Forgotten Words
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El marido de mi hermana [Nicky Byrne][18+][TERMINADA]

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Mensaje por nina093 Vie 11 Jul 2014, 12:42 pm

El marido de mi hermana [Nicky Byrne][18+][TERMINADA] Wlsaf310

Nombre:El marido de mi hermana
Autor: Linda Lael Miller
Artista o personaje: Nicky Byrne
Adaptación: Sip...
Género:  Romance.
Capitulos: 44
Advertencias: Algunas escenas de sexo algo fuertes.
Otras Páginas: CLICK HERE
Resumen: Kate decidió un buen día volver su vida al revés. Dejó a su novio, se independizó de su acomodada familia y renunció a su trabajo. Después fue a Irlanda en busca de su libertad...y cayó en brazos de Nicky Byrne...el marido de su hermana.


Última edición por nina093 el Sáb 30 Ago 2014, 12:00 pm, editado 1 vez
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Mensaje por nina093 Vie 11 Jul 2014, 12:42 pm

El marido de mi hermana [Nicky Byrne][18+][TERMINADA] Elmari10


CAPITULO 1


El intercambio resultó tan evidente, tan poco disimulado, que Kate no podía dar crédito a lo que estaba viendo. El vestíbulo estaba lleno de gente que reía y charlaba a la espera de que la función de ópera se reanudara. Kate se quedó inmóvil, ni siquiera se atrevía a parpadear.
No podía imaginarse una cosa así. Brad acababa de entregarle una bolsa llena de polvo blanco a otro hombre y recibió dinero a cambio, todo ello delante de la mitad de población de Seattle. En su desesperación pensó que todo podía ser un error, tal vez el paquete no contenía cocaína y Brad, el hombre con quien pensaba casarse al cabo de un mes, no había recibido ningún dinero.
Un momento después, Brad se volvió con disimulo y se introdujo los billetes doblados en el bolsillo. Sus ojos se encontraron y quedó claro que sabía que Kate lo vio, pero en su cara no había dolor, sino desafío. Luego volvió a mirar a su compañero, como si Kate hubiera dejado de existir.
Kate tuvo la necesidad de salir a respirar aire fresco. Dejó su café a un lado y corrió hacia la puerta principal.
Una vez afuera, se aferró a la barandilla con ambas manos y respiró profundo. Miró hacia atrás: como era de esperar, Brad no la siguió. Probablemente ni siquiera advirtió su ausencia. Dirigió la vista hacia el cielo cubierto de estrellas, pero no podía ver con claridad porque tenía los ojos llenos de lágrimas.
Kate inició el descenso por la escalera, Brad era el hombre con el que se iba a casar, y también el director de la campaña electoral de su padre. ¿Cómo pudo estar tan ciega? ¿Cómo era posible que llevara tanto tiempo prometida a él y no supiera qué tipo de hombre era?
No podía ser la primera vez que Brad hacía una cosa así, de eso estaba segura. Se sentía tan desesperada, tenía que hacer algo, lo que fuera, así que caminó con paso rápido hacia su casa.

-De todas maneras, ¿para qué quería casarme con Bradley Wilshire? -Se preguntó en voz alta.

Al llegar a la esquina, procuró no mirar su reflejo en el cristal por miedo a que la imagen le respondiera que sí, que quería casarse, y nada más. Trató de pensar que al cabo de unos minutos llegaría a su pequeña y elegante casa desde la que se contemplaba el puerto.
Sabía que iba a ser imposible olvidar lo que vio esa noche, y no obstante sabía que no iba a tener fuerza para soportar las consecuencias. Ya casi llegaba a su casa, pero cuando pasó junto al Banco de Comercio, distinguió a dos hombres parados junto al cajero automático. Kate estuvo a punto de cruzar a la acera opuesta, pero como los vio muy concentrados en su conversación, decidió pasar junto a ellos pensando que ni siquiera la verían.
El hombre frente a Kate era alto y atractivo, y le resultaba desagradablemente familiar. A la escasa luz del cajero automático lepareció ver que llevaba traje de etiqueta y que sonreía de una manera casi ingenua.

-Tranquilízate, amigo -decía con un fuerte acento irlandés- Si lo que quieres dinero, yo te lo daré, pero el cajero sólo me da esta cantidad cada veinticuatro horas.

Kate sintió una especie de vértigo,una mezcla de desesperación e impaciencia. Aquella voz, aquel acento... no podía ser! Fue entonces cuando Kate disinguió el brillo de la navaja que empuñaba el segundo individuo. La ira se apoderó de ella. Gracias a Brad ya había visto bastantes delitos aquel día, y estaba harta. Sin pensar en las consecuencias de lo que hacía, blandó el pesado bolso y lo lanzó a la cabeza del atracador. El improvisado proyectil o golpeó enla frente, al instante soltó la navaja y cayó al suelo de rodillas, aturdido.
El hombre alto se agachó, recogió la navaja y se la metió en el bolsillo.

-Buen trabajo, Katie -dijo mientras sacaba una tarjeta de crédito dorada del cajero-, pero no deberías haberte expuesto a este riesgo. Piensa que el asaltante podía haberse vuelto contra ti.

Kate tuvo que apoyarse contra la pared del banco, porque sentía que las piernas no la sostenían.

-Nicky -susurró.

El sonrió, y en ese momento al atracador intentó levantarse de donde estaba, pero el otro hombre lo detuvo de inmediato con el pie.

-Estás sorprendida de verme, ¿verdad? -le preguntó Nicky.

Kate se repuso un poco y echó a andar.

-Voy a llamar a la policía -anunció.

Nicky la detuvo sujetándola por el codo.

-No hace falta, amor. Ya están aquí.

En efecto, un coche patrulla se detenía en aquel momento junto a la acera.

-¿Qué pasa? -preguntó el mayor de los dos oficiales.

Nicky lo expilcó todo, y los policías pusieron de pie al atracador con brusquedad.

-La señora y usted tendrán que acompañarnos a la comisaría para poder asentar la denuncia. -dijo uno de los oficiales.

-¿Y si no vamos? -preguntó Nicky.

-En ese caso lo soltarán de inmediato -respondió Kate.

-Eso no lo vamos a permitir -dijo Nicky- Tengo el coche en la esquina. Los seguiremos.

Los policías se despidieron y luego de intriducir al ladrón en la parte trasera del coche, se alejaron.

-Y bien -comentó Nicky cuando ya los seguían en su coche- qué casualidad encontrarte aquí.

Kate se cruzó de brazos. Primero lo de las drogas con su novio, luego el atraco y ahora esto. Desde luego, su horóscopo no fue muy acertado aquella mañana.

-Mis padres te habrían agradecido que los llamaras por teléfono -dijo con frialdad- Ellos se preocupan por Gil, como puedes imaginar.

La referencia a su hijo pequeño no pareció conmover a Nicky lo más mínimo, o por lo menos eso le pareció a Kate, que vigilaba a su cuñado por el rabillo del ojo. Resultaba una mala suerte que entre todos los atracos que se producían en la ciudad, ella hubiera tenido que tropezarse con uno en el que estaba mezclado Nicky. No lo veía desde el día del funeral de Abby, y tenía la esperanza de no volver a verlo jamás.

-¿Trajiste a Gil?

-¿Cómo quieres que traslade al niño de un hemisferio a otro con esa facilidad? -respondió él.

Kate tuvo que contener el impulso de golpearlo también con el bolso.

-Sus abuelos quieren verlo. Eso me parece una razón suficiente.

-Di la verdad: lo que quieren es arrebatármelo y convertirlo en un niño bien norteamericano.

-Gil es medio norteamericano -señaló Kate, atreviéndose a mirarlo- ¿Es que eso tiene algo de malo?

Acababan de llegar a la comisaría de policía, y Nicky no tuvo que contestar, al menos por el momento.

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Mensaje por nina093 Sáb 12 Jul 2014, 5:27 pm

CAPITULO 2


La hora siguiente la pasaron redactando la denuncia.  Durante todo el tiempo, Kate estuvo pensando en denunciar a Brad por tráfico de drogas, pero decidió no hacerlo sin consultar antes con su padre ya que un escándalo imprevisto podría acabar con sus posibilidades de ser reelegido para el senado
Cuando firmó su declaración llamó a casa. Contestó su madre.

-Residencia Blake, ¿dígame?

Kate se armó de valor.

-Hola, mamá, soy Kate. Estoy en la comisaría de policía y...

-En la comisaría! -exclamó Irene Blake con horror- Por el amor de Dios! ¿Qué ha pasado? Querido... es Kate... dice que está en la comisaría!

De inmediato su padre se puso al aparato.

-¿Cómo es que estás en la comisaría? Hija mía, si te han detenido por algo, no te lo perdonaré nunca... en plena campaña!

-Pero papá, ¿qué dices? Nome han detenido -susurró ruborizándose- Lo que pasa es que he presenciado un atraco por casualidad, y nada más.

-¿Te encuentras bien? -exclamó el senador. Ahora que sabía que su campaña estaba a salvo, su padre se preocupaba por su hija.

-Estoy bien -dijo- Mira, papá, te llamo porque me acabo de encontrar con... bueno, con Nicky.

-¿Qué Nicky? -preguntó el senador.

Kate sintió una especie de escalofrío. Torció un poco la cabeza y se dio cuenta de que el atractivo irlandés estaba junto a ella, a pocos centímetros. Se recordó que fue el marido de su hermana, que era un mentiroso y un mujeriego... pero aquella turbadora sensación no la abandonó.

-Nicky Byrne -respondió al fin, sintiendo que le ardían las mejillas.

A Nicky le brillaban los ojos de risa, y debió escuchar la pregunta de su padre porque le arrebató el teléfono y habló él mismo, con gran frialdad.

-Sí, senador, ese malvado irlandés... el que se casó con su hija mayor.

Kate cerró los ojos al oír el torrente de blasfemias que salió en aquel momento de labios de su padre. Como pudo, le arrebató el auricular a Nicky y le dijo:

-Papá, por favor! Piensa en tu corazón.

El senador siguió maldiciendo y al final colgó, después de haber farfullado algo así como "trae a ese maldito cueste lo que cueste", Nicky también debió oírlo, aunque parecía divertirse enormemente.

-Vaya bienvenida -murmuró.

Kate tenía un terrible dolor de cabeza. Buscó en su bolso, pero descubrió con consternación que solo llevaba las llaves y la tarjeta de crédito.

-Quiere hablar contigo de Gil -dijo- No es nada más.

Nicky no parecía demasiado convencido, pero de todas maneras le ofreció el brazo e inclinó la cabeza a un lado.

-De acuerdo, Katie. Me enfrentaré al león en su guarida,pero ten presente que lo hago por ti.

-Muchísimas gracias -respondió ella.

Cuando se dirigían hacia la mansión Blake en el coche de Nicky, Kate lo miraba a hurtadillas. Parecía malhumorado e impaciente. No esperaba que de pronto le tomara la mano izquierda y apretara el grueso diamante de su anillo de compromiso.

-¿Quién es el afortunado? -preguntó.

Kate sintió una tristeza abrumadora al recordar la escena vivida en el teatro. Sin pensarlo dos veces se quitó el anillo y lo dejó caer en el bolso.

-No hay ningún afortunado -dijo con amargura.

Esataba apunto de cumplir treinta años y las oportunidades de casarse y tener hijos iban disminuyendo.

-Es extraño. Abby siempre decía que tú serías la primera en casarte y formar una familia.

El no podía saber hasta qué punto le hacía daño aquel comentario. Kate no lo conocía bien. Habían transcurrido diez años desde que se casó con su hermana en el jardín de la casa de sus padres y cinco desde que Abby se mató al caer un acantilado cuando conducía su coche al norte de Sydney.
La madre de Kate seguía pensando que Abby se suicidó porque no era capaz de soportar la infelicidad que Nicky le causaba. Kate, por su parte, no sabía qué pensar.

-¿Kate?

Kate salió se su ensimismamiento y le señaló el camino.

-A la derecha en la siguiente calle.

Nicky volvió a tomarle la mano.

-No hace falta que me lo digas. Todavía me acuerdo. A ti te pasa algo, Kate. ¿De qué se trata?

Kate bajó la vista.

-Creía estar enamorada -le confesó-, pero esta noche sorprendí a Brad haciendo una cosa terrible.

El le apretó la mano.

-Si tienes alguna duda respecto a él, lo mejor que puedes hacer es dejarlo.

Kate sabía que aquello era una gran verdad, pero en ese momento, hubiera hecho cualquier cosa con tal de poder cambiar los acontecimientos.
Cuando llegaron a las verjas de la mansión, éstas se abrieron de inmediato, lo que indicaba que su padre esperaba.

-No sé por qué hago esto -murmuró Nicky.

Kate suspiró.

-Y mi horóscopo de esta mañana decía hoy iba a tener un buen día -comentó cuando se acercaban a la casa.

-No creerás en esas tonterías, ¿verdad? -preguntó Nicky malhumorado.

-No, ya no creo en nada de eso.

Cuando llegaron a la casa, el senador John Blake los esperaba en el pórtico con las manos en los bolsillos de su bata.

-¿Dónde está el niño? -preguntó el senador, sin un saludo previo ni una pregunta por el motivo de aquel viaje a Norteamérica.

-Está en el colegio, en Sydney, donde debe estar -respondió Nicky tranquilo.

El nunca se dejaba intimidar por el senador.

-Mladita sea, Nicholas! Ese niño debería estar con su familia.

-Yo soy su familia -respondió Nicky sin perder la calma.

Kate miró con cierta admiración su manera de guardar la compostura, aunque ella deseara tanto como sus padres que el niño visitara regularmente Estados Unidos.
En aquel momento apareció Irene Blake detrás de senador.

-No podemos quedarnos aquí fuera dando el espectáculo -dijo- podría haber algún reportero con una cámara escondido por allí.

Kate entró en la casa,pensando que el verdadero escándalo surgiría cuando los manejos ilegales de Brad salieran a la luz.

-¿Qué haces aquí? -preguntó el senador a Nicky cuando estuvieron en el estudio y con las puertas bien cerradas.

-Llevo una semana en Seattle si es que le importa -respondió Nicky-  Mi empresa analiza la posibilidad de celebrar un contrato con Aeronáuticas Simmons.

-Entonces, ¿sigues trabajando en las líneas aéreas?

-Podría decirse que si. Pero me imagino que no habrá obligado a su hija a traerme aquí para hablar de mi trabajo, ¿verdad?

-No -respondió el senador- Te hice venir para hablar de mi nieto.

Nicky sacó una cartera de piel del bolsillo y la abrió colocándola ante los ojos de su antiguo suegro. Por encima de su hombro, Kate pudo ver la fotografía de un niño rubio que sonreía a la cámara. El rostro del senador se conmovió se sorpresa y dolor.

-Es un niño muy guapo -dijo con voz alterada- ¿Va bien en el colegio?

-En general si. Solo tiene algunas dificultades con la ortografía y esas cosas.

La señora Blake se acercó más al senador para ver mejor la fotografía.

-Abby también era así -dijo.

De pronto pareció como si faltara el aire en la habitación.

-Ese niño tiene derecho a conocer a la familia de su madre -dijo el senador.

-Hace algunos anos podría haber accedido a eso -respondió Nicky, sacando la foto de su funda de plástico y la entregó a la señora Blake.

-¿Y qué es lo que lo ha hecho cambiar de opinión? -preguntó el senador.

-Cualquiera cambiaría de opinión después de que intentaran secuestrar a su hijo -respondió Nicky mirando a Kate- Pueden venir a visitar a Gil cuando quieran, pero yo no voy a enviarlo aquí, por lo menos hasta que tenga edad suficiente para cuidar de si mismo.

Kate miró a Nicky sin comprender. ¿Qué quería decir con aquello de que estuvieron a punto de secuestrar a su hijo? Era la primera vez que ella oía algo similar,y sin embargo, Nicky lo dijo como si pensara que el senador estaba detrás de ello.
Cuando Nicky salió del estudio. Kate lo siguió, en parte por no tener que soportar uno de los discursos de su padre, y en parte porque necesitaba hablar con él. ¡No podía acusar a unas personas inocentes de haber cometido en delito y luego marcharse tan tranquilo!
Kate se despidió a toda prisa de sus padres y siguió a Nicky.

-Supongo que querrás que te lleve a casa -el dijo Nicky al abrirle la puerta del coche.

Kate se introdujo en el coche.

-¿Se puede saber qué es eso de que mi padre trató de secuestrar al niño?

Nicky puso el coche en marcha.

-No lo hizo personalmente, por supuesto. Pagó a una persona para que se llevara a mi hijo del jardín d eniños.

-¡Eso es mentira!

Nicky paró el coche en seco, sin avisar y le dirigió una mirada furiosa.

-¿Ah, si? El hombre que detuvo la policía lo confesó todo. Dijo que trabajaba para un poderoso político estadounidense. El resto lo imaginé yo.

Kate sintió que palidecía.

-No... -murmuró, consternada. Su padre era incapaz de semejante cosa- No te creo.

-Puedes creer lo que mejor te parezca, amor -dijo Nicky con un suspiro- la verdad es que me tiene sin cuidado.

-Si mi padre era culpable, ¿por qué no llevaste el caso a la prensa? Así habrías destrozado su carrera.

-No podía hacer una cosa así, después de haber querido a su hija, ¿comprendes? -dijo en voz baja.

Kate se recostó en su asiento. Aquello era más de lo que podía soportar en un solo día.

-Y entonces, ¿ahora vas a volver a casa y te vas a olvidar para siempre que Gil tiene una familia en Estados Unidos?

-En efecto. Si quieren verlo, tendrán que ir a Australia.

-Puede que vaya a verlo -respondió, pensando que le haría bien alejarse de todo.

Nicky la miró furtivamente.

-¿Lo dices en serio?

-Necesito sacar la visa, pero no creo que tarde demasiado.

Kate no podía saber si a Nicky le gustaba o no la idea de una visita de su antigua cuñada, porque el coche estaba a oscuras y no podía distinguir su rostro.

-¿Dónde vives? -le preguntó Nicky.

Kate le dijo la dirección de su edificio y él asintió como si lo conociera bien. Por lo visto, se encontraba cerca de su hotel.

-¿Cuanto tiempo vas a quedarte aquí? -le preguntó Kate.

-Unos días más, me imagino. Quiero volar en ese aparato por lo menos una vez antes de dar mi visto bueno.

-¿Cuántos aviones van a comprar?

Nicky le dedicó una sonrisa que a ella le pareció algo desdeñosa.

-Desde luego, eres digna hija de tu padre -le dijo, y a Kate le sonó un insulto- Una decena, más o menos. Estamos renovando nuestra antigua flota. Y tú, ¿qué es lo que haces?

-Trabajo para el senador -respondió Kate, sintiéndose un poco avergonzada sin saber por qué.

-Eso ya lo sabía -respondió Nicky en el mismo momento en que detenía el coche ante su edificio- Pero, ¿trabajas de verdad o te limitas a estar de acuerdo con todo lo que dice el viejo?

Kate se sonrojó indignada, pero cuando iba a salir del coche, Nicky le sujetó la mano con la que asía el pomo de la puerta. Tembló al sentir que le acariciaba la piel.

-¿Tienes frío? -le preguntó, a sabiendas d eque estaba ardiendo.

Kate lanzó un gemido cuando Nicky se inclinó sobe ella y la besó en la boca, pero no hizo ningún movimiento para retirarse. La vieja atracción e siempre volvía para avergonzarla.

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Mensaje por nina093 Dom 13 Jul 2014, 12:29 pm

CAPITULO TRES



Cuando Kate llegó a su casa, el teléfono estaba sonando, pero ella dejó que respondiera el contestador automático. Se oyó la voz de Brad, y Kate pensó que si algo bueno tenía el incidente de aquella noche era que ella pasaría a ocupar el puesto de Brad, para el que estaba perfectamente capacitada y tenía experiencia más que suficiente.
-Kate, estoy en casa. ¡Llámame ahora mismo!

-Vete al diablo -murmuró Kate, cruzando los brazos sobre el pecho.

Bajó el volumen de la grabadora porque no quería seguir oyendo aquella voz.
Su mente y sus sentidos estaban empapados por Nicky. El corazón le latía acelerado y sentía que sus pezones se habían erizado y me marcaban en la seda del vestido. Se dirigió a la estantería y saco un álbum de piel en cuyo lomo estaba escrito en letras doradas:Abby y Nicky. Se le hizo un nudo en la garganta cuando abrió la primera página. Era Abby, sentada ante su tocador, envuelta en el satén, el encaje y las perlas de su vestido de novia. También se vio a sí misma, diez años más joven, ataviada con un vestido rosa de dama de honor.
Rozó con la punta de los dedos el rostro terso y alegre de su hermana Abby. Se le llenaron los ojos de lágrimas y tuvo que volver a dejar el álbum en su sitio. No podía seguir recordando a Abby, sobre todo cundo todavía le ardía en la boca el beso de Nicky.
Con un suspiro, fue al cuarto. Logró relajarse un tanto con una larga ducha, aunque la caricia del agua caliente la hacía demasiado consciente de su cuerpo. Al cabo de un rato, después de haberse secado la melena de color castaño, y vestida con un camisón negro de tirantes, se metió en la cama y se tapó hasta la barbilla. No iba a pensar ni un solo minuto en Nicky.
Pero sus buenos propósitos fueron vanos. Al cabo de unos minutos se puso a recordar la primera vez que vio a Nicky Byrne.
Ella tenía diecinueve años entonces, y él llegó a su casa con Abby. Kate no tardó en enamorarse de él, impresionada por su atractivo, su sentido del humor y su peculiar acento. Aunque él nunca hizo nada para suscitar a alimentar aquel sentimiento, siempre fue muy amable con ella, y Kate siguió adorándolo incluso después de que se convirtiera en su cuñado.
Fue entonces cuando empezaron a llegar los extraños correos de Abby, en los que se quejaba de que Nicky era un machista que la odiaba y disfrutaba humillándola.

-¿Por qué no te separaste de él? -preguntó Kate en voz alta, en la oscuridad.

Cerró los ojos con fuerza, porque la asaltaron recuerdos desagradables del funeral.
Nicky se encargó de trasladar el cuerpo de Abby a Estados Unidos para que fuera enterrada en la capilla familiar, pero su hijo Gil, que entonces tenía dos años se quedó en Australia. Por aquella época, Kate seguía amándolo, aunque no tenía valor para reconocerlo, porque la mezcla de culpabilidad y tristeza hubiera sido demasiado para ella.
Durante los últimos cinco años Kate hizo todos los esfuerzos para quitarse a Nicky de la cabeza y hasta aquella noche, creía que ya había conseguido superar esos sentimientos indignos para siempre.

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Mensaje por nina093 Dom 13 Jul 2014, 5:19 pm

CAPITULO CUATRO



Kate se despertó sobresaltada al oír unos golpes furiosos en la puerta. Echó una mirada al despertador y vio que sólo eran las dos y media de la madrugada. Medio dormida salió de la cama, se puso la bata y acudió a la puerta. A través de la mirilla vio que era Brad.

-Maldita sea, déjame entrar -exclamó.

Kate vaciló un momento, pero luego abrió la puerta. Brad era muy capaz de organizar una escena. El hombre entró de mal modo.

-¿Por qué demonios te marchaste sin avisar? -gritó sin poder contener la furia.

Kate se mordió los labios y se apartó el pelo revuelto de la frente.

-Porque vi como aceptabas dinero a cambio de una bolsa de cocaína -dijo lentamente.

Kate esperaba que lo negara enérgico, pero se limitó a mirarla con hostilidad.

-¿Y bien? -preguntó.

Kate se sentía furiosa por momentos.

-¿Qué quieres decir con esa pregunta? -exclamó procurando no gritar demasiado- Estamos hablando de un delito...

Brad sacudió la cabeza, como si no pudiera dar crédito a lo que oía.

-Me dejas atónito -murmuró.

-Y tú a mí también -respondió ella. Dio media vuelta buscando el bolso y en cuanto lo encontró sacó de él su anillo de compromiso- Aquí tienes -dijo tendiéndoselo a Brad.

-No hablarás en serio.

-No puedo casarme contigo -dijo Kate.

Se le llenaron los ojos de lágrimas, porque en ese momento renunciaba a sus sueños: una casa en las afueras, hijos... Todo se desvanecía de repente.

-Kate -dijo pronunciando muy claramente las palabras, como si le estuviera hablando a un niño-, todo el mundo comercia concocaína.

Kate negó con la cabeza y se secó las lágrimas, que ya empapaban sus mejillas, con la manga de la bata.

-no. Eso no es verdad y tú lo sabes. Brad, necesitas ayuda. Si te internaras en un hospital...

Brad levantó las manos con un gesto tan brusco que Kate retrocedió un paso, atemorizada.

-Espera un momento. ¿Qué dices? ¿hospitales? Yo no tengo ese problema, Kate. Aunque lo tuviera, no abandonaría la campaña de senador.

Kate tragó saliva.

-Vas a tener que renunciar a tu puesto de director de la campaña, Brad. De inmediato.

El se quedó mirándola como si acabara de decir una atrocidad.

-¿Qué renuncie? ¿Estás bromeando? ¡Este es el trabajo más importante de mi carrera, y tú lo sabes perfectamente!

Kate sabía que Brad tenía ambiciones políticas, y que abandonó un brillante puesto en una firma de abogados con la sola intención de conseguir contactos entre la gente influyente.

-Brad, si no renuncias, mi padre te despedirá.

Brad palideció.

-¿Es que vas a contarle lo que viste esta noche?

-No tengo más remedio -respondió Kate con convicción no exenta de tristeza- Sería una falta de responsabilidad no advertirle.

Brad se acercó a ella y le tomó la cara entre las manos con violencia contenida. Kate sintió miedo.

-No. Escúchame. No puedes hacerme esto... He trabajado mucho, me he esforzado tanto...

Kate se soltó como pudo y se refugió detrás del sofá.

-Vete a casa -le dijo con voz tranquila- Piensa en ello. Mañana hablaremos.

-¡No señora! ¡Vamos a hablar ahora! -replicó Brad- ¡Si le cuentas a tu padre lo de la cocaína será mi ruina!

Kate sentía horror sólo de pensar que estuvo a punto de casarse con el hombre.

-Márchate, por favor.

Brad no se movió ni un centímetro. En tono de desdén dijo:

-Qué ingenua eres, Kate. Este tipo de cosas pasan todos los días en todas las esferas del gobierno. ¿Por qué no dejas de jugar a los cuentos y despiertas de una vez?

Kate lo miró con verdadero asco, sin explicarse cómo pudo engañarla hasta entonces. Después de un momento de silencio y de terror por parte de Kate, Brad salió de allí como en una estampida. Kate corrió a la puerta, cerró con llave y echó la cadena, demasiado asustada para pensar.

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Mensaje por nina093 Lun 14 Jul 2014, 11:55 am

CAPITULO CINCO


A la mañana siguiente, el ruido del teléfono la despertó antes de que sonara el despertador.

-¿Dígame? -preguntó medio dormida.

La voz del senador sonó como un trueno contenido.

-Arrestaron a Brad -le dijo.

-¿Cuándo? -preguntó Kate sentándose en seguida en la cama.

-Esta mañana, muy temprano. El niega todos los cargos, por supuesto.

Kate tragó saliva.

-¿De qué lo acusan?

-Deberías saberlo -respondió su padre con frialdad-, ya que fuiste tú quien lo denunció, ¿no? ¿Cómo has podido hacerme una cosa así sabiendo lo mucho que puede perjudicarme un escándalo en este momento?

-Yo no lo denuncié. Nunca lo habría hecho sin consultarte antes.

-Sea como sea, la noticia ya está en todos los periódicos e internet. Tendremos que decidir si ponernos de parte de Wilshire o si darle la espalda.

-No me parece una decisión difícil, porque yo sé que es culpable. Lo vi hacer una venta con mis propios ojos.

-¿Pero no lo delataste?

-No -insistió Kate- Aunque quizá debí hacerlo.

-Entonces, ¿no habrá boda?

Kate se revolvió el cabello.

-No sé cómo se te ocurre preguntarlo siquiera -susurró enfurecida- ¡Por supuesto que no!

El senador suspiró. Kate sabía que tenía grandes sueños para Brad. Tenía la intención de apadrinar a su futuro yerno para que algún día lo sucediera en el mundo de la política. Y John Blake no era un hombre que se diera por vencido fácilmente.

-Creo que lograría convencerlo para que ingresara en un centro de rehabilitación.

-Olvídalo, papá -dijo Kate con un suspiro- Brad te arruinará si insistes en mantenerlo como director de campaña, y tú lo sabes.

Su padre asintió de mala gana y puso fin a la conversación.
Kate se dio una ducha y se vistió. En su calidad de secretaria de prensa de su padre, tenía que reunirse con los periodistas.
Cuando llegó ala casa de la colina, ya la estaban esperando, y se abalanzaron sobre el coche, tratando de introducir los micrófonos por la ventana mientras la bombardeaban con preguntas.

-¿Es cierto que denunció a su novio al enterarse de que traficaba con cocaína? -gritó un hombre.

Kate lo miró con disgusto y se dirigió hacia la puerta principal

-El senador les ofrecerá sus declaraciones dentro de un rato -gritó.

Alguien trató de asirla por un brazo, pero ella se soltó con furia. Cuando entró en la casa, encontró a su padre rodeado de ayudantes. Su madre no estaba por ninguna parte, y es que aunque solía participar activamente en la campaña, siempre sufría de fuertes jaquecas cuando las cosas se ponían mal, como ahora.

-¿Tienes preparada una declaración? -preguntó Kate, cuando pudo abrirse paso hasta su escritorio.

El levantó la vista como si le sorprendiera verla allí.

-Dile a esos buitres de allá fuera que aunque hemos sacado a Wilshire de la cárcel, vamos a deshacernos de él hoy mismo. Ya no pertenece al círculo de mis colaboradores.

-¿Cuándo vas a nombrar un sustituto?

Por supuesto, Kate esperaba que la sucesora fuera ella, porque se lo había ganado, y porque también, en muchos aspectos, ella estaba más capacitada que Brad.

-Ahora mismo -dijo el senador con decisión- Dile a los periodistas que he elegido a Mike Wilson para el puesto -dijo mirando con afecto al joven abogado que tenía junto a él.

Kate dio media vuelta sin decir una palabra.

-¿Sepuede saber a dónde vas? -le preguntó su padre con tono airado.

Kate se quedó quieta cuando llegaba a la puerta del estudio, con el pomo en la mano .

-Voy a efectuar mi última declaración oficial como tu secretaria de prensa -replicó con voz clara.

Preso de un ataque de furia, el senador corrió hacia ella.

-¡Tú no te marchas de aquí hasta que no me expliques qué es lo que sucede!

Kate se volvió y lo miró a la cara.

-¡Me habías prometido ese puesto!. A ver, papá, ¿cuántas veces me dijiste: Si no fuera por Brad, serías mi directora de campaña?

-Lo decía de broma, y lo sabes. ¡Hace falta un hombre para dirigir una campaña! Más aún, no tengo tiempo para andarme con contemplaciones contigo, Katherine. Si sales por esa puerta, puedes darte por despedida.

Kate miró a su padre y a todos los miembros de su personal, que la miraban como si acabara de volverse loca. Se hizo el firme propósito de no llorar y alzó la barbilla.

-Así me ahorrarás la molestia de escribir una carta de renuncia -dijo.

El senador lanzó una maldición, y ella salió del despacho sin volverse a mirarlo.


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El marido de mi hermana [Nicky Byrne][18+][TERMINADA] Empty Re: El marido de mi hermana [Nicky Byrne][18+][TERMINADA]

Mensaje por nina093 Lun 14 Jul 2014, 5:09 pm

CAPITULO SEIS



Su madre se encontraba en el vestíbulo perfectamente peinada, como siempre, pero pálida de ansiedad. Tomó a Kate por ambas manos y clavó sus ojos azules en ella.

-Tu padre está de un humor pésimo, pero estoy segura de que se le pasará en cuanto la prensa deje de atosigarlo.

Kate ya no podía contener más las lágrimas. Hizo un movimiento brusco con la cabeza y se llevó la mano a la cara.

-¿Qué ha ocurrido? -le preguntó Irene.

Kate se mordió sus labios, abrumada por la desilusión y la traición de que se sentía víctima.

-Le ha dado el puesto de Brad a Mike Wilson -consiguió decir con un gran esfuerzo.

Su madre la miró sin comprender.

-¿Y qué?

-Mamá, ese trabajo debió dármelo a mí -replicó Kate agotando su paciencia.

-Pero hija, es que tú eres...

-No te atrevas a decir que soy mujer, mamá, porque nunca te lo perdonaré.

Irene suspiró.

-¿Por qué no te tomas unas vacaciones,hija? Busca alguna playa tropical donde puedas tumbarte al sol hasta que te olvides de todo.

Kate se secó las lágrimas con un pañuelo de papel. Todavía debía presentarse ante la prensa.

-Buena idea, mamá. Dile a papá de mi parte: adiós, bye bye y arrivederci.

Dicho eso se dirigió hacia la puerta.

-No seas descarada, Katherine -exclamó su madre a sus espaldas- No es propio de ti.

Kate elevó los ojos al cielo, abrió la puerta y salió al pórtico. Casi tropezó con Nicky, que estaba llamando a la puerta, y se alegró como nunca de verlo, ya que le servía como barrera protectora contra los periodistas.

-Gracias a Dios que has venido -susurró.

Nicky esbozó una sonrisa. Estaba demasiado guapo con aquellos jeans y su chaqueta de cuero.

-Los yanquis son únicos para hacer cosas inesperadas -le susurró con tono burlón al oído- Yo que pensaba que me iban a dar con la puerta en las narices nada más al verme.

Kate lo tomó del brazo y lo miró con una sonrisa.

-Vamos a fingir que nos gustamos mutuamente -dijo apretando la boca en una mueca.

-¿Pero es que hace falta fingir?

En cuanto bajaron, los periodistas se precipitaron sobre ellos, rodeándolos y lanzando preguntas. Kate se asió a él con fuerza y miró hacia adelante. Había dejado de ser la secretaria de prensa de su padre; no tenía por qué dirigirse a los periodistas.

-¿Qué demonios está pasando aquí? -preguntó Nicky de buen humor cuando estuvieron a salvo en su coche y salían de la mansión.

Kate se apretó los ojos con ambas manos con la esperanza de no llorar otra vez.

-Mi padre me acaba de despedir.

Nicky no reaccionó con compasión, ni mucho menos.

-¿Así que te ha botado? Mejor para ti, amor -dijo alegre- Así ahora podrás hacer algo, además de ser la hija de tu padre.

-¿Qué insinúas? -le preguntó la chica indignada.

-Mira, Kate, le has dedicado al senador la totalidad de tu tiempo y la mitad de tu alma. ¿Cuándo piensas empezar a vivir tu propia vida?

Aquellas palabras la impresionaron hasta lo más profundo, e inconscientemente se puso a la defensiva, porque le daba miedo que un hombre que apenas la conocía, hubiera podido verlo.
En aquel momento de su vida, se sentía como una muñeca de papel. No tenía verdaderos intereses, aparte de la campaña del senador, ninguna afición especial y muy pocos amigos. Kate cruzó los brazos sintiéndose desmoralizada como nunca.

-Vamos, vamos. Ya verás cómo todo termina bien.

Kate se volvió hacia él.

-¿Qué hacías en casa de mis padres? -le preguntó.

Mientras hablaban, Nicky se dirigía a alguna parte con el coche, que no era, desde luego, la casa de Kate.

-Iba a buscarte. El arresto del bueno de Brad ha aparecido en todos los periódicos de esta mañana y pensé que necesitabas un hombro para llorar. Como no contestaste el teléfono, me imaginé que estarías con ti querido papá.

De pronto, Kate se dio cuenta de que hacía tiempo que habían dejado el centro de Seattle y que acababan de entrar en la autopista.

-¿A dónde vamos? -preguntó.

-A los hangares de Simmons. Ya te dije que quería probar ese avión una vez más.

-No pretenderás que vaya contigo, ¿verdad?

Nicky esbozó una sonrisa llena de inocencia.

-Claro que sí. Podemos comer a diez mil metros de altura... si no te desagrada la comida que sirven en los aviones, claro.

-¿Quién, yo? No, no, yo me quedo en tierra. No soy piloto de pruebas.

-Pero si no pasa nada, amor. Sólo se necesita un piloto de pruebas, y ese soy yo.

Kate suspiró.

-No voy adecuadamente vestida -objetó.

No era quele diera miedo volar, pero no le gustaba la idea de tener que probar un aparato.

-Pero si es un avión de pasajeros, querida Kate... no un avión de guerra. Vamos, disfruta de las aventuras de la vida.

Kate asintió de mala gana, meintras él sonreía, triunfante.


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Mensaje por nina093 Mar 15 Jul 2014, 12:17 pm

CAPITULO SIETE



Cuando llegaron a las pistas, al salir del coche, Kate se dio cuenta de que Nicky la miraba de arriba abajo de una manera demasiado... elocuente.

-Puedo esperarte en el hangar -insistió ella.

Nicky negó con un gesto y la enlazó por la cintura mientras avanzaban.

-No seas cobarde, Katie. Yo cuidaré de ti.

-Yo puedo cuidarme sola -respondió muy seria.

Nicky no respondió. Al cabo de unos minutos, subían por la escalerilla del jumbo que los esperaba en la pista. Había una azafata a bordo, además del copiloto y el navegante.
Kate los siguió hasta el interior del avión. Una vez allí, ocupó su asiento y se abrochó el cinturón de seguridad. Nicky le guiñó elojo antes de sentarse ante los mandos. Ella se inclinó hacia un lado para ver mejor cómo se ajustaba los audífonos y accionaba lo que a ella se le antojó como una infinidad de botones y palanquitas.
Kate se aferró a los brazos del asiento mientras el avión s edeslizaba a toda velocidad por la pista de despegue, tranquilizada al oír la conversación que mantenía Nicky con la torre de control. Hasta supadre reconocía que era un excelente piloto. Nada más al pensar aquello, se dio cuenta de que ya estaba comparando sus opiniones con las de su padre, como hacía siempre. Trató de relajarse, y cuando se dio cuenta de que tenía los ojos cerrados con todas sus fuerzas, los abrió, y se encontró con que Nicky la miraba con una sonrisa.
Una hora más tarde, Nicky aterrizó en las pistas de Simmons y Kate volvió a respirar tranquila. Abajo los esperaba un grupo de hombres sonrientes.

-Y bien, señor Byrne, ¿qué le parece nuestro pequeño? -preguntó uno de ellos señalando el aparato.

Nicky mantuvo una expresión neutral.

-Los motores se arrebatan un poco al disminuir la velocidad -comentó.

Kate pensó alarmada que aquella frase bien podía decir que estuvo en peligro de muerte y ni siquiera se dio cuenta. Uno de los oficiales reconoció a Kate.

-¿No es usted la hija del senador Blake?

Kate hizo una mueca. Quizá Nicky tenía razón, y ella no tenía identidad al margen de su padre. Asintió, sin saber qué más añadir.

-No me importa decirle que el senador ha sido muy buen amigo de Aeronáuticas Simmons.

El rostro de Nicky continuaba inescrutable.

-No se preocupe, compañero. Podemos hacer negocios a pesar de eso.

Kate se tragó una sonrisa. A continuación, Nicky la tomó de la mano, se despidió amable de los empleados del departamento de ventas y se dirigió hacia su coche.

-Bueno, ya he hecho mi trabajo por hoy -comentó al abrir la puerta para que entrara Kate- ¿Qué te parece si ahora pensamos en divertirnos un poco y nos vamos a comer por allí?

Kate se dio cuenta con sorpresa de que tenía hambre. Por culpa de las tensiones y los nervios de la campaña electoral y de su inminente boda, había perdido el apetito desde hacía varios meses. Le respondió que sí, encantada.
Entraron en un restaurante cercano, y mientras Nicky pedía algo del menú, Kate fue al mostrador de ensaladas. Cuando volvió a sentarse y le llevaron su plato, lo miró horrorizada. Era un solomillo, casi crudo, para colmo.

-¿Tú sabes lo perjudiciales que son las carnes rojas para el corazón? -le preguntó.

-¿No me digas que te has vuelto un bicho raro de esos que se alimentan de semillas?

-No es nada malo preocuparse por la salud de uno y cuidarse -le dijo Kate mientras pinchaba un tomate.

Nicky cortó un trozo de su carne semicruda y mientras la masticaba, dejó correr los ojos desde los senos de Kate hasta sus labios.

-No te preocupes, amor. Te prometo que soy un hombre muy saludable.

Aunque Nicky no dijo nada incorrecto, Kate sintió que se ruborizaba. Cuando estaba con ese hombre se sentía como si volviera a tener diecinueve años, con las mismas necesidades locas y los complejos de esa época. Fijó la vista en la ensalada, pero una carcajada de Nicky la hizo mirarlo.

-¿Qué te pasa?

-Te he echado de menos, Katie.

Kate no sabía lo que quería decir con aquello, pero le daba miedo preguntárselo. Ella nunca creyó que Nicky pensara en ella en absoluto, y menos que la extrañara.

-Me imagino que habras sabido que yo estaba loca por ti cuando te casaste con mi hermana.

-Lo sabía, si, y me sentía halagado -dijo Nicky levantando la cabeza.

A Kate volvieron a encendérsele las mejillas.

-Pero eras el marido de mi hermana -le recordó, sintiéndose invadida por la culpa.

-No es pecado querer a alguien.

Nicky se ensombreció al decir aquello, y Kate sintió vergüenza, porque sabía que pensaba en Abby y ella se sentía como una intrusa.

-¿Tú querías a mi hermana? -le preguntó.

-La quise durante un tiempo -respondió él tajante, y con ello se acabó la conversación.

Cuando terminaron de comer, Nicky llevó a Kate a su casa. Mientras él estacionaba el coche, ella lo esperó frente del ascensor. Fue entonces cuando apareció Brad.
Tenía un aspecto terrible, sin afeitar y con una profundísimas ojeras.

-¿Cómo has podido hacerme esto? ¿Cómo has sido capaz de venderme de esa manera?

Kate retrocedió cuando lo vio avanzar hacia ella. Loco de furia, Brad se abalanzó sobre ella y la asió por los hombros con violencia.
Lo siguiente que vio en el momento de terror, fue que Brad salía disparado contra una de las columnas de cemento.
Nicky había terminado de estacionar el coche.


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Mensaje por nina093 Mar 15 Jul 2014, 5:21 pm

CAPITULO OCHO



Brad se levantó despacio, frotándose la barbilla. Miraba con ojos furiosos a Nicky, pero se dirigió a Kate cuando habló.

-No has tardado mucho en encontrar un sustituto, ¿verdad?

Kate se encontraba conmocionada, y sentía un dolor en la cabeza que martilleaba despiadado sus sienes. Nicky guardaba silencio, aunque se palpaba su furia.

-Por favor -murmuró tratando de no mirarlo a los ojos-, márchate, Brad.

Vio que su novio se balanceaba, y percibió que despedía un desagradable olor a alcohol.

-Antes quería darte las gracias -le dijo-. Puede que no vuelva en mucho tiempo. Dime, Kate, ¿significaba yo algo para ti?

Inconscientemente, Kate se acercó más a Nicky, aunque no apartó los ojos de los de Brad.

-No fui yo quien te denunció, Brad.

En ese momento llegó el ascensor, y aprovechó para meterse dentro, seguida por Nicky,mientras que Brad se quedaba inmóvil, contemplándolos.

-Nunca olvidaré esto, Kate -le dijo cuando las puertas se cerraban.

Kate se tapó la cara con las manos y se reclinó contra la pared del ascensor en cuanto se puso en funcionamiento.

-Maldita sea -murmuró, sintiendo que el estómago se le retorcía con dolor y que el martilleo de su cabeza se hacía insoportable.

Sin decir palabra, Nicky le pasó un brazo por los hombros. Kate se apoyó en él, demasiado agotada para resistirse.
Cuando salieron del ascensor, Nicky le pidió la llave del apartamento, ella se la dio. Abrió la puerta y para sorpresa de ella, la levantó en sus brazos.

-Ya es hora de que alguien te mime un poco, Katie, amor -dijo con una voz extraña.

Kate ni siquiera pensó en resistirse cuando la llevó hasta la cama y la depositó allí con mucho cuidado. Mientras le quitaba los zapatos y le daba un suave masaje en los tobillos, le susurraba palabras agradables al oído. Ella se preguntaba cómo era posible que su hermana afirmara que el hombre era cruel.
Nicky la dejó un momento, y desde estaba, Kate oyó que abría y cerraba el armario de las medicinas. Al cabo de un momento, volvió con un vaso de agua y un par de aspirinas. Kate se tragó las pastillas con una sonrisa de agradecimiento, y al cabo de un minuto dormía profundo.
Cuando despertó, la habitación estaba en tinieblas, y Nicky estaba tumbado a su lado, completamente vestido, salvo por los zapatos. Tenía las manos en la nuca y daba la impresión de que dormía.
Kate lanzó un gemido ahogado y se volvió a recostar en la almohada. No se atrevía a moverse ni a hablar, porque tenía miedo de que Nicky despertara y se marchara.
Después de un buen rato, se dio cuenta que él estaba despierto a pesar de que mantenía los ojos cerrados.

-¿Te encuentras mejor, Katie? -le preguntó en voz baja.

Kate se humedeció los labios. La cercanía y el calor de su cuerpo la turbaban tanto, que tenía miedo de que se notara cuando hablara.

-Mucho mejor -dijo con voz ahogada.

Nicky abrió los ojos y se acomodó de lado. Rozó sus labios con los suyos y dejó la mano entre sus senos.

-Bien -dijo.

Kate no pudo contener un gemido cuando le acarició un pezón.

-Nicky -susurró como si le estuviera suplicando, porque deseaba que la tocara, y al mismo tiempo no quería que lo hiciera.

Entonces él la besó con apasionamiento, como la noche anterior en el coche, como si quisiera devorar sus labios e insinuar un juego más íntimo con los movimientos de su lengua. Kate le echó los brazos al cuello y respondió con todo su ser. No quería pensar en lo mucho que se equivocó al pensar que estaba enamorada de Brad.
Nicky le apartó la chaqueta del pecho y empezó a desabrochar los botones de su blusa, Kate arqueó la espalda, rindiéndose por completo cuando le apartó el sostén y tomó con su mano uno de los senos.

-Por favor -susurró Kate.

Y quería decir que siguiera, por favor, o que se detuviera por favor. Las dos cosas a la vez.
Nicky se inclinó hacia adelante y tomó un pezón entre los labios y terminó humedeciéndolo con la boca, sorbiéndolo, besándolo. Kate lanzó una exclamación de placer y apretó su cabeza contra el pecho.
Entonces él introdujo la mano bajo la falda y la obligó a separar los muslos. Mientras la acariciaba, le susurraba cosas, enfebrecido, mientras ella atraía de nuevo la cabeza contra sus senos.
Kate, que siempre sabía mantener la calma, había perdido las riendas de la voluntad y de los sentidos. Con aquellas caricias empezaba a perder la cabeza. Elevó entonces las caderas, y Nicky le deslizó la tanga hasta la mitad de los muslos. Ella deseaba ardientemente entregarse, pero no podía, y él se aprovechó de su posición ventajosa, llevándola hasta el frenesí.

-Tómame -le suplicó Kate, aferrándose a él con todas sus fuerzas-. ¡Oh, Nicky, por favor, tómame!

Él le besó el cuello y los hombros.

-Ahora no, Katie. Esta vez no -dijo en el momento en que Kate alcanzaba el clímaz.

Su cuerpo tenso se estremeció con varios espasmos y luego, cayó exhausta, sobre la colcha. Nicky se incorporó ligeramente, apoyado en un codo y la contempló, como si quisiera grabarse en su memoria sus facciones. Luego se sentó en la cama. Kate, dándose cuenta de que quería marcharse, se incorporó a su vez y le puso las manos en los hombros.

-Nicky, hazme el amor.

Él negó con un gesto, la apartó con gentileza y se puso de pie.

-Una cosa es darte placer -dijo con voz algo temblorosa- y otra muy distinta poseerte.

Kate estaba perdida en un mar de confusión. No es que tuviera demasiada experiencia con los hombres, pero estaba segura de que Nicky la deseaba tanto como ella a él. Las manos le temblaban mientras trataba de desabrocharse del todo la blusa y se quitaba la tanga.

-Yo...quería entregarme a ti.

Él la miró de frente por fin.

-Sé que lo deseabas, mi dulce Katie, pero todavía no estás preparada para ello.

Kate dejó su blusa y se levantó, dirigiéndose al armario.

-Dentro de dos semanas cumpliré treinta años, Nicky -dijo sacando una bata. La tiró sobre la cama y empezó a desvestirse. Mientras añadía- ¿Te parece que estoy poco preparada?

Nicky la miró mientras ella se despojaba de la chaqueta, la falda, la blusa y el sostén. Lo vio tragar saliva cuando se quedó completamente desnuda ante sus ojos.

-Dios mío -susurró Nicky- Ponte la bata ahora mismo.

Kate no se movió.
Nicky tiró de su pelo con nerviosismo.

-Katie, si no haces lo que te dijo, me marcharé de aquí ahora mismo.

Ella tomó la bata y se la puso de mal modo.
Nicky se puso de pie entonces, y le dijo más tranquilo:

-Dentro de dos días regreso a Irlanda. No puedo hacerte el amor y dejarte aquí.

-¿Por qué no? -dijo Kate con un sollozo- ¿No es lo que hacen siempre los hombres?

-Katie, no, por favor.

Aquel parecía que iba a ser otro día terrible. Seguro que su horóscopo decía lo contrario.

-No tienes por qué sentirte culpable -le dijo mientras las lágrimas rodaban por sus mejillas- A fin y al cabo, yo te provoqué...

-¡Calla! -exclamó Nicky yendo hacia ella, y asiéndola por los hombros. Luego la abrazó y la estrechó con fuerza- Katie -dijo, explicando todo y nada a la vez con aquella palabra.

Unos instantes después, Nicky la soltó.

-Voy a comprar algo para cenar -dijo.

Kate no quería comida. Lo quería a él, pero sabía muy bien que Nicky nunca iría contra sus principios, porque probablemente amaba todavía a Abby, y hacerle el amor a ella le habría producido unos remordimientos insoportables.
Cuando oyó que se cerraba la puerta, Kate fue a la sala y abrió del todo las cortinas para contemplar la maravillosa vista de la ciudad iluminada. Luego puso una música suave. Todavía temblaba con los últimos estremecimientos de placer que la hicieron retorcerse momentos antes.
Media hora después, Nicky regresó con unas hamburguesas, papas fritas y sodas. Kate tuvo tiempo para encender la chimenea de gas, cepillarse el pelo y ponerse unas gotas de su perfume favorito.
Nicky la miró sacudiendo la cabeza.

-Tenía la esperanza de encontrarte en ropa deportiva -le dijo.

-Tienes suerte de no encontrarme desnuda -respondió Kate con una sonrisa.

-No creo que "suerte" sea la palabra más apropiada.

Cuando se sentaron frente a la chimenea, Nicky miró a su alrededor y le preguntó:

-¿Estás intentando seducirme?

-Si -le contestó Kate con la boca llena.

Él se echó a reír y le quitó una miga que se le había quedado adherida a la barbilla.

-Debería darte unas buenas nalgadas.

Y dicho y hecho, la asió por los brazos, la colocó entre sus rodillas y le dio una palmada suave. Ella trató de desasirse entre risas, pero mientras se levantaba, se le abrió la bata y sus pechos quedaron al descubierto. Al verla, Nicky se atragantó con una papa frita.
Kate no se movió, entre otras cosas, porque no habría podrido. Como si estuviera hipnotizado, Nicky alargó la mano para tocarla. Kate cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás mientras él trazaba el rígido contorno de sus pezones. Al cabo de un instante, se apartó, y Kate se estremeció humillada al sentir que le cerraba la bata.
Cuando al fin se atrevió a mirarlo, tenía los ojos llenos de lágrimas.

-Lo siento, Nicky -le dijo

Él le acarició la mejilla.

-No, no lo sientas.

Luego se apartó de ella y se puso a mirar por la ventana. Empezaba a llover.
Kate se levantó y volvió a atarse el cinturón. Tenía que decir algo para romper el silencio.

-Me alegro mucho de que estuvieras conmigo esta tarde, cuando me encontré con Brad.

Nicky no la miró.

-¿Tiene ese hombre llave de tu casa? -le preguntó.

Kate sabía que se merecía las implicaciones de aquella pregunta.

-¿Y qué pasa si la tiene?

-Si tiene la llave, me quedaré contigo esta noche -respondió Nicky, mirándola- Es posible que decida hacerte una visita esta noche para vengar su honor o algún disparate parecido.

Kate se estremeció al recordar cómo Brad la zarandeó.

-Entonces, puede que venga -respondió.

Nicky examinó el sofá.

-¿Por qué ¿Es que estás cansado?

-Si -respondió él enérgicamente- Y tú mantente alejada de mi, vampiresa.

Kate se llenó de furia, al fin y al cabo, no fue ella quien empezó.
Cruzó la habitación, tomó el periódico y lo abrió por la página de los horóscopos. Según la predicción, aquel día todo le iba a salir bien, tal y como ella imaginó.

-¡Si, claro! -exclamó, agitando el periódico y lo arrojó al suelo con rabia.


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Mensaje por nina093 Miér 16 Jul 2014, 12:26 pm

CAPITULO NUEVE


Nicky no tenía la mente puesta en la compra de una flota de aviones. Ya había leído todos los informes, los folletos y, lo que era más importante, voló en el aparato varias veces. De manera que respiró con alivio cuando celebró su última entrevista con los agentes de Aeronáuticas Simmons y quedó libre para marcharse.
Se encontraba al volante de su coche alquilado, cuando puso la radio y se enteró de la noticia. El senador John Blake sufrió un ataque al corazón cuando se dirigía a Washington y se encontraba internado en un hospital de Seattle en estado crítico.
Incluso en los dias en que sus relaciones con Abby eran todavía buenas, el senador y él nunca se tuvieron simpatía. Después de las mentiras de Abby empeoraron las cosas. A pesar de todo, y aunque parecía una contradicción, Nicky se preocupó al enterarse de la noticia.
Su primera preocupación era Kate, que se encontraba un tanto sensible aquellos días después de la ruptura de su compromiso y el enfrentamiento con su padre. Sin duda se encontraría en la sala de espera del hospital, paseándose de un lado a otro y sintiéndose la mala de la historia.
Nicky se dirigió hacia el hospital mencionado en las noticias. Cuando llegó, encontró una multitud de vehículos de las cadenas de televisión y una nube de periodistas que tuvo que atravesar para llegar a la recepción.

-Soy el yerno del señor Blake -dijo a la empleada.

La chica telefoneó a alguna parte y habló con la señora Blake para confirmar su identidad.

-La señora Blake dice que puede subir. Está en la suite cuarenta y uno, cero dos.

Nicky se despidió con un gesto y se dirigió a los ascensores. Cuando salió, Kate estaba esperando. Su ojos estaban rojos e hinchados de tanto llorar. Sin decir palabra, Nicky le tendió los brazos, y ella se refugió contra su pecho.

-¿Qué tal está? -le preguntó después de un momento.

-Los médicos dicen que se pondrá bien. Si yo no hubiera...

Nicky le puso un dedo en los labios.

-No digas eso, Kate. Ni siquiera lo pienses. El ataque al corazón del senador no es culpa tuya.

Kate se separó de él, tomando su mano.

-Ojalá tuviera tu seguridad.

Nicky deseó de pronto llevársela con él, protegerla y mimarla, hacerle el amor eternamente, porque Kate consiguió lo que una larga lista de mujeres no pudo lograr: robarle el corazón. Lo cierto era que se enamoró de ella una fracción de segundos antes que golpeara con su bolso al atracador, cuando todavía no lo reconocía.
Nicky asió a Kate del brazo y la llevó a un sofá, donde se sentaron. La señora Blake debía encontrarse en la habitación con su marido, y allí no había nadie más, aparte de un par de personas que debían pertenecer al equipo de trabajo del senador.
Kate no dejaba de mirarlo.

-Tienes que volver a Australia -le recordó con resignación.

Nicky asintió. Ya había dormido dos noches en el sofá de Kate, y no podía quedarse allí para siempre, por mucho que lo deseara.

-¿Has cambiado la cerradura?

A pesar del momento, el rostro de Kate se iluminó con una sonrisa.

-No hace falta. La verdad es que Brad nunca tuvo la llave de mi casa. Te lo dije porque quería que te quedaras.

Nicky se alegró al enterarse de eso, aunque trató de disimularlo.

-Prométeme que irás a visitarme -le dijo suavemente, sujetándole la barbilla.

Kate se humedeció los labios.

-Depende de cómo esté papá.

-Tu padre es de acero, amor -le aseguró Nicky- Volverá a ser tan malvado como siempre en unos cuantos días.

Kate bajó la vista.

-Quizá -dijo.

Nicky la besó suavemente en la mejilla, y luego guardaron silencio y esperaron tomados de la mano. Una hora más tarde, salió un médico diciendo que el senador había recuperado el conocimiento y preguntaba por su hija. Todo indicaba que se iba a recuperar.
Con una exclamación de alivio, Kate abrazó a Nicky... pero el abrazo terminó pronto, porque deseaba ver a su padre. Después Nicky consultó su reloj; y vio que si se daba prisa, todavía podía tomar el avión.

-Adiós, amor -le dijo acariciándole la mejilla.

-Pero tienes las cosas en mi casa... necesitarás una llave.

Kate tomó su bolso y le dio apresurada su juego de llaves de repuesto.
Cuando se dirigió a los ascensores, Nicky fue asaltado por un sentimiento insoportable de soledad. Prefirió no mirar hacia atrás porque sabía que ella no iba a estar allí.


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Mensaje por nina093 Jue 17 Jul 2014, 11:40 am

 Capitulo 10



Dos semanas después de su ataque al corazón, el senador se encontraba ya en casa y preparaba su viaje a Washington, donde un miembro de su equipo lo sustituyó temporalmente. Aunque las relaciones entre Kate y su padre habían mejorado bastante, ella no tenía intención de volver a trabajar con él.

Cuando regresó a su apartamento, después de hacerle una visita a sus padres, encontró en el buzón su pasaporte con la visa de seis meses para Australia.
Iba a hacerlo de verdad. Se marcharía a Australia a ver a Gil. Con relación a lo que había pasado, o mejor dicho, estuvo a punto de pasar entre Nicky y ella, mirándolo con frialdad, Kate lo consideraba un lapsus momentáneo, probablemente una reacción natural después de la ruptura de su compromiso. Cada vez que recordaba aquella noche, se alegraba de que Nicky hubiera sido todo un caballero al no aprovecharse de su tristeza y su confusión.

***

-Trae al niño -le dijo su padre al día siguiente, cuando Kate pasó a verlos, camino al aeropuerto.

Kate suspiró.

-Comprenderás que no puedo meterlo en el avión a la fuerza. De todas maneras, te prometo que le tomaré un montón de fotografías, y si Nicky me lo permite, lo traeré para que los visite.

-Tú tráelo como sea. Se celebrarán unas elecciones en noviembre y me conviene dar la imagen de hombre entregado ala familia.

Kate besó a su padre en la frente.

-No tengas muchas esperanzas, papá. Nicky no confía en ti, y no creo que esté dispuesto a hacerte muchos favores.

-Hay que ser un malvado para no permitir que un hombre vea a su nieto. No pasaría esto si mi Abby continuara con vida, de eso estoy seguro. Ella no lo permitiría.

El senador hablaba en tono de reproche.

-Abby está muerta, papá.

Una sombra de tristeza pasó por los ojos del senador.

-Si, y estoy convencido de que ese hombre fue el único culpable.

Kate sabía que no iba a servir de nada defenderlo.

-Nos veremos cuando vuelva. Cuídate mucho, papá, y no trabajes demasiado.

Kate salió del despacho de su padre, y se encontró con su madre, que la esperaba en el vestíbulo.

-Ya sé que fui yo la primera que te aconsejó que te marcharas -le dijo en seguida- ¡pero no quería que te fueras tan lejos!

Kate le tomó la mano y se la apretó cariñosamente.

-Ya verás cómo todo marcha bien, mamá.

-Eso mismo dijo Abby -murmuró su madre con tristeza- Y fíjate lo que le pasó.

Kate suspiró. Conocía a su hermana mejor que nadie, a excepción de Nicky, por supuesto, y aunque era verdad que su hermana mayor parecía un ángel, también era una chica mimada y egoísta, con frecuentes ataques de mal genio.

Kate besó a su madre en la mejilla.

-Adiós mamá.

-¿Cuando volverás? -le preguntó ansiosa, asiéndola del brazo.

-No lo sé -respondió Kate con sinceridad.

Irene abrazó a su hija con fuerza,lo cual resultaba extraño, porque no era una mujer efusiva.

-Ya verás cómo encuentras otro hombre muy pronto, querida -exclamó- No tienes que dejarte hundir por tu ruptura con Brad.

Kate dejó pasar el comentario.

-Hasta pronto, mamá.

Al cabo de un momento, volvía a estar fuera, sintiendo el calor del sol de junio en la cara.
En Australia era invierno; no le importaba, allí estaría lejos de todos los problemas y complicaciones y podría pensar qué era lo que quería hacer con su vida.


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Mensaje por nina093 Vie 18 Jul 2014, 11:51 am

Capitulo 11



El viaje a Australia resultó ser increíblemente largo y lleno de esperas en cada una de las escalas. cuando por fin llegó a Sydney, estaba cansada, harta y muerta de sueño. Tomó un taxi para llegar al hotel que le habían reservado en la agencia de viajes, y en cuanto se registró, subió a la habitación, se dio una ducha y se derrumbó en la cama. Se despertó por la noche y se asomó a la ventana; el puente que atravesaba la bahía de Sydney brillaba bajo la lluvia. Cuando vio la densidad del tránsito, pensó que no era demasiado tarde.
Tenía muchísima hambre, así que en primer lugar telefoneó al servicio de habitaciones y después llamó a casa de Nicky.

-Residencia Byrne -respondió una mujer que debía ser la criada.

Hubo un momento de confusión en el transcurso del cual Kate no supo qué decir. No sabía si presentarse como la hermana de Abby o simplemente Kate, una amiga de Nicky.

-Soy Kate Blake -dijo finalmente- ¿Está el señor Byrne, por favor?

-Lo siento, señorita, pero el señor salió con unos amigos.

Kate sintió una punzada de celos, imaginando que estaría con otra mujer.

-¿Puede decirle que le llamé por favor?

La criada así lo prometió, y después colgó. Cuando le llegó la cena, se puso a comer sentada en la cama. Se sentía rara, y sobre todo le parecía que estaba muy lejos de casa.

****


A la mañana siguiente la despertaron unos golpes en la puerta.
Kate, que necesitaba su tiempo para despertar, llegó a tropezones hasta la puerta y vio por la mirilla. No vio a nadie, y estaba a punto de volver a la cama, cuando oyó otros golpes y una vocecita, que decía:

-¿Tía Kate?, ¿Estás allí?

Kate sintió que el corazón le daba un vuelco. Abrió la puerta de par en par y se encontró en el umbral con el pequeño Gil, de siete años, que la miraba con los mismos ojos de Abby. Tenía el pelo como el de su madre también, y la misma sonrisa contagiosa de Nicky.
Hasta aquel momento, Kate no fue consciente de lo mucho que deseaba abrazar a su sobrino. Con una exclamación de alegría, le estrujó contra su pecho y luego le revolvió el pelo.

-No sabes cuánto me alegro de verte. ¿Dónde está tu papá?

Gil señaló los ascensores.

-Fue a comprar el periódico.

Kate se alegró de la muestra de tacto por parte de Nicky, aunque lo único que lamentaba era que no la hubiera llamado antes para que por lo menos hubiera tenido la oportunidad de vestirse.
Gil se quedó sentado en la cama mientras ella corría al baño y se ponía a toda prisa un pantalón y un suéter de lana. Cuando salió, iba descalza y estaba ocupada en trenzarse el cabello.

-No te pareces nada a las fotografías de mamá -dijo Gil dirigiéndole una mirada burlona.

Kate fue invadida por una súbita tristeza.

-¿Sabes que tu abuelo solía llamarla su ángel de Navidad?

-¿Y a ti cómo te llama? -preguntó Gil con sincero interés.

Kate se puso a pensar, por primera vez en su vida, que su padre nunca le adjudicó un diminutivo cariñoso. Solamente la llamaba Kate cuando estaba de buenas con ella y Katherine cuando estaba enfadado.

-Simplemente Kate -le respondió.

-Papá te llama Katie -exclamó Gil enseñando los dientes que le faltaban con una sonrisa.

Kate trató de encontrar algo qué decirle al niño.

-¿Te gusta jugar al beisbol? -le preguntó por fin.

Gil la miró de soslayo y negó con la cabeza.

-No. Me gustan el fútbol y el cricket.

En ese momento llamaron a la puerta. Cuando Kate abrió y vio a Nicky, se quedó sin aliento.

-Hola -dijo después de un momento de silencio.

-Hola, amor. ¿Puedo pasar?

-Si, claro -respondió Kate sintiéndose torpe como una colegiala.

-La hemos despertado -comentó Gil desde la cama.

La mirada de Nicky fue suave como una caricia.

-Lo siento.

-No te preocupes.

Advirtiendo su nerviosismo, Nicky esbozó una sonrisa.

-Bueno, Kate, recoge tus cosas y vámonos de aquí. Hay sitio de sobra en casa para que te quedes.

Kate vaciló un momento. Ahora que veía a Nicky, se daba cuenta de que no tenía nada claros sus sentimientos hacia él, y que aquello no iba a ser fácil.

-Yo...no quería causarte molestias -dijo rápido- Puedo quedarme aquí.

Gil se puso tan serio, que Kate se sentó a su lado y le pasó el brazo por los hombros.

-¿Pero por qué pones esa cara tan triste? No quiero verte así después de haber venido desde Norteamérica para verte.

-Vamos a llevar a la tía Kate a desayunar -dijo Nicky, que parecía también desilusionado.

Salieron del hotel y se dirigieron hacia una pequeña cafetería que Nicky parecía conocer. Después del abundante desayuno, Kate se sintió mucho mejor y más dispuesta a enfrentarse a la aventura.

-Estoy pensando que podría quedarme una temporada en tu casa -le dijo a Gil- si crees que de verdad no te molestaré.

A Gil se le iluminaron los ojitos.

-Te enseñaré mi perro. Se llama Snidely. Sabe tumbarse boca arriba y hacerse el muerto.

-¡Qué perro tan listo! -exclamó Kate-. ¿Qué más cosas sabe hacer?

-La verdad es que no hace mucho más, aparte de comerse los zapatos y estropear el jardín.

Kate se echó a reír.

-Bueno, eso es lo que hacen todos los perros.

-Y además está Georgie Renfrew, mi mejor amigo -dijo Gil.

Nicky le guiñó un ojo a Kate y ella se ruborizó sin saber por qué.
Unos minutos más tarde, salieron de la cafetería. Kate tomó la mano a su sobrino cuando volvían al hotel para recoger el equipaje.
La casa de Nicky era tan bonita como Kate la recordaba. Estaba situada en un barrio residencial, con vista al puerto y al Teatro de la Opera. Su habitación era como un pequeño apartamento, con baño privado y una chimenea de verdad. Tenía incluso un pequeño balcón que daba a la calle.

-Es preciosa -le dijo a Nicky, aunque la verdad era que se arrepentía de haber accedido a quedarse en su casa.

Sabía que la casa fue de Abby, así como el hombre que vivía en ella, y eso la hacía sentirse como una intrusa. Nicky la miró fijamente y le aplastó la punta de la naríz.

-Estoy viendo fantasmas en tus ojos, Katie ¿Qué es lo que te pasa?

Kate se mordió un labio y le dio la espalda. A lo lejos se oían los alegres ladridos de un perro.

-Me imagino que será porque estoy cansada.

Nicky la hizo volverse hacia él con suavidad.

-Y también te sientes culpable, ¿verdad?

Kate asintió con la cabeza, porque no podía hablar. Antes que Nicky tuviera tiempo de decir nada, Gil entró a la habitación seguido por un perro grande y lanudo de raza indefinida.

-Este es Snidely -anunció radiante de orgullo.

El animal se tumbó con las patas levantadas y se quedó completamente quieto. Kate se imaginó que se estaría haciendo el muerto.

-Es un perro muy bonito -comentó

-Vamos, Gil, sácalo antes que lo vea la señora Manchester -le ordenó Nicky,.

De mala gana, Gil sacó al perro de la habitación de Kate. Cuando se quedaron solos. Nicky le acarició la mejilla.

-Hablaremos más tarde, amor, cuando estés instalada y hayas descansado.

Kate asintió. Entonces él la besó en los labios, y fue como si los dos hubieran sido sacudidos por una descarga eléctrica. En aquel instante ella hubiera dado cualquier cosa por poder entregarse a Nicy con todo su ser. Pero Nicky la dejó sola en su bonita habitación escuchando el rumor del viento.

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Mensaje por nina093 Vie 18 Jul 2014, 5:09 pm

Capitulo 12



Al cabo de un rato, Kate se sentó a leer una novela en una butaca. De pronto el ama de llaves llamó a la puerta y entró. La señora Manchester le dirigió una sonrisa a Kate y se puso a encender la chimenea.

-Nada mejor que un buen fuego en los días húmedos -comentó cuando surgieron las llamas- ¿Le apetece una taza de té, señorita?

-No, gracias -respondió Kate bostezado sin querer.

-Yo creo que le convendría dormir un poco -observó la señora Connolly.

-Creo que tiene razón -dijo Kate empezando a quitarse los zapatos.

La señora Manchester esperó a que se acostara y la arropó con una manta, antes de salir.

Kate se quedó profundamente dormida, y soñó con una fogata en el campo, a la luz de las estrellas. En su sueño Nicky estaba a su lado y le ponía la mano sobre el pecho.

-Kate.

Su voz emocionada se abrió paso a través de la neblina del sueño. Ella se movió inquieta, deseando sentir más cerca. Entonces notó una mano que le desabrochaba la blusa. El aire fresco le acarició la piel cuando él le quitó el sostén. Al sentir el calor húmedo de su boca en los pezones, se despertó con sobresalto.
Nicky se encontraba en la habitación, en efecto, pero estaba de frente a la chimenea, y ella estaba completamente vestida. Se sintió decepcionada.

-Debes haber tenido un sueño erótico -comentó Nicky mientras ponía un tronco en el fuego.

-Si, era un sueño erótico. Soñaba que me hacías el amor junto a una hoguera.

-Puedes estar segura de que no pienso hacerte el amor, Katie -dijo él inclinándose para besarla en la frente.

Kate se sintió insultada y lo miró furiosa.

-¿Por qué no?

-Porque después el sentimiento de culpabilidad no te dejaría vivir. Para ti sería como si hubiera tres personas en la habitación; Abby, tú y yo.

Kate cerró los ojos. Hubiera querido decirle que se equivocaba, pero no era cierto. Echó a un lado la manta y se incorporó.

-La señora Manchester ha hecho té. -le dijo Nicky, indicándole un carrito que estaba junto a la chimenea.

Por lo que parecía, iban a tener que fingir que no hablaron de sexo.
Se sentó en una de las mecedoras junto al fuego y sirvió una taza de té, Nicky permanecía de pie, apoyado en la chimenea, y contemplando a Kate.

-¿Por qué has venido? -le preguntó de pronto.

-Porque quería ver a Gil, por supuesto.

-Si de verdad fuera por eso, habrías venido mucho antes.

Kate tomó una galleta sin mirarlo. Luego se encogió de hombros.

-Supongo que podría decirse que me estoy buscando a mi misma -respondió. Luego, mirándolo a los ojos, añadió- Tú eres el primero que decía que necesitaba vivir mi propia vida.

Nicky se sirvió una taza de té y sus sentó frente a ella.

-¿Lo dices en serio?

Kate asintió.

-He cumplido treinta años hace unos días, Nicky, y mírame. No me he casado, ni tengo hijos, ni he trabajado en nada que me haya buscado yo.

-Entonces, ¿ahora has decidido a salir en busca de aventuras?

Kate se quedó pensativa un momento.

-Si, algo así.

Nicky dejó su taza en la bandeja y le dirigió una mirada burlona que Kate distinguió apenas a la luz de las llamas.

-Yo creo que puedo proporcionarte una buena aventura.

Antes que Kate tuviera tiempo de pensar en una respuesta, Gil apareció seguido de Snidely.

-La señora Manchester fue a ver a su hermana -aclaró-, así que he aprovechado para meter a Snidely en casa en seguida -añadió mirando fijamente la bandeja de dulces.

-Toma uno -le dijo Kate, contemplándolo encantada.

Gil miró antes a su padre para que le diera permiso, y cuando comprobó que se lo daba, fue por un pastel. Después dio las gracias y le tiró un trocito a Snidely, que le engulló de inmediato.

-¿Vas a volver pronto a América? -preguntó Gil con la boca llena.

-No creo -respondió Kate, preguntándose si el niño estaría deseando que se marchara.

-Espero que te quedes mucho tiempo -dijo Gil con prontitud, como si hubiera leído sus pensamientos-. A ti no te asusta Snidely ni vas por allí diciendo que huele mal. Eso me gusta en una mujer.

-Es una cualidad que yo siempre busco en las mujeres -asintió Nicky.

Kate se echó a reír y le acarició la cabeza a Gil.

-Pues a mí me gustan los caballeros perspicaces.

-Ya te buscaremos uno -respondió Nicky.

Afuera, la lluvia golpeaba los cristales, y los leños crujían en el hogar. Kate hubiera deseado permanecer en aquella habitación con Nicky y Gil para siempre.

-Te dejaremos sola un rato -dijo Nicky de repente- La cena estará lista dentro de un par de horas.

Kate se preguntó si debería arreglarse para la cena, pero llegó a la conclusión de que ésta no podría ser muy formal, dado que la señora Manchester estaba fuera. Para despejarse de la siesta se dio una prolongada ducha. Luego se puso un vestido en diversas tonalidades de rosa que era como una túnica.
Se dejó el pelo suelto y se aplicó un poco de maquillaje.
Cuando llegó al salón, los ojos de Nicky se iluminaron.

-Me estoy arrepintiendo de cenar en casa -dijo en tono burlón- Seguro que todos mis amigos se morirían de envidia si te saco por allí.

Kate se echó a reír, complacida. Hacía mucho tiempo que no se sentía atractiva. Cuando Nicky le tendió una copa de jerez, le preguntó:

-¿Dónde está Gil?

-Vendrá cuando termine de bañarse. Se ha empeñado en bañarse con Snidely y están los dos chapoteando en la bañera.

Kate se echó a reír imaginándose el cuadro, y bebió un sorbo de vino para aliviar los nervios. Era como si de pronto volviera a tener trece años y no se le ocurriera nada inteligente que decir.
Nicky estaba a punto de decir algo cuando Gil apareció en la habitación.

-¿Papá, puedo quedarme en casa para cuidar de Kate? -preguntó muy serio.

-No, hijo -respondió Nicky de inmediato.

La desilusión del niño duró poco, porque en seguida volvió a sonreír.

-Bueno, si te vas a poner así...

-Sí, me voy a poner así.

Kate miraba a su sobrino pensando en lo mucho que habrían disfrutado sus padres conociéndolo, y se hizo el propósito de comentárselo a Nicky en cuanto tuviera la oportunidad.


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Mensaje por nina093 Sáb 19 Jul 2014, 11:34 am

Capitulo 13



La cena fue sencilla, a base de pastel de carne y ensalada que la señora Manchester dejó preparados de antemano.
Cuando terminaron, Gil subió a hacer sus deberes, porque al día siguiente era lunes.

-Perdóname por no habértelo preguntado antes, Kate. ¿Cómo está tu padre? -le preguntó Nicky cuando se sentaron en la galería acristalada a tomar café, mirando la lluvia.

-Cada día está mejor. Llamé a casa en cuanto llegué al hotel, y mi madre me dijo que ya casi estaba preparado para volver a Washington.

-¿Le has dicho que estabas aquí?

-No, pero cuando vuelvan a llamar se los diré.

-Todavía estás cansada del viaje -comentó Nicky- Será mejor que te vayas a dormir.

-¿Te veré mañana?

-No, hasta muy tarde. Voy a estar todo el día en reuniones de trabajo.

Y Gil estaría en el colegio. Kate se sintió de pronto muy sola, y trató de mirar para otro lado, temiendo que Nicky lo advirtiera.
De repente, Nicky le puso la mano en la barbilla y la obligó a levantar la cara.

-Ven conmigo, Kate -dijo- Te enseñaré la aventura de tu vida -murmuró abrazándola.

A pesar de sus buenos propósitos, Kate perdía la voluntad cada que él la estrechaba entre sus brazos. Sintió como si algo se le derritiera por dentro al recordara su sueño erótico de aquella tarde.

-¿Qué aventura es esa? -preguntó mirándolo con los ojos muy abiertos.

-Tengo una avioneta. Podría enseñarte el inmenso campo de Australia.

-¿Y Gil? ¿Vendrá él también con nosotros?

Nicky negó con un gesto.

-No. Su colegio organiza un viaje dentro de poco. Podríamos ir entonces.

-¿Cuando? -preguntó Kate temblando. Nicky empezaba a acariciarle los senos.

-Pasado mañana -respondió él con la voz entrecortada por el deseo.

Kate cerró los ojos. Deseaba que Nicky la desnudara como hizo en aquella otra ocasión, en su casa. Haciendo eso sólo conseguía torturarse a si mismo y torturarla a ella.

-Nosotros dos solos -murmuró con voz ensoñadora- Parece interesante.

Nicky se inclinó a besar uno de sus pezones por encima del vestido.

-Será muy interesante, sí.

Kate ardía por dentro. El sentimiento de culpabilidad que le atormentó antes, empezaba a desvanecerse, porque se daba cuenta de que tanto Nicky como ella tenían derecho a ser felices. No hacían nada malo con ello.

-Creo que debería regresar a mi hotel -dijo Kate de pronto.

Nicky levantó la cabeza y le dirigió una mirada cargada de preguntas.

-¿Por qué?

-Parece que me siento como si Abby me estuviera observando desde detrás de las cortinas.

-Pero piensa en Gil. El niño no lo entenderá.

Kate no quería hacer nada que disgustara a su sobrino.

-Si, tienes razón.

-Pero podríamos ir a otro sitio -dijo Nicky, pensativo- Espera un momento.

Kate se quedó sentada frente al fuego, esperando a que su agitado cuerpo se calmara. Al cabo de un rato, Nicky regresó con el pelo mojado por la lluvia, junto con una adolescente.

-Esta es Angie. Vive en la casa de enfrente, y es la cuidadora preferida de Gil. Angie, ella es una buena amiga mía. Kate Blake.

-Encantada de conocerla, señorita Blake.

Kate sonrió, pero miraba a Nicky, quien la tomó de la mano y la sacó de allí sin dejarla pensar siquiera en lo que hacía.
Al cabo de un momento, se encontraban en el auto deportivo de Nicky y avanzaban a toda velocidad por la autopista.

-¿Dónde vamos? -preguntó Kate cuando vio que no le daba ninguna explicación.

-Ya lo verás.

Unos minutos después, llegaron al estacionamiento subterráneo de un edificio. Kate miró con curiosidad a Nicky cuando la llevó hasta los ascensores.

-Nicky -protestó.

Una vez dentro, la abrazó y la besó de una manera tan apasionada, que Kate quedó confusa. El se echó a reír y la volvió a besar.

-¿A dónde me llevas? -insistió Kate cuando al fin pudo recobrar el aliento.

Las puertas del ascensor se abrieron y llegaron a un pequeño vestíbulo.

-Es un duplex -le explicó Nicky por fin- Mi empresa lo tiene para albergar a los visitantes distinguidos.

-¿Y yo soy una visitante distinguida?

-Austra-Air quiere asegurarse de que tu estancia aquí resulte memorable.

Cuando entraron en el apartamento, Kate se quedó maravillada, había toda una pared de cristal que daba una vista panorámica de la ciudad.

-Oh, Nicky, es maravilloso -murmuró Kate.

Nicky cerró la puerta con llave.

-Tu también eres maravillosa -susurró estrechándola entre sus brazos.

Kate se dejó envolver por su cuerpo mientras él la llenaba de besos. Cuando ya casi no podía tenerse en pie, la llevó al enorme sofá de la sala y le quitó el vestido, lanzando una exclamación al ver que casi no llevaba nada abajo.
Kate gimió cuando la hizo reclinarse y la desnudó del todo.

-¿Quieres que te haga el amor, Kate?

-Sí -respondió ella en un susurro- Sí.

Muy suavemente, Nicky se acomodó a su lado.

-Prepárate, porque vamos a sufrir unas ligeras turbulencias -murmuró.


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Mensaje por nina093 Dom 20 Jul 2014, 12:11 pm

Capitulo 14



Al cabo de unos minutos de recibir las caricias de Nicky, Kate llegó a desear con una impaciencia enloquecedora la culminación.

-Nicky, no quiero llegar... sin ti.

Nicky se levantó entonces, jadeante y se quitó la camisa. Después la levantó en sus brazos y la llevó al dormitorio. Desde la cama, sintiendo un placentero fresco en su piel húmeda de sudor, Kate lo miró despojarse de su ropa.

-Kate -susurró con la voz alterada antes de besarla en la boca.

Ella se entregó sin reservas, con todo su ser, olvidando las dudas y las inseguridades. El calor palpitante que la quemaba por dentro crecía y crecía adquiriendo una fuerza arrolladora que la hizo retorcerse bajo el peso de Nicky.
La impaciencia la volvía salvaje. Arqueó la espalda, y precisamente en aquel momento, Nicky perdió el control; buscó su centro y la penetró impetuoso. En ese instante, Kate creyó que la realidad quedaba congelada y hecha pedazos como los cristales de un caleidoscopio roto. Después se sintió arrebatada por una ola de placer intensísimo, debido a la larga espera y a la magnitud de su deseo acumulado. Fue como si su cuerpo se hiciera uno con el de Nicky, en un grito. Se le había entregado en cuerpo y alma.
Excitado al ver el placer que le proporcionaba, Nicky comenzó a moverse más de prisa, en tanto Kate lo apremiaba entre susurros y caricias, arqueando la espalda para sentirlo en lo más profundo. Cuando su necesidad se hizo inaplazable, Nicky murmuró algo y luego, con un ronco grito, se puso tenso y gritó su nombre.
Kate acarició su espalda sudorosa.

-Aquí estoy -susurró

Entonces Nicky tembló con violencia y se rindió. Se desplomó sobre ella y relajó los miembros.

-Dios mío -murmuró- Dios mío.

Permanecieron acostados el uno junto al otro en silencio durante un largo rato, y luego Kate se incorporó con la intención de levantarse, pero Nicky la detuvo antes de que pudiera hacerlo.

-Todavía no he terminado contigo, amor. Ni muchísimo menos.

Kate lanzó un involuntario gemido al sentir que Nicky buscaba sus senos en la oscuridad y los acariciaba. Masajeó suavemente uno de sus pezones, que se endureció al instante. Kate gimió y se dobló sobre si misma. Necesitaba descansar. Pero Nicky no le daba tregua... acariciaba el interior de sus muslos. Kate echó la cabeza hacia atrás con un quejido cuando él encontró lo que buscaba.

-Déjame -murmuró Kate mientras arqueaba las caderas en una respuesta involuntaria.

-No, todavía no -respondió Nicky.

Atrapada por sus propias necesidades, Kat era incapaz de vovler a recostarse. Estaba empapada en sudor de pies a cabeza, enloquecida de pasión.

-Dios mío -murmuró elevando los ojos- Dios mío... oh...

-Va a ser una noche muy larga, amor -oyó decir a Nicky cuando su cuerpo se liberaba en los espasmos del clímax- Una noche larga e inolvidable...


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Mensaje por nina093 Vie 01 Ago 2014, 6:27 pm

Capitulo 15



Kate se despertó con la sensación de que se encontraba bañada por la cálida luz del sol. Su cuerpo, exhausto y saciado estaba envuelto en sedas. Nicky le mostró, paso a paso hasta el último resorte de placer que su cuerpo escondía.
Nicky se inclinó sobre ella y la besó.

-Será mejor que nos marchemos, amor, porque la señora Manchester va a sospechar que nos traemos algo entre manos.

Kate se echó a reir y se estiró con pereza.

-No sé si voy a poder moverme de esta cama.

Pero a pesar del cansancio, fue capaz de darse una ducha rápida antes de volver a ponerse el vestido y los zapatos. Cuando se reunió con Nicky en el salón, lo encontró absorto junto a la ventana con una copa en la mano.

-¿Qué bebes? -le preguntó Kate.

-Vodka.

Kate arrugó la nariz.

-Eso no es nada bueno -dijo.

-No te preocupes. Tengo una salud de hierro, como has podido ver.

Cuando se disponían a salir del estacionamiento, ya en el coche, Kate sintió una repentina tristeza por abandonar un lugar que fue exclusivamente de Nicky de ella para volver a la casa de Abby.
Nicky debió leerle el pensamiento, porque en aquel momento le dijo:

-Voy a vender la casa. Es así de sencillo.

-No es así de sencillo, y tú lo sabes. -Replicó Kate- Tienes un hijo, el hijo de mi hermana. y vivo en un hemisferio, y tu vives en el otro. Existen demasiadas diferencias.

-¿Y qué me dices de esta noche? -respondió él- ¿Había muchas diferencias esta noche?

Kate tragó saliva.

-Si tenemos muchas noches como esta, me tendrás ue internar en una residencia de reposo. He debido tener por lo menos seis... -empezó a decir, pero se interrumpió, sonrojándose.

-Te equivocas, son siete. De todas formas, ¿para qué quieres contarlos?

-Lo que hemos hecho esta noche ha sido sólo físico, y una relación entre un homre y una mujer no puede basarse exclusivamente en eso -respondió Kate, deseando en su interior que Nicky le dijera que la amaba para así poder manifestar ella sus verdaderos sentimientos.

-No me vengas con eso, Kate. Los hombres y las mujeres han basado sus relaciones, palaba ue odio, por cierto, en "eso" desde hace millones de años. Andate con cuidado Kate, porque ya sé como tenerte a raya.

Kate se sonrojó de nuevo.

-iEse es un comentario digno de un machista!

Nicky se encogió de hombros.

-Dirás lo que quieras, pero de todos modos es la verdad.

Y lo era, aunque Kate hubiera preferido cualquier cosa antes que reconocerlo.
Hubo un largo silencio que al fin rompió Nicky.

-Dime una cosa, Kate... ¿con Brad era igual que conmigo?

Kate sabía que lo que le preguntaba, en realidad era si lo que habían compartido era nuevo para ella, y por eso no se sintió ofendida.

-Brad y yo no llegamos a hacer el amor nunca, así que no te lo podría decir.

Al oirla, Nicky desvió el coche hacia un lado de la calle y lo detuvo con tal brusquedad, que Kate se quedó atónita.

-¿Cómo has dicho?

-Te he dicho que Brad y yo nunca nos hicimos el amor.

-¿Y cómo demonios te las arreglaste? iEstabas prometida a ese hombre!

Kate lo miró con los ojos muy abiertos.

-Lo dices como si estuvieras molesto.

-No, me siento humillado.

Kate no pudo contener la risa.

-No sé, pero según las convenciones, tendría que ser yo quien se sintiera así.

-Kate, tú te estabas reservando hasta que te casaras con él -declaró Nicky- Sin embargo, conmigo te lo tomas como si se tratara de una aventura, y después, si te he visto no me acuerdo. Cuando te quieras marchar, me darías las gracias y te despedirás sin más.

Kate sacudió la cabeza, desconcertada, mientras Nicky volvía a poner el coche en marcha, maldiciendo entre dientes. Kate lo miró de reojo.

-Perdona, Nicky, pero no entiendo lo que pasa aquí. No me he acostado con nadie desde que estaba en la universidad, y ahora que al cabo de los años tú eres el primero, ¿te enfadas por eso?

-¿Quién era? -exclamó Nicky de pronto.

-¿Quién era quién?

-El tipo de la universidad con el que te fuiste a la cama.

Kate volvió a reir.

-Dios mío, esto es increíble.

Nicky apretó con fuerza el volante y luego se volvió a relajar.

-¿Estabas enamorada de él?

Kate suspiró y miró por la ventanilla, contemplando la ciudad cubierta por la lluvia.

-Eso creía. Se llamaba Ryan Fletcher, y nos íbamos a casar.

-¿Por qué no lo hicieron?

-Porque un buen día Abby te llevó a casa y me di cuenta de lo que era el amor de verdad.

Nicky se quedó callado un momento y luego dijo algo que sorprendió a Kate.

-Creo que me equivoqué de hermana al casarme.

Kate le puso la mano sobre la pierna, y preguntó con ansiedad:

-¿Qué era lo que iba mal entre Abby y tú? Al principio fueron muy felices.

-Puede que yo fuera feliz, pero Abby cambió de opinión en cuanto nuestro avión despegó de Seattle. No le gustaba estar casada con un piloto, no le gustaba el sexo, y tampoco le gustaba Irlanda.

-Entonces, ¿por qué no se separó de tí y volvió a casa de inmediato, porqué quedarse tanto tiempo?

Nicky la miró de reojo.

-Esta era su casa y yo su marido -dijo en tono neutro.

-Pero no para Abby.

-Ni tampoco para ti. -replicó Nicky.

-Pero no estamos hablando de mi.

-Yo creo que si -replicó Nicky- Tú, igual que tu hermana, no soportarías vivir aquí conmigo. Serías tan infeliz como Abby.

Kate suspiró.

-Aquí la única que decide dónde debo estar soy yo, perdona.

-Donde tú debes estar es en mi cama, y si me dices que no, puedo demostrártelo.

Kate sabía que estaba en lo cierto..

Cuando llegaron al garage de la casa de Nicky, Kate se dispuso a salir del coche, pero él la sujetó por la muñeca y la besó con violencia y dulzura a la vez. Cuando la soltó, Kate se sentía tan debilitada, que casi no se podía mantener de pie.
Una vez en su habitación, se puso una camiseta de franela y se metió en la cama dispuesta a dormir. Pero no pudo, porque se imaginación la atormentaba con los recuerdos de lo que hizo esa noche con Nicky, y por la mañana volvería a desearlo otra vez.

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Mensaje por nina093 Sáb 02 Ago 2014, 12:20 pm

Capitulo 16



Como Nicky tenía reuniones de trabajo, Kate pudo dedicar todo el día a sus cosas. Lo primero que hizo fue realizar una llamada a Estados Unidos.

-¿Mamá?

-Kate -respondió su madre, un tanto contrariada- Bueno, ¿qué tal está nuestra viajera?

Kate trató de no suspirar.

-Estoy bien. ¿Cómo están papá y tú?

-Yo estoy muy bien, gracias y tu padre es prácticamente el mismo de antes. Mañana volvemos a la casa de Washington. ¿Has visto a Gil?

-Vivo en su misma casa. Es un niño encantador, mamá.

-Claro que si. Por algo es el hijo de Abby, ¿no? -respondió su madre con cierta impaciencia.

Kate se alegró de encontrarse a más de diez mil kilómetros de distancia de su madre.

-Yo creo que Nicky también tiene su parte de influencia en el carácter del niño, mamá.

Irene suspiró.

-Ahora que hablas de él, hija, ¿te importaría decirme qué es eso de vivir bajo el mismo techo que ese hombre?

Kate debería haber respondido, de haber sido sincera, que estaba allí porque de pronto era adicta a sus caricias y a su manera especial de hacerle el amor. Afortunadamente, las razones que dio fueron muy distintas.

-La casa es muy grande, mamá. Tiene sitio de sobra. Además, así puedo estar con Gil.

-Como se entere tu padre, no le va a gustar nada. ¿No te habrás enredado con ese hombre, hija?

-Ese hombre tiene un nombre, mamá. Se llama Nicholas.

-Muy bien, Katherine, entonces te lo preguntaré de otra manera. ¿Hay algo entre Nicholas y tú?

Kate hubiera querido responderle que sí, pero no se atrevió.

-Soy amiga suya.

-Pero hija, ¿te das cuenta de que ese hombre es un monstruo, responsable de la muerte de tu hermana?

Kate cerró los ojos.

-Sabes perfectamente que eso no es verdad, mamá. Acuérdate de lo que dijo el juez: Abby había tomado alcohol y píldoras.

-Si, pero porque Nicholas Byrne la empujó a ello. Los irlandeses son terribles, Katherine. Utilizan a las mujeres y luego se deshacen de ellas, cuando ya no las quieren.

-Mira, mamá, no te llamé para hablar de los hombres irlandeses. -dijo Kate con firmeza.

-No cuelgues! -exclamó Irene alarmada- Tu padre quiere saber si vas a traer a Gil a Estados Unidos, y cuando.

Kate empezaba a sentir dolor de cabeza.

-Todavía no he hablado del tema con Nicky. Necesito tiempo.

-No olvides que tu padre es cada día más viejo, y que su corazón no marcha bien. Para él es importantísimo ver a su nieto.

Kate se sintió cometida por un terrible sentimiento de culpabilidad, pero mantuvo la serenidad, porque tenía muy claro que su misión en la vida no era organizar un reencuentro entre sus padres y Gil.
Sin dejarse abatir por aquella terrible conversación, Kate colgó el teléfono y fue a buscar a la señora Manchester. Después de consultar con ella cuales eran las mejores tiendas, llamó a un taxi y se aventuró por el centro de Dublín.
Compró todo lo que le hacía falta para su misteriosa aventura con Nicky, luego encontró un avión de juguete para Gil, un libro para Nicky y una caja de bombones para la señora Manchester.
Ya era media tarde cuando regresó a casa de Nicky. Salieron a recibirla Gil y Snidely.

-Tenía miedo de que te hubieras vuelto a América sin despedirte.

Kate dejó las bolsas en el suelo para abrazarlo.

-Yo nunca habría te habría hecho una cosa así -dijo suavemente- ¿No te dijo la señora Manchester que salí de compras?

Gil negó con la cabeza.

-Lo único que hace es echar a Snidely fuera para que no le ensucie la casa. ¿Qué tienes allí? -preguntó fijándose en la bolsa de la tienda de juguetes.

-Ayúdame a llevarlo todo dentro y te lo enseñaré -respondió Kate pasándole la mitad de su carga.

Tía y sobrino llegaron hasta el sofá del pórtico, y allí mismo Kate sacó el avión de juguete que había llevado para Gil. El niño lo contempló con los ojos desmesuradamente abiertos.

-Gracias, tía Kate.

-Creo que la palabra americana es "¡guau!" -dijo Nicky, que había surgido de pronto del interior de la casa.

-¡Guau! -exclamó Gil,mientras Kate se ruborizaba sin saber por qué.

También te he traído una cosa a ti -dijo con repentina timidez, entregándole el libro, que era una historia ilustrada de la aviación.

-Gracias, Kate.

-Y tampoco he olvidado a Snidely, ni a la señora Manchester.

Nicky dejó un momento el libro para ayudar el entusiasmado Gil a colocarle un collar nuevo al perro. Un momento después, el niño corría a la cocina para darle los bombones a la señora Manchester.

-¿Qué has comprado? -le preguntó Nicky mirándola de una manera que a Kate le hacía desear sentir de nuevo aquellas manos sobre su cuerpo.

Kate se encogió de hombros.

-Unos pantalones y camisas para cuando nos marchemos.

Nicky empezó a acercarse peligrosamente.

-Eres muy precavida -murmuró tomándola de la cintura y acercando tanto los labios a los de ella, que casi podía beber su respiración- ¿Te has comprado algún camisón insinuante?

-No -respondió Kate abriendo mucho los ojos.

Nicky la besó brevemente en los labios.

-Pues me alegro, nena, porque no lo vas a necesitar.

Kate se puso a temblar, deseando marcharse y quedarse al mismo tiempo.

-¿Me estás haciendo una proposición deshonesta?

Nicky volvió a besarla, con mayor intensidad en esta ocasión.

-Por supuesto -dijo, sujetándola cuando las rodillas de Kate dejaron de sostenerla.

Kate lo miró perdida. Si en aquel momento él la hubiera llevado a la cama y le hubiera hecho el amor, ella se habría entregado sin ninguna reserva, e incluso con ansia, pero nada de eso ocurrió. En lugar de eso, Nicky le dio una palmadita en el trasero y señaló con un gesto las bolsas llenas de ropa.

-Vamos a llevar esto a la cocina para que la señora Manchester se encargue de lavarlo.

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Mensaje por nina093 Lun 04 Ago 2014, 11:45 am

Capitulo 17

 
Después de llevarle la ropa a la señora Manchester, fueron a la sala. Aquel día el fuego no estaba encendido, porque la tarde era cálida y soleada, pero Kate sabía que lo harían más tarde,porque las noches de invierno en Nueva Gales del sur siempre eran frías.

-¿Adónde iremos exactamente en ese viaje que has pensado? -preguntó Kate sentándose en el brazo de un sillón mientras Nicky se servía una copa.

-Iremos a Queensland, más allá de la sierra de Lightning.

-Pero estamos en invierno -comentó Kate.

Nicky le guiñó un ojo.

-No te preocupes, amor. Yo te daré calor por las noches, y por el día también, si quieres.

Kate se sonrojó y bajó los ojos. Estaba impaciente por partir.

-¿Nos vamos mañana?

Nicky asintió.

-¿Crees que podrás esperar hasta entonces, nena?

Kate lo miró furiosa. A veces le parecía que llegaba demasiado lejos con sus bromas.

-Podría esperar toda la vida, si quiero.

-No me hagas demostrarte que eres una mentirosa -murmuró Nicky, dejando su copa.

Lentamente empezó a aproximarse a ella. Kate se quedó sin aliento cuando le tomó el rostro entre las manos y la besó con los labios y con la lengua, insinuando movimientos que eran los mismos de la noche anterior.

-Me parece que te voy a llevar a la cama -dijo suavemente cuando dejó de besarla y Kate se esforzaba en recobrar la serenidad.

Ella tembló, y se le hizo un nudo en la garganta al pensar que Gil y la señora Manchester se encontraban en casa en aquel momento. Nicky rió al verla preocupada y volvió a besarla tan apasionadamente, que Kate tuvo que dejarse caer en el sofá, porque sus piernas se negaban a sostenerla.
En aquel momento, Gil irrumpió en la habitación como una bocanada de aire fresco, llevando la caja de su avión de juguete bajo el brazo.

-¿Podemos armarlo? -preguntó a su padre con los ojos brillantes de impaciencia.

Kate sintió una emoción intensa por Gil y Nicky en aquel momento que se le formó un nudo en la garganta y los ojos se le llenaron de lágrimas. Se dio cuenta de lo mucho que los quería. Nicky, por su parte, no pareció notar su alteración, o por lo menos no se dio por aludido.

-Podemos empezar con ello, supongo. ¿Has hecho ya tu maleta para el viaje a Canberra?

El niño asintió.

-Me ayudó la señora Manchester.

Nicky tomó la caja del avión y le hizo un guiño a Kate

-Parece que va a ser falta un equipo de tres personas para armar esto -dijo- ¿Quieres ayudarnos?

-Si, claro.

Gil la miró de soslayo.

-¿Estás llorando, tía Kate?

Kate negó con la cabeza.

-Si -murmuró, contradiciéndose.

-Mujeres... -comentó Gil.

Nicky se echó a reír, y aunque no tocó a Kate en realidad, ella se sintió como si la hubiera estrechado entre sus brazos para consolarla. Los tres pasaron una velada muy alegre armado el juguete, aunque Nicky no paró de decir que aquello hubiera sido complicado hasta para un ingeniero aeronáutico. Cuando llegó la hora de sentarse a la mesa para cenar, el avión estaba a medias.

-Bueno, el avión va a tener que esperar hasta que vuelvas de tu viaje, amigo -le dijo a su hijo- Tendrás que hacer tarea, ¿no?

Gil asintió y salió para ir a lavarse las manos. Cuando volvió a la mesa con Kate y Nicky, ya estaba bostezando.

-Te traeré un regalo de Canberra -le dijo a Kate. Luego, volviéndose a su padre añadió- Y a ti también, papá.

-Gracias por acordarte -le dijo Nicky con una sonrisa.

Gil sonrió satisfecho.

-Este ha sido el mejor día que he tenido después de mi cumpleaños -comentó.

Una vez más, Kate sintió que la invadía el sentimentalismo y que los ojos se le llenaban de lágrimas. Fijó los ojos en el plato, pensando con tristeza en todos los cumpleaños y navidades que se había perdido lejos de Gil, con tanta tristeza como si se tratara de su propio hijo.

Nicky le apretó la mano un momento.

-Estás cansada, ¿verdad?

Kate asintió. La verdad era que todavía no estaba recuperada del viaje y pasó la mayor parte de la noche anterior en brazos de Nicky... sin descansar.
Cuando llegó la hora de acostarse, después de la cena, estaba tan agotada, que se dio una ducha y se quedó dormida sin ponerse siquiera el camisón.


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Mensaje por nina093 Mar 05 Ago 2014, 11:43 am

Capitulo 18




Aquella noche fue fría, pero el día siguiente amaneció cálido y soleado. Mientras tomaba el té que la señora Manchester le subió a la habitación, Kate pensaba en el viaje que estaba a punto de emprender y se preguntaba cómo fue capaz de acceder, ella no era amiga de aventuras.
Abby, en cambio, era la más atrevida de las dos. Ella se lanzó a volar, sacó la licencia de piloto y se marchó a Australia a vivir con su marido, Kate se preguntaba qué habría sido lo que transformó a esa mujer que no tenía miedo a nada, en una niña caprichosa y pusilánime que escribía mails lacrimógenos a sus padres sin atreverse a hacer nada para remediar su situación.
En aquel momento, unos golpecitos en la puerta la sacaron de sus cavilaciones.

-Pase -dijo distraída.

Era la señora Manchester, que regresaba para recoger el servicio de té. Le dirigió una sonrisa a Kate y esperó a que le indicara que había terminado.

-Usted no trabajaba aquí cuando mi hermana vivía, ¿verdad? -preguntó Kate a la mujer- Si hubiera estado aquí, me acordaría de usted.

La señora Manchester vaciló y miró a Kate a los ojos.

-Yo estaba aquí cuando murió, señorita. Vine a ocupar el puesto de la señora Pennwyler.

-¿Y sabe usted dónde está ahora la señora Pennwyler? Me gustaría charlar con ella.

La señora Manchester hizo un gesto negativo con la cabeza.

-Lo siento, pero esa pobre mujer se marchó a Darwin a vivir con su hijo mayor.

-¿Qué recuerda usted de mi hermana?

-La señora Byrne era muy desgraciada, señorita.

-Lo sé. Escribía mails a menudo a mis padres. Pero lo que yo nunca he comprendido es porqué no se divorció de Nicky... del señor Byrne... y tomó un avión para volver a casa.

La señora Manchester respondió mientras colocaba la taza y el plato del bollo en la bandeja.

-Los muertos no deben interponerse en el camino de los vivos -dijo- La vida es demasiado corta como para andar complicándola más.

Por primera vez desde que empezó a pensar en Abby, Kate sonrió.

-Tiene razón. ¿Ya se levantó el señor Byrne?

La mujer se echó a reír.

-¿Que si se ha levantado? Lleva horas de acá para allá, entrando y saliendo.

Al cabo de unos minutos, cuando ya estaba vestida, Nicky apareció en la puerta de la habitación.

-Ya está todo preparado, amor.

Kate se alegró al verlo, pero al mismo tiempo sintió una punzada de miedo.
Nicky iba vestido con jeans y una camisa gruesa, como ella.

-¿Te parece que voy bien vestida? -preguntó Kate.

-Estás para comerte -respondió Nicky acalorado.

Kate se aclaró la garganta y desvió los ojos con timidez.

-¿Y Gil? ¿Se ha marchado ya a su viaje?

-Sí, cuando tú dormías todavía, nena.

Nicky se acercó a ella hasta hacerla sentir el calor de su cuerpo, y trazó el contorno de sus labios con la yema del dedo. Temblando, Kate trató de controlarse, enfadada consigo misma por su falta de control.

-Todavía puedo echarme atrás. ¿Sabes? -le dijo.

Nicky tomó uno de sus senos con una mano y lo acarició con el pulgar hasta sentir que el pezón se ponía tenso.

-¿De verdad? -le preguntó en un susurro.

Kate gimió.

-Eso no está bien...

Pero Nicky no la escuchaba, porque estaba demasiado ocupado en desabrocharle la camisa. Debajo, Kate llevaba una camiseta delgada en lugar de sostén, que marcaba claramente sus pechos y los pezones. Nicky la contempló largamente mientras ella se ruborizaba, sin acertar a moverse. Aunque estaba indignada, ea incapaz de detenerlo.
Nicky le bajó el escote de la camiseta hasta que uno de sus senos quedó al descubierto.

-Lo hago para que tengas una idea de lo que va a ocurrir cuando estemos a solas -dijo Nicky.

Cuando se inclinó y rozó el pezón rígido con la punta de la lengua, Kate se puso tensa y olvidó sus intenciones de rebelarse. Sin darse cuenta de lo que hacía, le apretó la cabeza contra si.
Pero Nicky estaba jugando, nada más. Pronto dejó su pecho desnudo y se volvió hacia el que estaba cubierto con la camisa. Lo besó y lo mordisqueó por encima de la tela, mientras Kate echaba la cabeza hacia atrás y gemía de placer. Pero pronto volvió a sentirse decepcionada, porque Nicky le volvió a colocar la camiseta y se dedicó a abrocharle la camisa. Kate no se había sentido tan frustrada en toda su vida.

-Nicky, te necesito. -consiguió decir al fin.

El la besó suavemente.

-Después, nena.

-No. Ahora -protestó ella.

Nicky se echó a reír y le propinó una palmadita en el trasero.

-Después, nena.

Kate estaba furiosa. Nicky la excitó inútilmente, pensaba, solo para hacerla sufrir.

-Yo te deseo ahora -insistió.

-No.

Nicky le quitó la maleta de la mano y la condujo hasta la entrada, donde se encontraba el auto.

-Maldita sea! -murmuró Kate fuera de si- Quiero que dejes de comportarte como si fueras Tarzán.

Nicky arrojó su elegante maleta en la parte de atrás del vehículo y después, con una sonrisa, levantó a Kate por la cintura y la hizo sentarse en el interior.
Aunque su orgullo le decía que debía salir del coche, volver a entrar en casa y llamar un taxi que la llevara al hotel, Kate se quedó quieta y se abrochó el cinturón de seguridad.

Kate miró hacia atrás y vio que además de su maleta estaba una tienda de campaña, un saco de dormir, unos sedales de pescar y abundante comida empaquetada, entre otras cosas.

-¿Cómo es que solo has metido un saco de dormir?

-¿Está buscando pelea, nena? -respondió Nicky mirándola de soslayo con una sonrisa- Pues te aconsejo que te andes con cuidado, porque si quieres pelea, la vas a tener.

Kate lo miró indignada y cruzó los brazos sobre el pecho. Tenía todavía los senos sensibilizados por las caricias de él, y cada vez que pensaba que la dejó así, excitada, se enfurecía más.

-No me rebajaría a pelear contigo -le dijo.

-Eso ya lo veremos -respondió Nicky apretando el acelerador.

Kate lanzó una exclamación de sobresalto. Nicky le puso una mano sobre el muslo, quizá con la intención de tranquilizarla, aunque lo único que consiguió fue ponerla más nerviosa.

-Ya verás cómo todo marcha bien, Katie -le dijo.

Kate le apartó la mano y volvió a cruzarse de brazos, cosa que a él le pareció muy divertida, porque se echó a reír con todas sus ganas.

Después de media hora de trayecto en silencio y a toda velocidad, llegaron al aeropuerto. Nicky apareció de pronto y la tomó por la cintura para hacerla descender. Se las arregló para que sus cuerpos se rozaran, de modo que la tensión interna que atormentaba a Kate se hizo insoportable.

-Debería abofetearte -le dijo.

Por toda respuesta, Nicky la besó apasionado.

-Paciencia, pequeña -le dijo después- Pasaremos la noche en casa de un amigo mío y podrás hacer conmigo lo que quieras cuando nos quedemos solos.

Kate decidió que a pesar de todo iba a abofetearle, así que levantó la mano con todas sus fuerzas, pero él se la detuvo en el aire asiéndola por la muñeca y la atrajo hacia él. Kate respiraba agitada.

-Haz el favor de comportarte -le dijo Nicky después de darle un beso en la frente.

Luego la dejó y se puso a descargar las cosas que había en la parte trasera del auto. Como no sabía qué hacer, Kate lo ayudó. Nicky metió la tienda en un pequeño bimotor y volvió para buscar más cosas. Una vez cargada subieron a la avioneta, y Nicky puso en marcha los motores. Después recorrió el aparato examinándolo todo.
Al cabo de un momento, Nicky ya tenía puestos los auriculares y hablaba por radio.

-Abróchate el cinturón, amor -le dijo a Kate.

Así lo hizo ella, tratando de no pensar en lo pequeño y frágil que le parecía aquel avión. Después se mordió los labios y se aferró con todas sus fuerzas a los brazos de su asiento. Nicky hablaba con la torre de control, pero ella no lo escuchaba. Al cabo de un momento, el aparato avanzó despacio, dirigiéndose a la pista de aterrizaje del aeropuerto.

-Abre los ojos, Kate -gritó Nicky para que pudiera oírlo.

Kate lo obedeció, no porque fuera lo que quería hacer, sino porque su primer impulso era siempre cumplir los deseos de Nicky.

-Dios mío! -exclamó.

Nicky reía a carcajadas mientras el pequeño avión se elevaba hacia el cielo.
Kate sintió que las manos le dolían de apretar los brazos del asiento, y trató de tranquilizarse un poco. Poco a poco, una embriagadora sensación de libertad iba sustituyendo al terror del principio, hasta que por fin se puso a contemplar con ojos muy abiertos los campos y las granjas que se extendían a sus pies.

-Es precioso!

-Lo sé -respondió Nicky. Debían haber alcanzado una altitud suficiente, porque dejaron de subir. Luego murmuró algo en el micrófono de su auricular y miró a Kate con una sonrisa- Los de control dicen que se alegran de que te guste.

Kate lo miró y esbozó una tímida sonrisa.
Llevarían volando una hora, cuando Nicky desconectó el aparato de radio y se quitó los auriculares, ante la alarma de Kate.

-¿No necesitas estar en contacto permanente con la torre? -le preguntó.

Nicky sonrió con indulgencia.

-Ya estamos demasiado lejos del mundo civilizado como para que tenga importancia lo que me diga la torre, amor.

-Ah -respondió Kate, viendo la ocasión apropiada para vengarse por lo de esa mañana- Me imagino que ahora podré pagarte por lo que me has hecho sufrir, ¿no?

Nicky la miró con cierta preocupación.

-La verdad es que no sé a que te refieres.

Kate se desabrochó el cinturón de seguridad y se inclinó hacia él.

-No te preocupes. Lo sabrás a su tiempo.

Al cabo de un momento, Nicky se ponía tenso y lanzaba un gemido ahogado mientras ella hacía avanzar una mano sobre su muslo... pero aquello era sólo el principio.


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Mensaje por nina093 Miér 06 Ago 2014, 11:44 am

CAPITULO 19



Cuando dejaron atrás los bosques y las montañas peñascosas y entraron en las praderas abiertas, Nicky se encontraba tan desconcertado e insatisfecho como lo estaba Kate unas horas antes. La siguió con una mirada cargada de reproche cuando ella se sentó y se abrochó el cinturón de seguridad, diciéndole:

-¿Te gusta el sabor de tu propia medicina, señor Byrne?

-Yo en tu lugar me andaría con cuidado, nena -respondió él removiéndose de un modo extraño en el asiento- Como decían los yanquis, estás pisando terreno peligroso.

Kate ladeó la cabeza.

-¿Se supone que eso es una amenaza? -preguntó con dulzura- ¿Me vas a pegar,  quizá me vas a desnudar para dejarme a merced de las alimañas?

Nicky la miró de manera elocuente.

-Nada de eso. En lo único que has acertado es en lo que de que voy a desnudarte.

Kate se echó a reir.

-Bueno, me parece que ya estamos en paz.

-Estarás tú, en todo caso. De todas maneras, este juego lo juegan dos, ¿lo sabías?

Y diciendo aquello, le colocó una mano en la parte superior de los muslos. Kate se puso en tensión al sentir que le tocaba su zona más erógena. Aun sabiendo que él no tenía ninguna intención de satisfacerla, se vio incapaz de detenerlo, porque cuando Nicky la tocaba, su voluntad se esfumaba como una nube de humo.
Al cabo de unos minutos, empezó a sudar, mientras él seguía acariciándola con una suavidad enloquecedora.

-Nicky -murmuró sintiendo aquellos dedos que la atormentaban.

-El poeta tenía razón... qué dulce es la venganza!

-Te odio -murmuró Kate, mientras su cuerpo, excitado, decía lo contrario.

-Ya lo veo -respondió Nicky.

Kate lanzó un gemido.

-Abrete la camisa, Kate -susurró Nicky en un tono incitante, provocativo y terriblemente seductor- Quiero verte.

-No -murmuró ella, sin darse cuenta de que sus dedos ya se afanaban en ello.

Cuando tuvo la camisa abierta, Nicky le acarició los senos por encima de la camiseta hasta que sus pezones rígidos se hicieron evidentes.

-Sabes lo que deseo ahora, Kate -murmuró Nicky, con la voz alterada.

Kate lo sabía perectamente, pero no estaba en su mano negarse, por mucho que supiera que Nicky sólo quería provocarla. Con ambas manos, Kate se subió la camiseta hasta dejar sus pechos al descubierto para regocijo de Nicky.
Nicky murmuró algo, como un quejido, y empezó a moldear su cuerpo, mientras Kate tenía que morderse los labios y volver la cabeza buscado alguna forma de distraer la mente y olvidar aquel tormento. Gimió, porque Nicky no dejaba de acariciarla y tocarla sin descanso. Poco a poco, el avión fue descendiendo. Por mucho que miraba, Kate no veía una casa por ninguna parte.

-¿Qué haces? -le preguntó.

Nicky retiró las manos de su cuerpo para operar las palancas de control.

-Tú ganas, nena. Ya no puedo esperar más.

-Pero si estamos en Dios sabe dónde! -gritó Kate, recuperando de pronto el sentido común.

De inmediato bajó la camiseta y se abrochó la camisa.

-Es el sitio ideal -respondió Nicky.

Unos momentos más tarde, el avión aterrizaba dando saltos en el terreno desigual.

-¿Y si luego no podemos volver a despegar? -preguntó Kate.

-Dentro de un momento no vas a necesitar ningún avión para volar, amor.

Kate se puso tensa y cerró los ojos con fuerza. Finalmente, el aparato se detuvo y ella respiró aliviada, con el corazón palpitante de miedo y de impaciencia.


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Mensaje por nina093 Jue 07 Ago 2014, 10:55 am

CAPITULO 20



Nicky abrió su puerta, se colocó sobre el ala, y saltó al suelo. Kate todavía temblaba cuando él subió a la otra ala y abrió la puerta. Con una mirada entre burlona y apasionada, Nicky le desabrochó el cinturón de seguridad y la obligó a volverse hasta ponerse de cara a él. Kate sacó las piernas del aparato flanqueando las caderas de él.

-Oh... -murmuró Kate permitiendo que le desabrochara la camisa.

Al cabo de un instante, se la quitó y le había subido la camiseta. Contemplaba sus redondeados pechos, que parecían erectos y duros pidiendo caricias.
Kate lanzó un grito de desesperación y alivio cuando Nicky se apoderó de uno de sus pezones con la boca.

-¿Es que no vas a besarme? -le preguntó.

El se apartó de su pecho el tiempo preciso para responderle:

-Por tu culpa ya no puedo besarte. Mi impaciencia es demasiado grande.

Nicky se entretuvo largo tiempo entre los senos de Kate. Cuando por fin la hizo acostarse sobre los dos asientos, ella estaba a punto de enloquecer de impaciencia. Sintió que le desabrochaba el pantalón y que lo deslizaba por sus piernas con la ropa interior.
Con una increíble suavidad que hacía el contacto de sus labios casi impalpable, Nicky la besó. Ella gimió y elevó las caderas, ofreciéndose, pero solo consiguió que Nicky siguiera provocándola mientras que con manos temblorosas se afanaba por despojarla del resto de la ropa.
Cuando Kate empezaba a retorcerse de impaciencia, se colocó sobre ella. Kate contuvo la respiración mirando cómo se bajaba la cremallera del pantalón. Cuando al fin la hizo suya, lo envolvió con los brazos y las piernas, con un frenesí que rozaba la locura.
Aunque ella lo instaba a ir más aprisa, los movimientos de Nicky en su interior eran deliberadamente lentos y rítmicos. Pretendía proporcionarle a Kate todo el placer que ella era capaz de sentir, antes de satisfacer sus propios deseos. Ella lo sabía, y se impacientaba.
Cuando Kate estaba al borde del orgasmo, Nicky se detuvo para acariciar sus senos y disfrutar de ellos a su antojo, mientras Kate, que había perdido el sentido de la realidad le suplicaba que continuara.
Finalmente, con un grito de placer, Nicky se rindió. Comenzó a moverse con mayor rapidez, provocando una reacción instantánea en la chica.
Nicky tuvo un clímax violento. Se hundió dentro de Kate hasta lo más profundo y echó hacia atrás la cabeza, apretando los dientes y lanzando exclamaciones irrepetibles.
Kate aferró sus glúteos tensos mientras el cuerpo de él se contraía varias veces con una fuerza casi sobrehumana, hasta que por fin se desplomó sobre sus senos, respirando con dificultad, como si le faltara el aire. Un momento después se aferraba a uno de sus pechos y comenzaba a acariciarlo con ansiedad, aún jadeante.
Kate hundió los dedos en su pelo. Hubiera querido abrazarlo durante todo el día, pero no fue así, porque él, después de recrearse en sus senos, se incorporó y le colocó bien la camiseta. Ambos se vistieron en silencio.

-Eres una chica muy mala, Kate -dijo él por fin- Quizá por eso me gustas tanto.

Kate deseaba oírlo decir que la amaba, pero había aprendido hacía tiempo que los deseos eran una cosa y la realidad otra muy distinta.

-Eres un sinvergüenza. ¿Dónde están mis botas?

Nicky las recogió del suelo, se las dio, y luego se dirigió al otro lado del avión.

-Espero que después de esto te quedes satisfecha hasta esta noche -le dijo después de subir.

-¿Cómo puedes ser tan arrogante y descarado? -exclamó Kate- Eres increíble!

Nicky sonrió muy tranquilo y le citó una a una de las cosas que ella le dijo cuando se encontraban en pleno acto amoroso.

-Eres un bastardo -dijo Kate

Nicky puso en funcionamiento los motores, y las hélices empezaron a girar.

-¿Has despegado alguna vez sin pista de despegue? -le preguntó Kate con ansiedad, olvidando de momento su discusión.

-Solo unas cincuenta mil -respondió Nicky colocándose unas gafas oscuras.

Kate volvió a aferrarse a los brazos del asiento. Lo que más deseaba en aquel momento era llegar a una cama calientita y segura en tierra firme, y dormir veinticuatro horas seguidas.
El avión comenzó a dar unas sacudidas terribles mientras Nicky aumentaba la velocidad. Finalmente, con gran estruendo, se elevó por el aire. En cuanto se sintió segura, Kate se enderezó en su asiento.

-Empiezo a tener hambre -comentó.

-No me extraña -respondió Nicky- teniendo en cuenta la cantidad de energía que has desgastado hace un momento.

Kate le dio un golpe en el hombro, pero con una sonrisa. Se sentía demasiado feliz como para enfadarse.
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Mensaje por nina093 Vie 08 Ago 2014, 12:13 pm

Capitulo 21



Al cabo de una hora de vuelo, empezaron a sobrevolar un inmenso rebaño de ovejas que iba conducido por un hombre y tres perros. A pesar de la distancia, Kate consiguió distinguir una casa rodeada de varias construcciones rústicas.

-¿Ese es tu amigo?

Nicky hizo que el aparato se meciera en el aire, y el pastor levantó la mano con un gesto de saludo.

-Sí -respondió- Se llama Blue, y es el mejor amigo que he tenido en mi vida.

Kate siguió contemplando el paisaje que se extendía ante sus ojos mientras Nicky se dirigía hacia una amplia explanada que se encontraba detrás de la casa y descendía en dirección a una pequeña pista de aterrizaje.

-¿Y vive aquí completamente solo? -preguntó Kate.

Imaginaba que la soledad debía ser terrible en aquella amplia extensión de Irlanda.
Nicky negó con la cabeza sin dejar de maniobrar.

-No. Vive con su mujer y sus hijos.

-¿Tiene aquí a sus hijos? Y cómo pueden ir al colegio?

Como se hallaba en pleno aterrizaje, Nicky tardó un momento en responderle.

-No van al colegio. Ellen se encarga de darles clase personalmente.

Por fin aterrizaron sin ningún contratiempo, y Kate rezó en silencio una plegaria dando gracias antes de quitarse el cinturón. Cuando se disponía a saltar, al suelo, Nicky la detuvo.

-No se te ocurra llenarle a Ellen la cabeza de ideas descabelladas -le advirtió-, porque a ella le gusta la vida que lleva.

Kate se quedó desconcertada por lo extraño de aquel comentario, pero no tuvo tiempo de hacer que se lo aclarara, porque cuando descendían del aparato, una mujer rubia y delgada llegó corriendo desde la casa, con el rostro iluminado de alegría.

-Nicky! -exclamó lanzándose a sus brazos.

El le dio un fuerte abrazo y la besó en la frente.

-Hola, Ellen. Mira, te presento a Kate.

Kate extendió la mano a la mujer con una sonrisa, aunque en su interior se preguntaba por qué Nicky no la habría presentado como hermana de Abby.

-Hola, Kate -dijo alegre y luego, volviéndose a Nicky le preguntó- ¿Me has traído libros y tabletas de chocolate?

Niky se echó a reír y señaló el avión con un gesto.

-Te he traído suficiente como para que te dure seis meses.

Kate oyó unos ladridos en la distancia y al grupo de ovejas y miró con cierto nerviosismo a Nicky. Se preguntaba si Blue y Ellen habrían sido amigos de Abby también.
Nicky la miró de manera especial, como si estuviera leyendo sus pensamientos. Le pasó el brazo por la cintura y le susurró al oído:

-Esta noche...
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Mensaje por nina093 Vie 08 Ago 2014, 5:08 pm

Capitulo 22



Cuando Nicky sacó del avión la caja de provisiones, Kate, Ellen y él se dirigieron hacia la casa, que era rústica y sencilla, hecha de piedra, con dos chimeneas humeantes.
Al aproximarse a la entrada, aparecieon tres niños en el pórtico.

-Pero si eres tú! -exclamó una de las niñas al ver a Nicky.

Se adelantó corriendo y se abrazó a su pierna. Nicky se echó a reír y dejó de sujetar la enorme caja con una mano para poder acariciarle el pelo.

-Hola, Sarah.

Como su hemana había roto el hielo, los otros dos niños también acudieron corriendo. Según le dijeron a Kate, se llamaban John y Margaret.

-Estamos en clase -les dijo John-. Me alegro mucho de que hayas venido tío Nicky, porque era un aburrimiento.

-John! -exclamó Ellen sin poder contener una sonrisa.

Los ladridos de los perros y el rebaño de ovejas se oían cada vez más cerca. Nicky dejó la caja en el suelo y se volvió hacia el lugar del que provenía el ruido con una sonrisa. Al cabo de un momento, salió al encuentro de su amigo, Kate empezó a seguirlo pero de pronto se detuvo sin saber qué hacer.

-Entra con nosotros, Kate -le dijo Ellen desde el pórtico- Blue y Nicky querrán charlar un rato.

Kate entró en la casa. La puerta daba directamente a la cocina. Sobre la mesa de pino se encontraban multitud de lápices y cuadernos esparcidos.

-¿Te apetece un poco de té? -preguntó Ellen.

-Si, gracias.

-Puede sentarse aquí, con nosotros, señorita -intervino la pequeña Sarah, que debía rondar por los diez años.

Kate se sentó en uno de los bancos de madera que flanqueaban la mesa.

-Gracias -dijo intentando mirar los trabajos que hacían los niños sin que se notara.

Mientras Kate tomaba el té, Ellen tomó la caja que Nicky había llevado, la dejó encima de la mesa y la abrió. Kate la observó mientras iba sacando paquetes de chocolate y montones de libros.

-Dios bendiga a este hombre -mumuró mientras sus hijos no quitaban los ojos de los dulces. -Bueno, tomen una tableta de chocolate, pero la reparten entre todos.

Mientras los niños se afanaban en partir el chocolate, Ellen se dirigió a Kate con mucha amabilidad.

-¿Quieres un chocolate?

-No, gracias -respondió Kate, más interesada en los libros.

Ellen le ofreció uno, llena de risa. Se trataba de una novela rosa, en cuya portada se veía a una dulce jovencita en brazos de un atractivo pirata.

-Estoy más enviciada con estos libros que con los dulces. En cuanto acabo uno, necesito empezar oto.

Kate sonrió mientras contemplaba los otros libros, de cubiertas similares. Sonrió sin querer al imaginar a Nicky comprando aquellos libros.

-¿A ti te parecen tontos estos libros? -le preguntó Ellen mientras se servía una taza de té, un tanto ansiosa.

-No, no -se apresuró a responder Kate- De hecho, este en el que aparece un sheikh me parece bastante interesante.

A Ellen se le iluminó la mirada.

-¿A que si?

Antes de que Kate pudiera decir nada, un hombre alto y pelirrojo entró en la cocina, seguido de Nicky.

-¿Quién es esta jovencita? -preguntó alegre.

Cuando Nicky contestó, su voz tenía algo especial y diferente, algo que Kate no había oído antes.

-Katie, te presento a mi mejor amigo, Blue McLoughlin.

-Hola -saludó Kate, sintiéndose cnmovida sin razón aparente.

Blue dejó el sombero y la chaqueta de cuero en el perchero y se acercó a la mesa.

-Encantado de conocerte -dijo tomando un dulce- Pero me imagino que también tendrás apellido, ¿no? ¿O es que es un secreto?

-Se apellida Blake -respondió Nicky en tono desagradable antes de que Kate pudiera hacerlo.

De pronto, parecía que su buen humor se había desvanecido, y ella no sabía por qué. Nicky y Blue intecambiaron una mirada no demasiado amigable.

-¿Abby era familia tuya? -preguntó Blue con tono más suave.

Kate asintió.

-Era mi hemana.

Después de aquellas palabras se hizo un pesado silencio. Sin querer, Kate se puso a pensar Una vez más si no se estaría dejando llevar por el entusiasmo de sus pasiones cuando en realidad estaba tan claro que Nicky y ella nunca podrían mantener una relación duradera.
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El marido de mi hermana [Nicky Byrne][18+][TERMINADA] Empty Re: El marido de mi hermana [Nicky Byrne][18+][TERMINADA]

Mensaje por nina093 Sáb 09 Ago 2014, 12:20 pm

Capitulo 23


Fue Ellen la encargada se suavizar la situación. Le puso una mano sobre el hombro y le dijo:

-Eres bienvenida. Raramente tengo la ocasión de hablar con otra mujer, salvo cuando podemos ponernos en contacto con Sally por internet. Me alegro mucho de que hayas venido.

-Gracias -respondió Kate, pero a pesar de todo no pudo dejar de dirigirle a Nicky una mirada cargada de preguntas.

La reacción de Nicky fue ponerse a mirar por la ventana, hasta que Blue lo tomó del brazo y le propuso que saliera a revisar uno de los motores del avión que hacía más ruido de lo normal. Los dos hombres salieron seguidos por el pequeño Johhn. Después Ellen, demostrando un gran tacto, mandó a las niñas a jugar con sus muñecas y se quedó hablando con Kate.

-No lo tomes a pecho -le dijo con su encantador acento- Todavía no he conocido a ningún hombre que sepa lo que es la diplomacia.

Kate hubiera querido ponerse a llorar, pero no pudo. A duras penas, esbozó una sonrisa.

-¿Tú eras amiga de Abby?

Ellen vaciló bastante antes de responder.

-La verdad es que no -contestó al fin, de mala gana- La única vez que estuvo aquí con Nicky se pasó todo el fin de semana tratando de convencerme de que dejara a Blue. Imagínate... yo sin Blue.

-¿Y porqué motivo podía querer Abby que dejaras a tu marido?

Ellen suspiró.

-Decía que era una mujer oprimida, y que me iba a pudrir aquí sin tener a nadie con quién hablar, a excepción de Blue y los niños.

-Algunas veces mi hermana era bastante inconsciente. -dijo Kate dejando su taza de té en la mesa.

Ellen se encogió de hombros con una sonrisa.

-Ella no sabía cómo es mi relación con Blue. -dijo Ellen de una manera que a Kate le hizo pensar en cómo se sentía cuando Nicky la abrazaba.

Como si estuviera leyendo sus pensamientos, Ellen le preguntó:

-¿Estás enamorada de Nicky?

-Me temo que sí -dijo por fin con tristeza.

Ella alcanzó la tetera y rellenó su taza y la de Kate.

-¿Tienen algún problema?

Kate agachó la cabeza.

-Ya has visto cómo reaccionó cuando le dijo a Blue que Abby era mi hermana.

Ellen la miró un poco confusa.

-Sí, ¿y qué?

-Yo le recuerdo sin querer una parte desdichada de su vida -le confesó Kate apesadumbrada.

-Yo creo que tú le recuerdas csas completamente diferentes, porque te aseguro que nunca había visto a Nicky tan tranquilo y tan relajado.

Kate se sonrojó vivamente, porque ella sabía mejor que nadie a qué obedecía su relajamiento.
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Mensaje por nina093 Lun 11 Ago 2014, 11:55 am

Capitulo 24



Ellen se echó a reír.

-Me parece que me he metido donde no me llaman -dijo, y luego, con gran habilidad, cambió de tema.- Dime, Kate, ¿a qué te dedicas? ¿Has estudiado en la Univesidad?

Kate le dirigió una sonrisa agradecida.

-De pequeña siempre quise ser maestra, pero terminé estudiando Ciencias Políticas. Papá... mi padre pensó que era una manera más provechosa de emplear su dinero y mi tiempo. Quería que me integrara en su equipo de colaboradores.

Ellen se llevó un trozo de chocolate a la boca con deleite.

-¿Y te gusta trabajar para tu padre? -le preguntó.

Kate tuvo que pensarlo bien antes de contestar, porque era la primera vez que lo reconocía ante sí misma.

-La verdad es que no.

-Dime, Kate, si pudieras elegir cualquier profesión, ¿qué te gustaría ser?

Kate no necesitaba pensar mucho para encontrar una respuesta.

-Me gustaría ser como tú, Ellen. Querría constuir un hogar para el hombre que amo y dedicame a educar a los hijos que tuviera con él.

Ellen se llevó la mano a la boca, fingiendo horror.

-iPero Kate! ¿Me estás diciendo que te gustaría ser... -en aquel punto bajó la voz hasta que se convirtió en un susurro- ama de casa?

Kate se echó a reír.

-En efecto.

Ellen le dirigió una mirada de consternación mientras se llevaba a la boca otra onza de chocolate.

-Parece mentira que seas hermana de Abby.

-Según me ha comentado Nicky, a ella no le gustaba demasiado la vida de casada.

Ellen miró nerviosa hacia la puerta para cerciorarse de que no había nadie, y luego, bajando la voz, dijo:

-La verdad es que se hizo de un amante el primer año de su matimonio.

Kate la miró atónita. Ella sabía que Abby nunca fue feliz con Nicky, pero no podía imaginar una cosa así.

-¿Y él lo sabía? -preguntó.

-Sí -intervino una voz masculina pcedente de la pueta- Nicky lo sabía.

Kate alzó la vista y lo vio allí mismo, en la pueta, con una expresión terrible y furiosa.

-Lo siento muchísimo -dijo Ellen a punto de llorar.

Acto seguido, se levantó de la mesa y salió de la cocina sin levantar la cabeza.

-Si te interesa saber algo sobre Abby y yo, pregúntamelo a mí y no a mis amigos. -Dijo Nicky con frialdad.

Kate también se sentía indignada.

-Espera un momento, Nicholas Byrne, sin atropellar, por favor. ¿No te das cuenta de que estás siendo un poco irrazonable?

Nicky se pasó una mano por el cabello con nerviosismo.

-Hasta hace cinco segundos, esaba convencido de que la infidelidad de Abby era un secreto.

Kate se diirigió hacia él y lo abrazó, alzando la cabeza para mirarlo.

-Mi hermana era una estúpida -le dijo dulcemente.

Nicky la besó en la frente.

-Son los prejuicios los que te hacen decir eso, pero gracias de todas formas.

Kate le puso las manos sobre el pecho.

-Creo que deberías ir a hablar con Ellen. Debe pensar que estás furioso con ella.

Nicky la esrechó contra sí.

-¿Crees que Ellen podrá esperar un poco? Ahora me gustaría enseñate donde vamos a dormir.

Kate pensó en Sarah, John y Margaet.

-Mira, Nicky, nosotros no podemos compartir la cama en esta casa, porque hay niños.

Nicky la asió por los hombros y la separó de sí para mirarla mejor.

-¿Y qué pasa porque haya niños?

-No estaría bien, Nicky -susurró Kate- No estamos casados.

-Entonces, nos casaremos.

-Estás loco. ¿Dónde vamos a conseguir una licencia? ¿Y un sacerdote?

Nicky suspiró. Resultaba evidente la imposibilidad de encontrar ambas cosas en mitad del despoblado.

-¿Y si nos comprometemos? ¿Entonces no te parecería mal?

-No, eso no basta -dijo Kate obstinada.

Nicky lanzó una maldición.

-En ese caso, tendré que convencer a Blue para que nos deje dormir en el pajar -respondió.
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