura estrecha, las caderas eran reondeadas y largas y bien formadas piernas. Cuando Judith estaba en compañía de Ruth no se daba cuenta de su apariencia, pero en presencia de Bárbara, sentía dolor y no porque Bárbara lo provocara. No era maliciosa; no era culpa de ella que la gente se volviera a mirarla cuando pasaba.
Judith era tímida, su figura parecía la de un muchacho; tenía los senos muy pequeños, la cadera angosta y las piernas muy delgadas. Prefería pasar inadvertida.
Era increíble, pero Bárbara seguía ocasionando que Judith se sintiera plana. Así sucedía ahora que Baba (así la llamaban de cariño), abría la puerta; su figura resaltaba por la blusa negra y unos ajustados jeans blancos.

-Hola, ¿cómo estás? Tienes un bronceado maravilloso.

-Tú luces fabulosa -comentó Judith con sinceridad.

No veía a Baba desde que se fue a los Estados Unidos. Ruth asistió al funeral de su abuelo y habló con ella un poco. Ahora la había invitado a almorzar, pero no le dijo que Baba estaría allí.

-Entra, estamos tdoos en el jardín. Siento mucho la muerte de tu abuelo, era muy simpático. ¿Cómo está la señora Murry? -pregunto Baba mientras la conducía por el estrecho pasillo.

-Lo extraña, pero no lo menciona. ¿Almorzarás con nosotros? ¿Cómo te va en tu trabajo de modelo? ¿Has tenido éxito? -había visto su rostro en una revista femenina esa mañana.

-Hay mucho que decir. Es probable que haga una película.

-¡Dios mío! -dijo deseando que su voz sonara sorprendida, pero no lo estaba. La buena suerte acompañaba a Bárbara desde que la conocía.

-En Hollywood -añadió Baba.

-¿Qué clase de pelicula es?

-Acerca de una modelo: es ese libro, el best-seller que todo el mundo leía el año pasado. Todavía no es nada seguro, espero que me den la parte. Han hecho audición a muchas chicas, pero mi agente dice que el director está interesado en mí. No estoy segura de poder ir, aunque me eligieran.

io un largo suspiro cuando llegaron al jardín donde Ruth tomaba eun abño de sol.

-Pareces mejor que en el funeral. ¿Cómo está tu abuela? Esperaba que viniera contigo. ¿Por qué no la trajiste?

-Todavía no quiere salir, pero tengo un mensaje para ti: te manda su amor y espera que la visites con los niños -Judith miró a los niños y sonrió- No los reconozco, han crecido mucho.

-Claro que no los reconoces, la última vez que estuviste aquí, Stevie estaba en la cuna y Julie empezaba a caminar.

Ruth los presentó.

-Saluden a su tía Judith.

Julie la miró en silencio y se llevó un pulgar a la boca; Ruth se lo sacó. E niño siguió jugando con una pelota y no les hizo ningún caso.

-Travieso -lo regañó Ruth- Siempre hablan, aunque no lo creas; es un par de horas desearás que no lo hicieran.

-Es un día soleado -comentó Baba mientras se quitaba el pantalón y la blusa. Bajo la ropa usaba un pequeño biquini. Se recostó sobre uno de los sillones junto ala piscina y se puso lentes oscuros.

-Ven, ayúdame a preparar el almuerzo. ¿Ensalada está bien? -dijo Ruth.

-Perfecto.

Judith siguió a su amiga a la cocina.

-¿Cómo está David?

-Bien, muy ocupado en la agencia.

David trabajaba en una agencia de bienes raíces y, a juzgar por la pequeña pero lujosa casa, tenía éxito.

-¿Te dio Baba la noticia? -preguntó Ruth mientras sacaba una fuente para la ensalada.

-¿De la posible película? Sí, me dijo...

-No. Acerca de su compromiso.

Judith, quien mezclaba los ingredientes para la ensalada se detuvo.

-¿Su compromiso? No me dijo nada. ¿Cuando se comprometió? ¿Quién es él?

Ruth rebanaba los huevos y el queso.

-Aún no es oficial; no han comprado el anillo, lo harán esta tarde y la noticia aparecerá en todos los diarios mañana.

-Vaya, el afortunado tiene dinero.

-Sí, y este será el suceso del año. Adivina quién se casará con ella. Quizá lo conozcas, apuesto que lo conoces, sunombre tiene que ser familiar para tí.

-No conozco muchos hombres ricos, excepto los clientes del banco en Nueva York -Ruth se rió- ¿Es norteamericano?

-No. Es dublinés. Pero tiene negocios en Nueva York.

-Es muy difícil de adivinar. Vamos, dime quién es, no vamos a estar jugando toda la tarde.

-Eres una adivina muy mala -dijo riendo Ruth, leugo hizo una pasua y exclamó:- Nicky Byrne.

Esperaba una reacción de sorpresa de Judith y ésta no la defraudó.

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Mensaje por nina093 Vie 31 Oct 2014, 6:53 pm

Capitulo 3

Nicky Byrne?

-El único.

-¿El presidente de Byrne-Klein International?

No podía creer lo que escuchaba. El último hombre que imaginó que se enamorara de Baba, era Nicky Byrne. No le sorprendía que conociera a Baba, ella era una modelo de fama internacional y le gustaba la vida del espectáculo; tarde o temprano se conocerían y saldrían juntos, pero que él le pidiera que se casaran era distinto...

-Cierra la boca cariño -dijo Ruth sonriendo.

-Estoy sorprendida.

-Así parece. ¿Lo conoces? ¿Lo encontraste en Nueva York?

-No. Los hombres como Nicky Byrne no conviven con la gente ordinaria que trabaja en los bancos. ¿Cómo lo conoció Baba?

-En Hawaii, en una fiesta donde modelaba. Alquien los presentó; fue amor aprimer avista. ¿No es romántico? Fue un romance relámpago, él la siguió a Nueva York y le propuso matrimonio. Se conocen hace un mes. Yo misma no lo creo, pero Baba está tomando las cosas con calma. Es un hombre riquísimo, ¿lo sabías?

-Sí. Baba atrapó a un pez difícil. Cientos de chicas lo intentaron y ninguna tuvo éxito.

Baba no había sido muy cortés al no mcomentar su compromiso, quizá pensó que ya lo sabría.

Ruth la miró con preocupación.

-No pensarás que él no es serio, ¿verdad? Si así fuera, pobre Baba. Cuando éramos niñas, muchas veces deseaba que fuera grosera, sólo para probar que era humana. Le tiraba del cabello, esperando que me acusara con mamá, pero se iba a llorar por los rincones, haciéndome sentir avergonzada de mi misma.

-Pobre Ruth, debió ser pesado vivir con ella -se burló Judith divertida.

-Sí, lo fue. Me sentía como la hermana mayor de la cenicienta.

Ruth salió de la cocina llevando la ensalada.

-La comida está lista...

Bárbara se incorporó y los niños se unieron alrededor de la mesa.

-¡Fuchi! Comida de conejos -se quejó Stevie al tomar una gran porción y llevársela a la boca.

-No comas así, pareces un animalito -corrigió rUTH.

-Tu hermana me habló de tu compromiso -le dijo Judith a Baba- Te deseo que seas muy feliz.

Baba sonrió.

-Gracias, que dulce eres. ¿Qué harás ahora que has regresado a Dublín? ¿Ya tienes otro trabajo?

-Estaba viendo unas posibilidades -respondió evasiva.

-¿Vivirás con tu abuela?

-Es demasiado independiente para necesitarme con ella todo el día. Busco un pequeño apartamento, cerca de casa. No pido mucho; trabajo y un lugar para vivir -comentó al comer un trozo de queso.

Baba sonrió y le dijo:

-Tienes que ir a la fiesta de compromiso. Nicky tiene amigos de los bancos y le diré que te presete con algunos, tal vez consigas una oferta de trabajo.

-Gracias -contestó secamente. Judith era una mujer independiente y le desagradaba ser patrocinada. No necesitaba la ayuda de Baba.

-Le hablaré de ti -dijo Baba- Nicky conoce a todo el mundo.

-No, por favor -contestó, recordando lo desagradable que habían sido sus encuentros con él.

-No será ninguna molestia.

Judith decidió no discutir más sobre el asunto. Tarde o temprano, Baba sabría que el fantástico Nicky Byrne no ceptaría recomendar a cualquier amiga suya, aunque estuviera loco por su novia. No permitiría que la pusiera en una situación incómoda. ¿Por qué no conseguir trabajo por sus propios méritos?

-Pienso que eres increíble -dijo Baba- Y ono puedo hablar de negocios con Nicky, no entiendo una palabra. Pero a él no le importa, dice que no quiere charlar conmigo acerca de dinero.

-Seguro que no -comentó Judith al ver a la sonriente Baba.

-Trato de poner interés, pensé que le agradaría hablar de sus asuntos conmigo. Hay hombres que nos creen tontas que no entendemos nada de negocios, pero Nicky es diferente.

¿Si?... No era esa la impresión que tenía de él, claro que no había hecho nada para concoerlo. Judith era humana y resentía la forma en que se comportó con ella. Ahora Baba decía que Nicky era un hombre tipico. ¿Estaría bromeando?

-La mayoría de los hombres piensan que somos estúpidas, pero el asistente de Nicky es una mujer y dice que trabaja bastante bien. Al principio estaba preocupada por ella, pues es uy atractiva y sentí que no le gustó conocerme; traté de ser su amiga, pero no tuve éxito.

Baba ya no parecía tranquila, sus ojos azules ostraban preocupación.

-No deberías preocuparte por ella, él se csará contigo.

Al decir eto, trató de ser convincente. Pero imaginaba que hubo algo entre Nicky y su asistente. Debió ser una sorpresa desagradable para todas las amigas de él, cuando se enteraron de su futura boda. Fue soltero durante mucho tiempo y ellas habían tratado de atraparlo; ahora él anunciaba su boda con alguien que acababa de conocer.

-Supongo que estoy preocupada porque es la primera vez que estoy enamorada. ¿Te has enamorado alguna vez, Judith?

-No; si sucedió, no lo noté.

Baba se ruborizó por haber hecho la pregunta.
Ojalá Nicky Byrne la haga feliz, la vida rara vez es tan amable como lo había sido con Baba. No estaba preparada para recibir dolor y rudeza. ¿Cómo reaccionaría si eso sucediera con Nicky? pensó Judith.
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Mensaje por nina093 Dom 02 Nov 2014, 1:20 pm

Capitulo 4

Los días siguientes, Judith estuvo muy ocupada. Encontró apartamento a sólo un cuarto de hora de la casa de la abuela.
Compró un coche usado, el vendedor le aseguró que había pertenecido a una dama que rara vez lo sacaba de la cochera, por lo que estaba en buen estado y con poco kilometraje recorrido. El coche le pareció bueno y a precio razonable.
El apartamento estaba en un edificio moderno; era pequeño, pero suficiente para ella. Tenía una salita en la que podría recibir visitas. Empezó a decorarlo durante el día, no tenía intención de pagar a alguien para que hiciera lo que ella era capaz de hacer.
Quería estar con su abuela la mayor parte del tiempo, para ayudarle a recuperarse de la pérdida de su esposo; sentía que le resultaría más fácil si había alguien con ella. La abuela hablaba de su marido y Judith escuchaba con atención todo lo que hicieron juntos, cosas que no había sabido nunca y que le parecieron conmovedoras. El estado de ánimo de la señora Murry cambiaba con frecuencia; algunas veces reía, pero en otras se levantaba y se iba a llorar en su cuarto.
Convenció a su abuela para que la acompañara a escoger el papel tapiz, discutieron el color y, así, la señora Murry, visitó su apartamento y ayudó a quitar el viejo.
Cuando asistió a la cita con el director del banco para el que trabajó, éste fue brusco, parecía saber la situación que vivía Judith y que no tenía otro lugar a donde ir y se portó engreído. Su lugar lo tenía, pero no dejó claro el sueldo que le ofrecían, en ningún modo cercano al que ganaba en Nueva York.
No le sorprendió esta actitud y respondió que quería algunos días para considerar la oferta, así tendría tiempo para buscar algo más.

-Soy eficiente en mi trabajo, no me gusta que me traten como a una tonta que le están haciendo el favor -dijo a su imagen reflejada en el espejo, aquella tarde.

El espejo lo había comprado unos minutos antes. Se detuvo en una tienda y lo trajo a casa por impulso; era de la temprana época victoriana, pesado y oval, enmarcado con hojas de bronce.

-Conseguiré un trabajo mejor, no te preocupes -continuó su monólogo.

Luego empezó a decorar el apartamento. Vestía unos jeans descoloridos y una blusa vieja, arremangada hasta los codos. Estaba tan concentrada en su trabajo que el tiembre de la puerta la hizo brincar y la brocha que usaba le salpicó la cara de pintura blanca. Se pasó una mano por la mejilla y fue a ver quién llamaba.

-¡Oh!. hola. ¿Qué haces por aquí? -dijo sin darse cuenta de que Baba estaba acompañada por un hombre alto.

Baba respondió sonriedo:

-Llamé a tu abuela por teléfono, dijo que estabas aquí y nos dio tu dirección. Tienes la nariz manchada de pintura.

Judith trató de sonreír. Baba usaba un inmaculado traje blanco, de tela muy suave que se adhería a cada curva de su cuerpo; parecía no llevar nada debajo.

-¿Realmente decorarás e apartamento tú misma? -comentó mientras caminaba hacia la sala e inspeccionaba el lugar. Judith la siguió y dejó la brocha que tenía en la mano,para no ensuciar su ropa. Nicky Byrne cerró la puerta y miró a Judith. La lenta y burlona inspección que hacía de su persona, hizo que el color rojo subiera a sus mejillas. Este iba a ser uno de esos días. ¿Qué pasaría hoy? Al pensar en esto, recordó que tuvo la idea de pedir trabajo en la compañía de Nicky Byrne, pero esa idea se hundía en aquel momento. Era probable que él riera, ahora que la había visto en tales fachas.

-Debería ofrecerles un café, pero...

Baba, quien inspeccionaba el lugar, la interrumpió:

-No, gracias. No podemos entretenernos. Sólo quería saber site veré en la fiesta esta noche.

-¿Fiesta? ¿Esta noche? -repitió y Baba dejó de hablar para mirarla.

-¿No recibiste la invitación? Yo misma la envié junto con las otras.

-No recibí invitación laguna -aseguró.

-¿No? Qué irritante, debe haberse perdido en el correo o, tal vez no puse la dirección correcta. Por favor, ven. La mayoría son invitados de Nicky y quiero que también estén amigos míos. Ruth estará feliz si vas con ella. Está un poco nerviosa; nunca antes ha ido al Savoy.

Consciente de que Nicky caminaba alrededor del cuarto, detrás de ella, mirando el papel tapiz y las paredes a medio pintar, le era imposible pensar con claridad.

-Claro que me encantaría, desde luego.

Y antes de que pudiera agregar un pero, Baba exclamó:

-Eso es grandioso. Será una tarde maravillosa, ¿verdad? Nicky?

-Seguro -respondió con voz profunda.

Judith escuchó su acento Irlandés. Mientras lo miraba, él caminó hacia una parte iluminada del cuarto; la luz lo bañó, dándole un brillo a su cabello rubio. Se detuvo junto a ella. Era alto y usaba un traje gris oscuro, era un hombre impresionante. Baba parecía ser la indicada para estar con él.

-Judith acaba de regresar de Nueva York. Te lo había dicho, ¿no, querido? Trabaja en un banco y es muy inteligente, sabe de inversiones y esas cosas.

Judith apretó la mandíbula, pero se vio forzada a sonreír cuando Nicky la miró.

-¿No te vi antes en Shewitz y Qualey?

-Ella asintió con la cabeza.

-¿Atiendes clientes? ¿Te transfirieron a la sucursal de Londres?

-Es probable, estoy pensando en ello.

Se sintió en desventaja con esos jeans descoloridos, la pañoleta cubriéndole el cabello y la nariz sucia. Además de no ser bonita, su apariencia no debía inspirar confianza en sus habilidades. Baba no debía haber mencionado nada sobre Judith; si hubiera sabido que lo vería, se habría preparado; no quería dar la oportunidad de llamarla "mueble de oficina" otra vez.

-¿Quieres un cambio? -preguntó sonriendo.

Ella lo miró. La última ocasión que lo vio sus ojos miraban con furia al pobre de John. Ahora estaba relajado y parecía encantador, pero sólo un tonto podría olvidar que Nicky Byrne era peligroso.

-¿Podrías encontrarle algún trabajo? -preguntó Baba, acomodándose en su pecho como un gatito mimado.

El la miró con sensualidad, pero Judith intuyó que no estaba enamorado. Ella quería decir: "Gracias, pero no tengo el menor problema para conseguir trabajo"

-Gracias por la invitación. Te veré en la fiesta -dijo mientras los encaminaba hacia la puerta.

La siguieron, sus pasos sonaban fuerte, como suelen hacerlo en una casa vacía. Nicky sonreía y Judith se puso nerviosa, él se detuvo y la miró arqueando la ceja.

-¿Qué te parece si almorzamos juntos un día de estos y hablamos de tu carrera? Tengo libre el viernes ¿y tú?

Judith se sorprendió. No creyó que tomaría en serio la sugerencia de Baba. De todos modos, no sabía si quería almorzar con él.

-Gracias, pero...

-¿El lunes es mejor? -interrumpió a Judith antes de que pudiera terminar la frase.

Ella dudaba de su respuesta. Pensaba que Baba lo empujó para hacer eso. Quizás hablaba en serio y sería una entrevista de trabajo con razones propias, las que no tenía relación con Baba.

-Está bien, el lunes.

-A las ocho en punto en el Savoy, esta noche. No lo olvides -remarcó Baba con una sonrisa que parecía dar a entender que se creía la responsable de la invitación a almorzar.

Judith respondió:

-Gracias, Baba.

-Te veré por la noche -se despidió Baba y se alejaron. Cuando Judith cerraba la puerta, ella regresó y dijo en secreto-: No le comentes a Nicky lo de la película. ¿Me lo prometes?

Judith la miró con asombro, había olvidado la posibilidad que Baba tenía de filmar una película. Se preguntó por qué lo mantenía en secreto para su prometido.

-Está bien.

-Lo había olvidado. No has visto el anillo. ¿Qué te parece? -Baba habló con voz alta, para asegurarse de que Nicky la oyera y le mostró una esmeralda enorme rodeada de pequeños diamantes, montados en un anillo de oro.

-Es hermoso.

-Lo mantengo en secreto hasta que sea seguro -dijo con voz baja; luego comentó:- Entonces, te veré a la noche.
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Mensaje por nina093 Lun 03 Nov 2014, 6:04 pm

Capitulo 5

Esa tarde buscó en su guardarropa algo apropiado para la fiesta y eligió un vestido rojo. Lo compró en Nueva York en una pequeña boutique de la Quinta avenida.
Se dio un baño para relajarse y cuando se vestía sonó el teléfono.
La señora Murry contestó y luego le dijo:

-Es Ruth, dice que si quieres que pasen por ti.

-Me encantaría. Así puedo emborracharme.

-Espero que estés bromeando.-comentó la señora Murry con un gesto desaprobatorio.

Pasó mucho tiempo maquillándose y peinándose; ningún esfuerzo, por grande que fuera, la haría parecerse a Baba, pero quedó satisfecha del resultado.
Se sintió aliviada por asistir con Ruth y David. No le agradaría ir sola. Sonó el timbre de la puerta, se miró por última vez y salió del cuarto. Ruth hablaba con la señora Murry en la sala y ambas se volvieron para mirar a Judith.

-Estás resplandeciente -dijo Ruth.

Era muy amable, pero Judith era realista y la idea que tenia de sí misma no cambiaba los cumplidos. Cuando era adolescente, miraba con frecuencia su imagen en los espejos y deseaba que hubiera una poción mágica que la cambiara; era una muchacha delgaducha y fea. Con el tiempo, ella podía parecer interesante e, incluso, atractiva. Pro eso era todo. Cuando recibía un cumplido, lo ponía bajo el microscopio de su inteligencia y no lo creía. Podría no ser hermosa, pero tampoco era tonta y no permitiría que nadie la engañara.

-Es afortunada Baba de que tú estés casada, de otra forma, Nicky se enamoraría de ti -dijo Judith bromeando.

Ruth sonrió al mirar su vestido amarillo con satisfacción; aún conservaba su atractivo. Cuando entraron en el coche David se volvió a Judith desde el asiento del conductor.

-Mírame, me han hecho vestir como un pingüino. ¿Por qué las mujeres no pueden divertirse, a menos que hagan que los hombres estén por completo incómodos.

-Estás guapo. todas las chicas se enamorarán de ti a primera vista.

-Ten cuidado con lo que dices -comentó Ruth mientras David encendía el motor, sonriendo.

-Está preocupada; puede que tenga una noche maravillosa... si puedo competir con Nicky Byrne, y no hay oportunidad, no tengo un billón de libras en mi cuenta bancaria. Es increíble lo afrodisíaco que es el dinero.

-No seas cínico. También es muy guapo. Lo es y no lo puedes negar, ¿verdad, Judith?

-No está mal -respondió Judith

-¿Cómo puedes decir eso? Baba dijo que todas las modelos están celosas de ella. Y no por su dinero, él les encanta. Ella lo dijo.

-Vamos, cariño. Si él fuera un enano calvo como un huevo de todas formas tendría a las mujeres a su alrededor. Admito que es un hombre agradable y fue amable cuando vino a visitarnos. No tengo nada personal en su contra, pero no esperes que lance bravos, porque me niego.

David parecía enfadado y Judith se preguntó si estaría harto de escuchar a su esposa hablar de Nicky. Sin duda, algo más le había llamado la atención. Era atractivo y no tenía razón para estar celoso.

-Odio las fiestas grandes -dijo mientras el coche avanzaba.

El tránsito era pesado a esa hora del día, mucha gente se dirigía a los teatros. 

-Trataré de estacionar el coche. Será mejor que las deje en el Savoy y las alcance. luego.

-Será lo mejor; no sería capaz de caminar mucho con estos zapatos -advirtió Ruth, quien usaba unas zapatillas con altísimos tacones.

David las dejó frente al lujoso hotel.

-Las veré pronto -dijo mientras se mezclaba en el tránsito.

Cuando entraban en el hotel, Ruth murmuró:

-Estoy muy nerviosa, ¿y tú? No pareces, supongo que en Nueva York te acostumbraste a lugares como este.

Judith miraba alrededor y un empleado se acercó sonriente.

-¿Puedo ayudarles, señoritas?

-Sí, somos invitadas a la fiesta del señor Byrne -respondió Judith y la sonrisa del hombre se amplió.

-Desde luego, señorita. El señor Byrne ocupa una de nuestras suites privadas, enviaré a un botones para que las guíe. El guardarropa está aquí abajo, ¿quieren dejar sus abrigos?

Judith miraba a su alrededor, mientras Ruth estaba en el tocador. El lugar tenía decoración de los años veintes. Escucharon los ruidos dela fiesta antes de llegar. El salón ya estaba atestado y, a primera vista, Judith se dio cuenta de que conocía a algunos de los asistentes. Era gente muy rica, que aparecía en el periódico: financieros, directores de cine, etc. Bueno, ¿esperaba que Nicky Byrne invitara a gente sin importancia a su fiesta? Al pensar en esto sonrió con cinismo.

-Hola -dijo Nicky, atrapando la sonrisa antes de que desapareciera- Ojalá te diviertas.

Sua ojos azules parecieron burlarse y el tono de su voz parecía decir que lo dudaba mucho.

-Estoy segura de encontrar mucha diversión.

-Déjame presentarte aa lgunos amigos.

-No, por favor. Así está bien.

Baba, que hablaba con Ruth a oca distancia, se volvió y sonrió. Los ojos le brillaban. Judith miró su ajustado vestido de seda. Ella no se hubiera atrevido a usar un vestido tan ceñido, se necesitaba una figura como la de Baba. Pero... ¿cómo le haría para caminar?

-Estás bellísima -comentó Judith y Baba sonrió deleitada.

-Tú también, ¿verdad, Nicky?

La recorrió con la mirada de pies a cabeza y luego dijo:

-Sí. Durante un segundo pensé que no era conveniente presentarla a mis amigos casados, no me gustaría arruinar sus matrimonios.

Baba se rió, pero Judith no se sintió halagada. El no era sincero, mas no lo dejaría burlarse de ella.

-No soy una destructora de hogares.
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Mensaje por nina093 Miér 05 Nov 2014, 12:25 pm

Capitulo 6

Judith miró alrededor y y pensó que no había ningún hombre interesante, pero entonces descubrió un rostro que le parecía conocido. Ella ,o miró y se dio cuenta de que él también lo hacía. Judith se volvió hacia Ruth.

-Hola, ¿Nos habíamos visto antes?

Era el hombre de hacía un momento.

-Hola. A mi también me parece conocido.

Era un hombre esbelto, d ehombros anchos, linda osnrisa y ojos cálidos. Tendría unos cuantos años más de treinta. No era guapo, pero a Judith le gustó desde el principio.

-Soy Robert Gordon. Tú trabajas para Schewitz y Quayle, ¿Verdad? Me temo queno recuerdo tu nombre.

-Judith Murry. ¿Dónde nos conocimos?

El le tendió la mano.

-John Atkins trabajó para nosotros cuando mi compañía s ehizo pública, hace cuatro años. Te vi muchas veces, cuando John discutía con nosotros sobre finanzas.

Era una labor que el banco hacía con frecuencia, pero Judith no lo recordaba.

-¿Conoce a alguien aquí, señor Gordon?

-Robert. Llámame Robert. No, en realidad no conozco a nadie, por eso me dio gusto verte. Por lo menos sabía quién eras y tenía excusa para acercarme a hablarte.

Ella respondió, riendo:

-Sé cómo te sientes; nosotras también nos preguntábamos cómo pasaríamos la noche.

-Debiste traer a tu novio -comentó al mirar que no traía anillo en el dedo.

Sus ojos se encontraron y Judith sonrió, forzada. El estaba tratando de que le dijera, pero no le dejaría averiguar nada.

-Tú también estás solo -intervino Ruth- ¿No tienes esposa, Robert?

Judith quiso darle un puntapié. El sonrió, moviendo la cabeza. Ruth se olvió a Judith con una sonrisa amplia y parecía decir con sus ojos: "Está libre, puedes tenerlo, si quieres". Debía pensar que estaba desesperada por encontrar novio.

-Oh, aquí está mi esposo. ¿Me disculpan?

Judith se quedó incómoda e irritada. Ruth fue obvia al dejarlos solos.

-¿Cómo está John Atkins? Me enteré que había ido a los Estados Unidos -preguntó Robert.

-Los dos nos fuimos a los Estados Unidos, él está trabajando muy bien en Nueva York.

-¿Por qué regresaste? ¿Un empleo mejor?

-Mi abuelo murió. Obligaciones familiares; ya sabes.

-¿Dónde trabajas ahora?

-Estoy estudiando las ofertas que he recibido.

-Si sigues aceptando ofertas, debes ir un día de estos y hablar conmigo. Estamos interesados en alguien con experiencia y tú debes ser una experta en el mercado norteamericano.

Robert sacó una tarjeta del bolsillo d ela chaqueta y se la dio.

-Llámame y saldermos a almorzar juntos, aun si no estás interesada en el trabajo. Me gustaría hablar contigo en un lugar más silencioso que éste -dijo recorriendo con la mirada el salón.

La curiosidad aumentó cuando leyó el nombre en la tarjeta; ahora lo recordaba. Lo conoció cuando la firma tuvo tanto éxito que necesitaban capital para ampliarse y hacerla pública. A juzgar por su situación actual en el mercado, el éxito había continuado.

-Gracias -contestó aceptando la tarjeta.

Robert la miró a la cara.

-Hablo en serio. Mira, mejor dame tu número de teléfono y yo te llamaré. De otro modo, puede que lo olvides.

Ella rió.

-No lo olvidaré.

-¿Prometido?

Se acercó a Judith y la miró con algo que era mucho más que un interés de negocios. A Judith le gustó lo que veía y sonriendo dijo:

-Prometido.

Ruth y David se acercaron más tarde; era evidente que ella creía que los había dejado solos el tiempo suficiente y estaba aburrida de mirarlos desde lejos; ahora quería saber cómo se estaban llevando. Judith tuvo la impresión de que Robert sabía lo que Ruth tenía en mente. Mientras Ruth los observaba para encontrar algo en ellos. Robert miraba a Judith sonriendo. Parecía complacida, no sabía de qué reían, pero creyó que era por bromas íntimas, y eso era maravilloso; su pequeña conspiración había funcionado. No podía creer que Judith se sintiera feliz trabajando en el banco, quería verla casada. Pero estaba lejos de desear casarse sólo para buscar su seguridd; ella debía estar segura de que no se aburriría de alguien y no dejaría de amarlo. Ese era un sentimiento que ninguno de los hombres que había tratado logró despertar.
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Mensaje por nina093 Miér 05 Nov 2014, 12:27 pm

Capitulo 7

Mirando el salón encontró a Baba y deseó que hubiera tomado una buena decisión, que no se sintiera atraída por el dinero y las posesiones de Nicky Byrne; porque si lo eligió por eso, iba a ser muy infeliz cuando despertara y se diera cuenta de que no eran la base para una relación duradera. Una vez que se acostumbrara al estilo de vida de Nicky, iba a descubrir la persona que habitaba bajo ese brillo. Bueno, tal vez él fuera tan encantador y atractivo como parecía; o quizá no. Tenía que ser un hombre duro para sobresalir en un medio que es casi una jungla. ¿Un hombre como este haría feliz a Baba? Quizá fuera exactamente el tipo de mujer que estaba buscando; después de todo, ella tenía un temperamento dulce no causaría problemas; era fácil vivr con ella y él debía estar harto de los problemas que ocasionan los negocios. Puede ser que lo que vio en Baba era la promesa de una vida tranquila, por no mencionar su belleza. La combinación de belleza y dulce temperamento de Baba era muy rara y Nicky Byrne, al parecer, quería una mujer excepcional.

Mientras Judith los miraba, Nicky hablaba con una recién llegada; una mujer alta y elegante, como de treinta años. Tenía una ligera arrogancia en sus facciones. Judith se preguntó de qué hablarían. Baba no parecía feliz, más bien preocupada, y aunque no odía ver el rostro de Nicky noto lo tenso de los músculos de su cuello.

-Me pregunto ¿quién es ella? -dijo Ruth al mirar la expresión de Baba.

Robert contestó, seco:

-Es la asistente de Nicky, Caroline Rendell. Siempre se rodea de mujeres hermosas -sonrió a Ruth al recordar que era la herana de Baba- En estos tiempos es importante que las personas que atienden a los clientes causen buen aimpreción.

-Baba dijo que la asistente d esu prometido era bonita -murmuró casi para sí Ruth.

Judith miró el gesto duro de Caroline; sonreía, pero sólo en apariencia, pues no había nada de placentero en su sonrisa. Parecía que la chica decía algo amargo.

-No me cae bien -comentó Judith y preguntó a Robert- ¿La conoces?

-La he conocido, pero parece que ella no me ve. Me ignora, parece que no llego a su nivel. Para ser notado por la señorita Rendell necesitas ser multimillonario.

Judith sonrió.

-Te creo.

Era la impresión que tuvo de Caroline Rendell, parecía fría y ambiciosa. Ahora parecía molesta con Nicky, pero trataba de aparentar lo contrario.
Judith volvió a mirar al pequeño grupo y vio como Caroline se acercaba a Nicky, quien la miraba de frente y sintió lástima por Caroline; era la mirada que ella sintió en el banco. El escondía su rabia con dificultad. Caroline había cometido un grave error; lo que hubo entre ella y Nicky no aseguraba que se casarían. Y hacerle una escena, aunque fuera discreta, no cambiaría su decisión, sólo lo enfadaba.

Un poco después, él y Baba se acercaron, trayendo a un grupo de gente con ellos. Judith y Robert se separaron para hacer sitio a los invitados eran las hermanas de Nicky y sus respectivos maridos. Todos sonreían: las hermanas de Nicky eran más jóvenes que él. La mayor, Pauline, tendría unos treinta y tres años, pero parecía más joven; su cabello era rojo y los ojos verdes.

-Qué vestido tan encantador. Querida, ¿cómo le haces para caminar? -le preguntó a Baba. Judith dejó de sonreír; era la pregunta que ella se hizo antes, pero no se atrevió a formular. Cuando Baba iba a contestar, la otra hermana intervino para suavizar la situación.

-¿Quién lo confeccionó?

A Judith le agradaba más esta hermana, Angela. Se parecía a Nicky en el color del cabello, la forma de las cejas y los mismos ojos azules. Estaba embarazada y Baba preguntó:

-Es tu segundo nene, ¿verdad?

-El tercero, querida.

Pauline sólo tenía un hijo de doce años que siempre estaba internado. Dijo con rudeza:

-Un hijo es suficiente. Tres es una ridiculez -luego se dirigió a Judith- Así que eres una experta inversionista. Debes ser muy inteligente.

El comentario parecía una acusación; Judith sintió la mirada de Nicky, seguramente para ver cómo reaccionaba.

-Sí, lo soy -dijo con valentía y Nicky sonrió con disimulo. Además, agregó-: No todas tenemos cerebros de cacahuate.

Pauline la miró con estupefacción.

"Bueno, por lo menos, me estoy diviertiendo esta noche", pensó Judit.
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Mensaje por nina093 Sáb 29 Nov 2014, 7:19 pm

Capitulo 8

El lunes siguiente, Judith almorzó con Nicky Byrne en un pequeño restaurante. Cuando llegó, él estaba sentado en el pqeuño bar circular, junto al restaurante. Se saludaron y ella notó la calidez de sus manos. El vestía un traje formal, con una camisa azul y corbata de seda gris perla.

-¿Quieres tomar algo? -preguntó mientras aparecía el camarero con las minutas.

"Será mejor que no beba nada, necesitaré toda mi energía y concentración", pensó Judith.

-Tomaré un vaso de vino.

-Espero que no te hayas aburrido enla fiesta. Vi que charlabas con Robert Gordon. Es cliente del banco para el que trabajabas, ¿verdad?

-Sí. ¿La comida es buena? -preguntó al abrir la minuta y notó como reaccionaba a la evasión de su pregunta.

El aceptó el cambio y revisaron el mení mientras tomaban sus bebidas.
Judith salió con Robert el domingo. Cuando la llamó dijo: "Nada de negocios", y ella se rió. Disfrutó de esa noche, charlaron de los Estados Unidos, de los hoteles que conocían y de las ciudades que amaban u odiaban. Robert viajaba mucho y su compañía era agradable.

Cuando terminaron sus copas se encaminaron al restaurante, Judith estaba consciente de las miradas que atraían. Nicky era muy conocido y la fiesta que dio con motivo de su compromiso salió en todos los periódicos. En la prensa, la fiesta aparecía más excitante y deivertida de lo que fue en realidad. Al parecer, los periodistas vieron cosas que ella no.
Sabía que nola confundirían con su prometida, pues vestía un traje d elana gris muy formal. Nadie sospecharía que Nicky Byrne tenía interés en ella.

-Acabo de perder a mi asistente personal.

Su tono de voz era frío y desapasionado. Si Judith no hubiera sido testigo de la pequeña escena en la fiesta, nunca hubiese imaginado lo que escondían sus palabras. Sonrió levemente para sí. Nicky no pensó demasiado al despedirla, cuando alguien ya no le servía o molestaba, cortaba de una vez por todas con ella.

-¿Dije algo chistoso? -preguntó tomándola por sorpresa.

-Claro que no.

La miró unmomento en silencio.

-Tienes una mente muy interesante -dijo Nicky, sorprendiéndola de nueva cuenta.

-Gracias.

-¿Quieres el trabajo?

Era un asalto frontal. Aunque ella intuía que lo preguntaría, no lo esperaba tan pronto y sin preliminares.

-¿De qué se trata?

-Un salario doble de lo que te ofrezcan actualmente -dijo. Cuando hacía una oferta, era con estilo bastante propio.

-¿Podríamos hablar del trabajo antes que el salario?

-Tienes las cualidades que necesito, eres inteligente o no estarías trabajando en lo que haces. Es obvio que puedes trabajar por tu cuenta y eso es bueno. Cuando yo tenga que salir de viaje, quiero que te hagas cargo de la situación en Londres. Me gustaría que me mantuvieras informado de lo que sucede aquí. El trabajo es más variado que lo que has estado haciendo; aunque la mayoría del tiempo estarás en inversiones, hay muchas cosas más. Podrás hacer informes confidenciales de las compañías que me interesen. Para ser breve, tú serás mis ojos y oídos en Londres y, algunas veces, también mi mente.

Lo escuchaba mientras comía su estofado de carne, cocinado con vino y crema. El hablaba y encontró la forma d ecomer su filete mignon al mismo tiempo. jJudith hizo preguntas y consiguió respuestas claras y precisas.

-Tienes tres días para decidir -apuntó mientras tomaban café- Después tendré que buscar a alguien. Si no aceptas tendré un grave problema, pues mi asistente no trabaja más.

-Ya veso -comentó conuna osnrisa.

¿Renunció Caroline Rendell o él la despidió? se preguntó ella. Debe estar loca al permitir que sus emociones arruinen su carrera, pero quizá ya tuviera otro trabajo. Su expriencia con Nicky Byrne la hacía un prospecto para otras compañías y rivales.

-Llámame el jueves porla mañana -miró el reloj- Tendré que irme pronto, podemos tomar otro café.

El se volvió para hacerle una seña al camarero y sus ojos se detuvieron enuna chica que caminaba en el restaurante. Judith pensó: pobre Baba, no parece muy fiel.
El camarero se apresuró a servir las tazas y Nicky la sorprendió con el gesto de preocupación.

-¿Pasa algo malo?

-No tuvo que contestar, pues el camarero terminó de llenar las tazas y él olvidó lapregunta. Minutos más tarde, él firmaba la cuenta y se fueron.

-Mi coche está afuera, si no te molesta, te llevaré a tu casa. Pero primero tendrás que acompañarme a mi oficina. Luego, el chofer te llevará a donde quieras.

Entraraon en el automóvil y él encendió un cigarrillo.

-Deberías usar el color rojo más segudo. Me gsutó el vestido quellevaste a la fiesta: esa clase de vestido te favorecen.

Rodaba el cigarrillo entre el índice y el pulgar mientras la examinaba con frialdad.

-Estás muy delgada. ¿Llevas dieta? No la necesitas.

-Gracias por el consejo -respondió enfadada.

-Si vas a trabajar para mí, siento que tengo unos derechos sobre tu apariencia.

-¿Ah, sí? -dijo dejando claro que no estaba de acuerdo- Todavía nome decido. Tengo otra ofertas que considerar.

-Aceptarás la mía.

-¿Sí? ¿Por qué tan seguro?

-Te necesito y siempre consigo o que quiero.

El auto se detuvo frente aun rascacielos lleno d eoficinas. Nicky sonrió y bajó del coche, diciendo:

-Espero tu llamada el jueves.

El coche la llevó a su apartamento. Cuando estuvo sola, se sentó en un paquete de cosas que habían llegado de Estados Unidos. El lugar todavía no era habitable, pero imaginaba que terminaría de decorarlo pronto. Recordaba lo que Nicky le había dicho. Estaba tentada, tenía que admitir que el salario era bueno y el trabajo parecía fascinante. Tomaría grandes responsabilidades: eso no la asustaba. Tenía un grave problema: Nicky Byrne. No quería que le gustara, pero a su pesar, le gustaba, pero aún cuando ella fuera una chica que le importara un comino saber que él tenía dueña, nunca se fijaría en ella. No estaba en su lista, se necesitaría ser muy bella para que él volviera los ojos.
Había hecho algo más que no le agradaba; la forma en que dijo: "Te necesito y siempre consigo lo que quiero"  Era cínico y no dudaba cuando quería conseguir algo, ya fuera una mujer como Baba o un negocio que lo hiciera más rico.
Tendría que pensar muy bien antes de decidir.
Para cuando fue a comer con su abuela, lo había resuelto: tomaría el empleo que le ofrecía.
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Mensaje por nina093 Vie 05 Dic 2014, 7:08 pm

Capitulo 9


El día siguiente almorzó con Robert; discutieron del trabajo que su compañía podía ofrecer y ella deseó que el sueldo fuera mejor que el propuesto por Nicky, pero, no fue así y tuvo que negarse a aceptar.

-Entonces, ¿regresarás a Schewitz y Quayle?

-Lo dudo.

No se atrevía a mencionar el empleo ofrecido por Nicky Byrne.

-Juegas sin dejar ver tus cartas. Bueno, de cualquier modo, ¿me dejarás invitarte al teatro la semana que viene? ¿Estás libre el martes?

Judith aceptó. Le gustaba Robert y deseaba vovler a verlo.
La noche del miércoles, Judith escuchaba un disco cuando sonó su celular; contestó.

-¿Judith?

Baba parecía preocupada.

-Hola, Baba, ¿pasa algo malo?

-Quisiera hablar contigo. ¿Puedo ir a tu casa ahora?

-Sí, claro. Son más de la nueve. ¿Cuánto tardarás en venir?

-Como media hora. Es inconveniente, ¿verdad? Lamento ser una molestia.

-No digas tonterías. Ven.

Judith colgó, preocupada; terminó de escuchar el disco y fue a la cocina a preparar café. Baba debía tener una razón muy poderosa para hablar con ella. ¿Qué era lo que pasaba? ¿Por qué no confiaba en Ruth, que era su hermana mayor?
Llamaron a la puerta y Judith abrió. Se encontró a Baba con un vestido de ante azul; parecía agitada.

-¡Oh! Lamento molestarte a esta horas d ela noche.

-No te preocupes preparé café.

La siguió a la cocina y Judith le sirvió una taza.

-Vamos a la sala, allí estaremos más cómodas.

-No me quedaré mucho tiempo.

Baba la siguió a la sala con la taza de café en la mano una visible urgencia en el rostro.

-¿Recuerdas la peícula que te había comentado? Pues quieren que haga una prueba; me llamaron anoche y me pidieron que fuera a California mañana. No sé que voy a hacer.

-¿No puedes ir? ¿Tienes otro trabajo?

-No es eso, es a Nicky a quien no le gustará la idea, cuando se la diga. Quiere que deje de trabajar, una vez que nos casemos. No querrá que participe en la película.

-No pensé que fuera tan anticuado, me pareció que le gustaban las mujeres que trabajan Quizá piensa diferente respecto de las mujeres en general y de su pareja.

-No es eso, es sólo que quiere tener familia de inmediato. Desea tener hijos.

-Y tú, ¿qué respondiste?

-Pensé que era dulce. Le dije que no me molestaría, yo también quiero tener hijos. Pero no sabía de la película. Empiezo a aburrirme de ser modelo. Me gusta la idea, de  tener hijos, pero ahora...

-Crees que es mejor hacer la pel{icula.

-Sí, ese es el problema y no me atrevo a hablar con Nicky de la prueba. Sin embargo, no puedo dejar pasar esta oportunidad. No sé qué voy a hacer.

-Dile y ve a hacer tu prueba. Eso es lo que quieres, ¿no?

-Es muy fácil para tí. Tu carrera te importa más que cualquier cosa. No dudarías entre tu trabajo y un hombre -dijo Baba suspirando. Las cejas de Judith se arquearon. No le gustó eso, pero no discutió.

-Nicky me dijo que te ofreció el trabajo de Caroline. ¿Lo aceptarás?

-Aún no me decido -no dijo la verdad.

-¡Oh! Sí lo aceptas, podría irme a California sin preocupación. Estoy asustada; si supieras lo que ella me dijo el día de la fiesta -la voz de Baba temblaba y se mordía un labio- Ella dijo...

-Me lo imagino -interrumpió Judith con rapidez- Pero no te preocupes, es tonto que lo recuerdes. Lo que dijo fue para herirte con deliberazión y, si lo permites, tendrá éxito.

-Ellos tuvieron una aventura; Nicky no lo negó.

-Pero él va a casarse contigo, no con ella.

-Porque él quiere niños y ella no. Eso es lo que dijo.

Judith la miró sorprendida.

-¿Eso te dijo en la fiesta? ¡Qué mujer!

Ahora sabía por qué Nicky parecía tan molesto. Seguro que Caroline fue despedida a las pocas horas de eso.

-Ella dice que Nicky se quiere casar conmigo, sólo para tener hijos. Le prometió a su madre que tendría Nietos muy pronto y que se dedicaría a buscar a la esposa adecuada. Y yo fui la primera que apareció.

Baba fruncía el ceño.

-Bueno, no lo dijo exáctamente así. Al principio actuó como si bromeara, pero no era divertido. Declaró que Nicky había estado enamorado de ella y que se habrían casado si hubiera aceptado tener hijos. Yo estaba avergonzada y él habló muy bajo, ni siquiera pude oír. Ella se marchó; ni aún entonces él negó lo que Caroline dijo, alguien llegó y no volvió a mencionarla, hasta que me contó que te había ofrecido su puesto. Por eso, te suplico que tomes el empleo o él puede pedirle que regrese.

-Lo dudo mucho.

Nicky Byrne no parecía unhombre que diera dos oporuniddes y Caroline había destruído cualquier esperanza. Baba continuó:

-O puede aceptar una chica como ella...

-No pareces muy segura de él.

-Sí lo estaba, hasta que... No me atrevo apreguntarle si es verdad lo que ella dijo. No puedo evitar pensar que él quiere casarse conmigo sólo para tener niños. No soy estúpida, sé que hubo muchas chicas antes que yo en su vida,pero eso es parte del pasado; me pregunto si será igual despu{es.

-¿Estás insinuando que estás reconsiderando el casarte con él?

Judith la miraba tratando de adivinar qué había detrás de sus palabras. ¿Por qué la escogió a ella para decir todo esto? ¿Por qué no había ido con Ruth?

-Estoy loca por él. Es muy atractivo, tienes que reconocerlo aun cuando no sea tu tipo de hombre.

Lo que quiso decir, era: aunque tú no seas su tipo. Nicky Byrne  quería emplear su mente, pero nunca la vería como mujer. Saberlo le provocó una sonrisa.

-Por favor, acepta el trabajo. Si tú estás allí, me será más fácil ir a California. Sé que tú no me traicionarías.

-Gracias -respondió con tono seco.

Babab estaba tan enfrascada en sus problemas que no se dio cuenta de que sus palabras insultaban a Judith.

-¿Hablarás con él acerca de la prueba, antes de irte?

-Sólo le diré que iré a trabajar como modelo, está acostumbrado a que salga a modelar. Si paso la prueba se lo diré, pero, hasta saber los resultados, guardaré el secreto. ¿Aceptarás el empleo?

-Quizá, es probable -contetsó Judith y Baba levantó el bello rostro con alivio.

-Eres un ángel, sólo mantén lejos a Caroline Rendell. No sólo es bonita, también es inteligente. Avísame si sale con ella.

-Me estás pidiendo que lo espíe. No me gusta esa idea, Baba, si no confías en él no deberías casarte.

-En quien no confío es en ella. Debo irme. Hace frío esta noche, ¿no te parece?

Baba se puso de pie temblorosa y cuando iba hacia lapuerta, Judith le preguntó:

-¿Por qué no le comentaste esto a Ruth?

-¿Ruth? Ella se preocuparía por mí; en cambio, tú eres tan madura que nada te preocupa. Sólo escuchas y eres objetiva, Ruth se dejaría envolver fácilmente, no podría hablar con ella con sinceridad.

No sabía si esas palabras la halagaban; la hacían parecer muy fría, pero, tal vez, así era como ella la veía. Baba fue siempre feliz y sin preocupaciones. Quizá no quería que Ruth la viera de otra manera. Parecía que Nicky Byrne hacía que Baba se preocupara; nunca antes estuvo tan seria. Judith no la había visto tan cercana a las lágrimas, por eso estaba asombrada; era una Baba nueva y no le gustaba esta transformación.
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Mensaje por nina093 Mar 23 Dic 2014, 12:07 pm

Capitulo 10


Judith llamó al día siguiente a Nicky para aceptar el trabajo.

-Qué bien. ¿Podrías comenzar el próximo lunes?

No parecía demasiado contento o asombrado con la aceptación y ella decidó estar tan calmada como él.

-Sí.

-Tendré que pasarme la mañana enseñándote esto. Mi anterior asistente dejó todo en completo desorden. ¿A las nueve en punto en mi oficina?

-Sí.

-¿Podrás ver a mi representante legal durante la semana? Para arreglar el contrato.

-Haré una cita -dijo y lo escuchó reír.

-Eres una chica extraordinaria -señaló antes de colgar.

En el departamento legal fueron muy amables y Judith se pasó la mañana discutiendo algunas cláusulas. Tomaron en cuenta sus peticiones y el viernes el contrato estaba listo para ser firmado.

La tarde del sábado salió con Robert. La invitó a comer y luego a bailar, era la segunda vez que se citaban y la señora Murry se interesó mucho en él.

-¿Por qué no lo invitas a comer una tarde? -sugirió y Judith bromeó.

-¿Qué es lo que estás planeando? ¿Preguntarle cuales son sus intenciones? Vamos, abuela, dos citas en una semana no significan una boda futura.

-¿Quién pensó en ello? Es sólo que me gustaría conocer a tus amigos.

Pretendió parecer indignada y Judith sonrió.

-No me engañas, eres una romántica.

Sí le gustaba Robert, pero apenas lo conocía y no quería convertir una agradable amistad en un romance. No quería que el pobre Robert se asustara cuando su abuela hablara de bodas.

-Eres muy atractiva -comentó su abuela esa tarde, mientras estudiaba el vestido que se había puesto para la cita.

-Sé cómo soy.

-Te subestimas, culpo de ello a tumadre. No debió dejarte sola tanto tiempo. Estás tan acostumbrada a hacer tu vida que no te das cuenta de lo que estás perdiendo -dijo su abuela con impaciencia.

-Robert no es mi primer novio. Por el amor de Dios, ya me divertí mucho en Nueva York.

Mientras bailaban, esa noche, Judith pensó que debía invitarlo a conocer a su abuela. Era uno de los hombres más encantadores que había conocido en años; tenía facilidad de palabra y contaba lindas historias de sus viajes. Ella sabía ya que estuvo casado hacía diez años y que su esposa murió de una extraña enfermedad tropical que contrajo en unas vacaciones en la India. Robert admitió que se sintió culpable durante mucho tiempo y que no quería casarse otra vez.
Su matrimonio fue tan corto y tan felíz que quedó en un sentimiento de amargura.

-¿Te has recuperado de todo eso? -le había preguntado con simpatía.

Rbert asintió con la cabeza.

-Algunas veces me parece que todo le ocurrió a otra persona. Lo recuerdo, pero ya no siento dolor. Fue uy malo, mientras duró; no me gustaría sentirlo otra vez. Estuve como encerrado en un cuarto sin puerta ni ventanas, no podía ver ni oír nada. Fue apenas hace dos años cuando empecé a vivir otra vez y no recuerdo nada de lo que ocurrió hasta entonces.
Mirando su rostro alegre y despreocupado,no pudo imaginárselo durante esas crisis. No dudaba de su sinceridad, el hecho de que su dolor fuera inesperado lo hizo más cruel. 
El club estaba iluminado con poca luz, las mesas pegdas a la pared y no se podía ver la cara de la gente que estaba sentada allí. Era alto el volumen de la música y las luces titilaban.

-No padeces migraña, ¿verdad? -le preguntó Robert con ansiedad.

-No, ¿por qué?

-Estas luces agudizan el dolor. Mi esposa las padecía.

Hizo una pausa y la atrajo hacia sí.

-Me gusta tu perfume ¿Cuál es? -comentó cambiando el curso de la charla.

-Patou. Es caro; fue un regalo de mi último cumpleaños. Lo uso muy poco, sólo en ocasiones especiales.

-Me alegra saber que consideras ésta una ocasión especial.

Bailaban, Judith entrecerraba los ojos. Durante un segundo le pareció ver algo que atribuyó a su imaginación. Abrió los ojos completamente y miró, a través del humo que había en el salón, a una pareja que bailaba un poco a la derecha de ellos; era Nicky Byrne y, la mujer que estaba en sus brazos, Caroline Rendell, quien apoyaba la cabeza en su hombro y tenía los brazos alrededor de su cuello. Los ojos de Nicky se cruzaron con los de Judith y tuvo la expresión de estar viendo visiones.
Judith estaba paralizada por la ira; desde luego, no era nada que le importara y notenía derecho a estar molesta, pero estaba furiosa, Baba tenía razón, en sus dudas y preocupaciones. Bailaban tan cerca que no podría introducir una delgada hoja de papel entre sus cuerpos.
Cuando la música cesó, ella echó una última mirada, mientras Rbert la acompañaba a su mesa, allí los esperaba una botella de champaña enfriándose.
Robert sirvió una copa y se la ofreció, sonriente.

-¿Te diviertes?

Se las arregló para sonreír y decir que si. No creyó ser muy convincente, pero, en la oscuridad del salón, Robert no podría distinguir la ira en sus ojos. Saboreaba su copa mientras Robert hablaba de su próximo viaje a Sudamérica.

-¿Te gustaría conocer Perú? -la invitó con sus ojos cálidos.

-Para entonces estaré trabajando. Gracias.

Le resultaba difícil concentrarse, pues estaba ocupada pensando en Nicky Byrne y su elegante pareja. La señorita Rendell se colgaba de sus hombros, había algo de desesperación en su gesto. Judith sintió lástima. Nicky Byrne era un bastardo de primera. Apenas se marchó Baba a California el día de ayer y él no perdió el tiempo. Así sería siempre, tan pronto como Baba no estuviera, él tendría otra mujer entre sus manos.

-¿Con Schewitz y Quayle? -preguntó Robert.

-No. Trabajaré con Nicky Byrne.

-¡Con Nicky! ¿Qué harás?

-Tomé el lugar de Caroline Rendell -contestó mientras buscaba con la mirada a Nicky y Caroline.

-¡Dios mío! ¿Cuando quedaron de acuerdo?

-Ayer firmé el contrato. Me presentaré el lunes.

Robert la observó con atención, con su copa en la mano.

-Ojalá sepas lo que estás haciendo, Judith. Me han dicho que no es fácil trabajar para él.

-Ya sé de lo que tu informante habló.

-Creo que no te cae muy bien.

-¿Caerme bien? Casi no lo tolero.

Se sentía enfadada y tentada a hablar, pero su contuvo.

-Buenas noches -una voz leve interrumpió sus pensamientos.

-Hola, Nicky -saludó Robert levantándose.

Judith apenas pudo decir:

-Hola, Nicky. No lo vi antes. ¿Acaba de llegar?

-No hace mucho. -respondió evasivo.

Judith se preguntó cuanto tiempo bailó con Caroline antes de que los viera.

-¿Vino Baba contigo? -preguntó Robert mirando a su alrededor.

-No. Vine con un grupo de clientes que querían divertirse antes de abordar su avión. ¿Quieres bailar?

-Lo siento, me senté hace un momento. Estoy cansada.

Vio cómo arqueaba las cejas por el disgusto. La sujetó por la cintura y la levantó, antes de que ella pudiera hacer algo.

-Tengo que hablar contigo. Dicúlpanos, Robert, estrá de regreso en unos minutos.

Judith no iba a hacer una escena y no tuvo más remedio que seguirlo. él puso una mano en su cintura y la otra sosteniéndole la suya. Judith estaba rígida.

-Está bien, me viste bailar con Caroline, perono tienes por qué apresurarte a contárselo a Baba. No es lo que parecía que era -le dijo Nicky con tono áspero.

-No me lo digas a mí. Díselo a Baba.

-No quiero que se entere.

-Desde luego que no.

-No traje a Caroline. Ella vino con un antiguo cliente de Amsterdam; siempre que visita Dublín lo acompaña. Por lo que no me sorprendió encontrarlos y no pude hacer nada cuando y estábamos los dos en el mismo sitio.

-Y así dejaste bien claro que te desagradó vovler a verla; bailando tocándose las mejillas.

-Mira, no tengo por qué explicarte mi ida -comenó mientras su rostro enrojecía.

-¿Quién te pidió que lo hicieras?

-¿Y qué te da derecho a mirarme como si hubiera roto los diez mandamientos?

-Si no te gusta la forma en que te miro, la solución está en tus manos; rompe el contrato. De todos modos, ya no me gustaría trabajar para ti. ¿Me llevas a mi mesa? No me divierto y creo que tú tampoco.

-¿Divertirme? Debes estar bromeando. Sólo quiero que prometas que no se lo dirás a Baba. He dicho la verdad. Caroline y mi cliente de Amsterdam se fueron ya...

-Qué conveniente.

-¿Quién diablos te crees?

Estaba tenso. Apretaba la boca la boca en un gesto y parecía no creer que Judith dudara de sus palabras.

-Soy vieja amiga de Baba y tú te comprometiste con ella apenas la semana pasada y hoy estás con alguien más. Y no me digas que hablaban de negocios en la pista de baile, porque no soy estúpida.

-Eso es exactamente lo que eres. Me ves bailar con algien y lo haces parecer como un delito federal, pero estás equivocda y, además, no te incumbe. Si vas a contarle tu historia a Baba, será porque quieres causar problemas y no por otra razón. No le harás ningún favor y quizá no te lo agradezca. No trates de ser tan correcta en tus juicios, sólo la harás sentirse desdichada. Y todo por nada.

La pieza terminó y Judith se paartó y caminó a su mesa. Estaba confundida. ¿Debía contárselo a Baba? O él tenía razón al decir que debía ocuparse de sus cosas personales y cerrar la boca? Robert la miró con curiosidad cuando se sentaba.

-¿De qué hablaban? Los miré desde aquí y parecía que estuvieran peleando, incuso que faltaba poco para golpearse.

-Discutíamos un problema de principios. Estoy cansada, ¿podrías llevarme a casa?

-Qué rápido pasó el tiempo. Conseguiré un taxi -cntestó mirando el reloj.

Judith miró a Nicky, que estaba con un grupo de personas; esa parte de la historia era verdadera, al menos. Sus compañeros parecían hombres de negocios que se divertían; además era un lugar donde los invitaría. Respetable y seguro, pero parecía llamativo y divertido. El parecía enfadado; tanto si decidía decirlo o no a Baba, lo probable era que ya no tendría trabajo al que acudir el lunes y se sintió deprimida.
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Mensaje por nina093 Lun 29 Dic 2014, 5:28 pm

Capitulo 11

Esa noche no pudo dormir, pensaba en Nicky y en su conducta. Era la primera ocasión que un hombre le quitaba el sueño. No era muy romántica, ni siquiera lo fue de adolescente: su sentido común no le permitía tener insomnio por un semejante y sus pensamientos actuales estaban lejanos de la posibilidad de un romance. Seguía viendo la pareja bailar enla pista. Caroline abrazándolo por el cuello y él sujetándola por la cintura. Debía pensar que era una estúpida si esperaba que creyera su historia. Debió haberse reído a carcajadas al escucharla. Sabía que no lo creería, pero, por alguna razón, se sintió incómodo.
Ella quería el trabajo y eso la enfurecía, era una oportunidad en un illón, no sólo por el aspecto económico, sino porque pasaría de una oscura posición a tener un puesto importante en una compañía multinacional. Al trabajar con Nicky Byrne adquiriría más experiencia de lo que pudo lograr en la otra compañía. Era el trabajo que esperaba desde hacía cinco o más años.
Deseó no haber visto a Nicky y a Caroline bailar. Que no hubiera ocurrido y poder empezar a trabajar el lunes. Ahora tenía que preocuparse de lo que haría cuando viera a Baba. ¿Diría la verdad? Y si mentía, ¿cómo se sentiría al respecto? Podrías, simplemente olvidar lo que viste, se decía a sí misma. Pero sucedía que no olvidaba las cosas con tanta rapidez.
Estaba atrapada, y todo por culpa de Nicholas Byrne.

El domingo fue brillante, Judith se sentía bien, a pesar de no haber dormido, con mucha energía, tenía que hacer algo. Tomó un baño y decidió, cuando se vestía que terminar la decoración del apartamente era lo mejor.
Dejó a su abuela desayunando.

-¿Regresarás para el almuerzo? Yo sólo comeré ensalada, pero puedo cocinar algo para ti.

-Es probable que trabaje todo el día. Quiero terminar de arreglar mi apartamento hoy, si es posible.

-Espero que no sientas que te estoy apresurando. Te agradezco mucho que vinieras a quedarte conmigo desde la... No es que no quiera verte, es que no estoy acostumbrada a compartir la casa con una mujer. Estoy muy vieja para cambiar, no me gusta ver un cepillo de dientes extraño en el baño.

Judith se rio.

-Sé lo que sientes. Muchas veces me pregunto si la cantidad de divorcios que hay, no será porque a gente no se acostumbra a ver un cepillo de dientes ectraño en el baño.

Su abuela se avergonzó.

-Sé que es tonto... Pero...

-Lo sé, son las cosas pequeñas las que causan problemas. A mí me gusta la música pop y a ti no; veo la ópera en la televisión y tú no. No tienes que explicarlo, también estoy acostumbrada a vivir sola.

-A tu edad, ya deberías estar casada. No me gustó lo que dijiste.

-Me voy -dijo, y huyó.

Condujo hasta su apartamento; las calles estaban desiertas y corría un viento suave; también hacía un sol acariciador. Estas sensaciones disminuyeron su enfado, aún no decidía si se presentaría el lunes por la mañana en la oficina; sería difícil presentarse y hablar con él, después de la pelea que tuvieron. Pero el contrato estaba firmado.

Se puso a trabajar en cuanro llegó a su apartamento, le tomó un par de horas terminar de pintar y, cuando se hubo lavado las manos y la cara, se preparó un café y se sentó en uno de los paquetes que no abría aún. Miró su obra, satisfecha, momentos más tarde, oyó que alguien llamaba a la puerta y, al abrir, se encontró con Nicky.

-¿Qué quiere? -preguntó un poco sorprendida.

-No sea mal educada, señorita Murry. Tenemos que hablar.

Ella se puso en la entrada para impedirle el paso.

-¿Cómo sabías que estaba aquí?

-Llamá a la casa de tu abuela y me dijo que estabas en tu apartamento. Parece que me confundió con un tal Robert,no tengo idea de por qué.

Lo sabía bien, sus ojos eran burlones.

-Y tú no la desilusionaste -comentó con frialdad.

-Odio desilusionar a la gente -dijo, con doble sentido.

-Ya lo he noado.

-Mira, no voy a discutir mi vida en el umbral de tu puerta -la levantó en el aire por la cintura y cerró la puerta con el pie. La llevó al interior del apartamento antes de dajarla en el suelo. Ruborizada, Judith se separó.

-Quítame las manos de encima -mantenía las manos en la cintura y ella las apartó para quedar libre- Suéltame.

-No te enfades conmigo -dijo con voz baja al soltarla.

Sintió que sus dedos roazron el nacimiento de sus senos, sin querer, y le faltó el aliento. La miró durante unos segundos, estaban a poca distancia uno del otro; luego, ella se dirigió a la sala, a donde Nicky la siguió. Miró a la ventana sin atención, preguntándose por qué latía tan fuerte su corazón.

-Mira, lo que anoche sucedió, fue exactamente lo que te conté. No me alegró ver a Caroline, pero frente a esa multitud ¿qué podía hacer? Tenía que ser amable con ella.

-Noté que eras muy amable.

-Me fue imposible evitar bailar con ella. Y cuando puso sus manos alrededor d emi cuello ¿qué se supone que debía hacer? ¿Quitarlas? ¿Hacer una escena? No me pareció importante entonces,ni ahora; la única que hace algo grande de eso eres tú.

-¿Por qué te preocupa que Baba se entere si no es importante? Sabes que se sentiría mal si supiera que bailas con Caroline. Además, parece que olvidas que conozco a Baba y a su hermana desde hace mucho tiempo. Las dos me importan más que tú; y por lo del trabajo, sin duda, encontraré otro. Quizá no tan bueno, pero con seguridad que el jefe no tratará de chantajearme.

-¿Chantajearte? ¿Ahora de qué me estás acusando?

-Cómo llamas al venir a decirme que si lo digo a Baba perderé mi trabajo. Eso es chantaje, según el diccionario.

-Vine aquí a razonar contigo y el hecho de que empieces a trabajar conmigo es irrelevante. Pero no me gusta el tono de voz que usas, no lo puedo permitir en la oficina, perdería mi autoridad; además, ellos podrían pensar que eres mi última amante.

Judith abrió la boca, pero nopudo decir nada.

-¿Qué te imaginas que pensarían si dejara que una mujer me hablase en la forma que tú lo haces? Concluirían que estoy tan loco por ti, que podías hacer lo que quisieras conmigo.

Sorprendida, todavía no podía hablar; él la miró a la cara y rio.

-Bueno, al menos has callado un momento; eso me agrada. Quizá sea útil en el futuro.

-Creí que no habría un futuro para mí en tu empresa.

-Es algo que tenemos que discutir. No estás vestida para llevarte con alguien respetable -dijo mientras examinaba su ropa de trabajo- No importa. Quiero que conozcas a alguien, ponte una chaqueta y vámonos.

-No quiero conocer a Caroline Rendell. Gracias.

Y menos en la forma en que estaba vestida.

-¿Dije Caroline? No. Es la mujer más importate en mi vida y quiero que te vea, para saber si tomo el riesgo de contratarte y ponerte al frente de mis negocios personales.

-¿Tu madre? -preguntó Judith con las cejas arqueadas.

-Muy inteligente, señorita Murry. Sí, mi madre es la persona más inteligente que conozco. En el pasado, mi padre no tomaba ninguna decisión sin consultarla.

-No estaba en la fiesta de compromiso. ¿No aprueba tu matrimonio?

-Claro que si y Baba le gusta mucho. La llevé a concoerla, no me digas que no lo sabías, creí que Baba te lo contaba todo.

-Entonces, ¿porqué no estuvo en la fiesta? ¿No vive en Dublín?

-Es muy frágil, viajar la cansa demasiado; vive en Howth . Nos tomará media hora llegar y podremos almorzar allí.

Judith se miró el vestido.

-No puedo ir a conocer a tu madre con esta falda. Tengo que ir a casa y cambiarme.

Nicky miró su reloj.

-¿Cuánto tiempo se llevará?

-Dame diez minutos -contestó.

-No creo en milagros. Ningunamujer puede arreglarse y estar lista en diez minutos.

-Prueba conmigo.

La contemplo, con la cabeza inclinada.

-Nunca conocí una mujer como tú. Creo que lo harás, aunque sólo sea para probar que estoy equivocado Bueno, vamos, no te quedes ahí.
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Mensaje por nina093 Dom 08 Feb 2015, 5:52 pm

Capitulo 12

Fue hasta que legaron a la casa de su abuela cuando Judith se percató de que había dejado su coche cerca de su apartamento. Estaba cerrado, pero mostraba con claridad que Nicky Byrne hacía las cosas a su manera. ¿Por qué no pensó en su coche? Se dejó llevar por la energía de Nicky que la alejó de su apartamento sin que ella opusiera la menor resistencia. La tomó por sorpresa la invitación a conocer a su madre; no podía negar que deseaba conocer a la señora Byrne. Tenía curiosidad; lo que dijo Nicky no era nada nuevo para ella, pues ya había escuchado algo en Nueva York. La leyenda Byrne la envolvía, se suponía que era el poder detrás del trono; la gente decía que su esposo siempre la consultaba antes de tomar decisiones, pero ella trabajaba en privado. Sólo aquellos pocos amigos de la familia, que vivían en Baldoyle, la podían ver; de esos pocos, sólo algunos recibían invitación a la otra casa. Estaba en un solitario campo con vista a unos lagos. Judith había oído mencionar su nombre muchas veces, pero nadie mencionó cómo era, lo que aumentaba la leyenda.
Nicky detuvo el coche y volvió a mirar el reloj.

-Bueno, tienes diez minutos. ¿Podrías invitarme un café mientras espero?

-Desde luego, entra -dijo ella y él la siguió.

La señora Murry salió de la cocina con un pepino en la mano y se sorprendió.

-Hola, entonces te encontró -sonrió y se acercó a Nicky- Estoy muy contenta de conocerlo al fin. Robert. ¿Se quedará con nosotras para el almuerzo? Me temo que sólo hay ensalada, pero ya encontraré una lata de algo para preparar. Desde hace mucho tiempo le dije a Judith que lo trajera a conversar, para concoerlo, sólo que me habría gustado que me hubiera avisado con anticipación.

-El no es Robert, abuela, es el seor Byrne. Señor Byrne, ella es mi abuela, la señora Murry.

La abuela lo miró sorprendida, tanto que en vez de darle la amno para estrecharla, le ofreció el pepino. Lo cambió de mano y se la estrechó.

-Disculpe, creí que era el amigo de Judith.

-Es natural. Estoy contento de conocerla, he escuchado mucho de usted.

-¿Si? Me temo que no puedo devolverle el cumplido. Creí que Judith saldría con alguien llamado Robert.

-Voy a salir, pero él no es mi amigo, es mi nuevo jefe. ¿Le sirves un café mientras vuelvo? Iré a cambiarme.

Se sintió incómoda por la sonrisa de Nicky, más que por la confusión de su abuela, y corrió arriba, dejándolos charlando.
Se quitó la vieja ropa y se lavó con rapidez. Escogió un vestido rojo oscuro de lana y empezaba a cepillarse el cabello, cuando alguien llamó a la puerta.

-Adelante...

Miró a su abuela, que sonreía.

-Ya iba a bajar.

-¿Quieres café?

-No tengo tiempo, el señor Byrne tiene prisa. ¿Te dijo que almorzaríamos  con su madre?

-Sí ¿No es encantador? No recuerdo haber visto a alguien tan guapo como él en años; tuve que ponerme los lentes para mirarlo bien. ¡Qué color de cabello tan poco común! ¿Cómo llamarías a ese tono? ¿cenizo?

-Rubio -comentó, mientras se miraba en el espejo.

Estaba tranquila y limpia, sólo eso; pero esa era la impresión que quería causarle a la señora Byrne. Se levantó y la abuela la siguió diciendo con voz alta:

-¿No puedes usar un vestido más bonito que ese?

Nicky iba hacia la puerta y sonrió cuando ella salió. Judith se estaba familiarizando con los tipos de sonrisa que tenía y éste, el burlón, era el que menos le agradaba.

-Justo diez minutos. Lo hiciste.

-Pedante -murmuró Judith, consciente de la atenta mirada que la abuela le dedicaba a Nicky; la besó- No llegaré tarde.

-Definitivamente cenizo. No sé porqué dijiste rubio.

Cuando iban en el coche, él preguntó con curiosidad:

-¿Qué es cenizo?

-¿Oh? Nada.

Sus ojos vieron por el espejo retrovisor que un coche echaba a andar detrás de ellos.

-¿Dónde vive tu madre? -preguntó acomodándose en el asiento y suspirando.

Era una hermosa mañana y viajar por el campo era más agradable que trabajar en su apartamento.

-Justo afuera de Dublín, en una pequeña villa.

-¿Te espera?

-La llamé esta mañana -se volvió a mirarla y sonrió- También te espera a tí. Le dije que te traería, aunque fuera a la fuerza.

-¿Ah, si?

La voz de Judith parecía fría, pero a él le provocó una sonrisa. No se impresionaba con facilidad, estaba acostumbrado a hacer las cosas a su manera, tenía demasiado dinero y poder a temprana edad.

-¿Te dijo Baba que estuve saliendo con Caroline antes de conocerla?

Judith se volvió a mirarlo, sorprendida, con los ojos muy abiertos.

-Sí, también me dijo que había estado en la fiesta. No es una chica amable arruinó la que debía ser una noche maravillosa para Baba.

-Me pregunto qué más te dijo -murmuró, casi para sí mismo- Me pones nervioso, señorita Murry, tienes el horrible hábito de decir lo que piensas sin importarte las consecuencias y me sorprende ver todo lo que has hecho en el banco, esos hábitos meten en problemas. Debiste tener un jefe muy tolerante.

-John nunca hizo nada que yo desaprobara.

-Qué inteligente.

Lo miró y al encontrar una sonrisa se relajó. Su mirada se detuvo en el espejo colocado en la puerta y vio el mismo vehículo que había salido justo detrás de ellos y continuaba detrás; parecía que no les perdían el rastro. Los hombres que los seguían usaban lentes oscuros y no se podía ver mucho de sus rostros. Habían salido hacía veinte minutos y era demasiada coincidencia que llevaran el mismo rumbo, cuando ya habían atravesado casi todo Dublín.

-No quiero ser alarmista, pero nos están siguiendo. Mira tu espejo, ese coche azul ha estado detrás de nosotros todo el camino.

Miró obediente y luego arqueó las cejas.

-No lo estoy imaginando. Ahora que estamos en la carretera, acelera y verás cómo nos siguen. Debes estar loco conduciendo sólo y un coche ordinario. Me imagino que te sientes más seguro aquí que en los Estados Unidos, pero deberías ser más cuidadoso. Debe gustarte estar relajado como a cualquier otra persona; sin embargo, no es inteligente, ni siquiera en Irlanda. Esos hombres del coche nos siguen, pueden ser secuestradores o quizá hasta asesinos.

Ella dejó de hablar al ver a los ojos sonrientes de Nicky y se puso rígida cuando el posó una mano en su rodilla, que casi de inmediato quitó.

-Gracias por el consejo, pero esos asesinos son mis guardaespaldas, mis hombres de seguridad, y tienes razón, sería loco si no tomara precauciones. Sin embargo, prefiero olvidar a mis guardaespaldas cuando puedo. Por eso es que están en el coche de atrás y no con nosotros, lo que hace tu compañía más agradable.

-¡Diablos! ¿Por qué me dejaste hablar tanto? ¿Por qué no me dijiste eso de inmediato?

-Fue dulce de tu parte que te preocuparas de mi seguridad -contestó con una sonrisa.

Judith pudo haberlo golpeado.

-También estaba impresionado por lo observadora que era. Debo sugerirles que sean menos evidnetes en el futuro; se supone que deben ser discretos. Si algún día surge el peligro, su llegada sería sorpresiva y esa podría ser la diferencia. Confío en las sorpresas.

Poco antes de llegar, entró en un estrecho camino bordeado de olmos y árboles frondosos que detrás tenían un pasto verde y lleno de florecillas blancas y amarillas. Nicky disminuyó la velocidad mientras se acercaban a las rejas, que se abrieron automáticamente a su paso. El coche azul se estacionó al final del camino.

-Damisela -comentó Nicky, mientras observaba con satisfacción que Judith admiraba la casa con asombro y deleite- Orihinalmente de llamó "La casa Damisela". De acuerdo con datos antiguos, es probable que haya sido un regalo para la hija de alguien, cuando se casó. Un dote, me imagino; durante el siglo diez y ocho la gente olvidó decir "La casa" y sólo le quedó Damisela. La teoría de mi madre es que sólo el terreno fue dote y la casa vino después.

-¿Desde cuando vive tu madre aquí?

-Déjame ver... Cerca de diez años. Mi madre conocía a los antiguos dueños, los escuchó comentar que estaba en venta y se apresuró a comprarla. Estaba enamorada de la casa desde que era niña; era su gran sueño, vivir aquí.

-No me sorprende, este tipo de construcciones tienen magia

-Tengo el presentimiento de que tú y mi madre se llevarán de maravilla. Vamos a que la conozcas, debe haber escuchado el motor y estará esperándonos, no pasa nda aquí sin que ella se entere.

Judith salió del coche y encontró en el frente de la casa a una señora de edad avanzada, que caminaba hacia ellos.

-Mediodía, dijiste mediodía. Eso quiere decir las doce del día. No se cómo le llamas tú, pero el reloj acaba de dar la una. Si vas a llegar ala una, deberías decirlo; no tienes consideración, hemos estado muy preocupados por tí y mis piernas están cansadas de tanto subir y bajar escaleras, para ver si llamabas; temíamos un choque o un secuestro y que para esta hora estarías rumbo a Sudamérica. Cuando prometas llegar a una hora, debes cumplir. La ternera se arruinó y el único culpable eres tú -y, sin respirar d enuevo, miró a Judith- ¿Quién es ella? No es tu prometida, ella tenía un cabello hermoso. No dijiste que traerías a alguien contigo. ¿Se quedará para el almuerzo? No sé si hay suficiente.

-Desde luego que hay suficiente, Fanny. ¿Cómo has estado? Lamento llegar tarde, espero que la ternera aún se pueda comer. ella es mi nueva asistente, la señorita Murry -dijo Nicky sin perturbarse por las agrias palabras de la anciana.

Judith le tendió la mano, nerviosa, bajó la mirada penetrante. Sin darle la mano, Fanny se dio la vuelta y entró en la casa. Dejando a Judith la impresión de que, a los ojos de Fanny, una invitada no da la mano a una sirvienta. Nicky sonrió con ella.

-Fanny ha cuidado a mi madre durante mucho tiempo u no sé qué hubiera hecho si faltara -comentó con voz alta, para que Fanny lo escuchara.

En eso, regresó y dijo, ignorándolo:

-El almuerzo estará listo en diez minutos. Será mejor que veas a tu madre antes de sentarte a comer. No tardes.

Judith vio la situación muy divertida y bajó la cabeza para que no la vieran sonreír, pero Nicky la tomó del brazo y le dijo:

-Un buen día, tu sentido del humor te va a meter en problemas.

Ella se volvió a mirar la mano que la sujetaba y contestó:

-Y un día vas a recibir una buena patada, si me sigues tocando así.

-¡Encantadora! -maifestó, pero no le quitó la mano del brazo- Ven, vamos a conocer a mi madre. Quédate con esa expresión, es la que quiero que vea: podría agriar la leche de muchas vacas.

Judith cambió el gesto de inmediato, por una sonrisa angelical y sus ojos agrandados parecían más inocentes.

-¿Esta bien esta?

Nicky la miró con una extraña y profunda mirada que hizo que bajara sus jos instintivamente.
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Mensaje por nina093 Lun 09 Mar 2015, 6:12 pm

Capitulo 13

No estaba segura de lo que hallaría cuando siguió a Nicky al gran dormitorio iluinado por la luz del sol, pero con certeza que no era lo que vio. Sentada en la cama, recostada en un montón de almohadas y mirando a la puerta mientras ellos entraban, se encontraba la señora Byrne. Es hermosa. Fue el primer pensamiento de Judith.

—Nicholas, llegas tarde. Estaba preocupada.

—No debiste estarlo.

Nicky se sentó a su lado y tomó la mano de su madre entre las suyas. Judith esperó unos momentos y a señora Byrne la miró sonriendo.
Nicky se levantó y miró a Judith.

—Madre, ella es Judith Murry. Judith, ésta es mi madre.

Judith se acercó con rapidez a la cama y le ofreció la mano.

—Siéntate un momento, Judith; es muy amable de tu parte desperdiciar todo tu doingo y venir a visitarme. Espero que Nicky no te haya presionado demasiado...

—No mucho —respondió Judith, sentándose en la cama.

La señora Byrne la miró sorprendida y luego sonrió.

—Ten cuidado, madre. Judith tiene el hábito terrible de decir lo que piensa —le advirtió Nicky con tono seco.

—Esa será una nueva experiencia para ti, querido —contestó a la advertencia,y continuó— Oí que acabas de regresar de Nueva York ¿Cómo está todo por allá?

—Ruidoso, electrizante y excitante. Debe ser una de las ciudades más ruidosas del undo y es desconcertante por qué siguen derribando edificios y construyendo nuevos durante la noche. Nada los satisface; supongo que cuanto más alto es un edificio es mejor, según lo que ellos piensan. No sé por qué mandan hombres al espacio, algún día, los rascacielos de Manhattan llegarán hasta allá.

La señora Byrne miraba a Judith con curiosidad, poniéndola nerviosa y consciente de su limitación. La madre de Nicky había conocido a Baba, poco tiempo antes y, ahora, al conocer a Judith la comparación sería desfavorable. Después de todo, su vestido tan sencillo, rojo oscuro, y su cabello lacio alrededor de la cara delgada parecía no tener posibilidades. Judith bajó la cara al recordar su aspecto.

—Nicholas, déjanos solas; aquí no haces falta. Ve a la cocina y trata de contentar a Fanny; está muy enfadada porque has llegado tarde.  

—No debiste preocuparte, Fanny se enfadó porque te vio preocupada.

—Sé todo respecto a Fanny, gracias, pero no puedo evitar sentirme agitada cuando te has retrasado casi una hora. Ahora ve a hablar con ella —le dijo señalando la puerta imperiosamente y la señora sonrió a Judith— Soy tonta al tratarlo así, cuando él ya es un hombre; es un hábito horrible que adquirí en los Estados Unidos. Qué sociedad tan violenta, sobre todo cuando hay dinero de por medio. Viví en terror cuando un rencoroso amenazó a con matarlo.

—Nicholas tiene sus guardaespaldas a la mano todo el tiempo, incluso aquí. No debería preocuparse tanto.

Luego le contó el pequeño incidente en el camino; la señora Byrne se rió.

—¿No estabas asustada?

—Estaba petrificada. Me sentí muy tonta cuando me dijo que era su escolta de seguridad; ya hasta había imaginado cómo escapar de ellos.

La señora Byrne se apoyó con sus blancas manos sobre las sábanas.

—No eres lo que esperaba.

—¿Y qué era lo que esperaba? —preguntó preocupada.

¿Una mujer elegante, como Caroline Rendell? ¿Bella, sofisticada y además inteligente? Se sintió irritada y triste. ¿Por qué la apariencia es tan importante? Creyó que se llevarían muy bien, pero parecía que también la mediría implacablemente con ese rasero y la encontraría poco impresionante por no ser hermosa.

—Nicholas me dijo que eres insolente y difícil; me imagino que peleas con él todo el tiempo. Dice que eres obstinada y demasiado libre en tus opiniones.

—¿Eso le dijo? —murmuró Judith, mientras bajaba la mirada para ocultar el disgusto que sentía. ¿Acaso la señora Byrne sabía de la relación de Nicky y Caroline?

—¿Conociste a tu predecesora? A la señora Rendell.

—Sí —contestó con los labios casi cerrados, esperando no darle entonación a sus palabras.

—Ella es el tipo de persona con la que Nicholas estuvo trabajando en los Estados Unidos. Para llegar hasta allí se tiene que ser hechicera; ella es encantadora y además viste muy bien. Pero sus ojos la delatan —Judith se sorprendió y la miró— Sí que la delatan ¿Es por eso que no me queires dejar ver tu rostro? ¿Para que no me dé cuenta de lo que hay en tus ojos? —Judith no respondió, pero sonrió— Sí, puedes sonreír o decir mentiras, pero los ojos siempre dirán la verdad y Caroline Rendell tiene ojos fríos —le dijo, echándose un mechón de cabellos detrás de la oreja.

—Me tomaron por sorpresa y estoy encantada de poder hablar contigo; nunca pude hacerlo con Caroline. ¿Te comentó Nicholas que una de tus responsabilidades será mantenerme informada de lo que pasa? No es porque no confíe en él, siempre me llama varias veces a la semana, aunque esté en Los Angeles o Tokio. Puede que esté postrada en esta cama; sin embargo, no significa que mi mente haya dejado de trabajar. Me gusta informarme de todo; leo los periódicos todas las mañanas, hablo con el gerente del banco. El día que deje de tener interés en este mundo será porque estoy muerta.

Judith sonrió, encantada. La señora Byrne parecía muy frágil y delicada, pero hablaba en forma tan directa y franca que Judith sintió afinidad hacia ella de inmediato.

—Tú eres una vieja amiga de Baba, Nicholas me lo dijo.

—La conozco hace años, se hermana mayor es mi mejor amiga.

—Empezaba a creer que Nicholas nunca se casaría; ha estado tan ocupado desde la muerte de mi esposo. El se hizo cargo de todo, ha habido chicas en su vida, pero ninguna de ellas se quedó demasiado tiempo. Parece que no le importaron mucho; eso me preocupaba, le ponía toda su atención al trabajo, que era lo que en realidad le importaba. No había lugar en su vida para el matrimonio. Cuando un hombre se acostumbra a vivir así, se le forma un hábito, se vuelven agoístas y no quieren cambiar.

Luego la miró a los ojos.

—¿Tú no has pensado en casarte todavía?

—No —contestó en seco, sin querer hablar de sí misma.

La señora Byrne la miró durante un momento y luego continuó.

—Baba me agradó desde el primer momento, es una chica deliciosa, muy dulce y cálida, pero... —se detuvo y Judith frunció el ceño. ¿Qué era lo que iba a decir? La señora suspiró y miró hacia la ventana— Bueno, ella es lo que quieres Nicholas y yo quiero que él sea feliz. Uno nunca sabe lo que hay en la cabeza de otra persona, aunque sea tu hijo... ¿Es Baba lo que parece?

La pregunta fue tan inesperada y directa que Judith no pudo contestar de inmedaito. La miró con los ojos agradados y luego sonrió.

—Baba es ciento por ciento genuina, créame, Ruth y yo queríamos que ella no fuera tan amable; de hecho, estábamos celosas. Era más joven, tan hermosa que la gente se volvía a mirarla en cualquier lugar; a nosotros nos hubiera gustado que fuera engreída o arrogante, pero nunca lo fue. Ella es puro oro desde siempre.

La señora Byrne escuchaba asintiendo.

—Me alegra saber que no me equivoqué. Me daría mucha rabia si me diera cuenta de que ella... ¿No es ridiículo cuánto nos disgusta que alguien nos haga tontos?

—No. ¿A quién le divierte ser tonto o tan solo parecerlo?

—¿Alguien te ha hecho parecer tonta, Judith?

—Tal vez, pero ahora no recuerdo. Imagino que es por protección.

Las dos rieron y luego, la señora Byrne preguntó cómo había entrado en el banco. Durante los siguiente minutos hablaron de temas más generales; le pareció agradable e interesante, se dio cuenta de que la señora era inteligente y con el conocimiento de una enciclopedia de finanzas internacionales. Cuando Nicky regresó y les dijo que la comida estaba lista, Judith quería continuar la charla; no recordaba haber conocido a alguien tan interesante y agradable. La señora Byrne conocía a todo aquel que tenía importancia en el mundo del dinero y sus juicios acerca de ellos fueron muy acertados, aunque no los criticó.

—Ven a verme antes de que te vayas, Judith —le dijo la señora Byne, mientras salían de la habitación.

Ella asintió con la cabeza.

—Le agradadas —comentó Nicky.

—Ojalá tengas razón. A mí me simpatizó mucho.

Se preguntó si era como pasar una prueba antes de entrar a trabajar con él. ¿Recurría a la aprobación de su madre cada vez que necesitaba nuevo personal?

—Qué lástima, haber ido por ti, ahora que charlaban tan a gusto; espero que no le hayas mostrado las garras que has utilizado conmigo todo el tiempo —comentó sonriendo, mientras abría la puerta del comedor.
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Mensaje por nina093 Jue 16 Abr 2015, 5:08 pm

Capitulo 14

El comedor estaba iluminado por el sol, con paredes de roble y floreros por todas partes, que llenaban el aire con fragancia primaveral.
Judith no contestó al último comentario de su jefe y empezaron a comer el delicioso almuerzo que había preparado Fanny.

—¿Qué es lo que debo hacer que me creas que no estaba engañando a Baba?

—Me sorprende que tengas tanto interés en mi opinión. ¿Importa lo que yo diga?

—Lo mismo me he preguntado desde la última noche. Sé que no debería, pero sí me importa tu opinión; quizá te parezca infantil, sin embargo, me desagrada que alguien me vea como culpable cuando no lo soy.

—¿De veras? —respondió Judith, sonriente.

En ese momento se dio cuenta, de pronto, de que le creía. Quizá por su insistencia en ser inocente o, tal vez, porque, de alguna manera, lo había conocido más en las últimas veinticuatro horas.

—No tengo intención de empezar mi matrimonio con engaños. Además, si los hubiera, no serían con Caroline.

—¿No? ¿Entonces con quién?

—Contigo, tal vez.

—No empieces a portarte romántico conmigo, yo no les robo los novios a mis amigas; y, aunque así fuera, tú serías el último de los hombres en quien me fijaría. Nosotros no vivimos en el mismo mundo.

—Qué divertido, creí que sí lo hacíamos. No muchas mujeres pueden hablar de negocios como tú; tan amena e inteligentemente. Y las que pueden, no tienen tu snetido del humor. ¿Crees que no me he dado cuenta de que cuando miras hacia abajo te ríes de mí?

Judith se ruborizó y bajó la irada, pero esta vez no para reír, sino para esconder la incomodidad que sentía.

—¿Estás seguro acerca de Baba?

No respondió: callaron mientras Fanny quitó los platos sucios y sirvió la ternera y una exquisita ensalada de papa y chícharos, con un aderezo de menta. Fanny le hablaba a Nicky de su madre, reprochándole; él solo movía la cabeza con paciencia. Le tenía más respeto del que había mostrado para Judith. ¿Habría sido su niñera? se preguntó Judith pues actuaba como un miembro de la familia.
Cuando bebían el café, Nicky preguntó:

—¿Sabes jugar croquet?

Judith negó con la cabeza, sorprendida.

—Entonces te enseñaré; hay un viejo juego de croquet afuera. Me gusta jugar por la tarde; es relajante. Cuando mi madre se cambió aquí, leí las reglas. Lo único que recordaba era que en el libro de 'Alicia en el país de las Maravillas', ella jugaba con unos flamingos como mazos.

—A mí no me gustó el libro de Alicia cuando era niña. Me parecía muy aburrido.

—Yo me divertí mucho la última vez que lo leí; no creo qye sea un libro para niños, tienes que leerlo otra vez. Creo que es un libro profundo.

—No lo he leído desde que tenía diez años.

—Quizá ahora te sorprenda. ¿Vamos a jugar croquet?

Ella se levantó.

—Si te parece bien...

No esperaba divertirse, pero estuvo muy alegre. Se rieron mucho, pues Nicky hacía trampa todo el juego; lo hacía abiertamente, admitiendo quele gustaba ganar de cualquier forma, aun rompiendo las reglas.

—Eso no está bien —comentó Judith.

La miró con sus ojos alegres, brillantes a la luz de la tarde. Ella sintió como si se fuera a desmayar; debió haber jugado mucho bajo el sol. Antes de irse, Nicky la llevó arriba, con su madre, para que se despidiera.

—Ven a visitarme, disfruté de nuestra pequeña charla. Quizá tengas una tarde desocupada y puedas venir. Cuando Nicky se vaya, te agradeceré que me llames algunas veces —Judith se lo prometió y, regresó a la ciudad, Nicky le dijo:

—¿A las nueve en punto, mañana?

Sabía que él no estaba seguro de su respuesta, pues sintió cómo la miraba por el rabiilo del ojo.

—Allí estaré —respondió calmada y Nicky se relajó.

El sol se hundía en el horizonte y el viento primaveral se paseaba por entre los árboles, Judith se volvió a mirar las flores rosas del campo; enfrente de ellos la oscuridad aparecía. Ninguno de los dos habló durante un rato. Judith se sentía tranquila y feliz; el día había empezado muy mal, pero terminó con un sentimiento diferente.
Cuando Nicky la dejó frente a la casa de su abuela, las luces ya estaban encendidas. Judith desabrochó el cinturón de seguridad y se volvió a mirarlo.

—Gracias, me divertí mucho.

—Fue un placer —respondió con seriedad.

Fue estúpido, pero, de pronto, se sintió nerviosa y, se alejó del coche con rapidez, aunque no sabía por qué. Entró a la casa y, solo después de cerrar la puerta, dejó de respirar agitadamente. Se sintió amenazada en ese coche, cu corazón no latía al ritmo acostmbrado y tenía el rostro caliente. Estaba furiosa consigo misma,por haberse portado como una niña de escuela en la primera cita. Nicky debía saber que estab tensa; había actuado como si él tuviera uñas terribles y el pobre hombre no tuvo intención de tocarla ni siquiera con un dedo.
Debía estar loca por dejar que su imaginación volara de tal forma; durante un segundo, creyó que la besaría, sintió eso cada momento y corrió a su cuarto a mirarse al espejo.

—¿Que él te coqueteara? Eso quisieras ¿Sabes qué? Estás loca.

Sus ojos brillaban por el enfado; escuchó la voz de su abuela.

—¿Eres tú, Judith?

—Sí, bajaré en un minuto.

Entró en el baño, esta vez sin mirarse en el espejo; se lavó las manos vigorosamente, como si quisiera borra sus fantasías y su estupidez. Un momento más tarde, estaba fresca y vivaz y bajó a ver a su abuela.

La mañana siguiente, llegó a la acogedora  oficina. Entró en el ascensor con algunos otros empleados. Afuera llovía, una lluvia ligera de primavera que probablemente cesaría a mediodía; al menos, era lo que comentaban los empleados. Judith estaba nerviosa y deseaba que no se le notara. Aunque no le dijo lo que le esperaba, sabía que necesitaría toda su concentración e inteligencia; le permitiría comer algunos errores al principio, pero habría un tiempo límite.
La oficina estaba en el último piso y fue ella la única enllegar; salió del ascensor con calma y fue hacia la recepcionista que estaba sentada detrás de un escritorio, en el alfombrado corredor.
La chica sonrió.

—Buenos días, soy Judith Murry, tengo una cita...

—Con el señor Byrne. Sí, señorita Murry, le diré que está aquí —llamó por el intercomunicador y luego se levantó— Por aquí, señorita Murry, le mostraré el camino a la oficina del señor Byrne —la guió hasta un par de puertas dobles al final del pasillo. Las brió y dijo—: Señor... la señorita Murry —permitió que Judith pasara, mientars ella permanecía en la puerta y agregó—: ¿Preparo café?

—En media ahora, Dora, por favor —respondió Nicky, levantándose detrás de un amplio escritorio cubierto de papeles.

La puerta se cerró y él se encaminó hacia Judith, señalando la silla que estaba enfrente del escritorio.

—Siéntate Judith. Tenemos mucho que hacer y muy pcoo tiempo.

Ella se sentó, cruzando las piernas, y sintió cómo él observaba sus movimientos. Nicky se sentó en una orilla del escritorio, quedando sus rodillas a escasos centímetros de ella. Usaba un traje formal, pero se había aflojado la corbata y el primer botón dela camisa lo tenía desabrochado; ella pudo ver la piel suave y bronceada de su garganta bajo la tela blanquísima. Luego desvió la mirada, irritada por estas debilidades. Eso tenía que cesar; él se casaría con Baba y no era libre y, aunque lo fuera. Judith no era el tipo de chica en que él se fijaría.

—Luces eficiente, hoy —comentó Nicky con una nota seca en su voz.

Judith se ruborizó; vestía un traje de lana, combinado con una blusa blanca de botones en forma de perla, que daban un toque de elegancia a su esbelta figura. Lo escogió deliberadamente para parecer eficiente y la enfureció su sonrisa.

—Bien, aquí hay un breve informe del trabajo que desempeñaba Caroline. Luego iremos a su pficina para aclarar todos los detalles, pero esto te dará una idea general —dijo y le dio una carpeta. Ella la abrió y empezó a leer, sus ojos se movían con rapidez. Nicky la miraba y ella deseó que no estuviera tan cerca, pues la distraía y le hacía más difícil concentrarse— Mira con cuiddo la página tres, esas son las compañías que estoy revisando y me gustaría adquirir, en las debidas condiciones.

Ella leía, ahora con lentitud, algunos párrafos de esa página. El se levantó, fue detrás de ella y se inclinó por su espalda; su mejilla casi tocaba la de ella; escuchó su respiración. Desde luego que él no sabía lo que estaba ocasionando. De pronto, se dio cuenta de que, cuando estaba con él, ella era un ser humano. ¿Qué mujer trabajando con un hombre tan cerca podía ser indiferente? pensó con impaciencia. ¿O era que él no era consciente de su sexualidad? No, sus instintos eran los mismos que los de cualquier otra mujer y Nicky Byrne era un hombre atractivo; su sexualidad no era fácil de ignorar. ¡Cuánto deseó poder hacerlo! Hasta ayer, no habría soñado que sería difícil dominar su propia femineidad y olvidar que Nicky Byrne estaba cerca. No se le ocurrió pensar que existía este tipo de peligro, al aceptar trabajar con él. Este tipo de problemas eran nuevos para ella, aunque ya había trabajado con hombres atractivos; incluso salió con algunos de ellos, sin que por esto perdiera su concentración en el trabajo. Siempre fue sencillo para ella separar sus horas de trabajo y las de entretenimiento; disfrutaba de ambas, sin que unas afectaran a la otra. Para su alivio, él se retiró a su escritorio.

—Cuando hayas entendido todo eso, lo discutiremos y nos tomaremos un café.

Judith pudo tranquilizarse; leyó la página tres de nuevo y revisó las otras hojas. Antes de levantar la vista, las preguntas casi salían de sus labios. Entonces, Nicky miró su reloj y dijo:

—Hora de comer.

Se sorprendió mucho, pues no se dio cuenta de cómo había pasado el tiempo. Apenas recordaba el café que tomaron y las dos llamadas que los habían interrumpido.

El la miró y se rió.

—¿Perdiste la noción del tiempo? Yo también, hasta que sentí hambre. Bueno, comamos rápido en el comedor de directores y regresaremos a terminar la charla, ¿si?

Era una pregunta retórica, él lo planeó así y a ella sólo le quedaba aceptar. Fueron los únicos ocupantes del comedor. Nicky le dijo que se usaba ocasionalmente. Comieorn melón y ensalada con carnes frías, seguidas de queso y café. Judith estaba nerviosa, habló muy poco ahora que la charla no era acerca del trabajo que era el único tema que la hacía sentirse segura.

—¡Oh, se me olvidaba!... —dijo Nicky, mientras caminaban de regreso.

Cuando llegaron a la oficina, él abrió un cajón del escritorio y sacó un libro de pasta azul y se lo dio. Judith leyó el título y se sorprendió.

—Es Alicia...

No dejes de leerlo —comentó, sentado en su silla, con las manos en la nuca, entre sus cabellos.

La lluvia había cesado, como lo predijeron, y el sol se filtraba por las grandes ventanas iluminando a Nicky por detrás, se deslumbró y, durante un momento, casi no lo pudo ver. Luego se acostumbró a la luz y sus ojos se encontraron con los de él. Judith sintió que su corazón saltaba dentro de su pecho. Era una sensación que la dejaba sin aliento y temblorosa, su piel se encendía y la boca estaba seca.

"¡Dios mío! ¿Qué me está pasando?" pensó para sí. "No me estoy enamorando de él, ¿o sí? Estaría loca; voy a terminar en el diván del siquiatra si me dejo llevar por este apasionamiento por alguien como Nicky Byrne." Nunca nadie la había afectado de esa manera, hacía tiempo que decidió no perder la cabeza por un hombre.
Conocía a otras chicas atrapadas por un apasionamiento, que habían ido detrás del hobre sin que nada les importara y sentía lástima por ellas. Tenía sentido común, pero ahora parecía que había desertado; su corazón seguía mandando pequeñas vibraciones por todos lados, cada vez que Nicky le sonreía.
El empezó a hablar d etrabajo y Judith se vio obligada a concentrarse.
"Es indigestión lo que tengo", se dijo con firmeza, " eso es todo; debe ser por comer aprisa el almuerzo".
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Mensaje por nina093 Jue 02 Jul 2015, 5:00 pm

Capitulo 15

Los días siguientes, Judith trató de convencerse de que los sentimientos que tenía eran pura imaginación, mantuvo una estrecha vigilancia sobre sus sentimientos.
Cuando Nicky entraba en su oficina y sentía que sus nervios se encendían, se decía a sí misma, que era enfado, por haberla interrumpido. Cuando él se volvía sorpresivamente, le sonreía y ella sentía calor en las mejillas, se decía que era vergüenza, pues él habría adivinado las estúpidas ideas que cruzaban por su mente. No estaba segura de cuál sería su reacción, pero no correría el riesgo de que se enterara; podría sentirse halagado o avergonzado y ninguna de las dos cosas serían agradables para ella.

Desde el principio trabajaron juntos y pronto fue obvio que se parecían en muchas cosas; no sólo Judith sabía lo que Nicky querría al dia siguiente y lo tenía preparado, sin que él lo mencionara. Atrapaba pequeñas pistas de lo que él hablaba pero era, simplemente que ella sabía, como por instinto, lo que él haría y entonces se movía en esa dirección. Tenía mucho que aprender y eso la mantenía ocupada, sin poder pensar en Nicky. Le faltaba revisar muchas carpetas y tenía que entenderlas.

La compañía internacional Byrne-Klein, era un negocio complejo, con intereses alrededor del mundo. Le tomó a Judith la primera semana descubrir hasta donde abarcaba a la organización. Cada tarde llegaba a su casa cargada de carpetas que llevaba ara estudiar después de la comida.
Cuando Robert la llamó por teléfono, tuvo que disculparse por no poder salir.

—Me gustaría ver esa película, pero tengo trabajo hasta las orejas...

—Mucho trabajo y nada de diversión.

—Lo sé, pero una vez que me acostumbre, todo será distinto, mientras tanto, tengo que restringir mis citas por las tardes. ¿Cómo voy a discutir con los directores, si ni siquiera sé de qué están hablando?

—Pareces enfadada.

—Lo siento, es que estoy cansada.

—¿Qué tal el sábado por la noche?

—El sábado estará perfecto.

—Está bien. Pasaré por ti —ofreció.

Aceptó y después regresó a trabajar sintiéndose mejor. Sus ojos se empezaban a cansar de su día y a su mente le tomaba más tiempo asimilar los detalles de lo que estaba leyendo. Era una tarde lluviosa y podían escucharse las melancólicas gotas de agua caer. Había algo depresivo en ello; incluso la cena estuvo insípida.
Baba aún no regresaba de California. Judith había hablado por teléfono con Ruth la tarde anterior; quería saber cuándo volvería y así poder sentirse mejor.

—No he sabido nada de ella. Pero no me sorprende. Baba nunca envía postales. Si tuviera un plan, me llamaría —contestó Ruth.

—¿Quieres decir que si consigue la parte en la película?

Judith no le deseba ningun mal a Baba, pero deseó que no le dieran esa parte, pues se quedaría en California durante mucho tiempo y ella querría que estuviera allí, con Nicky. Estando Baba cerca de Nicky, sería visible que era suyo y resultaría más fácil evitar los estúpidos sentimientos que decía que no existían. Ruth continuó su charla por teléfono.

—¿No sería grandioso que se la dieran? Yo siempre estuve segura de que Baba sería alguien especial.

—¿Y qué pasará con Nicky Byrne? Baba dice que a él no le gustaría la idea.

—Esty segura de que se sentirá orgulloso. Después de todo, ella será famosa y, si la ama, estará encantado.

Parecía sencillo para Ruth, ella proyectaba sus emociones a las otras personas y no podía imagianr que alguien viera las cosas de diferente modo. Estaba contenta al saber que su hermana podía ser una estrella de cine y no pensaba que Nicky viera la vida desde otro ángulo.

—Avísame si consigue la parte, ¿sí?

—Puedes apostar a que te llamaré de inmediato —luego hizo una pausa y preguntó cómo le iba en el trabajo, si le era difícil su relación con Nicky.

—No nos hemos peleado todavía.

No quería hablar de Nicky. Dejó su trabajo y se acercó a la ventana, apartando la cortina para poder ver la lluvia. Muchas veces se había preguntado qué era el amor; mirando a los amantes desde afuera, uno tenía la idea de que todo era pura ilusión, la gente busca en otros algo que les haga la vida más soportable. Creen haber encontrado la pareja perfecta, cuando lo único que tienen es alguien más con quien estar solos. Judith nunca se imaginó que se ilusionaría por otro ser humano; pensaba que era demasiado independiente y su sentido común tan asombroso que no podía creer que otro ser humano cambiaría el sentido de su vida, y, ahora que sentía los efectos del amor, estaba confusa y desorientada.

Cuanto más se decía a sí misma que no debía mirarlo, sus ojos más los buscaban; tenía almacenadas un millón de imágenes de Nicky: hablando mientras llegaba a su oficina, de pie junto a la ventana, mirando hacia afuera, como ella lo hacía ahora; caminando alrededor del cuarto con las manos en los bolsillos; su cabello rubio, la mirada rápida de reojo cuando pasaba por el corredor; la forma y textura de sus manos cuando detenía la puerta para que ella entrara. Lo estaba memorizando, grabándolo en su mente, cuando esperaba el ascensor y él se acercó por detrás; no tuvo que volverse para saber que era él, su cuerpo se lo decía como si tuviera una antena que registrara su presencia. El sonido de sus pisadas era inconfundible.
El teléfono sonó, haciéndola brincar y soltar la cortina. Sus nervios no estaban bien, tendría que hacer algo al respecto y pronto.

—Hola...

—¿Judith?

Era Nicky, que parecía apresurado.

—Me temo que no me será posible estar en la junta de mañana. El señor Isaac Kalsterg sale mañana a primera hora y quiero hablar con él. Tienes que tomar mi lugar. ¿Podrías venir aquí para una rápida revisión de todos los documentos?

Ella tenía los labios secos, pero pudo contestar.

—Sí. ¿Cuándo?

—Ahora... Lamento mucho scarte de tu cómoda casa en una noche como ésta; yo iría por tí, pero estoy esperando llamadas importantes y no puedo salir. Te prometo que no será mucho tiempo —se escuchó una risa y luego continuó—: Tú siempre entiendes las cosas con mucha rapidez.

—Gracias. Estaré ahí en un cuarto de hora.

—Adiós.

Colgó el teléfono con lentitud, sus manos temblaban y durante un momento no hizo nada. Luego se apresuró, no tendría tiempo de cambiarse y si Nicky objetaba algo porque se presentaba con viejos jeans y playera, era su problema Se peinó y maquilló, se puso un impermeable color crema y se miró en el espejo; era una chica bastante ordinaria. Mirándose comprendía con tristeza que la felicidad de Baba no estaba amenazada. Nicky no se fijaría en ella. Pensar lo contrario era una locura de su parte. Nicky debía tener muchas mujeres locas de amor por él, estaba segura de que no era la primera; sólo había que recordar a Caroline. Su comportamiento en la fiesta fue aterrador y ahora la entendía; estaba herida porque Nicky la dejó para estar con Baba. Parecía irónico que hubiera estado tan enfadada cuando los vio bailar, pues ahora estaba loca por él.

Dejó el apartamento y condujo con la lluvia cayendo en el parabrisas; los limpiadores apenas hacían visible el camino; las calles estaban desiertas, la gente no salía en este diluvio. ¿Por qué no le dijo a Nicky que ya estaba acostada cuando él teléfono sonó? Porque,no pensaste en nada, tonta, se dijo a sí misma.
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